¿Te vas a correr para mí, putita?
Una mujer se entera de que su marido está follando a su sobrina y aprovecha para gozar cómo no había gozado antes.
Nazarena era una joven rellena, muy guapa y que llevaba su cabello recogido en una coleta que le caía frontalmente por el lado izquierdo, estaba sentada en un sofá delante de su tía Elizabeth, que era una manicura, de 40 años, alta, de cabello negro, labios gruesos, tetas grandes y poca nalga. Pintando la última uña, le preguntó:
-¿Y cómo lo llevas sin el embustero?
-Ya va para ocho meses que rompimos. Es historia.
-Pero las necesidades siguen ahí.
-Hay formas de cubrirlas.
-Dímelo a mí que aún esta mañana me hice una paja.
-Pero tú tienes al tío.
-Tu tío debe tener otra, ya que a mí se acerca una vez al mes.
Esa otra era Nazarena y su tía se había enterado recientemente, pero tenía planes con ella. Nazarena le dijo:
-No creo, no tiene cara de adúltero.
-¿Y qué cara tienen los adúlteros?
-Era un decir.
- ¿Un decir? ¿Qué pensarías si te dijese que me gustaría coger contigo?
-Que sí, que tiene.
-¿Qué tengo qué?
-Ganas.
-¿Lo hiciste con alguna mujer?
-No, no sabría qué hacer con ella.
-Yo sí que sabría qué hacer contigo, putita.
Nazarena soplando en una uña para que secase el esmalte se puso seria.
-¡No me llames putita, carajo!
-Es que quiero que seas mi putita.
-Aunque quisiera matar la curiosidad, que no quiero, eres mi tía.
Elizabeth estuvo por decirle que también su marido era su tío y se lo estaba tirando, pero le dijo:
-Tu tío es José Luis, yo no soy de tu sangre.
Le acarició el lado izquierdo de la cara con el dorso de la mano derecha, y después jugando con su coleta, le dijo:
-¡Eres tan hermosa!
Nazarena bajó la cabeza. Se la levantó con dos dedos, la miró a los ojos y le dio un pico.
-¿Cogemos?
-Pare tía, pare que se me está mojando la cuca.
Las palabras de la sobrina espolearon a la tía. Le dio otro pico y ya Nazarena abrió la boca para que la lengua de su tía se juntara con la suya. Después de los besos, Elizabeth se arrodilló delante de su sobrina, le metió las manos debajo de la falda y le cogió las bragas, Nazarena se levantó y subió la falda, Elizabeth le quitó las bragas. Nazarena se echó hacia atrás y se abrió de piernas. La boca de Elizabeth iba hacia el coño de su sobrina cuando sintieron que se abría la puerta de la casa, Nazarena se puso las bragas a toda hostia y Elizabeth se volvió a sentar en su sillón. Entró en la sala José Luis y le preguntó a su mujer:
-¿Cómo va esa manicura?
-Ya terminamos.
José Luis, un hombre de 44 años, moreno, alto y fuerte, se sentó en un sofá, encendió la televisión con el mando, y se puso a mirarla.
Nazarena se levantó con la manicura hecha y les dijo:
-Yo ya me voy.
Elizabeth no la iba a dejar marchar sabiendo que podía mojar.
-Es muy tarde y la calle está peligrosa. ¿Por qué no te quedas a dormir aquí?
Nazarena vio sus intenciones y le agradó la idea, pero le dio vueltas a la cosa para que su tío, tío y amante, no desconfiase.
-Solo tenéis un dormitorio. No me agrada dormir en el sillón, pero estando la calle cómo está...
-Puedes dormir con nosotros, a José Luis no le importará. ¿Verdad, cariño?
-Claro que no.
Por la noche, ya en cama, José Luis dormía al lado izquierdo de la cama, Nazarena en el medio y Elizabeth en el derecho. Llevaban más de media hora en cama cuando Elizabeth se giró hacia su sobrina, que le estaba dando la espala a su tío, estiró una mano y acarició la teta derecha, cogió su pequeño pezón con dos dedos y jugó con él por encima de la chaqueta del pijama, le dio un pico y después le metió la lengua en la boca, Nazarena susurró.
-Vas a despertar a tu marido.
-Tiene el sueño pesado.
Elizabeth le metió una mano dentro de las bragas, un dedo dentro de coño y le susurró al oído:
-¿Te vas a correr para mí, putita?
-Sí.
Nazarena se puso boca arriba y dejó que su tía la besara y la masturbara.
-¿Quieres qué te coma las tetas?
-Sí.
