Técnicas comerciales

¡¡¡Lo que hay que hacer para vender un apartamento!!!

TECNICAS COMERCIALES

Soraya es una chica muy desenvuelta y simpática que no ha tenido ningún inconveniente en aceptar mi invitación para pasar el fin de semana en un hotel de gran lujo. Hace unas semanas recibí una invitación de una inmobiliaria con la condición de ir acompañado de mi pareja. Como no tengo, he tenido que improvisar una “prestada” y se lo he ofrecido a mi amiga Soraya.

Las condiciones para poder disfrutar de un fin de semana con todos los gastos pagados en el super hotel son: asistir en pareja de forma obligatoria a dos reuniones de una hora de duración cada una.

El truco está en que durante las reuniones utilizaran toda clase de artimañas comerciales para convencernos para comprar uno de los apartamentos o bungalow que han construido en la zona.

Conociendo el riesgo e inconvenientes que los agentes comerciales van a presentar, nos sentimos preparados para fingir lo suficiente, hacer nuestro papel para no levantar sospechas y mientras tanto pasar un estupendo fin de semana totalmente gratis.

Solo con hacernos pasar como pareja nos permite este lujo, piscina, restaurante, baile, sauna, masajes… no podemos pasar una oportunidad así. Soraya y yo seremos una pareja totalmente enamorada, me haré pasar por un ejecutivo de éxito que quiere comprar un nidito de amor para su joven amante, ya que la diferencia de edad no nos deja pasar por matrimonio.

Entre nosotros tenemos claro que no hay nada especial, aunque a mí todavía me queda alguna esperanza de tener alguna aventurilla pues Soraya es una joven mujer que tiene un cuerpo de bandera.

Llegamos el viernes por la tarde en mi nuevo cochazo. En recepción nos colman de atenciones y reverencias, cualquiera diría que ha llegado algún pez gordo.

Nos indican que sobre las ocho se nos hará un recibimiento formal junto a las otras parejas  “interesadas en la promoción”. Para no desentonar, allí estamos a la hora convenida. Llegada la hora somos quince parejas, de diversas edades pero con el denominador común de “mucha pasta”.

Enseguida se hacen corros y comentamos la situación entre los asistentes. Todos estamos expectantes por ver lo que nos ofrecen (nosotros dos fingimos muy bien que tenemos mucho interes). Junto a nosotros hay otras tres parejas, aunque parece que hemos congeniado mas con una de ellas que aparenta ser bastante educada y pudiente.

Él va vestido como un galán de cine y se comporta como si lo fuese. Ella  se llama Maripili, es una mujer elegante con un halo de sensualidad que me maravilla. Tiene un tipazo estupendo y se sabe vestir con gracia para realzar sus formas, y no cabe duda que se lo puede permitir.

Pronto entablamos conversación y cogemos confianza entre nosotros. Los dos nos seducen con su charla divertida y amena repleta de anécdotas quizás mil veces repetidas. Soraya y yo les seguimos la corriente para mejor integrarnos en el grupo, nos dejamos guiar y disfrutamos viendo como muestran mucho interés en cautivar nuestra atención, acercarse a conocernos y saber de nuestros posibles económicos.

Nos extraña que quien va presumiendo de clase y dinero pregunte a dos desconocidos cosas tan poco interesantes. En cuanto perciben que la conversación decae o el tema no suscita todo nuestro interés, pasa de uno a otro como si su objeto fuese mantenernos distraídos.

Al poco rato parece que hayamos intercambiado las parejas. Soraya está pasándoselo pipa con los chistes y ocurrencias de su elegante acompañante, y yo esto disfrutando del placer de la conversación de una mujer tan voluptuosa e intrigante.

Maripili no duda en invadir mi espacio vital con sus manos, su pecho y con todo su cuerpo, haciendo alarde de una tranquilidad pasmosa en las “distancias cortas”.

Puesto que a ella no le importa, (creo que le gusta), recreo la mirada en su escote y en su pecho.

Ella juega con el pendiente en forma de aro que tiene y con el codo aprieta su teta para que esta salga todavía más a mi encuentro.

