Te perdí y te encontré (16) FINAL

Final

Julieta me despertó con un tierno mensaje de buenos días, me vestí e hice lo mismo con mi hija y la llevé a la guardería, enseguida me fui a la oficina pues tenía muchos pendientes laborales.

Era un viernes y Julieta y yo decidimos que sería una noche especial, habían pasado dos meses después de la ocasión en que dormimos juntas y esa noche planeábamos que fuera especial.

Me había comentado que sería un sorpresa dónde pasaríamos la noche así que avisé unos días antes a Solange para que cuidaran de mi hija que cada día adoraba más a Julieta.

Por la tarde pasé a dejar a Fernanda con su abuela y me fui a casa a ponerme un vestido, no sabía a dónde iríamos pero esperaba que no fuera lejos de la ciudad o al menos no un clima frío.

Julieta pasó por mí y al subir al auto no pude contener las ganas de besarla por unos instantes. Tomó rumbo hacia una carretera que salía de la ciudad así que abroché mi cinturón y dejé que conduciera, la música nos acompañaba mientras suaves roces había entre nuestras manos.

cerca de una hora después llegamos a nuestro destino, en medio de la nada —literalmente— se encontraba un camino empedrado de poco más de un kilómetro que culminaba con una casa de piedra, todo muy campirano.

Había antorchas iluminando un camino hacia la terraza del lugar y una pequeña mesa con una vela encendida. Caminamos tomadas de la mano hasta llegar, antes de sentarnos volví a saborear dulcemente sus labios.

Había dos personas del servicio, nos sirvieron una exquisita cena y bebimos un poco de champán, Jul me pidió no llegar a la embriaguez porque aún faltaban sorpresas, solo sonreí ante su comentario. Terminada la cena caminamos un poco al rededor de la pequeña construcción.

Había un jardín tras el pequeño chalé de piedra. Un enorme ventanal permitía tener vista al hermoso jardín desde el interior.

Un mini puente colgante conectaba las dos partes del jardín, bajo el puente había un pequeño río artificial retroiluminado y gracias a ello tenías la sensación de que el agua se movía.

Platicábamos abrazadas en el puente cuando un ruidito me sacó de ese trance, miré al cielo y un drone se dirigía a nosotras.

Sentí pánico.

De él colgaba una pequeña caja amarilla con cinta roja, miré a Julieta quien estaba igual de pálida que yo. El drone descendió justo al lado de donde yo estaba, cuando las hélices dejaron de moverse lo tomé en mis manos.

—¿Y si es una bomba?—

—¿cómo crees?— rió mientras separaba la caja del drone

—Mira, no tiene cámara— dije aún más confundida

—Esa es la prueba de que no es una bomba— suspiró —mínimo desearían ver cómo explotas— y volvió a reír de forma nerviosa.

Desanudé la cinta de la caja, tenía un perfecto moño. Me quedé observando a Julieta mientras guardaba la cinta en mi bolsillo para seguir abriendo la caja.

De la caja amarilla saqué una caja azul, cabía perfectamente en mi mano. Y de la azul saqué una roja de escasos tres centímetros cúbicos. Julieta me dedicó una media sonrisa y ahí si, empecé a temblar de pánico.

Al abrir la caja, entrecerré los ojos, había diminutos corazoncitos de papel, en colores rosados, blancos y rojos. Mi corazón latía demasiado fuerte, sentía mis latidos en los oídos y la lengua, todo me parecía tan lindo.

Julieta se acercó a mí y me sostuvo la caja, metí dos dedos y toqué algo duro, lo saqué con sumo cuidado. Era un hermoso anillo plata con un corazón de esmeralda. Una lágrima salió de mi ojo derecho. Miré a Julieta hincarse mientras un violín comenzaba a oírse cada vez más cerca.

—Dame la oportunidad de hacerte la persona más dichosa del mundo— tomó mi mano y el anillo —cásate conmigo—.

