Telaraña

Rodo teme a las alturas pero arma la tela acrobática, un deporte dominado por mujeres. A pesar de eso se lleva bien con sus compañeras hasta que llega Alexandra, directamente desde Rusia y comienza a presionarlo. Luego de una pelea lo invita a su hogar para mostrarle porque la llaman pauk-ubiytsa.

Telaraña

Rodo miraba el cielo, de niño podía pasarse horas observando a los pájaros utilizar sus alas e inteligencia para aprovechar las corrientes de aire e impulsarse por el mismísimo cielo. Ese era su gran sueño, volar, el supuestamente sueño cumplido del hombre. “El hombre vuela” le decía su abuelo, “gente muy inteligente creó las primeras máquinas voladoras que fueron perfeccionadas con el tiempo”. ¿Era esto verdad? Rodo creía que no.

El avión vuela si, pero el hombre es solamente un piloto, estar sentado en una caja metálica con forma aerodinámica no se acercaba mucho a su idea de volar. Por fortuna otras personas (más imaginativas en su opinión) crearon otros tipos de artefactos que los acercaban más al pájaro y a su estilo de vuelo. Primero estaba el ala delta con la tela en forma de V o delta, aunque él prefería decirle de pájaro, que se usaba para planear e incluso se podía despegar corriendo. También estaba el parapente, su favorito, que aunque carecía de la forma aviar que le gustaba tanto permite un mayor control en la movilidad. Había visto videos de un experto que literalmente se movía como un pájaro saltando de diferentes alturas en una montaña desde arriba hacia abajo o viceversa, como si estas fueran ramas o rocas comunes para luego tomar vuelo aparentemente a voluntad (claro que dependía del viento).

Rodo soñaba con eso, y creía firmemente que era su destino. Al menos hasta que vio que aquel hombre había muerto estampado contra las rocas por un viento repentinamente fuerte. Rodo quedó impresionado por la imagen de aquel hombre tan experimentado, un campeón del aire ser derrotado por este, no lo supo en aquel momento pero algo dentro de él comenzaría a crecer opacando sus ganas de volar.

A sus diez años convenció a sus padres de que lo llevaran a los campos fuera de Buenos Aires, específicamente en Plomer. Donde un grupo de pilotos practicaban y daban clases de parapente, a los menores de edad les hacían vuelos de prueba por un precio. Creyó que al llegar estaría lleno de gente pero solo dos hombres, bastante mayores estaban por delante de él esperando su vuelo. Cuando por fin fue su turno estaba realmente emocionado, le pusieron el equipo de protección y lo ataron al arnés quedando frente a su maestro de vuelo. Sin embargo cuando este comenzó a correr tomando impulso la imagen del hombre muerto en las montañas se le fue a la cabeza.

⏤Paren⏤ susurro. ⏤¡Paren Por Favor!

El piloto lo hizo, Rodo se sacó el equipo con facilidad y guardó silencio durante las preguntas de los pilotos y sus padres.

⏤No quiero.

Fue lo único que dijo y no volvió a repetirlo ante la insistencia amable de los pilotos o ante los gritos de su padre que le reclamaba haberlos arrastrado hasta allá por nada. Al final todos guardaron silencio, la familia se fue a comer a una parrilla del pueblo y cuando el gesto de su padre se relajó hablaron de otras cosas, de lo lindo del lugar y de la rica comida e incluso se disculpó con su hijo. Rodo solo pensaba en el miedo profundo que le tenía a su más añorado sueño, miró al cielo, pasaron unos pájaros volando. Casi se puso a llorar.

Por más que lo intento Rodo no pudo superar su miedo, el miedo que cada vez se ponía peor. Los videos que solía ver comenzaron a darle taquicardia hasta el punto que casi lo hacían vomitar. Si se encontraba en un edificio de más de tres pisos el mirar por una ventana podía producirle el mismo efecto y por supuesto se negaba a tomar un avión teniendo que quedarse con sus abuelos cuando sus padres salían de vacaciones. Las primeras veces suspendieron sus vuelos pero él insistió que no dejarán de viajar por él. Su padre decía que se estaba volviendo ridículo, ya había viajado antes y nunca pasó nada. Su madre se limitaba a decir que el miedo a las alturas era muy común pero no aportaba nada más. La psicóloga a la que lo mandaron tampoco ayudaba mucho, no porque no lo intentara, ciertamente identificó la fuente de su miedo pero ninguna de sus palabras o consejos lo disminuyeron.

