Te odio por hacerme marte tanto (14)
Gracias por sus comentarios. Disculpen fastas ortograficas. Con cariño para mis amados lectores.
La fiesta continuó, pero seguí pensando solo en ella. Y así los días pasaron, me refugié en mi familia, siempre han sido mi mejor compañía. Traté de estar alegre, pues el amor de mi bebe lo tenía, solo la distancia se interponía. Pasé las tardes de esa semana en el negocio familiar, un primo y yo estuvimos compitiendo por quien atraía más clientes, con otro hice competencias de quien soportaba más chocolate sin comer algún otro alimento.
Los días pasaron, un día antes de que Silvia regresara, mis primos y yo compramos chocolates para ella, claro ellos no sabían aún nada de lo mío con ella, pues tres de mis primos estaban enamorados de ella, así que no sabía cómo decirles que esa chica si sería parte de la familia, pero no precisamente por uno de ellos, sino por mí.
La noche buena la pasé con mis dos familias, con la materna y la paterna. Todo fue muy alegre. Muchas fotografías tomé esa noche, y mi niña no se iba de mi mente. Al día siguiente, en navidad como ya era costumbre fui al almuerzo familiar, todos reunidos, chicos corriendo y jugando, mis tías platicando, y claro mi abuelo, mi padre y mis tíos tomando como siempre, lástima que nunca tomo frente a mis padres, si no creo que las cosas se hubieran puesto muy bien.
En pocos días descubrí que estaba perdidamente enamorada de mi mejor amiga, pero eso ya no importaba, solo importaba que la amara tanto como ella a mí. Sólo eso importó. Los prejuicios desaparecieron, claro que la preocupación por la reacción de mis padres siempre estaba ahí, pues aún siendo unos padres muy liberales toda la vida, no sabía hasta qué grado mi orientación sexual iba a afectar mis relaciones familiares.
Ese día mis primos planeaban declararle su amor a Silvia, mi Silvia. Mientras ellos me cuestionaban lo que le gustaba a ella y trataban de saber cómo conquistarla, además era como una especie de reto el que uno de los tres se hiciera su novio. En ese momento recordé que Silvia y yo aún no éramos nada, así que tenía que darme prisa a pedirle que fuera mi novia, pero no sé. No me sentía con el suficiente valor para decírselo.
Por fin 26 de Diciembre, ese día llegaría mi bebe, la persona que hasta esa altura de mi vida era a quien más había amado, sin duda por quién sin dudarlo ni pensarlo dos segundos daría mi vida por verla feliz. Luego de las 5:00 pm comencé a marcar desesperada su número. En espera de que me contestara mi bebe y no su mamá. Y así fue, me contestó la voz más hermosa del planeta.
Silvia: Si?
Claudia: Hola, cómo estás?- dije muy nerviosa, mis rodillas temblaban, mi corazón se aceleró a máximo, y mi cuerpo irradiaba felicidad-
Silvia: bien. Nos fue bien en el viaje
Claudia: que bueno. No sabes cuánto te he extrañado
Silvia: no dejé de pensar en ti, en verdad te extrañé mucho
Claudia: quiero verte, necesito verte.
Silvia: yo también, pero no sé cuándo pueda- en eso escuché la voz de quien menos quería oír-
Mary: Silvia!!! –en verdad estaba enojada- con quién hablas??- maldición es mi suegra, carajo!! La va a regañar-
Silvia: con Claudia!- su voz sonaba segura de sí. Nunca la había escuchado defender algo con tanto coraje.
Mary: le hablaste para avisarle que regresaste??- Silvia no respondía- Eh? Dimelo.
Silvia: no mamá, ella me habñó para desearme feliz Navidad y recordarme que me quiere mucho.
Mary: nos tenemos que ir Silvia, tu padre las quiere ver.
Silvia: ok! Me despido y voy.
Mary: no tardes.
Silvia: amor tengo que colgar- su voz regresó a ser cálida y dulce como siempre lo era conmigo.
Claudia: claro bebé, y disculpa por causarte estos conflictos.
Silvia: No para nada. Tú no me ocasionas nada que no sea amor. Te amo.
Claudia: Te amo mi vida, me muero de ganas de verte, necesito abrazarte, besarte, sentirte mía.
