Te perdí y te encontré...
Hola, perdón. Sé que debo terminar Sin darnos cuenta pero ahora es más importante esta historia que desde hace meses estoy escribiendo y quiero compartir con ustedes. Espero y sea de su agrado. Clauxs.
Llevaba tres días sin dormir, quería morir con la angustia. El médico se aproximó a mí y me limpié las lágrimas.
-¿Camila del Valle?- Preguntó.
-Sí, ¿qué pasa?- mi voz estaba entrecortada.
- del Valle, ya no podemos hacer más por Fernanda. Tiene que firmar unos documentos donde se hace responsable de la decisión, y elegir la vida de una o de otra- Me dio una hoja.
-Quiero a mi mujer conmigo, no me importa el bebé- Le dije con lágrimas en los ojos y le entregué los documentos.
-En verdad lo siento señora del Valle- Se retiró.
Las dos horas posteriores a eso las pasé llorando. Renata era el nombre de ese bebé, mi Fer quería que así se llamara, pero yo firmé para que Fernanda siguiera conmigo. Me dolió en el alma quitarle la vida a mi hija, pero amo más a mi mujer.
Alrededor de las seis de la tarde el médico regresó.
-Disculpe esto es para usted…- me entregó una hoja- Lo siento mucho- Leí lo que parecía una carta del puño y letra de Fernanda.
“Te amo Camila, te amo demasiado, como a nadie, gracias por los momentos vividos a tu lado, gracias por todo lo que me has dado mi amor, te amo, por favor nunca lo olvides. Eres y serás siempre la mujer de mi vida, la única persona la que amé y amaré aún muerta es a ti mi cielo. Sé que esto te dolerá en el alma, pero yo ya viví, y te di una hija, me siento muy feliz por eso. Ahora quiero que por el amor que me tienes cuides de esa hija, de nuestra hija. Provéele de todo lo necesario para la vida, quiérela como yo a ti mi vida, las amo a las dos, cuida de ella. Te amo, te veré en el cielo mi niña. Fernanda.”
Mis ojos se llenaron de lágrimas, miré al médico furiosa.
-¿Qué carajo hizo?, le dije claramente que mi mujer ¡¡¡debía vivir!!!- Grité enfurecida y llena de dolor.
-Señora del Valle cálmese, la señora Fernanda Andrade también firmó y decidió que la bebé naciera. Ella estuvo consciente unos minutos en el quirófano.- Me explicaba.
-¿Es que no entiende- le grité llorando a gritos- ¡¡¡Yo no quiero un bebé, quiero a mi mujer!!!- sentí una aguja penetrar la piel de mi cuello y en segundos caí inconsciente.
Hola, perdón. Sé que debo terminar “Sin darnos cuenta…” pero ahora es más importante esta historia que desde hace meses estoy escribiendo y quiero compartir con ustedes. Espero y sea de su agrado. Clauxs.