⏤Pasos pequeños Rodo, comienza intentando superar tu miedo a los terceros pisos. Es la altura más chica que te incomoda ¿no?

Evitaba decir la palabra asustar por alguna razón, como si no le diera importancia. El seguir ese consejo le ganó las burlas de sus compañeros por vomitar en medio de una clase, pero como ella insistía decidió mentirle en que continuaba intentando.

Rodo se encontraba sentado en una butaca de teatro junto a sus abuelos. Había terminado el colegio primario con un buen promedio y creyeron que merecía una buena recompensa. La amiga de la abuela quien tenía una nieta participando en el espectáculo le había recomendado llevarlo allí. No era una obra de teatro en sí, sino varios grupos de disciplinas diferentes que se turnaban para realizar coreografías artísticas. Poco podía importarle a un chico de su edad un espectáculo así pero accedió ya que sus abuelos siempre habían sido buenos con él y además no tenía nada mejor que hacer.

La apertura la realizaron unas niñas pequeñas haciendo pasos básicos de ballet. Continuo con señoras de mediana edad haciendo Zumba y Salsa, luego parejas bailando tango argentino. Al final el más interesante fue de unas chicas jóvenes bailando reggaetón, no apreció la música pero si los movimientos.

Las luces se apagaron y se quedó así por varios minutos, al encenderse habían seis mujeres en el escenario, no podía distinguir la edad exacta ya que el grupo era variado, solo que la mayor no supera los cuarenta. Sus cuerpos eran esbeltos y vestían una ropa ajustada que resaltaba más sus figuras. De repente hubo movimiento pero no era de ellas, sino arriba, algo caía hacia donde estaban paradas. Eran telas de diferentes colores que colgaban de ganchos en las alturas, una para cada una, en cuanto llegaron a alcanzarlas las tomaron rápidamente e hicieron unos movimientos extraños y rápidos con las piernas que para cuando terminaron, las mujeres ya estaba trepando las telas con movimientos gráciles pero a la vez primitivos que hicieron que a Rodo se le ruboriza la cara.

Cuando se quiso dar cuenta las mujeres se encontraban a más de seis metros de altura, sin nada que amortiguara el suelo, el corazón le empezó a latir con fuerza. Estaba  a punto de levantarse, cuando las mujeres cambiaron de movimiento. Se dio cuenta que la tela estaba doblada en el gancho dándole a cada mujer dos extremos para trabajar, de repente se enredaban las cinturas con ellas volviéndolas hamacas improvisadas. Se rodeaban entre ellas simétricamente, cada una con su pareja, jamás tocándose como si fueran imanes que se repelían. Los cambios de postura eran básicamente al mismo tiempo, daban patadas energéticas que las hacían dar vueltas sobre ellas mismas quedando boca abajo y suspendidas por lo que parecía una eternidad para él en la que su corazón se le aceleraba mas.

“Se van a caer” Pensaba con pesimismo imaginando los cuerpos destrozados en el escenario. En ese momento el agarre o algún nudo se aflojo y tres de ellas comenzaron a caer libremente, casi se levantó al sentir que el contenido de su estómago deseaba salir pero, las acróbatas se detuvieron a tan solo un metro del suelo jugando con sus piernas y arqueando sus espaldas. La imagen era fantasiosa y excitante. Rodo se calmó intentando disfrutar el resto del espectáculo, observó cada movimiento, cada subida y caída de las chicas que jugaban con el peligro y la gravedad. Con la tela ellas eran las dueñas del aire. Su pene se puso duro, intentó bajar su erección pensando en cosas más pulcras sin éxito. Se tapó el regazo con su campera y continuó así hasta que volvieron a  su casa.

Al llegar corrió a su habitación sin saludar a sus padres ni deseando las buenas noches a sus abuelos. Se cubrió bajo las sábanas y se masturbo, ya se había manoseado antes pero jamás había sentido tal excitación. En su mente los cuerpos finos de las bailarinas aéreas se movían flotando desnudas, acariciándose sus curvas, besándose con pasión girando en círculos y frotando sus vaginas con la de alguna compañera. En menos de tres minutos llegó al orgasmo, el más grande y largo de su corta vida, manchando demasiado la cama, no sabía que podía expulsarlo en tanta cantidad. Limpió precariamente con una toalla y se acostó a dormir sobre ella.

No podía dejar de pensar en las chicas acróbatas tan sensuales pero también valientes (se permitió pensar con la calentura baja) que podían estar por arriba del suelo flotando en sus telas sin miedo aparente, algo que él no sería capaz de hacer, entonces recordó a su psicóloga. “Pasos pequeños”.