Silvia: mi amor yo también lo deseo con desesperación, ya quiero estar en tus brazos, eso brazos en los que me siento segura y protegida como con nadie más.
Claudia: Te amo bebé. Ahora ve con tu madre, no quiero que tengas problemas.
Silvia: te amo.
Claudia: bye bebé.
Colgué el teléfono y bajé, pues estaba en la planta alta de mi casa, mi padre dormía. Mi madre acababa de irse a la papelería, tomé las llaves de la moto y arranqué lo más rápido posible. Llegué hasta el establecimiento, acomodé la moto, bajé de prisa y saludé a mi madre, subí hasta el tercer piso, encendí mi computadora, comencé a escribir.
Escuchar la música de mi PC me hizo recordar a mi pequeña, no podía más sentía incluso ganas de llorar, marque sin pensar el numero de la casa de su abuela, quien solo vivía a dos cuadras de donde yo me encontraba. Para mi fortuna fue ella quien me respondió. Le pedí que nos viéramos, accedió de inmediato. A los pocos minutos mi madre me avisó que Silvia había llegado, le pedí que la hiciera pasar. Recargué sobre mi escritorio mi cabeza, comencé a llorar para probar su reacción.
Al entrar sé que me miró, me susurró al oído “hola” y me abrazó, pasó sus manos por mi espalda en una caricia muy dulce, después sus manos las pegó a mi cuerpo, me abrazó estando detrás de mí. De inmediato mi cuerpo reaccionó, mi piel se rizó, mis senos se endurecieron y una corriente eléctrica recorrió mi Columba vertebral.
No tardé en girarme, ella me limpió las lágrimas y se abalanzó sobre mí, comenzó a besarme salvajemente. Reaccioné de la misma manera, me incorporé sin dejar de tocarla, mis manos temblaban sobre su ahora muy cálida piel, la tomé de la cintura, pegué su cuerpo lo más que pude al mío, la dejé caer en la cama, solo nuestras bocas estaban unidas durante la caída, después mientras la besaba acaricié sus piernas por encima del entallado pantalón de mezclilla en azul, ella levantó su pierna para que mi mano estuviese más dentro de sus piernas.
Silvia me apretaba contra su pecho, se aferró a mi cuerpo como quien se aferra a una cuerda estando al borde de un precipicio. Su piel blanca tan lisa como la de un bebé, ahora era completamente roja, su cabello lucía mojado, estaba bañada en sudor, su piel húmeda me rizaba la piel, mi lengua jugaba con la mía, peleábamos por penetrar la boca de la otra, su sabor agridulce, como siempre me supo a chocolate.
El sabor de sus labios me enloquecía, no paré de morder sus labios, de vez en cuando mordía su lengua, no sé cómo me pude concentrar en dos cosas, mi mente solo me decía “Silvia”, sólo en ella pensaba. La música era perfecta, “bésame la boca”, un ritmo muy cálido, algo que me hizo encender la pasión y aún más la ternura. Combiné a la perfección los tiempos e intensidad de mis caricias, en ocasiones los besos estaban demasiado apasionados, mi lengua tocaba toda su boca, y de repente paraba los movimientos, bajaba de un solo golpe la intensidad de los besos, y la ternura salía a relucir.
Separé sus piernas, me hinqué entre ellas, mientras Silvia se acomodaba en la cama, se colocó una almohada para estar más cómoda, en ese momento miré su hermoso par de senos perfectamente acomodados debajo de esa blusa entallada. Las ganas de tocarlos fueron más fuertes que yo. Puse mis manos en su vientre y las moví muy lento hasta llegar a sus senos, como primera reacción tuve la fantasía de morderlos, pero solo los acaricié con devoción.
Luego de separarnos, volví a besar sus labios pero esta vez con más ternura. La tomé de la mano y me la llevé. Salimos de casa por otra puerta, ya en la calle la abracé de la cintura y fuimos a comprar una soda. No podía dejar de mirarle, tan dulce, tan tierna e inocente como siempre. Tan mía.
Luego la lleve a casa de su abuela, la dejé a unos cuantos metros, la tomé por última vez de la mano, la abracé y le susurré al oído “te amo”, me separé de su cuerpo, mientras lo hacía lentamente ella me dijo “yo también”. Luego me giré y comencé a caminar. No regresé mi vista.
