Te perdí y te encontré (15)
Camila, te amo, esto que estamos viviendo es y será para siempre, quiero construir a tu lado mi futuro, te amo me besó y abrazó.
Pasados algunos días de mi episodio de adolescente dolida, platicaba con mi hija mientras preparaba la cena. Bueno, siendo sincera yo le platicaba a ella, pero me miraba tan atenta que sé que me entendía, balbuceaba algunas cosas y yo decidía responder.
—Ti— pronunció. Cada día decía más palabras
—Sí amor, ya te expliqué varias veces que hoy no vamos a salir—
—Doo— me miraba tranquila
—Te amo hermosa— Dejé un beso en su frente y seguí cocinando. La tenía sentada en una silla para bebé al lado mío.
—Mo— la miré y sonreí, moría de ganas por platicar con ella, quizá debía esperar unos meses... o años.
—Oye princesa ¿te gustaría que tuviéramos un perrito?— de pronto la idea llegó a mí, quizá eso la estimulaba un poco.
—¿Ito?—
—Sí bebé, perrito... guau guau— Fer me miraba confundida
—Supongo que me hace falta llevarte a conocer el mundo— suspiré.
—Do— me respondió.
Ambas cenamos, Fernanda una papilla de frutas y yo un poco de pasta. Luego nos fuimos a dormir, esta vez la bebé se quedó sola en su habitación y regresé a la mía, con planes de dormir así de ahí en delante.
Puse un poco de música en mi reproductor y me coloqué los audífonos, me sentía repentinamente bien, era extraño, sólo esperaba no tener un bajón de energía después de la euforia.
Me quedé profundamente dormida, desperté con un poco de dolor de cabeza, quizá por la música toda la noche. Revisé a mi hija y aún dormía. Me preparé un café y decidí ir a buscar una guardaría para ella, no muy convencida, sin embargo sabía que debía socializar y quizá era el lugar perfecto.
Después de una intensa búsqueda y un análisis detenido de las opciones opté por una que si bien no me quedaba cerca, parecía ser la mejor opción, mi hija estaría bien atendida ahí.
Al día siguiente muy temprano la llevé, le pedí que por favor no llorara aunque las lágrimas brotaron en automático cuando la vi detrás de los cristales del edificio. Gracias a eso debía disciplinarme, mínimo para levantarme y llevarla.
Llegué más temprano de lo habitual a la oficina, Alonso me siguió mientras yo saludaba a los demás empleados. Al llegar a mi oficina entró detrás de mí.
—Ahora ¿qué pasó?—
—Eh...— lo miré desconcertada —¿qué pasó de qué?—
—¿qué haces aquí tan temprano?— su mirada me tensaba
—Es mi empresa— dudé —Puedo llegar temprano ¿no?—
—Sí— escupió rápidamente —bueno, no es normal— lo miraba atenta.
—Bueno, pues acostúmbrate— me quité la chaqueta y la coloqué en el respaldo de mi asiento.
—¿y eso?—
—Fernanda entra a la guardería a las 7:30 a.m.— respondí seria.
—Fernanda... sí, claro, tu hija, bien—. caminó un poco —me voy—
—Claro, nos vemos—
Preparé un poco de café para seguir mi jornada laboral, sabía que sería pesada pues tenía tiempo que llegaba entre nueve y diez de la mañana. Al mediodía ya no aguanté más y decidí llamar a Julieta.
—¿Camila?—
—Jul, supongo que es muy extraño que te llame— traté de disculparme mientras garabateaba con una pluma sobre hojas de prueba de impresión.
—Sí, realmente sí, pero qué agradable sorpresa ¿cómo estás?— Su tono de voz era dulce.
—Bien Jul, ¿estás ocupada?— dudé en contarle lo que había pasado en esos escasos días sin verle.
—No Camila, para ti nunca lo estaría ¿Quieres que vaya?— Me sentí presionada.
—No Jul, cómo crees. Con platicar por aquí es suficiente—
—Por ahora— me interrumpió.
—Bien...—suspiré—te decía que hoy llevé a Fernanda a la guardería, y la verdad me dolió mucho dejarla ahí— suspiré.
—Tranquila hermosa, es un paso que te tardaste en dar pero dadas las condiciones me parece acertado que sea ahora cuando lo hagas— sus palabras me reconfortaban.
—La extraño— escupí algo desesperada.
—Es lógico Cam, pero verás que pronto te acostumbras, además, es la mejor decisión, tu hija necesita socializar, disciplinarse, qué se yo— sonreía como estúpida al oírla.
