Te odio por hacerme amarte tanto (16)

Gracias por sus comentarios. Mil disculpas por la tardanza, el próximo capítulo será el final. Perdón por faltas ortográficas. Gracias por comentarios y valoraciones, espero que sea de su agrado. Un beso, atte. Clauxs

Al llegar a la escuela les informamos a nuestras amigas más cercanas de nuestra relación, pocos días después el profesor de historia nos dejó un trabajo en equipo, para el cual nos reunimos todas las amigas, pero se fueron porque Silvia y yo nos encerramos en mi habitación.

La besé sin medida, acaricie cada parte de su cuerpo, pasé las manos por encima de sus senos haciéndola estremecer, la toqué cada vez más.

Un martes al salir de clases íbamos de la mano sin preocuparnos del qué dirán, como siempre. Nuestras amigas caminaban a unos 3 metros de nosotras y mi niña y yo jugábamos y bromeábamos mientras caminábamos.

Claudia: Sabías que te amo princesa?

Silvia: sabías que yo más?- me dijo apretando mi mano

Claudia: Bebé yo te amo más…- me encantaba pelear con esa dulce mujer.

Silvia: Me fascina ser tu novia…

Claudia: A mí igual princesa, sólo que no me gustó cómo empezamos a andar…

Silvia: Porqué bebé?

Claudia: Es que me hubiese gustado que te lo dijera yo en persona, con algún detalle romántico

Silvia: Lo sé mi cielo, pero de cualquier forma me fascina ser  “tu” novia- hizo énfasis en “tu”, la sentí completamente mía.

Claudia: te amo peque

Silvia: yo más mi vida

Pasamos unas horas juntas ese día, todo era felicidad.

Pasaban los días y eran menos las oportunidades de vernos, pues su mamá no me quería cerca de ella. El día 2 de cada mes le llevaba un peluche como regalo por un mes más de relación. Recuerdo que en una ocasión llegué a la escuela con un sobre de más de un metro de ancho y como 40 centímetros de largo. Dentro de él una carta en un papel enorme donde le decía el inmenso amor que me hacía sentir.

En algunas tardes nos reuníamos en casa de Yessenia a “hacer tareas”, mientras Silvia y Yessenia las hacían yo abrazaba y besaba a mi princesa, en ocasiones no aguantábamos más y nos encerrábamos en la habitación de Yessenia a besarnos y acariciarnos, siempre con esa mágica tensión sexual.

En ocasiones me marcaba al móvil diciéndome que su madre no estaba que si por favor iba porque la dejaba encerrada en casa para que no pudiera estar conmigo, a pesar de eso siempre estuve con ella, por un hueco de la ventana nos tomábamos de la mano y pasábamos horas platicando hasta que se acercaba la hora de irme pues su madre llegaría.

Silvia y yo siempre jugábamos sexualmente demasiado, incluso en clases tratábamos de excitarnos una a la otra, recuerdo una ocasión en clase de historia, serían dos horas de clase, y como siempre el maestro estaría distraído. Silvia tomó lugar detrás de mí, mientras los demás compañeros se reunían en grandes grupos para resolver los ejercicios.

En lo que Yessenia y Monse buscaban información Silvia me hablaba al oído y por mensajes escritos en pequeños trozos de papel me decía lo que deseaba hacerme, llegó hasta tal grado que les pedí a mis amigas que uniéramos nuestras bancas para estar en círculo las chicas del equipo, puse el chaleco del uniforme y un poco de más ropa para que nos cubriera, coloqué mi mano en la entrepierna de Silvia, y estando en clases subí hasta su sexo dejándola sin habla.

En la siguiente hora teníamos taller, haríamos un delicioso pastel, pero tomé de la mano a Silvia y me la llevé al refrigerador industrial que estaba apagado, estaba completamente oscuro, y para no levantar sospechas invitamos a Yessenia a quien le pedimos que se colocara audífonos y jugara con mi celular.