La vida adolescente de Rodo pasó sin pena ni gloria, sus notas bajaron pero pasaban, conservó a sus amigos más cercanos de la infancia sin hacer otros, su logro más grande quizás fue tener dos novias debutando con la primera y manteniendo una relación sexualmente activa con la segunda aunque no duró más de un año. Tanto la escuela como su vida amorosa con esas chicas eran en realidad algo en segundo plano para él, ni su familia ni sus amigos sabían de su verdadera pasión.

Desde aquel espectáculo de tela acrobática quedó completamente obsesionado con ese arte, investigó lugares por todo Buenos Aires para practicarlo, pasando meses comparando precios y más de un año ahorrando los pesos que le daban en su cumpleaños y para que comiera en la escuela. Pasó hambre, dejó de ir a bailar, vendió sus consolas de videojuegos, lo que fuera para pagar las clases. Recién a sus catorce logró inscribirse en un gimnasio donde una señora bajita y delgada daba clases a mujeres al menos diez años mayores que él. Las chicas lo recibieron con calidez y cariño, viéndolo como un hermanito tierno y sensible que se animaba a practicar una actividad que muchos consideraban femenina. Esto claro era una verdad a medias.

Las primeras clases se concentraban en practicar la actividad, le sorprendió el miedo que le dio el estar suspendido a tan solo medio metro del suelo al punto en que se paralizaba y la profesora debía ayudarlo a bajar. Esto ocurrió hasta que en una ocasión en el aire girando parado sobre el nudo de la tela vio a una compañera llamada Mónica, mucho mayor que él, doblándose en el aire exponiendo el culo en calzas. La había visto elongar varias veces sin que le produjera nada, pero ahí en el aire ver su cuerpo era intoxicante, por suerte llevaba ropa holgada y no se noto su erección. Cuando se dio cuenta estaba subiendo más en la tela siguiéndola a ella. Estaba a dos metros en el aire. Las chicas le festejaron el perder su miedo y él celebró esa noche masturbándose pensando en ellas.

Con él y la profesora (Lula) había un total de seis en la clase. Cada una de las chicas era sensual a su manera, Mónica tenía el pelo oscuro con algunas canas y corto por los hombros, su figura era esbelta aunque no muscular pero con una buena cola. Julia tenía apenas diez años más que él, era la más joven con una carita angelical pero con un cuerpo poco desarrollado. Laura era de complexión robusta y se notaba que antes de hacer tela era mucho más gordita, cuando se colgaba boca abajo sus pechos se balanceaban con movimientos sugestivos. Por último Tatiana era la más elástica de las cuatro pudiendo abrirse de piernas y tomar formas que las demás apenas y podían imitar. Cada vez que veía a cada una de ellas resaltando en su punto más fuerte tenía que esforzarse por ocultar su erección evitando que ocurra algo incómodo. Si bien aprendió a controlarse y a llevar ropa que disimulara más su cuerpo en cuanto llegaba a casa era el festival de la autosatisfacción.

Comparadas con las chicas profesionales del teatro, sus compañeras se quedaban cortas en lo que se refiere a belleza estética pero aun así en el aire flotando su belleza se multiplicaba por diez. Claro que con el pasar de los años el apetito de Rodo fue aumentando.

Las entradas para ver espectáculos así de profesionales podían ser caras para un chico en secundaria que ocultaba su gusto perverso por la acrobacia en tela, por lo que debía satisfacerse sólo con el pensamiento de sus compañeras y los recuerdos de ese día. Por suerte pudo encontrar videos de espectáculos de todo el mundo que ayudaban a calmar su calentura durante su periodo más hormonal. Ver a las profesionales con mallas ajustadas que marcaban sus culos, pezones y curvas lo ponía duro al instante y podía llegar a hacerse cuatro pajas en un día con la energía al tope.

Era el cumpleaños número dieciocho de Rodo cuando estaba haciendo el curso de ingreso de Ingeniería Civil en la facultad. Celebró con su familia el sábado durante la tarde y con sus amigos por la noche, pero el domingo se fue a un café con las chicas de tela que le habían organizado la celebración.

