Te odio por hacerme amarte tanto (final alterno)
El final que todos querían....
Pasaron los años, demasiados. En los cuales me enamoré algunas veces. Poco a poco Silvia iba quedando fuera de mi vida, y con una u otra pareja en turno, iba cumpliendo mis sueños. A los 18 años me gradué como técnico en informática. Y entré al Tecnológico de Monterrey Campus Zacatecas a la carrera de Mecatrónica.
El fin de semana estudiaba inglés, ya solo me faltaba un año para terminar la licenciatura. Algunos sábados por la noche, me iba de antro con mi novia, otros los pasábamos en casa. Conocí lo que era el sexo, y también hacer el amor. Durante los dos últimos años de mi carrera me fui a vivir a Monterrey Nuevo León, para ahí concluir mis estudios.
Además ingresé al Instituto Regiomontano de Hotelería y Gastronomía. Me gradué a los 23 años, de dos carreras completamente diferentes. Y por suerte fui becada por la Universidad de Cambridge, en Londres Inglaterra, para realizar la maestría en Mecatrónica mientras daba clases de eso en un bachillerato perteneciente a la Universidad.
Conseguí trabajo como asistente del chef por las tardes es un restaurante tradicional inglés, en las mañanas impartía clases a chicos bachilleres, y los sábados realizaba mi maestría. Mis trabajos y la escuela, no me permitían ir seguido a México, por chat charlaba con mi madre, quien se divorció de mi padre y residía en otra ciudad con su pareja. Con mi padre casi no hablaba.
Desde que estuve en Monterrey, me consolidé a mi carrera, y el Londres más, no tenía pareja desde hacía ya 4 años, cuatro años sin besar, sin tocar, sin ser tocada, sin sexo. Algunos fines de semana me conectaba al chat y tenía cyber sexo con “amigas”, pero por supuesto no era lo mismo. Mis amigos, que en su mayoría eran hombres, estaban ocupados con sus trabajos y estudios. Terminé la maestría y entré a dar clases ahora a la Universidad de Cambridge.
Mi sueldo era muy alto, pero no tenía con quien gastarlo, ahorré todo lo que me fue posible. Y reuní una excelente cantidad de millones de libras. Pronto comencé mi propio negocio, un restaurant con comida internacional. Por las tardes atendía sólo lo administrativo de éste. En las mañanas daba clases, y los fines de semana atendía mi negocio, planeaba clases y estudiaba aún más sobre gastronomía europea.
Construí la casa de mis sueños, minimalista, con un terreno de aproximadamente dos hectáreas, a las afueras de Londres. Con seis pisos, elevador, cochera techada para 200 autos, y al aire libre pasa 500, algo pensado en fiestas. Tenía campo de mini golf y un lago, además de tres piscinas para toda la casa, y en cada habitación que daba al balcón había su propia piscina y su jacuzzi. Mi habitación medía unos 300 metros cuadrados, y mi guarda ropa unos 100 metros cuadrados, de hecho, éste último tenía su cafetera y mesa en el centro. Además, mi habitación tenía un enorme jacuzzi, cuatro veces mayor a los convencionales, mi cama fue hecha especialmente, con unas medidas gigantescas, eran como el equivalente a tres camas King Size juntas. Mi pantalla para ver la T.V. medía los 2 metros de alto, estaba a un metro del piso y de ancho algunos 4 metros.
Era la casa de mis sueños, sueños que olvidé con tanto trabajo. Un año después inauguré un restaurant, pero ahora al otro lado del mundo, en los Estados Unidos. Los fines de semana iba a Nueva York en mi avión privado a revisar los administrativo. Recibí la rectoría de la Universidad a mis 27 años. Ahora todo se me complicaba, sí, era demasiado dinero el que tenía, pero no los disfrutaba, sólo trabajaba como loca. Además, compre dos hoteles de la reconocida franquicia Hard Rock, uno en Las Vegas (con casino, bar, antro café y hotel) y el otro, el único de Londres.
Cierto día, regresando de la Universidad, me aproximaba a mi restaurant, cuando una joven se me atravesó en el camino. De inmediato paré y me bajé del auto, un modesto Mini Cooper rojo, que formaba parte de mi colección de más de 23 autos. Estaba inconsciente, la levanté del piso y la subí a mi auto, le llevé al mejor hospital de Londres, de cual estaba a punto de ser socia.