—Sí Jul, sí me caso contigo— un chico tocaba el violín en medio del jardín, a unos metros de nosotras.

Julieta me colocó el anillo, se incorporó y me besó tiernamente.

Bailamos unos minutos con la música del violín, a un compás lento nos movíamos como imanes, unidas con gran fuerza.

Después no sentamos en una banca, ese jardín era hermoso.

Nos mirábamos sin decir palabra alguna, se sentía tan cómodo.

Nos fuimos después de un rato, entramos en el chalé y Jul puso música romántica, recordé el día que me casé con Fernanda, me sentía extrañamente feliz, igual que en ese momento.

Nos besamos tiernamente, después el contacto se tornó frenético por la excitación del momento, Julieta besaba mi cuello mientras yo hacía lo posible por no gritar.

Me condujo a la habitación y ¡sorpresa! en el techo había un domo de cristal transparente que dejaba ver el cielo y las estrellas. La iluminación de la habitación era escasa, sólo dos lámparas retroiluminadas a los lados de la cama.

Julieta nos hizo caer en la cama, seguía besándome mientras tocaba mi cuerpo sin pudor alguno, frotaba sus dedos contra mi piel y sentía pequeñas descargas eléctricas recorrerme, me sentía igual que con Fernanda, igual de viva, amada intensamente.

Lentamente subió mi vestido, nuestra piel desnuda estuvo en contacto por primera vez gracias a que su falta era inmensamente corta.

Me besó el alma con cada caricia, recorrió mi cuello y me decidí a tomar sus manos, las dirigí a mi cintura, específicamente al cierre del vestido, quería sentirla en todo aspecto, me ayudó a incorporarme y me quitó el vestido con mucha facilidad.

Me miraba a los ojos, su mirada penetrante se posaba sobre mí y me hacía estremecer. Tomó mis manos y las dejó en sus caderas, hábilmente bajé su falda, me pegué a ella y besé su mentón, bajé por su cuello hasta donde su escote me lo permitió, levanté la parte de arriba de su corto vestido que era un conjunto de dos piezas.

Ambas estábamos en ropa interior, yo aún con los tacones puestos. Julieta llevaba un sexy conjunto de encaje en color vino, como su vestido, mientras que yo traía brassier y pantaleta negro.

Me volvió a recostar sobre la cama, esta vez sus besos hicieron un camino de mis labios a mis pechos, sin quitar mi sostén se pasó directo a mi ombligo donde hizo círculos con la lengua, contenía el instinto de gemir mientras me enloquecían sus caricias.

El suave tacto de sus dedos sobre mis piernas me parecía fuego ardiendo dentro de mí. Bajó mi pantaleta al tiempo que me deshice de su sostén, lo desabroché y cayó sobre mí.

Cuando estuvimos desnudas por completo, Julieta subió por mi cuerpo dejando besos que parecían quemar mi piel. Al llegar a mi oído susurró un "te amo" y continuó besándome el cuello, se movía en un ligero vaivén sobre mí al tiempo que la aferraba a mí tomándola por la espalda.

Llegué a un prolongado orgasmo al mismo tiempo que ella, fueron los segundos más bellos de mi existir, me sentía extasiada, incluso mareada de tanto placer.

Después de hacer el amor por dos horas logramos parar, nuestros cuerpos ocupaban retomar fuerza para continuar. Bajo las sábanas nos abrazamos, ninguna quería dormir.

—Hace poco más de dos años sufrí un accidente automovilístico— me espabilé apenas la oí hablar —tuve un ataque cardíaco después de atropellar a una persona— su voz se tornó triste —los médicos me daban pocas esperanzas, estuve un mes hospitalizada— suspiró.