Durante años las conocía ocultándolas del resto de su vida, si bien para él seguían siendo las mismas mujeres ellas lo vieron crecer y convertirse de un adolecente en hombre. Prácticamente lo consideraban familia, lo cual hacía que Rodo sintiera culpa por las cosas que hacía con ellas en su mente, cosas que seguramente ellas ni siquiera sospechaban o si lo hacían no mostraron ningún indicio de aquello. Todos estaban pasándola bien hablando de cómo les iba en sus respectivos temas cuando entró en el café la última integrante, la profesora. Ella sí que había cambiado, su cabello se había vuelto completamente gris y en cuatro años sus arrugas se profundizaron, como si hubiera envejecido de golpe. Todos se extrañaron de que una joven mujer viniera con ella, especialmente él.

La chica era hermosa, tenía el cabello rubio, corto, poco más bajo que los hombros y cortado con una precisión que hacía que sus puntas formarán una línea perfecta. Su tez clara era como porcelana y gracias a su ropa deportiva podía notarse una figura atlética.  Cuando la profesora la presentó tuvo que preguntar su nombre de nuevo.

⏤Alexandra⏤ Dijo ella en un tono serio y estricto como si lo estuviera castigando. Su acento era muy fuerte reemplazando algunas letras como la o por la a y sin poder pronunciar la doble r, identificándose casi inmediatamente como ruso o eso pudo interpretar él por las películas que había visto. En cualquier caso su voz dulce y dura a la vez le erizó los pelos del brazo. No podía apartar su vista de sus enormes ojos café

No le sacó los ojos de encima hasta que la profesora habló de su retiro, había estado ahorrando con su esposo para irse en una serie de viajes por todo Europa y había conseguido que su antigua amiga Alexandra diera la clase por ella. A Rodo le sorprendió sentirse triste por la noticia, lagrimeando un poco, nada comparado con los ríos que sus compañeras crearon en sus ojos, Alexandra por su lado estaba inalterada como una roca.

Esa noche se durmió triste por la pérdida de la profesora, ella fue una gran pieza en su pérdida de miedo a las alturas, sin embargo la cara de Alexandra vino de repente a su mente, la imagino en la tela flotando por el aire estirando sus extremidades a las que imaginaba como las de las acróbatas profesionales. Se masturbó y se durmió.

En la siguiente clase la ausencia de la profesora se notó demasiado. En contraste a su forma libre y relajada de practicar con la tela Alexandra parecía más un sargento entrenando a sus cadetes obligándolos a realizar ejercicios de musculatura, elongaciones brutales y practicar coreografías sincronizadas como si fueran competidores profesionales. Lo peor era que al mínimo fallo Alexandra levantaba el tono resonando en todo el gimnasio y atrayendo las miradas de los demás miembros. Durante una de las prácticas Mónica se equivocó haciendo que Tatiana se cayera sobre las colchonetas en una caída de dos metros, parecía que Alexandra iba  explotar con lo roja que se le puso y de hecho lo hizo insultando a la pobre mujer en ruso con algunas palabras en español. Mónica tomó sus cosas y se fue lagrimeando. No regresó a la clase siguiente, de hecho solo Rodo había ido. Alexandra nada sorprendida le hizo practicar solo.

Con el paso de las semanas Rodo continuo esperando que las chicas volvieran o que nuevas personas se inscribieran pero ellas ya le habían dicho que harían otras cosas, ni siquiera buscarían otra profesora de tela ya que aparentemente estaban practicando por al profe no por el deporte. Y cuando más personas iban a presenciar la clase la actitud de Alexandra los espantaba. La fuente de placer de Rodo se había secado por culpa de esa mujer y ahora se veía obligado a comenzar de cero con otro grupo y en otro lugar. Sería difícil ya que no había otro gimnasio que de tela cerca de la facultad, con sus horarios de clase era casi imposible encontrar un buen lugar.

El mes ya terminaba por lo que iría a la última clase y luego dejaría el gimnasio, seguramente Alexandra fuera despedida al no tener ni un alumno.

Ella ya estaba ahí esperándolo con su conjunto deportivo verde de siempre, jamás se había puesto algo más apropiado o siquiera subido más de un metro a una tela solo para mostrar como hacer una pose. Se saludaron con frialdad y luego de la rutina inicial a la que ya se había acostumbrado Rodo subió a la tela.

⏤No esta vez rebenok⏤ Lo retó diciéndole niño en ruso como siempre por ser el más joven de la clase.

⏤¿Que?

⏤Quiero que subas de verdad, cuatro metros.

Al escucharlo el corazón se aceleró, era más del doble de lo que él soportaba. A pesar del acolchado, el día que Tatiana se cayó fue el que dejó de masturbarse, solo podía imaginarse a él mismo cayendo de esa forma rompiéndose algo o peor. Todo por culpa de ella.