—Bueno, creo que dejaré el drama— sonreía con pena, como si me estuviera viendo, por suerte sólo era una llamada.
—Sí por favor—rió— ¿vamos cenar?— dudé en responder, me dejó sin aliento su propuesta —Para celebrar...— trataba de convencerme.
—Sí— actué por impulso.
—Bien, ¿paso por ustedes?—
—No, esta vez me toca pasar por ti— me emocionaba verle y no podía ocultarlo.
—Perfecto, te veo en la noche Camila, un beso— y colgó, supongo que sabía que yo no respondería a su "beso".
Por la tarde fui a dejar a Fer con Solange, al parecer mi hija había tenido un buen primer día. Quedé en pasar por ella hasta en la mañana, y le dije la verdad a Solange, saldría con alguien.
—Hija, sabes que te adoro, ¿lo sabes verdad?—
—Lo sé Solange— respondí con un hilo de voz.
—Fernando y yo te queremos y lo seguiremos haciendo, por el inmenso amor que siempre le tuviste a nuestra hija y por el amor que le tienes a mi nieta, pero Camila, por ese mismo amor te pido que trates de sobrellevar la vida, necesitas rehacer tu vida, encontrar con quien compartirla, eres muy joven— las lágrimas brotaron de mis ojos.
—Sigo amando a Fernanda— Solange se acercó y me abrazó.
—Camila, mi hija vivirá siempre en nuestros corazones, pero tú necesitas estar con alguien, somos seres sociables y necesitamos vivir en grupos, el más pequeño se llama familia, tú y Fernandita lo son, pero tú necesitas a alguien como pareja— me dejé abrazar y la escuché aunque seguían brotando lágrimas de mis ojos.
—Gracias por todo Solange— me aparté y me limpié las lágrimas.
—No hay de qué, ahora ve y conquista a esa chica especial— dejó un beso en mi mejilla y caminó con mi hija—
Me fui a casa, me di un baño para quitar restos de lágrimas, al salir me puse un vestido corto y me maquillé ligeramente. Recordé el día de mi boda con Fernanda, estaba igual de nerviosa, Alonso se encargó de "bajarme" los nervios. Supongo que tres shots de tequila ayudan.
No fue la excepción, antes de salir de casa decidí tomarme un shot de vodka para perder un poco la cordura. Escuché un poco de rock antes de llegar por Julieta, era música que me permitía sentir pocas emociones, era perfecta para el momento.
Llegué por Julieta, estaba vestida con un corto vestido rojo, reí para mis adentros, también llevaba un vestido rojo. Ambas sonreímos al vernos, me saludó con un beso en la mejilla y nos subimos al coche.
Colocó música desde su teléfono, así que no tenía más alternativa que comenzar a controlar mis emociones. A medio vivir de Noel Schajris sonaba de fondo.
—¿A dónde vamos?— pregunté inquieta.
—Sorpréndeme— La mirada de Julieta se posaba sobre mí de forma descarada, me miraba de arriba abajo lo que sólo generaba en mí más nerviosismo.
Paré en seco al dar vuelta en una avenida, me aseguré que ningún vehículo nos golpeara, subí un poco el volumen de la música y me acerqué a ella, la tomé por el cuello y la besé lentamente, sus manos se posaron sobre mi cintura y mi hombro, me sentía viva, deseaba que esa sensación perdurara. Aunque quise no hacerlo, mi cerebro comparó las sensaciones y llegó a una conclusión, Julieta era capaz de provocar en mí lo mismo que Fernanda, dejé de pensar y seguí besándola, mi lengua jugueteaba en su boca.
Pasados unos minutos muy intensos nos separamos, nos miramos y sonreímos. Me di cuenta que de fondo se escuchaba "que lo nuestro se quede nuestro". Julieta trata un playlist listo para esto, pensé.
Retomé el curso y me incluí en el flujo vehicular, nos mirábamos de vez en cuando, sonreíamos, con complicidad, y sí, ahí me di cuenta, con amor.
Llegamos a un restaurant, tenía una reservación en una mesa alejada de las demás, estaríamos un poco aisladas. Pedimos una botella de Möet & Chandon, por gusto de Julieta, sonreíamos con complicidad, estábamos sentadas frente a frente.
Como entrada pedí una tabla de quesos y Julieta escogió el platillo fuerte, jamón ibérico con aceitunas y más queso.
Cuando terminados los quesos, se cambió al lado mío, recorrió su silla hasta quedar a escasos centímetros de mí. Me quitó la copa y me acercó a mí, sentí su rico aliento antes de besarme, lo hizo lentamente, como solo ella sabía hacerlo. Algunos minutos después nos separamos y esta vez tomó mi mano y continuamos hablando tomadas de la mano.