Cenamos juntos y luego vamos al salón de baile. Allí nos tomamos unas copas  (gratis) y pasamos una velada divertida. Llegada la hora, todas las parejas se van a sus respectivas habitaciones.

Da la casualidad de que la pareja que nos acompaña, se aloja en la habitación contigua a la nuestra.

A modo de despedida, Maripili me da dos besos en sendas mejillas, un besito pequeño en los labios y me da un apretón en el culo, sin que nadie lo vea.

A la mañana siguiente coincidimos en la charla preparatoria antes de ir a visitar las casas que en teoría vamos a comparar. Maripili se pone a mi lado y estruja su pecho contra mi brazo de forma disimulada pero inequívocamente provocativa. Su marido se hace cargo de Soraya, y volvemos a estar con las parejas cambiadas.

Entiendo que la mujer ande caliente y tenga ganas de echar un kiki conmigo pero la veo demasiado lanzada. No tengo duda sobre que tiene un polvazo y que parece que viene a por mi, pero hay algo extraño.

Nos vamos todos en autobús hacia la urbanización a hacer una visita a la “futuras propiedades”. Ella me coge la mano como si fuésemos colegiales olvidándose de su pareja y de la mía.

Nos dejan sueltos en la urbanización, diciendo que las casas de un ala están abiertas y que podemos visitar la que más nos guste. Maripili decidida tira de mí y me lleva a una de ellas. Tiene la precaución de cerrar la puerta tras de sí, y cuando nos vemos solos, se echa en mis brazos y empieza a besarme como si fuese lo único importante en este mundo.

Sin dejarme respirar, se arrodilla ante mí, me soba el paquete y acto seguido me saca la polla para engullirla rápidamente. Me hace una mamada rápida y profesional. Trato de contenerme, para poder  follarla a gusto. Ella no está por la labor y mi resistencia lo único que hace es animarla para que sea más expeditiva con sus chupadas.

Visto que lo que pretende es que me corra en su boca, doy rienda suelta a mis sensaciones y la premio con una excelente corrida sobre sus labios. En cuanto ha conseguido su objetivo, Maripili recompone su semblante, se arma de dignidad y me hace visitar la casa, por todas las habitaciones, el garaje y el jardín.

Acabada la ruta, me dice que nadie en su sano juicio puede dejar escapar una oportunidad así.

Yo asiento con la cabeza y le sigo la corriente. Parece que ella está convencida en que se debe invertir, yo no estoy tan seguro. Tampoco entiendo porque ese interés por llevarme a solas para ver la casa.

Al volver con el grupo, descubro la razón. Soraya ha tenido que aguantar la presión del marido que también pretende que nos decidamos a comprar alguna casa. La pareja se hace una seña a nuestras espaldas indicándose entre sí que la cosa va viento en popa.

Lo comento con Soraya y llegamos a la conclusión que se trata de una especie de gancho. La pareja nos seduce, nos nuble el entendimiento desviando nuestra atención hacia el sexo, y envueltos en esta atmosfera creen que les resultara más fácil convencernos para que firmemos los papeles.

Posiblemente, “los servicios extra” se lo deben cobrar en forma de comisión. Visto el panorama, Soraya y yo decidimos seguirles la corriente. Además de pasar un fin de semana gratis, nos podemos divertir mucho con esta pareja que nos ha tocado como gancho.

Para empezar vamos a poner algunas pegas para tomar la decisión, y así veremos hasta donde están dispuestos a llegar para convencernos. Creo que un par de polvetes con Maripili los tengo asegurados y estoy deseando que vayamos al hotel, para perderme por algún rincón para dejarme guiar.

En el viaje de vuelta al hotel Soraya y yo cambiamos de pareja. Ella se va con Maripili y yo con su marido. Aprovechamos para preparar el terreno a nuestra conveniencia. Yo le dejo caer que Soraya es propensa a sentirse aislada, y que lo que mejor le sienta es sentirse querida por el grupo y sobre todo recibir agasajos y regalos, muchos regalos.

Mi amiga le confiesa a Maripili que la mejor forma de captar mi atención es mostrarse cariñosa y arrebatadoramente sexy. Con estas indicaciones ya hemos puesto el señuelo y esperamos pasar una tarde de sábado divertida con nuestra pareja anfitrión.