Mientras tanto Silvia y yo nos besábamos, yo estaba desesperada por tenerla, por poseerla. La cargué y la hice recargar en la pared, con sus piernas separadas una de cada lado de mi cuerpo y mis manos en sus nalgas comenzamos a movernos con desesperación.

Silvia: Bebé!!! Ahhhh!!

Claudia: shhh!! Amor tranquila- le susurré al oído –No hagas ruido bebé…

Silvia: No te gusta que gima??- me lo dijo tan sensual que sentí mi entrepierna mojarse.

Claudia: Mi amor claro que me gusta, me fascina… Tú sabes que eso me excita demasiado mi amor- la bajé al piso pero seguía recargada en la pared, mientras mi novia subía los brazos a mi cuello yo pasaba por sus senos mis manos y besaba su cara- No quiero  que hagas ruido porque nos pueden escuchar

Silvia: está bien amor, tienes razón mi cielo- besó mi mejilla, un beso muy mojado, como me gustan, simplemente perfecto- Pero no pares bebé- Tomó mis manos y las dirigió a su cintura, las hizo pasar por sus glúteos y ahí las dejó- Quiero que continúes mi amor…

Seguí besando su cuerpo, acariciando su piel y disfrutando de su delicioso aroma. Al salir de ahí nuestras amigas se reían sin parar.

Claudia: ¿Qué pasa?

Monse: ¿Cómo que qué pasa?; ¿A caso no te das cuenta de que están súper rojas?

Jessica: Y además se ven muy calientes- hasta ese momento me percaté de que era cierto, sudábamos sin parar, nuestras respiraciones estaban muy alteradas.

Nos echamos a reír un buen rato, mientras entre bromas nos acusaban de calenturientas Silvia y yo sólo nos mirábamos, aún con deseos de besarnos y acariciarnos. Al salir de clases como siempre nos encaminamos a mi casa, que estaba a sólo cinco cuadras de la escuela, pero en el trayecto mientras íbamos de la mano miré que se aproximaba su madre hacia nosotras. Paré en seco, con mi brazo hice que Silvia que quedara detrás de mi.

Mary: Claudia quítate- hizo el intento por jalarla del brazo.

Claudia: No, no permitiré que le hagas algo.

Mary: Contigo no tengo que discutir eso, Silvia es mi hija y yo decido lo que hago con ella.

Claudia: No mientras yo pueda impedirlo, te lo advierto no la toques.

Mary: Tú eres la que no debe tocarla, aléjate de ella.

Claudia: No, no lo haré… La quiero y ella a mí.

Mary: Silvia vete a la casa, necesito hablar con Claudia- me giré para ver la reacción de Silvia y fue ahí que me percaté que estaba llorando.

Claudia: No dejaré que te la lleves

Mary: Jajajajajajajajajajajajajajajaja Tú me vas a impedir llevarme a mi hija?- se burlaba de mí- Creo que aún no me conoces Claudita… Entiéndelo ella es mi hija y mientras sea menor yo decido sobre su vida y lo que le conviene

Claudia: Y según tú qué le conviene?

Mary: Un chico bueno, rico, educado y que la ame.

Claudia: Entiende que Silvia no quiere un hombre a su lado, me quiere a mí, me ama a mí…

Mary: No pienso discutir eso contigo, Silvia vámonos- la tomó del brazo y comenzó a caminar jaloneándola-

Claudia: ¿No te das cuenta? No quiere irse, quiere estar conmigo…

Mary: Mira Claudia ya deja de molestar a mi hija, ella no quiere estar contigo.

La mirada de Silvia reflejaba miedo a su madre, dejé las cosas así pues no quise causarle problemas a mi princesa, regresé a casa, pasé la tarde llorando. Días después me contó que no dejaba de reprocharle el estar conmigo, le decía que nunca la quise y le hablaba mal de mí, yo solo abrazaba a mi niña y le decía que no le creyera, que ella mentía sólo para separarnos.

