Te sueño, te llamo 2

¿Y si empezamos de cero?

Mientras cocinaba las llaves sonaron en señal de que se iba a abrir la puerta y sonreí, por fin habían llegado María y Susana mis compañeras de piso, tenía ganas de saber que tal había ido el primer día de clase de ambas. Entraron gritando, riendo y bailando en casa provocándome una gran carcajada, estaban locas, eran increíbles, sabía que pasaríamos un muy buen año en ese piso.

-          ¿Qué es lo que huele tan rico? – dijo Susana asomando su carita por el marco de la puerta de la cocina y enseguida se acerco a darme un gran abrazo- ¿Nos has hecho la comidita? – decía sin dejar de sonreír abrazándome mientras yo asentía.

-          Así da gusto llegar a casa ¿No? –dije riendo mientras nos soltábamos y volvía a fijar mi vista en los fuegos- ¿Qué tal chicas? ¿Dónde está María?

-          ¡Estoy aquí! – se escuchó una vocecilla desde el baño que nos hizo reír a Susana y a mí.

Mientras yo terminaba de cocinar, María y Susana empezaron a poner la mesa y empezamos a contar nuestro primer día, a ratos pisándonos unas a otras con las palabras. Ya sentadas en la mesa con la comida en el plato y más tranquilas María fue la primera en hablar:

-          Yo ya tengo a uno fichado en mi clase, es un bombón, ojos azules, pendiente de aro en la nariz… hmm a por él – su cara pícara nos hizo reír. María siempre ha sido una chica que ha triunfado con los chicos, es pelirroja de pelo rizado y de ojos verdes, una bella sonrisa y cuerpo de modelo, bastante más alta que yo. Tiene mucha labia y maneras para ligar y si alguno le gusta no se le termina resistiendo.

-          ¿Y si tan guapo es no tendrás mucha competencia? – dijo Susana con una sonrisa tratando de picarla. Susana en cambio era más parecida a mí en estatura, tenía poco pecho y era delgada, de pelo negro, liso y con flequillo hasta la altura de las cejas. Respecto a los ligues, no ligaba ya que tenía pareja desde los 16 años y decía estar más enamorada que nunca.

-          ¿Desde cuándo a María le importa la competencia? – dije yo riendo mientras María levantaba la mano para chocármela y se la choqué.

-          Bueno… - dijo Susana mientras miraba a María de reojo y las dos centraban las miradas en mí - ¿Y tú, no nos cuentas nada?

Mi cara se debió poner colorada porque ambas abrieron la boca sorprendidas y empezaron a decir seguidamente y medio chillando “cuenta, cuenta, cuenta” lo que provocó mi risa. La vergüenza provocaba que mis mejillas se enrojeciesen más mientras mis “que no pasa nada, no hay nada” no servían de nada.

-          Está bien está bien, calma… en realidad no es nada pero os cuento – las dos me miraban expectantes mientras yo hablaba entre risas provocadas por la vergüenza- me ha pasado algo muy raro, llevo días soñando con una mirada que me cautiva y resulta que he encontrado esa mirada en clase.

Las dos aplaudían sonriendo de oreja a oreja y María fue la primera en hablar:

-          Pero a ver que yo me entere, ¿le conocías? ¿está bueno? ¿es majo? Habrás hablado con él… -mientras hablaba la corté negando con mi cabeza y las ordene callar riendo.

-          Dejarme hablar, lo curioso es eso, que no es un chico, es una mujer.

Sus bocas se abrieron de tal manera que temí porque se les desencajara la mandíbula.

-          Chicas os va a entrar una mosca en la boca si no la cerráis.

-          Vale, a ver, que esto no me lo esperaba, pero ¿ella te gusta? –preguntó Susana con curiosidad y emoción.

-          Pues no lo sé, supongo que no - ¿supones que no Lucia? ¿por qué dices eso? Solo de pensar en Elisa, esa chica rubia de pelo liso, alta, con la elegancia que se movía, y esos ojos… la culpa era de los ojos, algo se removía dentro de mí y me sacaba una sonrisa inconscientemente – o puede que sí. No lo sé chicas a mí siempre me han gustado los tíos esto es muy raro, ¿primero sueño con sus ojos y luego me la encuentro?

-          Tía, ¿qué más quieres? Es el destino – decía María sonriendo y aplaudiendo otra vez – qué bien ha empezado este inicio de curso, yo si fuera tú iba a por ella, a lo loco, sin pensarlo. ¿Sabes si a ella es lesbiana?

-          ¿Cómo voy a saber eso María? No es algo que se diga en la presentación: Hola me llamo Lucia tengo 18 años y soy heterosexual encantada – digo riendo mirándola.

-          BI..sexual que parece que ahora te gusta también esa chica – me corrige ella poniendo yo mis ojos en blanco.

