Te perdí y te encontré... (4)
Reaccioné y entre sollozos y llanto besé la tumba de Fernanda, me fui a casa, una casa que estaba casi abandonada. Al llegar rompí en llanto, todo me la recordaba. En la sala había una foto de nuestra boda, contemplé esa hermosa imagen unos minutos mientras lloraba a gritos. Sus ojos negros eran hermosos, tal y como los recordaba, era la mujer perfecta.
Reaccioné y entre sollozos y llanto besé la tumba de Fernanda, me fui a casa, una casa que estaba casi abandonada.
Al llegar rompí en llanto, todo me la recordaba. En la sala había una foto de nuestra boda, contemplé esa hermosa imagen unos minutos mientras lloraba a gritos. Sus ojos negros eran hermosos, tal y como los recordaba, era la mujer perfecta.
Fui a nuestra habitación y me recosté en nuestra cama, lloré y lloré hasta quedarme profundamente dormida con un gran dolor de cabeza.
Cerca de las siete de la noche desperté; besé la foto que había al lado de la cama, foto que nos tomamos en nuestra luna de miel en el obelisco, en Buenos Aires. Me fui a la ducha, tenía más de un mes sin bañarme, el alcohol me embruteció por completo, salí de la ducha y me vestí con un pants muy cómodo y fui al súper a comprar cosas para la despensa, en casa no había comida, lloré de nuevo al recordar que mi Fer y yo hacíamos el súper juntas mientras yo la abrazaba y acariciaba a nuestra hija en su vientre.
Llegué a casa y ordené todo, me dormí a eso de las tres de la mañana por estar limpiando la casa. No soñé algo, y eso fue excelente. Al despertar me di otra ducha y desayuné… Supongo que iba a ser difícil sin ella, al estar en la ducha recordé cuando hacíamos el amor en la ducha por las mañanas antes de irnos a nuestros respectivos trabajos, toda mi vida era Fernanda, vivir sin ella erra aún peor que morir.
Fui a la empresa, de la cual era presidente y por suerte dueña única, una empresa mediana, de diseño publicitario y cosas relacionadas a eso. Al llegar todos los empleados se sorprendieron de verme de nuevo por ahí, tenía meses sin hacerme cargo. Alonso además de ser mi mejor amigo e incondicional para todo, era mi mano derecha en la empresa, le pregunté por la niña y me dijo que mi madre se hacía cargo de ella.
Esa misma tarde viajé hasta New York, en los Estados Unidos, al llegar al departamento de mi madre toqué el timbre y ella me recibió.
-Camila, hija que gusto verte-Me abrazó y mis ojos se invadieron de lágrimas. Pasa ¿cómo has estado?-
-Bien mamá- mentí limpiándome las lágrimas- ¿dónde está la niña?
-Está dormida ¿la quieres ver?- hizo un gesto para invitarme a sentar en la sala.
-Mamá, vengo por ella.
-¿Te la vas a llevar?- Preguntó alarmada.
-Sí, lo siento pero es mi hija- Traté de verme firme y madura en mi decisión respecto a mi hija.
-Mi amor pero no sabes nada de bebés- Argumentó mi madre con lágrimas en lo ojos.
-Es mi hija, su lugar es conmigo. Lo siento mamá, sé que le has tomado cariño, y te lo agradezco, así como agradezco que cuides de ella, pero ahora debo llevármela.
-Ven- me tomó de la mano-vamos a ver a tu hija – antes de llegar a la habitación habló –Un día entre tantos que estabas ebria firmaste la maternidad de Renata Fernanda Andrade del Valle- Abrió la puerta de la habitación.
-¿Se llama Renata Fernanda?- exclamé desconcertada.
-Se llama Renata porque tú y Fernanda querían que así se llamara, y Fernanda por su madre, pasa.
Me acerqué a la cuna y descubrí una hermosa bebé dormida. Su piel era hermosamente blanca, como la de Fer. Unas lágrimas salieron de mis ojos.
-¿Cuándo te la vas a llevar?- me preguntó mi madre.
-En el primer vuelo de mañana, tenesmo cosas que hacer en México- respondí con la mirada fija en mi hija.
-¿Estás loca? La niña no te conoce….- exclamó mi madre.
-Es mi hija y me la voy a llevar le pese a quien le pese, su lugar está conmigo- Me molesté bastante y grité, mi hija despertó y la contemplé unos segundos, luego la cargué por primera vez.
Tenía unos ojos muy grandes, negros y brillantes, la mirada pícara como yo, al menos eso decía mi madre, la abracé y sentí un poco de paz entre tanto dolor.
No se habló más del tema sobre mi hija, por la tarde fuimos de compras mi madre, mi hija y yo. Compramos ropa y accesorios para mi hija, mi madre me comentó que Fernandita, como ella la llamaba tenía problemas de gastritis nerviosa, suponían los médicos que era por no estar cerca de quien le dio la vida, era un trastorno psicológico, y era aún más dependiente pro haber nacido por cesárea y no por parto natural, sería una niña dependiente de sus padres, aseguraban los médicos, aunque sólo lo sería de una de sus madres.
La mañana siguiente mi mamá y su marido nos llevaron al aeropuerto, Ernesto y mi mamá se despidieron de mi hija con lágrimas en los ojos.