Te perdí y te encontré... (3)
...Una mañana de octubre dormía sobre su tumba como de costumbre, ella regresó En cuanto la vi mi mundo se iluminó y corrí a abrazarla, la besé y le repetí cuánto la amaba, se separó de mí y habló...
Al despertar de nuevo, ya estaba cremada mi Fer, ahora sí me quería morir, fuimos a enterrarla y me quedé ahí con ella toda la noche, ni mi madre ni nadie que fue logró convencerme de irme de ahí…, Me quedé con ella, quería estar sólo con ella, con nadie más.
Cuando amaneció llegó Alonso y me llevó a mi casa, me dijo que “la niña” estaba en casa de mi suegra. Luego se fue, tomé una botella de whisky que Fer me regaló el día que nos casamos, era una edición especial, 48 años. Fui a su tumba y me recosté sobre ella, bebí de la botella y llené su lápida de ese delicioso whisky, bebí con ella. Salí del panteón y compré dos botellas de tequila.
Me anocheció en la tumba, estaba ebria a más no poder y no paraba de llorar, la cara de Fernanda aún estaba en mi mente, tan emocionada porque nuestra hija iba a nacer pronto… Porque sería una nueva experiencia como pareja y ahora seríamos una familia… Y mi Fer se fue.
Los días pasaron y yo sólo me separaba de la tumba para ir a casa por dinero y comprar más botellas, vivía ebria, dormía sobre los restos de ella. Pasaron meses, en los que mi vida era eso, anestesiarme con alcohol por la muerte de mi ex esposa, ese gran vacío acabó con mi vida, mis ilusiones y mis ganas de vivir.
Una mañana de octubre dormía sobre su tumba como de costumbre, ella regresó… En cuanto la vi mi mundo se iluminó y corrí a abrazarla, la besé y le repetí cuánto la amaba, se separó de mí y habló.
-Camila yo también te amo, eres y serás siempre mi bebé, por favor nunca lo olvides mi peque. Pero ahora que yo ya no estoy tú tienes que cuidar de nuestra hija, por favor Camila, las amo a las dos. Yo viviré siempre en tu corazón mi bebé. Cuida a mi hija, cuida a nuestra hija… Te amo.
Fer se alejó, vestía ropa blanca… parecía un ángel, un hermoso ángel que me sonreía a lo lejos…