Poco esperan ellos ser los utilizados para nuestros deseos, en vez de nosotros ser concienzudamente manipulados para que invirtamos nuestros ahorros en casas de dudosa calidad.

Comemos los cuatro juntos. Nos gastamos bromas y ellos se muestran convencidos de que van a comprar y nos animan a que sigamos su ejemplo. Sin duda, les parece una excelente oportunidad y sobre todo una inversión inmejorable.

José Luís nos invita a dar un paseo en yate con un grupo de amigos (de alto standing, claro). Rehusé la invitación pues me marean los viajes en barco, pero animo fervientemente a mi pareja para que no desaproveche la oportunidad.

El insiste agregando que vendrá una pareja famosa que incluso ha salido por la tele. Maripili se excusa con que tiene un severo dolor de cabeza que le imposibilita para ir.

Conclusión: Soraya y José Luís se van cogidos del brazo a pasar la tarde en un crucero por las calas de los alrededores y yo me quedo sesteando en mi habitación, a la espera que Maripili haga acto de presencia pues es seguro que no desaprovechará la oportunidad.

Apenas tarda media hora en presentarse en mi habitación para confirmar que la pastilla que se ha tomado le ha hecho un efecto fulminante y se encuentra perfectamente, con ganas de charlar.

Se presenta con una falda de gasa semi transparente, con una raja lateral generosa que se acomoda sobre el trasero como una segunda piel.

En la parte superior viste una blusa de colores a juego con la falda, ajustada sobre su cintura a modo de corpiño, con un generoso escote y un tejido suave que deja entrever la marca de sus pezones.

No cabe duda que viene en plan guerrero y que ha tenido muy en cuenta la sugerencia de Soraya respecto a que me gustan las mujeres muy sexy.

Para entrar en calor me suelta a bocajarro la pregunta:

-       “te lo has pasado bien esta mañana?”, para añadir a continuación: “tienes un buen instrumento y me gustaría volver a tocar alguna melodía con él”.

-       “ Me ha gustado mucho… pero creo que esta tarde lo vamos a pasar mejor aun los dos juntos”, le digo, poniéndome de pie, desnudándome íntegramente y enseñándole la buena polla que tengo.

-        “  No creas que no me entiendo bien con mi marido, lo que pasa es que me gusta mucho conocer a las personas que me rodean, y contigo siento que me voy a entender muy bien”, dice Maripili mientras se desabrocha los botones de la blusa y deja salir sus pechos para que los pueda contemplar.

-        “Claro que te entiendo, a mí me pasa lo mismo, necesito ampliar horizontes, conocer nuevas gentes”, le digo mientras tiro del pellejo hacia atrás para descubrirle el hermoso capullo que tengo. Me doy unos cuantos meneos y la dejo bien preparada para que ella coja el relevo.

Se deshace el nudo que sujetaba la falda y se queda con un precioso tanga negro. Se acerca hasta mí, le toco el culo pasándole la mano por sus rotundas curvas, luego le meto los dedos dentro de la braguita y le toco sus pelitos.

A continuación le cojo el cordón que apoya sobre las caderas y le quito el tanga. Inspiro su perfume y disfruto del momento. Uhmmm  que bien huele!

Maripili pone su culo frente a mi polla y culea de forma muy sensual. Yo la cojo desde atrás, la abrazo y el acaricio los pechos.

-     “Me parece mentira que esto esté sucediendo”, le confieso mientas le sobo las tetas y coloco mi polla dura como una estaca entre sus piernas. Le lamo el cuello, y le mordisqueo el lóbulo de la oreja.

-      “Puedes pensar que esto no tiene que terminar, cuando vengamos a pasar los fines de semana nos encontraremos y lo pasaremos igual de bien”, dice tratando de remachar el clavo.

La llevo hasta la cama, y la pongo a cuatro patas justo en el borde, con las piernas ligeramente separadas y su culo en pompa. Es la postura ideal para metérsela hasta las bolas y bombear al ritmo que mejor me plazca.

Empiezo despacio y suave, pero la cosa se anima y a los pocos minutos le estoy dando fuerte y vigorosamente, hasta hacer crujir la piel al entrar en contacto su culo con mi pubis.