Al llegar se acercaron y de inmediato me brindaron una camilla, rogué a Dios que la chica estuviera bien. Llamé al restaurant para informarles que llegaría tarde. Y esperé que la chica estuviera bien.
Al cabo de unas dos horas, salió el médico que se había llevado a la chica.
-Familiares de la joven atropellada por el Mini Cooper?- Exclamó el médico.
-Sí, dígame- Me acerqué discretamente-
-Usted qué es de la chica?- Preguntó el médico mientras leía un expediente que traía en una tabla pisa papel metálica.
-Soy quien la arrolló por accidente- Le expliqué- Claudia Gómez.
-Bien, mire señorita Gómez, el estado de la chica es grave y no- Me desesperó lo que me decía.
-Explíquese por favor- le pedí.
-Mire, la chica, físicamente se encuentra bien, pero psicológicamente no- Hizo una pausa, tomó aire y continuó- La paciente presenta pérdida de memoria casi total. Y en estos casos, prosigue dar aviso a los familiares-
-Y qué espera?- Casi le grité.
-La paciente no traía consigo sus identificaciones y no sabemos quien es.
-Estoy a punto de ser socio mayoritario de este hospital, estoy a cargo de la rectoría de la Universidad más prestigiada de éste continente, y tal vez del mundo. Me puede decir cómo lo solucionamos sin tener que llamar a la justicia?-
-Mire, sólo hay una manera, usted firma con el hospital hacerse cargo de la paciente hasta su recuperación- Me explicó.
-Y si nunca recupera la memoria?- Reclamé.
-Accede o llamo a la prensa local?- Me presionó.
-Traiga los documentos necesarios para el trámite.
Eso era fatal, ¿qué haría yo con una extraña en mi casa? El médico regresó con la carta compromiso y la firme. La chica salió en silla de ruedas y la subieron a mi auto. La carta decía que cada mes debía llevarla a su chequeo para comprobar que cumpla con lo pactado.
La chica estaba dormida por la anestesia, así que pasé al restaurant y llevé comida a casa, había sido un día fatal y sólo deseaba descansar. Era viernes, llamé a mis familiares en los Estados Unidos y les pedí se hicieran cargo de mis negocios allá, así al menos sería una responsabilidad menos. Les pedí a mis empleados subieran a la chica hasta una habitación en el mismo piso que la mía, y al chofer que lavara mi automóvil. Ya que tenía restos de sangre. Me fui a recostar un rato
La chica despertó y el ama de llaves me informó que deseaba hablar conmigo, el ama de llaves le había contado ya lo sucedido. Fui hasta la habitación y pedí me dejaran estar sola con ella.
-Hello- Le saludé.
-Hello- Su acento no era inglés, supuse que hablaba español.
-Hablas español?- Pregunté.
-Sí, y bueno, sólo un poco de Inglés… o eso creo-
-Mucho gusto, soy Claudia Gómez- Me presenté y le extendí mi mano.
Con el estrés del accidente no pude mirar que hermosa era, piel blanca, ojos negros brillantes y una sonrisa deliciosa.
-No sé cómo me llamo- Dijo apenada y tomó mi mano para saludarme-
-Ése es nuestro primer problema… ¿qué nombre te gusta?- Pregunté amablemente mientras me sentaba a la orilla de la cama a contemplar. Llamaron a la puerta e hice pasar. Era el chofer.
-Disculpe señorita, esto se encontraba en su auto- Extendió la mano y me entregó una cartera- Con permiso.- El mozo se retiró.
Abrí la cartera y miré una identificación que contenía el siguiente dato que me dejó helada…
Nombre: Silvia Anel Hurtado.
Tragué saliva, y miré a la chica… A Silvia.
-¿Pasa algo?- Me preguntó.
-Sí, esta es tu cartera y esta- le mostré la credencial- es una identificación tuya. Te llamas Silvia.
-En verdad?- Preguntó asombrada.
-Pues aquí lo dice, y es tu foto. Además dice que eres de México.-
-Y qué haré ahora?- preguntó asustada.
-Descansar, ha sido un día difícil.- Estaba realmente perdida en mis pensamientos.