Al terminar la cena la botella casi estaba vacía, nos la terminamos y nos fuimos, esta vez Jul decidió conducir alegando que yo estaba más ebria que ella, condujo unos minutos, en los semáforos nos dábamos uno que otro beso.
Cuando me di cuenta dónde se estaba estacionado, me espabilé de golpe. Estábamos fuera de su apartamento, en silencio se bajó y me abrió la puerta, bajé del auto dudando si continuar o huir como de costumbre, esta vez no tuve alternativa, me abrazó dulcemente.
—Quédate, prometo que no pasará nada— me susurró al oído.
Nos miramos fijamente unos segundos para después besarnos, no estaba segura si quería que cumpliera su promesa de que no pasara nada.
Desperté abrazada a Julieta, me sentía plena, llena de vida y en calma. Me sentía bien, radiante, incluso me sentía super poderosa, algo en mí se activó que me hacía sentir increíblemente bien. Llena de vida, de fuerza y con un corazón entero.
Me acerqué a Julieta y deposité un beso en su mejilla, aspiré su dulce aroma y ella comenzó a despertar, los rayos del sol apenas entraban por la ventana de su apartamento. Abrió los ojos lentamente y me miró, sonrió y me besó en los labios dulcemente.
Su beso me atrapó por completo, me sentía suya en todo sentido. La sentía mía y merecedora de todo lo bello en la vida.
—Buenos días guapa— Me dijo entre besos.
—Lindo día hermosa— respondí y di un corto beso en su frente.
—Me parece un sueño tenerte aquí— suspiró—Te amo Camila— no me lo esperaba.
—Te amo Jul— respondí instintivamente, lo sentía en serio.—Te amo—la miré a los ojos y comprendí que podía perderme en ellos.
—Me encantas Camila, me haces tan feliz que hasta miedo me da— suspiró nuevamente—me siento completa cuando estoy contigo, me siento llena de vida, quiero gritar, quiero explotar de tantas emociones que tengo en mí al mismo tiempo—.
La abracé y presioné contra mi pecho, la sentía mía, quería detener el tiempo ahí, quedarme en ella, para ella.
Me besó dulcemente, luego introdujo con sumo cuidado su lengua en mi boca, exploró con detenimiento cada rincón de ella, como reconociendo el terreno. Sus dedos jugaban con mi cabello y mi brazo mientras que mis manos se posaron en su cintura, pasamos cerca de una hora besándonos sin decir más, nuestras bocas se entendían sin necesidad de palabras.
—¿Sabes?— me separé un poco para hablar —cuando veo tus ojos, me miro a mí misma, veo mi rostro reflejado en tus pupilas, me siento tuya y me encantaría poder seguir sintiéndome por el resto de mi vida—.
Julieta dejó caer algunas lágrimas sobre mí, ambas estábamos conmocionadas, yo al menos había despertado convencida de los eu debía hacer, había sido una noche mágica.
—Camila, te amo, esto que estamos viviendo es y será para siempre, quiero construir a tu lado mi futuro, te amo— me besó y abrazó.
Al mediodía nos despedimos, ambas debíamos reportarnos a nuestros trabajos, la noche anterior casi no dormimos, pasamos el tiempo platicando y dándonos uno que otro beso y aunque Julieta juró que no pasaría nada, pasó de todo emocionalmente hablando. Comprendí en ese momento que no le entregué mi cuerpo a Julieta esa noche pero sí mi alma. Lo físico imagino vendría después.
Por la tarde pasé por mi hija que al parecer se la había pasado bomba sin mi, quizá estaba madurando mi hermosa bebé. La llevé a casa y puse una película, preparé fruta con yogurt para cenar y mirábamos dibujos animados. De repente tocaron el timbre, era un mensajero con un enorme ramo de rosas, firmé de recibido y sólo vi una tarjeta firmada por Julieta. Esa pequeña acción me hizo el día, la noche y quizá el mes.
Tomé mi teléfono y le escribí a Julieta "Gracias por tu tiempo, tu amor y detalles, bonita noche Jul". A los pocos minutos me respondió y esa noche dormí tranquila, por fin pasé una noche sin miedos, incluso mi mente desechó todo pensamiento de culpa.
Me sentía como adolescente, nadando sobre nubes de algodón.
Algunas semanas pasaron, pero el efecto adolescente seguía, Julieta era muy detallista conmigo, salíamos en ocasiones solas y otras con mi hija, aún no habíamos tenido intimidad pero eso que teníamos era más especial que cualquier aspecto físico.
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