Te sueño, te llamo

¿Es posible que los sueños se vuelvan realidad?

Sencillamente esos ojos eran perfectos, ese brillo en la mirada, ese color azul intenso que te permitía casi escuchar tus propios latidos del corazón acelerarse, perderse…

RIIIING, RIIIING, RIIIING

-          Nooooo….

Es despertador tenía la especialidad de sonar en el momento exacto, siempre que iba a retirarme y descubrir la cara de esa belleza acababa despertándome. No estaba segura si los había visto antes, no creía que fuesen unos ojos que se pudiesen olvidar pero veía difícil eso de inventármelos. La cuestión es que esa mañana otra vez no iba a conocer la respuesta.

-          ¡Leticiaaaaaaaaaaaaaaa¡ Vamos hija levántate o volverás a llegar tarde.

Me encanta despertar y quedarme dando vueltas en la cama estirándome y pidiendo cinco minutos más y por eso mismo soy especialista en llegar tarde a todos lados y eso saca de quicio a mi madre.

-          Ya voy mamá… Enseguida me levanto.

-          Eso espero, tienes el desayuno preparado, te he hecho tostadas con jamón.

-          Hmmm tostadas… que rico, gracias mami.

Después de un buen rato y conseguir sentarme en la cama suelo pasar unos cinco minutos mirando a la nada y realmente creo que con la mente en blanco. ¿Conoces esa sensación de tener constantemente una canción en la cabeza? Pues lo mismo me ocurre desde hace un par de meses con esa persona a la cual no conozco, pero intuyo que huele genial, que su sonrisa es preciosa y que esa mirada me tiene conquistada.

Después de prepararme y desayunar salgo de casa de camino a la universidad, primer día de clase, nervios y miedo es poco. Estaba acostumbrada a eso de conocer a todo el mundo, he oído tantas cosas sobre la universidad que realmente no se cuales serán ciertas pero lo que también tengo son ganas de descubrir la verdad. Me acerco a mi facultad y miro un poco a mi alrededor tratando de averiguar qué está pasando, hay mucha gente en grupos y otras tanto por separado y solas como yo y todos miramos al mismo sitio, como todos vean tanto como yo nadie se estará enterando de nada. Sí, soy bastante chiquitita y sin complejos, mi pelo es castaño y lleno de rizos. Tengo entendido que a la mayoría de mujeres de pelo rizado no les gustan sus rizos, yo amo los míos.

-          ¿Sabes que está pasando?

Esa voz me que me preguntaba me trajo a la tierra de nuevo sobresaltándome.

-          Lo siento, no quería asustarte – dijo riéndose y mirándome con apuro colocando su mano en mi hombro - ¿estás bien?

-          Eh si, si tranquila – dije riéndome y girándome de nuevo hacia delante poniéndome de puntillas tratando de ver qué pasaba – la verdad es que no veo nada – volví a reírme y cuando me giré hacia ella y al hablarle la miré a los ojos el estómago de pronto se me encogió, la garganta se me hizo un nudo y mi mirada cambió, yo conocía esa mirada, esos ojos los conocía muy bien, estaban en mis sueños cada noche. Traté de disimular  y de sacar voz de donde fuese que se había perdido – perdona ¿cómo te llamas?

-          Uy si, que mal educada, me presento, soy Elisa, llámame Eli ¿Y tú?

-          Lucía – le sonreí y nos dimos dos besos en las mejillas – un placer.

-          Igualmente – sonrió y las dos volvimos la mirada hacia el alboroto aunque yo no estaba haciendo ningún caso, simplemente estaba alucinada y tratando de entender qué estaba ocurriendo. ¿Por qué esa electricidad, esa reacción de mi cuerpo y soñar tanto tiempo con esa mirada? A mí siempre me habían gustado los chicos, los ojos bonitos era algo que me fascinaba, los míos eran nada más marrones, sosos, los azules, verdes, miel, grises… me podría pegar todo el día mirando a unos ojos así. Eso explicaba lo del sueño, pero ¿todo lo demás?

-          Parece ser que era el decano dándonos la bienvenida, me temo que si ha explicado algo más no nos hemos enterado de nada – se río y me hizo sonreír.

-          La verdad es que tienes razón, ¿tu primer año también?

-          ¡Sí! ¿y el tuyo?

-          También, tengo el primer grupo, entraré a ver donde tengo mi clase.

-          Voy contigo, soy del mismo grupo.

Entramos a la facultad y nos reímos mucho perdiéndonos, preguntando a todo el mundo y recorriendo cada parte de la facultad. Congeniamos mejor que bien, me enteré que tampoco era de la ciudad, que tenía 18 años como yo y que su piso de estudiantes estaba cerca del mío. Me contó que tenía un hermano mayor que ella y que estudiar magisterio había sido su ilusión de toda la vida.

Por fin encontramos nuestra clase y al entrar nos sentamos una al lado de la otra, la clase era enorme, cuesta abajo con mesas largas con sillas que para sentarse solo había que bajar la parte en la que te sientas. En esos momentos no sabía si estaba más relajada o más nerviosa, esa mujer me provocaba unos nervios que no entendía. Yo había tenido parejas y amoríos de una noche y en ningún caso fueron mujeres. ¿Y si había soñado con su hermano? Tenía que descubrir si tenían los mismos ojos… hmmm que bien huele…. Había cerrado los ojos sin darme cuenta cuando aspire para oler mejor y recibí un codazo.

-          Ey dormilona no hemos más que empezar y ¿ya te duermes? – se reía por lo bajo y yo seguía la risa sin dejar de mirarla.

-          Creo que este profesor va a conseguir que me duerma en más de una ocasión.

Para cuando la mañana había terminado Eli y yo ya habíamos congeniado con mas gente y nos habíamos formado un buen grupo, muchos éramos de fuera y nos entendíamos bien por ese lado. Al salir Eli y yo fuimos juntas a casa caminando y por el camino me dio su número de teléfono, nos sacamos una foto para subir a las redes sociales y celebrar el primer día de carrera.

Una vez en casa me pude sentar a esperar a mis compañeras de piso: María y Susana, compañeras de clase del instituto pero cada una estudiábamos una cosa diferente. Cuando llegaran todas contaríamos que tal nos había ido el primer día. Mientras, me senté en el sofá y observé la foto ¿Quién eres? ¿Qué me has hecho? ¿De dónde sales…?