—Había tenido una discusión con mi marido— soltó después de unos segundos— iba muy rápido, molesta con él, con la vida, de hecho mi vida no tenía sentido ya. Pasé una semana en el hospital, necesitaba un trasplante de corazón y no había donantes disponibles, además, estaba en lista de espera. Cuando veía todo perdido e incluso deseaba morir, me fue notificado que una persona había tenido muerte cerebral y estaba diagnosticada con nulas esperanzas de vivir. Su familia decidió donar los órganos lo antes posible y salvar la máxima cantidad de vidas. En menos de 48 horas el trasplante se realizó, estuve tres semanas más en terapia intensiva. Sobreviví, y no sé cómo pero el corazón que me trasplantaron era compatible con mi cuerpo, casi no tuve problemas, aunque los médicos me tiene aún en control, al principio iba cada semana y ahora una vez por mes— parecía que Julieta se había desahogado por completo, unas lágrimas recorrían mi mejilla.

—A los tres meses de la cirugía, cuando me sentía un poco recuperada inicié el trámite del divorcio con Carlos, no me puso muchas trabas, ambos sabíamos que no servíamos juntos— me abrazó fuerte —Tiempo después te conocí y supe que eras el amor de mi vida en un corto tiempo. Me prometí a mi misma darte todo el tiempo del mundo, esperar a que tu alma estuviera un poco sanada, y me prometí a mí misma ser feliz, esa segunda oportunidad no muchos la tienen, por eso quiero atesorarte el tiempo que te tenga, el tiempo que esté con vida quiero hacer de nuestra vida algo mágico—

Ahora sí lloraba con fuerza, eran demasiadas emociones en una misma noche.

—Te amo— fue lo único que logré decir, supongo que ella lo entendía.

Nos quedamos dormidas hasta que la luz natural nos molestó, fue idea de Julieta ir por mi hija para desayunar, así que nos dimos un rápido baño para retirarnos, entre besos y caricias nos subimos al auto y condujo con nuestras manos entrelazadas.

Llegamos a casa de Solange a eso de las 10 am, me decidí a hablar de una vez con ella, aún llevaba el anillo que Julieta me dio y no planeaba quitármelo. Sabía que aquello cambiaría muchas cosas, pero realmente no imaginaba cuánto.

Solange nos hizo pasar, insistí en que Julieta me acompañara, la presenté con mi ex suegra y ésta la examinó detenidamente después de saludarla con un beso y un abrazo.

—Creo conocerte— dijo Solange con un hilo de voz.

—Disculpe, la verdad yo no la recuerdo— Julieta estaba apenada.

—Cuando mi hija murió su corazón fue trasplantando a una chica idéntica a ti— mi corazón se compactó de golpe.

—¿qué?— pregunté desconcertada. Comencé a marearme.

—Camila, yo nunca supe quién fue el donante— Jul me sostuvo del brazo, caí inconsciente.

Cuando recobré el sentido Julieta estaba a un lado mío y Solange al otro, Julieta cargaba a Fernandita, en automático las lágrimas brotaron de mis ojos.

—Julieta, explícame— suplique.

—No Camila, quien te debe explicar soy yo— Solange se paró del sillón donde estábamos— Cuando fernnda murió y tú estabas sedada, un médico me pidió que considerara donar sus órganos, sé que mi hija siempre lo hubiera deseado, así que fui yo quien dio permiso de que se salvara el mayor número de vidas— suspiró — Para mi sorpresa, su corazón pudo ser trasplantado y quise conocer a la persona que llevaría el corazón de mi hija, y eras tú— se dirigió a Julieta— estabas inconsciente— prosiguió —conocí a tu familia y me agradecieron haber tomado la decisión, de alguna forma era como mantener a mi hija viva, en muchos cuerpos pero siempre siendo feliz— Solange también lloraba.

Me sentía extraña, sumamente confundida, mi hija no paraba de abrazar a Julieta, jugaba con ella como con nadie más.

—Necesito un tiempo a solas— les dije a Julieta y a Solange, salí de ahí y caminé sin rumbo, me encontraba aturdida con tantos pensamientos dentro de mí.