Pasados algunos días, Silvia y yo planeábamos la primera vez que estuviéramos juntas, mientras comíamos una pizza en forma de Mickey Mouse que llevé esa tarde a casa de Yessenia. Nos besábamos y abrazábamos sin parar, cada día eran más fuertes las ganas de hacer el amor.

Algunos días después estando en mi casa llegó mi princesa, el día había llegado, el día en que por fin no íbamos a pertenecer. Estaba muy nerviosa, no sabía qué hacer, cómo empezar, qué decir…

Silvia: Relájate mi vida, todo va  a estar bien…

Claudia: Lo sé mi amor- la besé fugazmente en los labios- Lo sé bebé.

Silvia: Sabes? Tengo miedo…- dijo avergonzada.

Claudia: Mi cielo podemos esperar más tiempo si aún no estás lista- dulcemente le susurré al oído- A mí sólo me importa estar a tu lado mi amor…

Silvia: Claudia te amo, te amo como a nadie, como nunca he amado y como nunca amaré y sé que tú a mí, pero tengo miedo de decepcionarte, de que mi cuerpo, mis caricias y mi cuerpo no te den la satisfacción y el placer que deseas mi amor….- Mi princesa estaba casi a punto de llorar, la tomé entre mis brazos, besé su frente y traté de hablar lo más dulce posible.

Claudia: Mi princesita hermosa, yo te amo y para mí el sexo no es importante, ya te lo he dicho bebé, tú y yo hacemos el amor en cada acción que realizamos, eso es hacerte el amor mi cielo, el besarte con toda la ternura inmensa que me causas, el poder abrazarte y transmitirte todo mi amor en un abrazo, en una dulce caricia, mi vida el sexo no es importante, me importa el amor con que realizamos cada acción, cada segundo que paso a tu lado siento que te hago el amor, porque hacer el amor contigo es poder pasar un atardecer tomada de tu mano, o caminar juntas bajo la lluvia, es poder ver un amanecer en tus brazos, princesa no me importa nada más que tenerte a mi lado.

Silvia: Te amo- me besó, esta vez se aferró a mi boca y yo a la suya, traté de ser delicada y dulce, la pasión se esfumó de mí, sólo quedaba ternura, esa ternura que sólo esa mujer me hacía sentir, sólo mi mujer la provocaba.

Claudia: te amo bebé.- La tomé de la mano y me la llevé a la sala de mi casa, nos sentamos juntas, la abracé fuertemente, la recargué a mi pecho mientras besaba su frente. –Siempre voy a estar para ti mi vida, siempre. Siempre seré para ti, sólo para ti. Silvia te amo, no sé de qué otra forma decirte esto- mi voz se quebró y mi garganta tenía un gran nudo, mis lagrimas descendían poco a poco por mis mejillas- Eres la mujer de mi vida, eres mi mejor amiga, mi amante, mi confidente, mi maestra, la persona más especial que existe, la mujer que sin decir un apalabra me dice todo, quien despierta en mí una gran ternura, eres lo mejor que tengo Silvia, mí Silvia. No quiero separarme de ti, me moriría si te vas de mi lado.

Silvia: No mi amor, no digas eso…- Secó con sus deditos mis lágrimas- Yo nunca me alejaría de ti, nunca mi amor, nunca mi Clau. No podría estar lejos de ti, te necesito para vivir, necesito tus besos para poder respirar, necesito de tus caricias para poder dormir, necesito de tus bromas para ser feliz, necesito tu piel con la mía, fusionándose para ser sólo una.

Claudia: Pase lo que pase princesa, recuerda que te amo, te amo y nunca dejaré de amarte, nunca mi cielo. Porque esto que me haces sentir, nadie más lo ha hecho ni lo hará, porque el lugar que tu ocupas en mi corazón está y estará intacto por siempre. Te amo princesa, te amo.