⏤No⏤ Dijo firmemente mientras bajaba con cuidado.

⏤¿Cómo que no? Subite a esa tela ya mismo.

⏤¡No!⏤Casi gritó. ⏤Estas loca, no éramos profesionales, no soy profesional, lo único que hacíamos era disfrutar de la tela y lo arruinaste todo.

Rodo tomó su bolso y se fue colérico hacia el cambiador. Cuando salió ella estaba esperándolo en la puerta. Igual de seria pero no furiosa.

⏤Toma rebenok⏤ Le dio un papel bien doblado en cuatro partes. ⏤Anda a esa dirección esta noche, luego podes hacer lo que quieras.

Dicho eso ella fue quien se retiró del gimnasio dejándolo en caliente. Una vez en su casa ya más relajado leyó el papel donde estaba escrita una dirección, bastante lejos del gimnasio. La intriga era tal que decidió hacer algo que nunca creyó que haría y buscó a Alexandra en internet.

Alexandra Pauk solo apareció como resultado en una página de Rusia con recortes de periódicos la cual tuvo que traducir desde una app. Allí la describen como una campeona en la tela aérea conocida como snezhnyy pauk, la araña de nieve. Sin embargo en otro recorte la llamaban pauk-ubiytsa, la araña asesina y tan solo la nombraron recordando un incidente y su deshonrosa expulsión de un torneo un año atrás. Haciendo cuentas descubrió que el incidente había sido cuando ella tenía dieciocho años, cinco años atrás.

Después de pensarlo unas horas, casi cuando el sol se estaba ocultando pidió un auto con el celular y se dirigió a su domicilio.

Decir que la casa de Alexandra era grande era casi minimizar sus dimensiones, tuvo que chequear de nuevo si estaba en el lugar correcto. La casa de Constitución era una mansión de piedra de tres pisos, con gárgolas en el techo y llamadores de bronce en las puertas dobles de roble. Toco el timbre de la reja alta y oscura, sin previo aviso Alexandra lo recibió vestida como siempre, invitándolo a pasar con gestos, apenas diciendo buenas tardes.

Al entrar se sorprendió más por el interior de la casa que era magnífico y deprimente a la vez. Los pisos de madera estaban gastados sin ser encerados en años, los pocos muebles estaban recubiertos por capas de polvo y había un olor general a encierro. Las pisadas hacían eco en los espacios abiertos, lo que le producía incomodidad.

⏤No seas tímido, adelante⏤ Dijo guiándolo hacia la sala de estar cuyo único relleno era un sillón aterciopelado y una mesita para café. ⏤¿Puedo ofrecerte algo de beber?

⏤No gracias⏤ Respondió  quizás lo más amable que le había dicho desde que la conoció.⏤ Decime lo que me querías decir y me voy⏤ Dijo antes de sentarse en sillón.

⏤¿Por qué crees que tomé el trabajo de profesora? No se si te diste cuenta pero el dinero no me falta.

⏤Solo una mucama.

Ella sonrió contrario a lo que él creería que pasaría.

⏤Fue por vos, por esa actitud que tenes, se te nota mucho. Lo vi en los videos que me mostraron de vos y esas chicas, ellas eran buenas pero vos sus un verdadero diamante en bruto. Tu expresión cuando estás en la tela suspendido en el aire demuestra tu pasión y sin embargo estas estancado por no se que. Tu traba se nota tanto como tu potencial desperdiciado.

Rodo se quedó paralizado sin saber que decir, esperaba cualquier cosa de esa mujer pero nunca algo así. Ella parecía haber confundido su calentura con pasión y lo único acertado de todo lo que dijo era su miedo a las alturas.

⏤Estas confundida⏤ Dijo al fin. ⏤Yo solo disfrutaba de la clase con las chicas y vos lo echaste a perder todo.

⏤¿Y por qué estas acá entonces? ¿Si arruine tu diversión, que haces acá?

De nuevo Rodo se quedó pensando en lo que debía decir, más que nada era curiosidad por el pasado de esa ex campeona pero antes de que dijera otra cosa ella se levantó de golpe.

⏤Seguime.

Sin esperar respuesta Alexandra se alejó y Rodo se apresuró para pisarle los talones. Lo guio pasando la cocina que parecía no haber sido refaccionada desde los ochenta y pasado eso entraron a una habitación enorme. La habitación estaba completamente vacía a excepción de varias colchonetas apiladas en el medio y varios ganchos en el techo de donde caían telas de diferentes colores. La altura del lugar parecía ocupar los tres pisos de la casa, casi diez metros y era igual de ancha, con unos quince metros de largo. En el piso podían verse líneas divisorias donde antaño se encontraban paredes.