Maripili tiene unas hermosas posaderas y me está gustando mucho.  De vez en cuando me inclino hacia delante para poder alcanzar sus pechos, que se bambolean sin control al ritmo de mis embestidas.

Estoy a punto de correrme y su coño está bien dilatado y húmedo, es el momento de cambiar de postura y de comprobar que está dispuesta a hacer. La saco y hago que se dé la vuelta. Se la pongo en la boca y ella no duda en engullirla comiendo la mezcla de sus flujos y de los míos.

Después me empuja haciéndome caer sobre la cama, me tumbo boca arriba, me pongo la almohada doblada detrás de los hombros y dejo que me la chupe durante unos minutos.

Luego ella se encarama encima de mí, deja que mi polla se clave dentro de si y empieza a cabalgar.

Al principio lo hace despacio, pero a medida que las sensaciones se le acumulan en la entrepierna, los brincos son cada vez más acusados y sus gemidos más llamativos. Se pone en cuclillas sobre mí, manteniendo la polla metida en su húmedo agujero.

Empieza a balancearse de forma persistente y rápida. La veo sudar, suspirar entrecortadamente y perder el control, se ha propuesto llevarme al orgasmo de forma inexorable, pero ella no sabe que en esta postura aguanto mucho.

La veo deshacerse en un frenético orgasmo, le toco las tetas, se las aprieto y se doy algunos pellizquitos sobre los pezones. Noto como sus fluidos se escapan de su coño y me mojan mis partes.

Después de innumerables contracciones de su vagina, se levanta pesadamente, se saca la polla y se sienta un poco más atrás, sobre mis muslos. Luego me toma la polla con una mano y me empieza a pajear. Con la palma de la otra, se entretiene en hacerme presiones y roces sobre el capullo. Por fin me corro abundantemente en medio de un alocado orgasmo.

Maripili remata la faena chupando y lamiendo mi miembro hasta dejarlo limpio y reluciente, y en un estado de semi erección.

A la hora de cenar Soraya cuenta lo bien que lo ha pasado y nos muestra un bonito collar de conchas que le ha regalado José Luís. Maripili y yo permanecemos casi callados, aunque de vez en cuando se nos escapa alguna sonrisita de complicidad.

Es sábado en la noche. Buena ocasión para estrechar relaciones, compartir confidencias, beber mucho, perder el control y hacer algo que luego terminas por arrepentirte el haberlo hecho.

Maripili y José Luis dan por hecho que mañana firmaremos nuestro pre-contrato de compra de alguna de las casas, se muestran contentos y relajados. Para rematar la jugada nos animan a beber en exceso, pensando que un poco de resaca limitara bastante nuestra capacidad de resistencia sin fuese necesario.

Bailamos intercambiado las parejas. Aprovecho para comentar al oído con Maripili lo bien que lo he pasado con ella y le dejo caer que me gustará mucho repetir la experiencia. Ella me contesta estrechándome con un fuerte abrazo que me hace sentir la turgencia de su pecho.

Cuando la circunstancias me lo permiten, alargo la mano para apretar uno de sus glúteos, a lo que responde con una amplia sonrisa. La velada se alarga hasta bien entrada la noche, y por fin nos dejan retirarnos a nuestra habitación. Nos deseamos buenas noches y cada pareja se refugia en su habitación.

Soraya y yo comentamos todo lo sucedido durante el día. Me informa que durante el crucero José Luis se ha insinuado, se ha mostrado muy galante y le ha prometido un futuro lleno de actos sociales con personajes muy conocidos. También me enseña una cajita de nácar que le ha regalado.

Yo le confieso que he tenido una tarde entretenida y que al final he conseguido acostarme fugazmente con Maripili. Decidimos dar una vuelta de tuerca el día siguiente. Cuando ellos estén convencidos de su éxito, una duda de última hora nos permitirá sacar el resto de jugo de nuestra relación.

Son las 11:45, varias parejas se arremolinan delante de la sala de reuniones donde va a tener lugar la reunión final previa a la firma de los controles. Se acerca a nosotros la pareja que nos ha acompañado durante el fin de semana. Ella viene vestida como una diva, segura que va conseguir su objetivo, viene radiante y con ánimo de arrasar.