La amaba y se lo decía de corazón, no deseaba hacerla mía, eso con el tiempo se daría, lo más importante ahora era demostrarle mi amor sin necesidad de sexo, demostrarle que puede más mi amor, la dulzura y la ternura que el deseo, que aunque también era demasiado fuerte, era más mi interés por su comodidad que por mi placer.

Así pasamos la tarde, abrazadas y recostadas en el sofá. Escuchando música mientras nos besábamos y planeábamos una vida juntas. Silvia quería que tuviéramos dos bebés, un niño y una nena, pero claro por llevarle la contraria hago todo.

Claudia: Ah! No. Yo quiero tener cuatro bebés…

Silvia: mi amor- dijo riendo- pero cuatro es mucho….

Claudia: Ah! Pues si no me das cuatro hijos me iré a buscar quien me quiera dar los hijos que deseo- me hacía la enojada, sabía que iba a terminar cediendo.

Silvia: ayyyy!! Porqué te amo tanto eh?- me dio un beso fugaz- cuatro, ocho, diez o los que quieras mi vida, los hijos que quieras tener mi amor…

Claudia: wiii pero con cuatro está bien

Silvia: pero tengo una condición mi cielo

Claudia: Cuál mi amor??

Silvia: Que cuidemos de ellos juntas

Claudia: Claro que sí princesa, cuidaremos de ellos juntas, los educaremos juntas, porque formaremos una familia, una hermosa familia.

Silvia: Te amo Clau, mi Claudia.

Claudia: Y yo a ti princesa.

Nos besamos nuevamente, tierno como siempre, dulce y apasionado a la vez, los besos de esta mujer me hacen enloquecer.

Silvia: Pero no quiero tener bebés pronto eh…

Claudia: ah no?- su mirada era pícara- y entonces?- me hice la inocente

Silvia: primero quiero disfrutarte, disfrutar de tu piel, disfrutar tu cuerpo, quiero hacerte el amor todas las madrugadas sin que haya interrupciones…

Claudia: En eso tienes toda la razón mi vida, yo quiero raptarte del trabajo y llevarte al cine, a pasear, ir al parque de tu mano, besarte a cada instante, tratarte como te lo mereces mi amor, como una reina, una hermosa reina que reina en mi corazón.

Silvia: Sí mi esposa que me muero de ganas de que nos casemos,…- ahí se me ocurrió algo para sorprenderla-

Claudia: Princesa, espera un momento, necesito traer algo- le di un beso fugaz y fui a mi habitación.

Silvia: Ok mi cielo- me dijo. Como todo estaba planeado para hacer el amor, había rosas para deleite de mi princesa, así que tomé tres de ellas y bajé rápido hasta donde ella.

Claudia: Listo preciosa- las rosas las traía en las manos, y éstas cruzadas detrás de mí.

Silvia: ¿Qué pasa amor?

Claudia: Silvia- Me hinqué en el piso de la sala mientras Silvia se acercaba a mí, aún sentada en el sofá- Te amo princesa, te amo más de lo que te imaginas- junto a las flores traía un anillo que días antes compré para ella- Silvia Anel ¿Quieres casarte conmigo?- Al instante saqué las flores y el anillo, comencé a colocarlo en su dedo, pues conocía la respuesta. Mi princesa empezó a llorar de alegría.

Silvia: Te amo, y claro que quiero casarme contigo, quiero ser tu esposa- Mi  princesa estaba como una niña pequeña con juguete nuevo, irradiaba felicidad, por mi parte sólo reía de la manera en que retozaba de alegría.

Se llegó el peor momento del día, la despedida. La tuve que acompañar a su casa, y no es que me pesara pero prefería que se quedara a dormir conmigo, aunque sé que aún no era posible.

Los días pasaron, y con el paso del tiempo nuestro amor se hacía más fuerte y sólido.