Elizabeth destapó a su sobrina, le subió la chaqueta del pijama y magreó su teta derecha y le lamió y le chupó la teta izquierda mientas la masturbaba. Nazarena, de cuando en vez miraba para su tío y su respiración le decía que dormía. Elizabeth le preguntó:
-¿Quieres dármela en la boca?
-Sí.
Elizabeth le quitó el pantalón del pijama y las bragas, se metió entre sus piernas y le lamió el coño. Pasado un rato, Nazarena, sintiendo la lengua de su tía lamer su coño y viendo a su tío dormir se empezó a poner mala, le dijo:
-Me voy a correr, tía.
-Dámela, putita, dámela.
-Llámame putita, llama.
-¿Lo eres?
-Sí, soy una puta. Ay que me corro, ay que me corro. ¡Me corro!
Nazarena se había olvidado de que su tío estaba durmiendo en la cama. José Luis se giró y vio a su mujer comiendo el coño de su sobrina y a su sobrina corriéndose y exclamó:
-¡Fiesta!
José Luis besó y le lamió el cuello de su sobrina, las orejas... Elizabeth siguió lamiendo el coño, Nazarena le chupó con lujuria la lengua a su tío y después se comieron a besos. Elizabeth sintiendo los besos y los gemidos de su sobrina, le dijo:
-Me estáis metiendo envidia.
Dejó el coño y fue a por la boca de su sobrina, la besó y con su mano derecha le cogió todo el coño pringando la palma de jugos. Lamió ella, le dio la palma a lamer a su marido. Después Nazarena cogió la polla de su tío y se la masturbó mientras su tía le comía a ella las tetas. Poco más tarde Elizabeth encendió la luz y volvió a meterse entre las piernas de su sobrina. Le abrió el coño mojado con dos dedos, y le dijo:
-Tienes la totona estrechita y empapada.
Elizabeth se debió poner cachonda al ver su vagina estrechita, ya que esta vez lamió su coño de abajo a arriba cómo una perra cuando bebe agua. Nazarena comenzó a gemir mientras meneaba la polla de su tío invitándolo a que se la diera a mamar, pero no se la dio. Nazarena desesperaba. Su tía Elizabeth no dejaba que se corriera, ya que cada vez que estaba a punto, paraba, le comía la boca, luego las tetas y volvía a comerle el coño... Ya tenía Nazarena el coño echando por fuera cuando Elizabeth deseaba ver cómo follaban su sobrina y su marido, de hecho se había masturbado varias veces imaginando cómo lo hacían, así que le dijo a su sobrina:
-Singa con tu tío.
No se lo tuvo que decir dos veces. Nazarena subió encima de su tío y metió la polla en el coño. Lo cabalgó cómo una posesa, su culo voló de delante hacia atrás y de atrás hacia delante. Elizabeth se masturbaba viendo cómo follaban. Quería correrse cuando se corriera su sobrina, pero no pudo aguantar, se corrió antes.
-¡Me corro, cabrones!!
Se corrió gimiendo y retorciéndose. Acabó de correrse y Nazarena seguía dándole caña a su tío. Poco después dijo Nazarena:
-Estoy a punto, lléname, tío.
Elizabeth, le dijo a su sobrina.
-Deja que os haga correr yo.
-¿Cómo, tía?
-Así, putita.
Elizabeth le cogió el culo y se lo levantó y se lo bajo en un lento mete y saca. Cada vez que estaba toda la polla dentro la nalgueba sin fuerza, le abría las nalgas, le lamía el ojete y se lo follaba un par de veces, volvía a levantarle el culo, a bajarlo y a repetir la follada de ojete... Nazarena estaba gozando cómo nunca antes había gozado... Tenía toda la polla dentro de su coño y la lengua dentro de su culo cuando le comenzó a venir de repente. Dijo:
-¡Joder, joder, joder, joder! ¡Me corrroooo!
Su coño apretó la polla de su tío, la baño con una corrida larga y calentita, y la polla la recompensó con una corrida brutal.
Al acabar, Nazarena, bella cómo un rayo de luna, se echó boca arriba, Elizabeth metió su cabeza entre sus piernas y le volvió a comer el coño, un coño que ahora estaba perdido de leche y flujos vaginales. José Luis se puso detrás de su mujer, le frotó la polla en el ojete. Se la clavó de una estocada y le echo una mano al coño para masturbarla. Tiempo después se corría Nazarena en la boca de Elizabeth, Elizabeth en la mano de su marido y José Luis dentro del culo de su mujer.
Ese día Nazarena no le comió el coño a su tía, pero todo se andaría.
Quique.