-¿Cuando me echarás de tu casa?- Preguntó a punto de llorar.
-Mira, tienes 200 libras en tu cartera, pasaporte, permiso de estadía en el país y esa identificación que traes en las manos. No pienso echarte y además tengo un compromiso con el hospital. Descansa ya mañana hablaremos.
-Gracias- Me dijo limpiándose las lágrimas que salieron de sus hermosos ojos.
-Dulces sueños- Salí de la habitación y me fui a la mía.
Me recosté sobre mi cama, no podía creerlo, habían pasado trece años desde que no cruzaba palabras con ella, y ahora, la tenía a unos metros, tratando de dormir, indefensa y sin nadie más a con quien estar. Pero ¿qué haría?, ¿cómo le iba a explicar quién fui en su vida?, ¿cómo le explicaría que la conozco?... Me dormí sin dejar de pensar en eso.
Al despertar fui a su habitación a buscarla, la habitación estaba impecable, por un momento pensé que se había ido. Bajé de inmediato por las escaleras, creí que sería lento el elevador. Al llegar a la cocina, me encontré con sus hermosos ojos, que hicieron mis pensamientos pedazos, y sólo me dediqué a mirarla.
-Hola, buen día. Espero que no te moleste que haya querido cocinar- Me explicaba.
-Hola- dije nerviosa- No, para nada. Me da gusto que lo hagas-
-Tienes una cocina muy hermosa, además de muy grande y con todo lo necesario para preparar cualquier banquete- Me decía emocionada-
-Soy chef- Le dije sonriendo y muy orgullosa de ello –Y me encanta mi cocina- Dije riendo.
-Bueno, siéntate al comedor, en un momento llevo la comida- sonreía amablemente.
-Para nada, te ayudo- Me ofrecí.
-No, en verdad no es necesario, déjame regresarte un poco de esto- servía en unos platos cuadrados algo, que no alcancé a mirar.
-Gracias- Me fui a sentar a la mesa del comedor en espera de mi desayuno.
Silvia llegó con una charola con los platos ya servidos y una jarra de zumo de naranja natural. Preparó unos deliciosos chilaquiles, comida típica en México, una delicia de la cual no disfrutaba tan seguido.
-Espero que te guste, es un platillo mexicano- Me explicaba mientras servía el jugo en los vasos.
-Pero qué te pasa?- Dije entre risas- los chilaquiles son deliciosos- Le sonreí
-Bueno, si eres chef me imagino que conoces la gastronomía mexicana-
-La conozco a la perfección, y no por ser chef, sino porque soy nacida en México y residida allá hasta mis 23 años- Le comenté mientras saboreaba los chilaquiles.
-Mira que bien, bueno creo que yo soy mexicana pues se me esas recetas jijiji- Me dijo emocionada.
Ese día fuimos a comprarle ropa, de todo tipo, y aunque estaba empeñada en que no gastara, no hice caso a sus sugerencias. Los días pasaron, y mis “amistad” con Silvia crecía y crecía. Por las noches mirábamos películas en mi habitación y luego ella se iba a la suya. Todo fluía como comúnmente, los fines de semana jugábamos en la piscina, íbamos de antro, le presentaba personas, hice que tuviera una vida social amplia.
Dejé la rectoría de la Universidad a un amigo mío, sabía que él lo haría muy bien, y además yo tendría más tiempo para dedicarle a mis negocios y a Silvia. Ella me ayudaba a organizar lo contable de mis negocios mientras yo planeaba la apertura de nuevos hoteles, cafeterías y restaurantes. Le regalé un automóvil, un Porsche 911 turbo, en color rojo. Y la enseñé a conducir.
Un día fuimos a un bar, quería conocer esa franquicia para ver si era buena opción comprarla, era un bar promocional de la cerveza alemana Heineken, bar lésbico. Llevaba a Silvia abrazada, como se abraza a una amiga, o a una hermana. Nos sentamos cerca de la pista y pedí Whisky para las dos. Luego de varios tragos, Silvia me pidió que bailara con ella, comenzamos a perrear con un reggaetón delicioso.