Al día siguiente, Diciembre 27. Me desperté con la noticia de que una prima de Silvia (sobrina de su padre), había fallecido en las primeras horas de la madrugada de ese día. Me vestí para ir de inmediato al funeral, para mi sorpresa no estaba mi niña. Estuve ahí algunas 4 horas acompañando a la familia. Luego me retiré. Por la tarde fue el entierro. Fui acompañando a Silvia quien iba destrozada. No paraba de llorar y yo sin saber qué hacer.
Cuando terminaron de enterrarla comenzó lo peor, la familia como era lógico no se quería despedir de ella, así que unos amigos y yo decidimos irnos ya que el ambiente era muy doloroso y muy íntimo. De hecho el hermano de la prima de Silvia estuvo a punto de desmayarse, todos con un gran dolor pues era una mujer muy joven.
Estuve abrazando a Silvia sin importarme que al lado mío estuviera Mary, su madre. Eso ahora no importaba, solo importaba darle ánimos a mi pequeña. Al irme abracé muy fuerte a Silvia y besé su mejilla, la dije “te quiero, por favor quiero y necesito que estés tranquila”. Mary se dio cuenta de que su hija estaba muy a gusto en mis brazos, pero no dijo nada.
Me fui a mi casa. Llegué exhausta pues fueron emociones fuertes y sentimientos encontrados. Al día siguiente comenzarían los 9 rosarios en memoria de Lourdes, así que decidí acompañar a mi familia política en esto. Como a eso de las 7 de la noche fui por mi primo Adrián en el auto y fuimos hasta donde sería el acto. Llegamos muy puntuales, demasiado en realidad. Mientras yo abrazaba a Silvia, Adrián coqueteaba con las primas de mi chica, e incluso con ella.
Después de unos minutos Adrián me pidió que lo acompañara al auto, así lo hice y al estar alejados de ellas, me dijo que quería declararle su amor a Silvia. Yo no sabía si reírme por lo inútil que eso sería, o preocuparme, pues ella y yo aun no teníamos compromiso alguno. Le dije que tal vez no era el momento propicio, él decepcionado se subió al auto ante mi negativa de dejar que lo hiciera. Pero el muy tonto se subió con las llaves en la mano y al intentar cerrarlo para que yo no pudiera entrar a calmar los ánimos, hizo sonar la alarma.
Lo peor de todo era que no podíamos desactivarla, el auto no dejaba de sonar, y aunque casi no había gente y el rosario no comenzaba aún sé que no fue algo agradable para la familia. Enseguida mi suegro (bueno casi suegro) llegó y me quitó el control del auto, que antes yo le quité a mi primo cuando abrió la puerta manualmente. Presionó algunos botones y de inmediato hizo callar el auto.
Claudia: Mil gracias. Y perdón por el escándalo –le dije a mi suegrito-
Lalo: De nada- comenzó a caminar hacia Silvia sin darme el control. Silvia en un principio se molestó por el ruido pero los comentarios de su padre la hicieron reír- y recuerda Claudia, solo presiona el botón rojo que dice “ALARMA” y se desactivará el ruido- lo dijo tan sarcástico que de Silvia salió una pequeña risita, a la cual respondí con sacar la lengua como esos emoticones del Messenger, lo hice tratando de seducirla. Luego Lalo me entregó el control.
Mi cara dejaba ver la vergüenza, y en realidad no sabía que me avergonzaba más, si el hecho de haber provocado escándalo o que mi suegro si pudiera apagar la alarma de mi auto sin ningún problema. Silvia se burlaba, luego me tomó de la mano y me alejó de donde estaban mi primo y su sobrina Lourdes, una chica apenas un año más pequeña que mi nena.
Silvia: creo que tu primo quiere con Lula…
Claudia: jajajajaja no para nada… quiere contigo.
Silvia: y le advertiste que pierde su tiempo?? –me dijo en una dulce caricia en la mejilla.
Claudia: nop- me hice la inocente- a caso lo pierde?-dije tan sincera e inocente como pude.
Silvia: pues claro, yo sólo amo a alguien, y ese alguien eres tú.
Claudia: enserio?
Silvia: claro!! –dijo como queriendo decir “soy solo tuya” –lo dudas?