⏤Hubo un accidente⏤ Comentó rompiendo el silencio.⏤ No, accidente sería decir que no hubo culpables. Yo era profesional en la Madre Rusia, pero mis ideas políticas molestaban a algunas personas. Mi pareja, mi novio, Vladimir me tomaba de la mano en una rutina que muchos creyeron innecesaria y peligrosa. Algunos se aprovecharon del acto para hacerme quedar mal ,escuche un ruido, algo extraño que parecía que solo yo podía oír y Vladimir soltó mi mano. Dijeron que lo dejé caer. Yo estoy convencida que no pero no son pocas las noches en que me pregunto si solo me lo digo para hacerme sentir mejor.

»Nadie más me prestó atención después de eso, fui expulsada. Solo mi papá confió en mí, usamos casi todos nuestros ahorros para comprar esta casa y hacerla un lugar ideal para reforjarme.  Entrene mucho, pero sin una pareja no puedo sacar mi cien por ciento. Cuando la vieja amiga de mi padre Lula me mostró los videos de su clase en su funeral no podía creer a mis ojos, como un joven Vladimir.

⏤Rodo⏤ Dijo mirándole profundamente  a sus ojos penetrando su alma. ⏤Estoy dispuesta  a hacer lo necesario para que saques fuera todo tu potencial.

De nuevo Alexandra lo había dejado sin palabras. Sin embargo esta ocasión no se quedó callado, no podía dejarla seguir con su fantasía ni un segundo más, no ahora que sabía su historia.

⏤Alexandra…

Le contó todo, desde su deseo infantil de volar, el traumático video, su vida con un sueño roto y su despertar con el viaje al teatro, incluso los sentimientos que las artistas despertaron en él y lo que hacía todas las noches pensando en la sensualidad de la tela y sus usuarias. No era un diamante en bruto solo un tipo caliente con las mujeres que hacían tela.

Alexandra ni se inmuto, continuó con la misma expresión seria de antes, pero algo cambió en su mirada. Se veía determinada.

⏤¿Solo un pajero, como dicen ustedes?

Sin esperar respuesta Alexandra le dio la espalda y se alejó directamente hacia la tela rosa que estaba en el centro de la enorme habitación. Sin previo aviso su mano fue hasta el cierre de su campera deportiva para luego descender desabrochando la prenda, se la saco en un grácil movimiento de hombros revelando una faja que envolvía su pecho y esta también fue removida exponiendo la espalda desnuda. El corazón de Rodo dio un salto que creyó que se le saldría del pecho, sin pausa ella se bajó el pantalón mostrándole el culo en todo su esplendor, revelando que no tenía ropa interior.

⏤¿Qué…?⏤Alcanzó a decir mientras ella continuaba sacándose las zapatillas.

⏤Veamos cuánto tienes en común conmigo y Vladimir.

Acto seguido la mujer de piel blanca y desnuda comenzó a subir por la tela. Rodo podía ver cada músculo de su cuerpo trabajado, no era como ninguna mujer que haya visto en la vida real o en videos. El cuerpo de Alexandra era atlético, sus piernas eran gruesas y fuertes, su espalda firme y marcada, los brazos se hinchaban cuando debía usar más fuerza. Cuando subió unos buenos seis metros se ató la tela en las caderas anchas resaltando sus nalgas redondas bien trabajadas y se dejó caer hacia atrás quedando colgada de cabeza. Los ojos de Rodo se abrieron como platos cuando vio que de su pecho colgaban un par de tetas enormes que antes eran disimuladas por la faja.

Alexandra continuó con su rutina, aún colgada de cabeza comenzó a girar sobre sí misma sosteniendo su peso con un solo brazo que sujetaba la tela con fuerza, mientras que sus extremidades libres jugaban en el aire de forma sensual. Los ojos iban de sus piernas a sus pechos juguetones, a su rostro y a su culo. Cambió de posición, se levantó grácilmente y se paró sobre un nudo en la tela para luego bajar con cuidado sosteniéndose de este. Giró torciéndola varias veces para luego relajarse dejando que volviera a su posición inicial y fuera la fuerza de la tela quien la girara a ella. Su culo y pechos se turnaban para darle placer visual, cuando se quiso dar cuenta estaba bien duro y pellizcándose la punta del pene.