-          ¿Y cómo se llama? ¿Eso si lo sabrás no? –pregunta Susana todavía curiosa.

-          Elisa – digo sonrojándome levemente – pero parar un poco el carro, no ha pasado nada, solo hemos congeniado bien y ha sido una situación extraña, no os adelantéis.

Las dos se miran entre ellas sonriendo con esa mirada de “ya veremos, ya” y recogen la cocina mientras yo, la cocinera, voy a mi cuarto a descansar. Me tumbo en la cama pensando en todo lo ocurrido con detalle y de vez en cuando mi piel reacciona erizándose a lo que mi boca le responde con una sonrisa.

Pasadas dos horas la vibración del móvil me despierta, me había quedado totalmente dormida mientras nadaba por mis pensamientos. Cojo el móvil y respondo tratando de ser una persona normal y no un zombie.

-          ¿Hola?

-          Uy que voz… ¿Te he despertado? – un risilla resuena al otro lado del teléfono y me hace sonreír.

-          No, bueno si… pero da igual ya era hora – “que bonito despertar de esta manera” me lo digo a mis adentros y ni yo misma entiendo aun por qué – dime Elisa ¿Qué querías?

-          Vaya dormiloncilla, ya se algo más de ti – noto su sonrisa sin verla y me pregunto a mis adentros “¿Quiere saber más de mí? Lucia céntrate” – estaba aburrida en casa y me apetecía dar una vuelta, aún no conozco a nadie más que a ti, ¿nos hemos divertido no? ¿te apetece quedar?

-          ¡Claro! – me sale con demasiado entusiasmo e intento rectificar – eh… si, si, ¿te parece vernos en media hora en la plaza de abajo?

-          Perfecto, hasta luego.

-          Si, hasta luego – sonrío y corto la llamada.

Me levanto de un salto de la cama y decido arreglarme, no suelo maquillarme muy a menudo, a veces me apetece y lo hago y ese era uno de los momentos en los que quería sentirme guapa. Que ella me viese guapa. Me peino, me maquillo, me visto con unos jeans y una camiseta preciosa amarilla y me pongo mis tacones. Cuando me miro al espejo sonrío y me noto realmente nerviosa, emocionada, me apetecía volver a verla. Salgo de casa para llegar puntual y llegamos a la vez, nos saludamos con dos besos y sonreímos mientras yo me pregunto “¿estaré poniendo una sonrisa idiota? Está guapísima…”.

-          ¿A dónde vamos? ¿tomamos algo? – pregunta mirando a su alrededor ya que todavía no controlamos la ciudad.

-          Me parece de lujo – sonrío y empezamos a caminar aún no sabemos a dónde.

Paseamos por largo rato, la ciudad tenía mar y el paseo marítimo era precioso. Hablamos de la gente de clase la impresión que nos habían dado a cada una y de los profesores que habíamos conocido. También hablamos de nosotras, las dos queríamos saber más de la otra y se notaba. Yo sin darme cuenta la primera vez caminando nuestras manos se rozaron y sentí como un calambre recorría mi cuerpo, después el resto de roces eran buscados y disimulados. Por fin encontramos un bar a gusto de las dos, era una terraza normalita con vistas al atardecer. Nos quedamos un rato observando esa linda escena cuando ella rompió el silencio:

-          Bueno y cuéntame, ¿tienes novio? – alzo una ceja y sonrió traviesa esperando la respuesta.

-          Hmm no –me reí- ¿y tú? Seguro que si, eres guapísima – “Oh Lucia, ¿de verdad has dicho eso? Bueno las amigas también se dicen guapas unas a otras… vuelve a la conversación y céntrate”.

-          Gracias… tú también lo eres y no tienes pareja así que no es razón de peso – sonrió de esa forma que me encanta y se echó el pelo hacia atrás resoplando un poco pero con una sonrisa- tenía pareja pero la muy cobarde quiso terminar sabiendo que me iba fuera de la ciudad, ni luchar por lo nuestro intentó. Con eso solo me di cuenta que lo nuestro había sido temporal -“Un momento, ¿ha dicho LA muy cobarde? ¿tenía novia?” – así que bueno, a empezar de cero y a conocer gente. ¿Y tú? Cuéntame que no me has dicho nada.

-          He tenido varios intentos y varios ligues… pero ninguno ha cuajado, no consigo sentir nada más allá – “como lo que tú me estás haciendo sentir nada más conocerte” – así que siempre termino cortando por lo sano. Yo también busco empezar de cero aquí, vivir la vida, hacer locuras… - me mira atenta y sonriendo mientras bebe de su refresco- encontrar mi sitio, y si encuentro a alguien mejor que mejor – “aunque tengo la sensación de haberte encontrado ya”.

-          Me gusta lo que oigo, si me dejas seré tu compañera de aventuras… y bueno… -me mira con una mirada traviesa y su sonrisa y susurra- y quien sabe de qué más.