Mi temperatura se elevó demasiado, cada vez la sentía más cerca y sus movimientos eran más marcados. Hubo un momento en que se agachó y pegó su trasero a mí, algo que me hizo estremecer, luego llegó el turno de que yo estuviera delante de ella, y no resistí más, la calentura que traía me hizo perder el control, tomé sus manos y las puse en mis senos, la hice que los masajeara con devoción mientras yo disfrutaba de sentirla cerca de mí.
Cada vez era más intenso su contacto con mi trasero, me abrazó tomándome sólo de los senos y me pegó a ella, sentí su respiración agitada en mi cuello y al oído me dijo “agáchate, necesito sentirte”, de inmediato lo hice y de golpe llevó mi trasero a su sexo, parecía que ahí mismo me estaba penetrando. Eso me puso s mil la excitación. No quería incorporarme, era una delicia sentirla hacer eso. Comenzó una canción muy tranquila, comenzamos a bailar muy pegaditas una de la otra. Eran cerca de las cuatro de la mañana, me la llevé a la mesa, y pedí al mesero nos diera una mesa más apartada.
Nos fuimos para allá y yo ya no me resistí, mientras caminábamos me pegué a ella, la abracé por detrás y besaba su cuello. Nos sentamos, me senté a su lado, era una de esas mesas con un sillón curvo para sentarse alrededor de la mesa. Me pegué a ella y mientras tomaba su whisky le metí una mano entre las piernas, dejó el vaso en la mesa y me tomó del cuello, comenzó a besarme.
Introduje mi lengua lo más tranquila que la excitación me lo permitía. Jugué con su lengua por su boca, mi mano seguía luchando contra una de las suyas para llegar a su sexo. Recordé nuestros momentos de juventud, como peleábamos porque yo quería masturbarla y ella tenía miedo. Y ahora, años más tarde era ella quien no ponía resistencia alguna.
Las ganas eran ya incontrolables, le susurré al oído “vamos a otro lugar”, y la llevé a un departamento que compre para ella y que pensaba regalárselo en sólo dos semanas, el 3 de noviembre, pues sería su cumpleaños, aunque ella no lo sabía. Le entregué las llaves y le pedí que lo aceptara, era sólo en agradecimiento a su ayuda en mis negocios. Me dio un fugaz beso y tomó mis manos entre las suyas, las llevó hasta su cintura y caminamos muy juntitas, cada pasa sentía sus nalgas más pegadas a mí. Besé su cuello y la conduje a la habitación, la llevé hasta la cama y la tumbé ahí, me hizo subir sobre ella.
-Hazme el amor- Me dijo abrazándome con desesperación- Quiero ser tuya, desde hace mucho lo deseo-
Besé su cuello, luego di un beso cálido en su frente, quería ser tierna pero no podía, era un gran deseo contenido, y habían sido casi cinco años sin sexo. Bajé su pantalón y lo aventé así como sus tenis. La dejé sólo en tanga, una tanga negra muy bonita que a capricho mío se compró. Levanté su blusa y se la quité por completo, masajee sus senos sobre el brassiere, luego lo desabroché y lo eché a volar.
Silvia y yo reíamos, reíamos de nervios, de placer, de excitación, de todas esas emociones que sólo juntas sentíamos. Coloqué mis piernas separadas una a cada lado de su cuerpo, besé su boca muy apasionadamente y continué por su cuello, bajé por su pecho hasta llegar a uno de sus pezones, el cual succioné con gran empeño. Bajé una mano a su sexo y le di un masaje sobre la tanga, que para ese entonces ya estaba empapada en fluidos.
Metí mi mano a su tanga y empecé a acariciar su vello púbico mojado en fluidos vaginales, con un dedo la masturbé muy rico, sus gemidos no se hicieron esperar. No aguanté más y penetré con dos dedos du vagina.
NO sabía si era virgen, y eso me daba algo de miedo, pero la excitación fue demasiada. Seguí penetrando su vagina, y succionando sus senos, alternando uno y otro en mi boca. Mi vagina estaba empapada de ganas. Bajé besando su cuello y saqué mis dedos de su resbalosa vagina.
-Nooooo!!!!, no los saques por favor!!!- me gritó desesperada-
-Tranquila mi amor- Traté de calmarla.