Al terminar de girar se subió al nudo de nuevo, se sostuvo de la tela con sus fuertes brazos y levantó sus piernas abriéndolas tanto que no lo creía posible dejando su vagina depilada bien expuesta y abierta. Quedo así exponiendo su sexo varios segundos hasta que bajo de nuevo hacia el nudo. Se ató la tela en la parte baja de la espalda improvisando un columpio y cuando creyó que se mecería, de nuevo dejó caer su espalda quedando boca abajo pero abriendo y extendiendo sus piernas. Rodo noto que su pecho estaba mojado y no solo de sudor, desde su vagina caía flujo en gotas, entonces le vio la cara roja y en sus ojos pudo reconocer que estaba super caliente. Como él.

Alexandra se quedó suspendida con los brazos frente al pecho haciendo equilibrio, pero parecía estar en su límite de calentura, llevó una de las manos hacia su concha y comenzó a tocarse ahí en el aire. Rodo se había bajado los pantalones, exponiendo su pene duro y mojado de calentura ahorcándolo con movimientos suaves. Ella lo vio y se calentó más comenzando a gemir. Los gemidos suaves de Alexandra hacían eco en el lugar, él se sacudió más fuerte comenzando a sudar y gemir también. Los dedos de Alexandra tomaron más velocidad, no se los colaba sino que se sacudía el clítoris mientras que lo miraba desde arriba como un murciélago, no, como una araña colgada de su telaraña. Rodo se sintió en el límite y ella también, comenzó  a respirar con dificultad y los gemidos se volvían más graves, casi gritos.

⏤¡AH DER’MOO!⏤Gritó ella desde las alturas mientras curvaba su espalda de placer.

En el orgasmo ella continuó tocando y en un último espasmo sacudió sus caderas mientras que un fuerte chorro de flujo salía disparado de su concha rosa formando una lluvia que cayó sobre Rodo, empapándolo de jugo caliente. Finalmente él acabó sobre el piso una gran carga de semen pesado que guardaba desde hace unos días. Ambos se quedaron quietos, mirándose con mucho deseo y respirando profundamente. Alexandra comenzó a acariciarse la vulva provocativamente.

⏤¿Me queres rebenok? Vení por mi⏤ Dijo sonriendo por primera vez desde que la conocía.

Automáticamente el cuerpo de Rodo se movió por sí mismo. Desnudándose reveló un cuerpo delgado pero marcado por sus años de tela básica. Alcanzó la tela más próxima a ella y trepó como siempre lo había hecho, pero sin detenerse al metro, ni al segundo, ni siquiera el tercero. Sin siquiera pensar en la altura llegó hasta ella que continuaba colgada al revés, cara a cara la besó apasionadamente, ella le correspondió con ligeros movimientos de lengua húmeda y caliente. Al separarse ella le indicó que subiera con los ojos, solo un tramo, lo suficiente para estar cara a cara con su otra boca.

Luego de atarse la pierna con la tela, Rodo apoyó sus labios sobre el clítoris, comenzando a besar su concha como si de una boca se tratara. Se sostenía con una mano mientras que la otra le apretaba una nalga, ella por su parte comenzó a chupar su pija que continuaba dura a pesar de aquel primer orgasmo, de hecho ahora en el aire parecía estar más grande y venosa como nunca.

⏤Más en al clítoris, más…⏤Le instruyó ella, él no tenía tanta experiencia sexual por lo que la obedeció sin dudarlo. ⏤no no, arriba ósea tu abajo. AHÍ, sí ahí.

Ella gemía con sus lamidas mientras que el chico se deleitaba con su flujo caliente. De la nada continuó chupando la pija y luego las bolas sin pudor alguno, estaba tan estimulado que su mano apretaba más sus nalgas y presionaba más su boca contra su concha. Paro de chuparlo para gemir pesadamente, subiendo una mano hacia su concha pidiéndole que se aparte y él lo hizo solo unos centímetros. Una vez más sacudió sus dedos contra el clítoris rápidamente y gritó al llegar al orgasmo otra vez. Rodo tomó el chorro de flujo directo en su cara y re caliente soltó la nalga para untarlo por el torso desnudo.

Ella lo empujó suavemente para darle espacio. Ya recuperada del orgasmo se reincorporó sobre la tela en su columpio mientras él se mecía, observándola.  Ella comenzó a columpiarse con fuerza y cada vez que iba para su lado abría las piernas para él. Él sabía que ella podía llegar hasta él pero elegía quedarse a medio camino, lo estaba llamando y él contestó. Se ató como ella e imitó sus movimientos acercándose a ella, mimetizándose hasta que su pene erecto y su concha abierta se encontraron.