Claudia: no, no. Para nada- ese jueguito comenzaba a gustarme- es solo que…
Silvia: que qué?
Claudia: bueno…
Silvia: habla ya!- hay como me encantaba hacer enojar a esa dulzura de mujer.
Claudia: bueno… tal vez mi primo quiera que cambiemos de pareja- le miré a los ojos, estaba excitada por el comentario pero a la vez muy “enojada”, solo hacía como que lo estaba.
Silvia: ni se te ocurra- soltó mi mano y comenzó a caminar, no la dejé ir muy lejos, pues la tomé de la mano y la jalé muy fuerte de regreso a mí, en el regreso de su cuerpo, este chocó con el mío. De inmediato subí mi brazo y lo pasé por sus hombros, la abracé a mí, y le susurré “te amo” al oído.
Regresamos hasta donde estaban mi Adrián y Lula. Seguimos platicando los cuatro de cosas sin importancia. El rosario comenzó así que guardamos silencio. Al terminar mi primo y yo nos despedimos, íbamos subiendo al auto cuando mi primo se regresa y le dice a Silvia “quieres ser mi novia”, enseguida me bajé del auto, le pedí que no fuera imprudente. Silvia le dijo que no, que en verdad no estaba preparada para una relación, y que no se hiciera más ilusiones. Que además estaba enamorada de alguien más.
Tomé del brazo a mi primo y me lo llevé al auto, le coloqué el cinturón de seguridad y subí para irnos. Conduje hasta casa de mis abuelos, pues como todo Diciembre había cena y ya nos esperaban. Mi primo me pidió que no llegáramos aún. Que nos fuéramos.
Se recostó en el asiento del auto, tomó su PSP y seleccionó la canción a escuchar, tragos de amargo licor. En verdad que estaba loco, decirse enamorado de una chica que sólo miró tres semanas en verano. En fin, lo dejé descargar sus emociones, y mientras paseábamos escuchábamos la canción, de ahí siguieron unas cuantas más de despecho.
Al paso de un rato, mi primo ya estaba muy dormido, así que conduje hasta la casa de nuestros abuelos, donde la cena familiar ya debía ir avanzada, pues nos citaron a las 8:30 pm y eran casi las 10 pm. Claro que el pretexto del rosario nos salvaría, además todo mundo llega tarde a las cenas familiares.
Al llegar toda la familia estaba reunida, fue muy agradable todo. Mis padres y yo nos retiramos a casa como a eso de las 2 am. A la mañana siguiente a eso de las 7:00 me fui de compras, ropa, calzado, y accesorios. Obviamente compré lentes de sol a más no poder, era mi accesorio favorito. Lo que más me gustaba en la vida, lentes de sol. De colores, negros, elegantes, serios, extravagantes, fluorescentes, muy féminos, algunos un poso masculinos. Le compré algunas cosas a Silvia, como unos lentes, una pulsera, y una gargantilla.
Regresé como a eso de las 4:00 pm. De inmediato me comuniqué con mi bebé para vernos. Me dijo que no podía, estaba con su abuela materna. Le supliqué que se escapara y así lo hizo. Al llegar, ni un hola le dije. Tomé sus manos, abracé su cuerpo al mío, pegué su piel con la mía y disfruté ere hermoso aroma que me hacía enloquecer.
Claudia: en definitiva –comencé a hablar entre besos- si no te tengo a mi lado para respirar ese hermoso aroma, creo que moriré. Te estás convirtiendo en mi mayor obsesión.
Silvia: te amo-dijo mientras acariciaba mi cuello.
Claudia: eres simplemente todo lo que a mi vida le hace falta. No quiero separarme de ti. Te amo.
Silvia: yo tampoco mi bebé. Te amo. –se le notaba la tristeza, lo más seguro era que por lo de su prima. Se refugió en mis brazos, me dediqué a solo darle mimos. Acaricié con toda la ternura que en mi existe su espalda y su cabello. Luego levanté un mechón de cabello para besar sus hermosos y rojos labios, introduje mi lengua lo más profundo que me fue posible. Paré en seco y la abracé.
Silvia: amor, me tengo que ir. En verdad tengo poco tiempo.
Claudia: claro mi cielo. Lo entiendo. Te amo princesa, nunca lo olvides.
