Te quiero para mí nada más
No le importará lo que le diga, tratando de que no salga a la calle, ¡la odio!!,...
Estoy sentada en el baño, sintiendo el delicioso placer que me invade al descargar el chorrito caliente que sale de mi raja. Solo llevo encima un top y mis braguitas cuelgan de mis tobillos. Afuera, en el cuarto, ella sube la música al máximo, mientras salta como loca de un lado a otro, medio vestida, peinándose y cantando esa horrorosa música que le gusta tanto: se prepara para salir, y los celos me invaden; aprieto los puños con rabia, la muy zorra va a salir,
Como todos los fines de semana saldrá y no regresará hasta muy de madrugada, ¡la odio!; no le importa lo que siento yo por ella, no le importa dejarme acá, sola, encerrada, muriéndome de cólera por que igual saldrá pese a que yo le diga: ¡la odio, la odio, la odio!!!! Solo le interesa la juerga, bailar sin parar toda la noche, beber hasta caerse de borracha, lucirse con su ropa de puta, de golfa, frente a sus perras amigas. Lo que más me descontrola es pensar en lo que hará: ¡la cabeza me explota de ira, de celos, imaginándomela revolcándose con sus putas amigas universitarias, besándose, lamiéndose por todas partes: las odiooo!!!
Ya terminé de mear pero no me levanto del inodoro: solo monto en cólera y sufro; la escucho reír y la cabeza me hierve de nuevo: pienso en lo peor, ¡es capaz de ir a buscar hombres, DE ABRIRLE LAS PIERNAS A UN CERDO, PARA QUE LE META SU ASQUEROSA "COSA"!!! Trato de contener mis sollozos de rabia y desazón: no quiero que se entere que sufro por que ella es una cualquiera y por que no puedo evitar que salga a putear como una golfa,
Reina de golpe el silencio: acaba de apagar la secadora de pelo, en unos instantes entrará al baño, siii; vendrá con esas bragas que usa y que me enloquecen, las que no cubren nada de su enorme culo. Traerá en las manos uno de esos vestidos que usa para salir, los que ni la más sucia ramera del mundo usaría, ¡la odioooo!!!, no le importará lo que le diga, tratando de que no salga a la calle. Tomo con fastidio un trozo de papel y me seco la concha. Cierro los ojos. El olor de su cuerpo se siente en el baño, en todo el cuarto que compartimos; apenas termino de secarme, me acaricio el coño: mi rajita me arde de deseo, de deseo por ella.
Suspiro contenidamente, mientras veo con mis ojos cerrados, su cuerpo desnudo frente a mí: la odio y la deseo, . ¡ohhh, Maricarmen: tú cuerpo es mío y de nadie más!, deseo con locura poner mi concha mojada sobre tu cara, quiero que tu boca me lo devore, siiii!!!, quiero tus tetas, tu culo enorme, solo para miii, ¡para mí y nadie más!!! Pienso en cómo impedir que salga esta noche: ¡ya sé!, apenas entre y se maquille frente al espejo, saltaré y me apoderaré de su culo grande y jugoso, ¡si!, le abriré las nalgas y le lameré con desespero la raja y el ano hasta hacerla gritar!!, hasta hacerla suplicarme que no pare, que se lo haga toda la noche, hasta volverla loca!!!
La puerta del baño se abre y entra Maricarmen, arrancándome de mis pensamientos; otra vez el odio me inunda. Solo lleva encima un escandaloso hilo dental rojo y zapatos de taco aguja. Sin echarme siquiera una mirada, se apodera del espejo del lavado, mientras se maquilla: en una mano lleva un asqueroso vestido rojo, ese que le deja la espalda descubierta casi por completo, ese del escote inmenso, ese, que cando se sienta, deja medio culo al aire y deja ver su calzón, cuando cruza las piernas.
Se para en puntitas mientras se pinta los labios; desde atrás, donde estoy yo sentada, veo en primer plano su enorme y sabroso culo, a centímetros de mí: casi puedo oler el aroma de su piel perfumada. Sus pechos enormes, están erectos con el frío, y sus nalgas me provocan. Casi sin pensarlo, entreabro mis labios tímidamente, y me los relamo con deseo contenido, tiemblo al verla, deseando lamer esas nalgas deliciosas y que me enloquecen, ¡llevar a cabo mi plan y poseerla ahí mismo, a la fuerza, contra el lavado del baño!! De pronto, Maricarmen se voltea, y apenas echándome una mirada, me habla:
¿Qué me miras?, ¿en qué piensas?, -, me dice casi con doloroso desprecio, para luego voltearse de nuevo y proseguir retocándose el maquillaje.
Nada, hermanita, -le dijo avergonzada: casi me pesca esta vez-, acá nomás, pensando cojudeces,