En el último envión Rodo penetró en su concha húmeda, jamás había sentido una así de caliente como si su pene fuera a derretirse. Inmediatamente ella la atrapo con sus fuertes piernas evitando la separación pero dejándolo flojo para poder moverse y si que lo hicieron.

Usando la fuerza pélvica ambos se movían sincronizadamente chocando sus pubis mientras penetraba hasta el fondo de su vagina. Tenía su cara justo enfrente, estaba roja y empapada, gimiendo con cada movimiento, lo miraba y le sonreía. Más caliente Rodó aumento la velocidad y ella parecía volverse loca temblando de placer.

⏤¡SI, mas fuerte ublyudok, mas fuerte!

Él obedeció y cuando estaba a punto de llegar ella lo soltó siendo separados por la tela que los había unido. Él no la dejó de mirar en ningún momento, confundido pero no enojado, ella continuaba sonriendo. Era tan hermosa, casi creía que era la primera vez que la veía de verdad. Mientras se balanceaba se pellizcaba las tetas tirándose de los pezones y mordía su labio inferior. Esto no se había terminado.

En rápidos movimientos se cambió de posición dejando su estómago mirando al suelo y permitiéndole ver bien su culo hermosamente trabajado.

"Me voy a agarrar ese culito" pensó Rodo y comenzó a mecerse de nuevo hacia ella. Como si leyera la mente Alexandra hizo lo mismo, se balanceaba hacia el lado contrario y dejaba que el empuje la llevara hacia el. Una vez más comenzaron el juego de buscarse estando cada vez más cerca. El movimiento hacía que su culo se viera cada vez más grande más cerca hasta que al fin estuvo a su alcance, no espero más, se soltó de una mano y tomó a Alexandra por su cintura atrayéndola finalmente para penetrarla. Al insertar el pene en la húmeda concha el éxtasis y adrenalina volvieron a subir.

Apretó los dientes y la agarró con fuerza por su abdomen duro por los músculos pero a la vez de piel suave, empapada. Ella se sostenía de su tela con fuerza intentando contener los gemidos que se escapaban cada vez que llegaba hasta el fondo.

⏤MÁS MÁS⏤ Pedía ella y él la complació.

Esta vez no iba a dejarla escapar, él tenía el control. La atrajo mas acortando el tiempo de penetración, se movía en su máxima velocidad lo que causa que Alexandra se rindiera y gimiera como una loca adicta al sexo.

El contactó con su piel, la vista de su espalda marcada y su culo de manzanita, además de la imagen mental de sus tetas agitándose en el aire y sus gemidos lo consumieron. Sentía como sus bolas se vaciaban y el esperma subía por su pene.

⏤ME VENGO.

⏤YA sobirayus' zakonchit', prodolzhay, ne ostanavlivay sukin syn.

Su palabras aunque inteligibles demostraban su calentura, en su mente ella le pedía seguir, no podía parar aunque quisiera. La embestía como una bestia salvaje hasta que finalmente al sentir el poderoso orgasmo desde la punta de su pene dio una última y fuerte embestida penetrante hasta el fondo de su útero. Grito al venirse dentro de ella que se sacudía de placer por su parte gimiendo con dificultad por la falta de aire. Por un instante se quedaron quietos con los músculos tensos y las extremidades estiradas mientras el placer sexual se difuminaba, temblores involuntarios extendía en placer sin separar la carne que los unía.

Rodo miró de nuevo el cuerpo desnudo de Alexandra suspendido en el aire, notando que ella lo estaba agarrando con las piernas. También se miró a él, estaba a no sabia cuantos metros en el aire, en los cuales la caída podía significar una grave lesión o la muerte en el peor de los casos, pero no le importo. Sonrió, recordó su niñez, su sueño. Estaba en el aire, flotando de verdad como un pájaro, gracias a ella.

Alexandra estiró sus piernas y con pura fuerza abdominal rotó su cuerpo, sin que el pene se saliera de ella, para estar cara a cara con él sin importarle enredarse más en la tela. Lo miro sonriendo, levantándose para abrazarlo y besarlo apasionadamente. Estaba atrapado por ella que lo envolvía con sus extremidades mientras le devoraba la boca, como una gran araña que cazó un pajarillo en su red.

FIN