Silvia: ni tu mi amor, nunca olvides que eres lo más importante en mi vida. Tu eres la fuerza que me mantiene viva, eres quien con sus bromas, caricias, con su ternura, sus enojos, regaños, consejos, con tu apoyo incondicional, ha logrado borrar las heridas de mi alma. Tú y sólo tú eres quién se ha ganado mi corazón a cada instante llenándome de detalles hermosos. Quiero estar siempre a tu lado. Te amo. –mis ojos se llenaron de lágrimas, las cuales contuve al ver que ella empezaba a llorar-
Claudia: mi amor no llores.
Silvia: lloro de felicidad bebe. Nunca pensé que me fueras a amar con esa intensidad.
Claudia: mi niña –la tomé de las manos acariciando con mis dedos los suyos- te amo. Eres lo único que vale la pena en la vida. No sé cuánto tiempo te amaré, pero estoy segura de que si un millón de años me permitieras estar a tu lado, el mismo que te amaría sin dudarlo ni un minuto. Ya no concibo mi vida sin ti. Nunca más quiero separarme de ti. Quiero ser motivo de tus alegrías. Además, mi niña, tú ya has sufrido demasiado, ahora mereces ser feliz, mereces que alguien te ame por completo. Permíteme ser ese alguien.
Silvia: claro que sí. Mi amor soy la mujer más afortunada del mundo, porque te tengo a ti y sé que nadie más me amará como tú, al igual que nadie te amará como yo.
Claudia: te amo- la tomé de la cintura y la pegué a mí. Comencé a besarla con pasión y mucha ternura palmeando su espalda.
No sabía qué hacer, me moría de ganas de pedirle que fuera mi novia, pero ese no era el momento, quería algo especial para alguien tan especial. No sé tal vez unas rosas, una cena, velas, pétalos rojos, globos en forma de corazones con helio, chocolates, música romántica, una serenata, no lo sé tal vez todo junto.
La llevé cerca de la casa de su abuela planeando cómo pedírselo, mientras íbamos de la mano. Con esta mujer se disfruta incluso el silencio, y es que simplemente estando a su lado todo es perfecto, el tema de conversación, el lugar y las circunstancias no importan, lo que importa es el amor.
Regresando a casa no dejaba de pensarla, mientras cenaba con mis padres algo me decían, pero yo solo pensaba en estar con ella, en hacer todo su mundo una fantasía, en ayudarla a descubrir el mundo, en ser su realidad, su única y más hermosa realidad. Deseaba ser su motivo de vida, ser quien la hiciera perder el control de las cosas con solo una caricia. Ser quien le quite el dolor tan solo con un abrazo, ser quien la enamore cada día más con una mirada.
Dormí pensando solo en ella, sus rojos labios, su piel suave y delicada, como la de un bebé. Unos ojos con un gran grado de inocencia, ingenuidad pero sobretodo una mirada que pide a gritos desesperados que la amen, que la hagan feliz, que le enseñen el mundo.
Ahora no tenía dudas, es ella simplemente la mujer que todos quisieran, tanto hombres como mujeres. Porque tiene todo bien balanceado. Físicamente está demás decir que está hecho un bombón. Es sumamente hermosa. Tiene un grado de madurez que para su edad y vivencias es muy alto, además de que es inteligente, sociable, cariñosa, dulce, tierna, sencilla, algo consentida y caprichosa, pero a mí me fascinaría ser quien cumpla sus gustos y caprichos.
Al día siguiente, cuando me levanté tenía ganas de verla, pero sabía que no iba a ser posible, por lo que traté de distraerme, en espera de que pronto acabaran las vacaciones decembrinas para así volver a ver a mi niña, sólo que esta vez en la escuela.
El día transcurrió sin problemas ni acontecimientos muy importantes. Al día siguiente planeaba con la familia la cena familiar, por la tarde fui al rosario en compañía de mi primo, sólo que esta vez no dejé que se acercara a Silvia, de hecho ni yo me acerqué mucho, pues quise poner seriedad en el acto.
Llegó el 31 de diciembre, el último día de este maravilloso año, al menos en este último mes lo había sido. Tan solo con saber que mi princesa me amaba era suficiente para poder decir a ciencia cierta que el año había sido hermoso, ya que todo lo pasé con ella.