José Luis viene vestido como un dandy y regala sonrisas a diestro y siniestro. Nosotros les recibimos muy discretamente y con el semblante de circunstancias. Ellos se dan cuenta enseguida que algo no marcha bien. Preguntan y se enteran por nosotros mismos que durante la noche hemos tenido una fuerte discusión y que yo no estoy dispuesto a seguir con la compra.

Maripili toma la iniciativa  y trata de convencerme con palabras. Como no consigue convencerme, avisa a Soraya y José Luis sobre que vamos a subir a la habitación, allí con tranquilidad y sin la presión de la mirada atenta de las otras parejas, tratara de convencerme.

Nada más entrar en su habitación, se echa sobre mi como una loba hambrienta. Me recrimina mi falta de constancia y no quiere perdonarme mi cambio de decisión. Se pregunta si no me gusta la casa y sobre todo, si no me gusta la idea de tenerla a ella por vecina, con lo que esto conlleva.

Recurriendo a las armas que mejor maneja, se arrodilla ante mí, me saca la polla y se la pone a chupar con ansias desmesuradas. Yo la dejo hacer, me apoyo sobre la mesa y observo como me chupa los huevos, el capullo y la polla a todo lo largo.

Maripili interrumpe momentáneamente la chupada para mirarme a la cara. Como  no me ve muy entusiasmado decide cambiar de táctica. Se arremanga la falda, se baja las bragas y se pone en pompa.

-          Se que así te gusta mucho... piensa que lo tendrás cada vez que quieras, me promete mientras termina de colocarse de forma que me facilita una penetración fácil y profunda.

Le sigo la corriente y la vuelvo a follar con ímpetu y ganas de penetrarla hasta lo mas profundo. Cuando el ritmo ya está acelerado y creo que pocos instantes me voy a correr, Maripili se saca un as de la manga.

-        “ Métemela por el culo. Estoy deseando que me lo llenes completamente... que me rompas por detrás... Se que a ti te gusta y yo lo estoy deseando”, dice con tono de súplica.

Se separa los cachetes de su espléndido culo mostrándome el ojete oscuro y el camino hacia la guinda del sexo. Follar este culo tan bonito me llena de emoción. Restriego el capullo entre los cachetes, recorro una y otra vez el trayecto entre sus labios vaginales y su ano.

-      “Venga follame ya... estoy deseando y apenas tenemos tiempo”, me apremia culeando para animarme a que tome posesión de tan rico manjar.

Le pongo la punta sobre el ano, aprieto y ella grita de dolor.

-    “ Sigue...sigue... rómpeme, lo estoy deseando... ay...ayy... que gusto...metemela todaaaaa....”

Vuelvo a apretar y esta vez le meto el capullo dentro. Noto la presión de su esfínter, el calor de su intestino y el deseo enorme de ofrecerme su último recurso.

Se la meto hasta el fondo. Nos tomamos tiempo para que se acomode a tenerme dentro de ella, luego empiezo a bombear, dentro afuera... dentro afuera, me tomo mi tiempo y disfruto de lo que tengo delante.

Después de follar un rato me dejo ir y me corro encima de sus nalgas. Apresuradamente, Maripili se arregla el semblante y me urge a que me vista para volver al hall donde nos esperan nuestras parejas y los de la inmobiliaria.

Entramos en la sala con expresión radiante en la cara. Soraya y yo aguantamos estoicamente el rollo final de los organizadores y acompañados por Maripili y José Luis. Al finalizar la última charla  nos encaminamos hacia uno de los despachos donde se firman los contratos.

Le decimos al oficial inmobiliario que no nos interesa la compra. Antes de que nadie pueda retenernos, nos despedimos y salimos zumbando del hotel. El equipaje ya lo habíamos cargado a primera hora y no dejamos rastro a nuestra espalda.

Soraya me dice que se lleva muchos regalos muy bonitos y valiosos de José Luis, y yo le comento que Maripili ha sido una amante muy especial sin entrar en más detalles pues pude que Soraya me quiera acompañar otros fines de semana.

Deverano.