Llegué a su sexo y comencé a succionar su clítoris, Silvia dio GRITOS de placer que me estremecieron. Succioné, chupé y mordí su clítoris. Estaba delicioso, era un manjar. Luego penetré con mi lengua en su vagina,. Hice que tuviera un delicioso orgasmo y se viniera en mi boca, comí lo más rápido que pude sus fluidos. Silvia gritó como nunca.
Luego me coloqué un arnés con un gran pene de plástico y comencé a penetrarla, lo que temí fue cierto, era virgen. Lo hice lento y delicado, para que lo disfrutara, salieron algunas lágrimas de sus ojos pero un rato después, gritaba desesperada de placer, gemía y suplicaba más.
Le hice el amor una y otra vez, como hacía tiempo lo deseaba… El tiempo se detuvo esa noche, esa noche que deseaba nunca terminara. Cuando por fin terminé y la dejé extasiada, me hizo el amor deliciosamente, me penetró de mil formas, en demasiadas posiciones, estuvimos así cerca de dos horas, dos hermosas horas en las que ella tuvo cerca de 7 orgasmos y yo sólo uno, retuve mi orgasmo muy bien, porque sabía que después del primero sólo tardaría segundos para tener otro y otro.
Nos olvidaos de todo, de quien era ella, de quien era yo. Nos dedicamos sólo a disfrutar del placer que producía el que nuestros cuerpos estuvieran juntos. Se entendían de maravilla, como dos engranes que fueron hechos para estar juntos, así nuestros cuerpos… Nos quedamos profundamente dormidas, eran cerca de las 7 de la mañana. La abracé y dormimos cobijadas sólo por una sábana, el calor de nuestros cuerpos así lo pedía.
Desperté a eso del mediodía, aun algo cansada pero muy satisfecha. Me deslicé y libré de sus brazos y me puse poca ropa, sólo para cubrirme un poco. Preparé a lo rápido una pasta, la serví en un solo plato y preparé dos limonadas minerales. Lo llevé a la habitación en una charola y la dejé sobre una mesita, me recosté a su lado y la abracé, comencé a besar sus labios tiernamente hasta que despertó.
Desayunamos abrazadas en la cama, comimos del mismo plato, dándonos una a la otra, al terminar coloqué la charola en la mesita y abracé Silvia, suspiré algunas veces, estuvimos sin hablar un rato.
-Estoy enamorada de ti- Me dijo temblando mientras acariciaba mi brazo sobre su vientre.
-Yo también, te amo- le dije al oído.
-Claudia yo no sé quién soy yo, pero sí sé que quiero estar a tu lado- Sonaba muy seria.
-Tengo que decirte algo- La separé de mí y me levanté de la cama- Cuando tenía 12 años conocí a una niña muy linda, que en un principio fingí odiar pero en realidad me fascinaba, día a día esa niña se iba metiendo en mi corazón, y así cuando menos lo esperé ya la amaba, comenzamos a ser novias, en verdad nos amábamos. –
-Y ¿qué pasó Clau?- Pregunto mientras se acercaba a mí
La vida nos hizo una mala jugada- Unas lágrimas salieron de mis ojos- Una tarde de verano, después de varios conflictos con su familia su madre le prohibió definitivamente hablarme, y llevaba guarda espaldas a la escuela, no pude soportar verla sufrir, porque ni al baño podía ir sola.
-Y ¿luego?- Me preguntó mientras me abrazaba y me dio un beso en la mejilla .
-Fui a hablar con su madre y quedamos en un trato, yo me alejaría de su hija, pero a ella la dejaría en paz. Me dijo que por su parte haría lo posible para que su hija me olvidara para siempre.
-Y ¿cómo te alejaste de ella?- Se entristeció conmigo
-Como todos los días fui a buscarla a su clase de baile, y me la llevé en mi moto, le dije que la había utilizado, que nunca la amé, que era sólo un juego para mí, cada palabra que pronunciaba me dolía en el alma- Silvia lloraba conmigo.
-¿Aún la amas?- Me dijo limpiándose las lágrimas.
-Sí, con toda el alma- Tomé una de sus manos y la acaricié mientras hablé – La dejé ahí llorando, hice que me odiara profundamente.
-Y por qué no la buscas Clau?- Me decía triste.
-Cuando algo es para ti, no importa el tiempo, la distancia ni las circunstancias, simplemente regresa a tu lado- Hice una pausa, tomé aire y continué – Esa niña, que era tan sólo 11 meses más pequeña que yo, se llama Silvia- Silvia levantó la mirada y me miró asombrada –Se llama Silvia y eres tú- Silvia se echó a llorar a mis brazos.
-Entonces es cierto- Sollozaba en mis brazos –La chava que he soñado en los últimos días si eres tú, mi Claudia- Llorábamos juntas.
-Te amo- Le dije entre llanto, te amo.
-Y yo a ti mi bebé- Me besó tiernamente.
Pasaron los meses y su recuperación se dio, Silvia casi recordaba toda su vida, recordó que era Arquitecto, y como era lógico, quería ejercer su profesión. Regresamos a México, visitamos primero a mi madre, y luego a su familia, Silvia me presentó como su pareja, la familia de Silvia no le dio importancia a su sexualidad, había pasado un año desde que se fue en busca del amor de su vida a Londres, mi madre le dijo que ahí vivía. Cosa que supe hasta que Mary lo dijo.
-Mamá me reencontré con Claudia, y quiero estar con ella, es ella la persona a la que amo, a quien amor con toda mi alma, quiero estar con ella y no me importa nada más, tenemos una vida y construida en Londres, sólo vine por mis documentos porque a partir de mi regreso me encargaré de la arquitectura de todo lo que haga mi Clau, Claudia tiene muchos negocios, y aún proyector por construir, y seré yo el arquitecto que lo diseñe- Silvia por primera habló como toda una mujer que defiende lo que hace.
-Está bien, si es tu decisión yo no la puedo cambiar-
-Exacto mamá, no la puedes cambiar, y creo que han sido demasiadas emociones para todos hoy, así que nos vamos- Me tomó de la mano y tomo todos sus documentos.
-¿A dónde van?- preguntó Mary.
-A un hotel, no quiero que pasemos más tiempo aquí, por hoy ya fueron demasiadas emociones, que tengan buen día- Hablé de frente y esta vez sin ningún miedo a mi suegra.
Salimos de la casa de Mary y nos fuimos a un hotel, nos dimos una ducha en el jacuzzi y luego hicimos el amor. Nos quedamos profundamente dormidas.
Pasaron los días y poco a poco Mary iba aceptándome, hasta que la confianza volvió a ser la misma que hacía años. Por su parte, mi mamá respetó mi decisión de estar con Silvia.
Seis meses después le pedí matrimonio, y nos casamos antes de que yo cumpliera los 30, nos casamos en Buenos Aires, y nos fuimos de luna de miel a pasear tres meses por el mundo, estuvimos en Verona, Italia. Paseamos por París, fuimos a Río de Janeiro, y a Canadá. Fueron tres meses que dejé mi trabajo, los negocios y todo en manos de mi familia, me dediqué a reponer el tiempo que no estuve con mi niña, que ahora ya era mi mujer.
10 AÑOS DESPUÉS…
Silvia y yo llevamos 10 años de matrimonio, estoy por cumplir los 40, tenemos dos hijos, Fernanda de 7 años, y Gabriel de 5. Somos una familia muy unida. Sigo trabajando en mis negocios, mi mujer por su parte, sí, mi mujer, tiene un consorcio de arquitectos y además me ayuda con los negocios.
Vivimos donde mismo, pero de vez en cuando nos damos nuestras escapaditas a su departamento, dejamos a los niños con mi mamá, quien vive en Londres con su pareja. Hacemos el amor una y otra vez en ese lugar, en ese lugar en el que fue mí por primera vez.
Cada mañana la despierto con besos, nos duchamos juntas y llevamos a nuestros hijos juntas, luego cada quién se va a su trabajo. Algunas veces teníamos ciertos problemas, algo de celos nos ponía mal. Pero es algo que no ´podíamos evitar, teníamos que pelear en algún momento, claro que lo mejor de esto fueron las reconciliaciones.
Gracias a todos, es así como doy por concluido éste capítulo en mi vida, espero que les haya agradado el final alterno NO VERIDICO que tuvo, fue lo mejor que pude hacer, con cariño para ustedes.
Un agradecimiento muy especial para la niña que ahora es una de las razones más fuertes de mi vida, Yuri.