Te odio por hacerme amarte tanto (15)
...Metí mi mano bajo su pantalón y busqué la entrada a su vagina, toda su ropa interior estaba hecha un mar de fluidos, solo bastó que pasara mis dedos por encima de sus labios hundiendo levemente uno de ellos para que Silvia se contrajera y se viniera en un orgasmo increíble...
Esa noche, subí a mi auto para ir a dar un pequeño paseo. Eran las diez de la noche en punto y mis padres estaban en su habitación, me pidieron que a las once fuera por ellos para irnos a la cena familiar, así que salí de casa sin preocupación alguna. Conecté mi MP3 al estéreo del auto, y comencé a conducir como siempre sin rumbo alguno. Cuando llevaba apenas unos 2 minutos de trayectoria a una velocidad sumamente lenta a causa de la fecha, pues había personas ebrias en la calle y quise evitar accidentes.
De repente frené a tal grado que mi MP3 que iba en la plaza del copiloto se cayó hasta el piso del auto, no me importó pues miré la imagen más hermosa de mi vida, era mi niña, vestía un jean de mezclilla en azul que estaba demasiado entallado, eso hacía notar sus bien formadas piernas, además de un saco en negro, perfectamente ajustado a su cuerpo, con un cinturón debajo del pecho que hacía relucir éste.
La hermosura de mujer que me observaba lucía aún un poco triste, iba acompañada de su sobrina Lula, que iba de igual manera con un jean en mezclilla, botas y un saco color vino. Las dos iban con el cabello suelto. Bajé el cristal del lado del copiloto, y les pregunté a dónde se dirigían.
Claudia: Hola –dije con una gran sonrisa- ¿a dónde vamos?
Silvia: Hola- en su cara se dibujó una gran sonrisa-
Lula: pues a recargar tiempo aire… ¿Y tú?
Claudia: no tengo a donde. Simplemente iba a pasear un poco y despejar mi mente para luego ir a la cena familiar.
Silvia: si nosotras también vamos a ir a la cena familiar, pero ahora necesitamos ir a recargar el celular de Lula.
Claudia: ok. Bueno que les vaya bien.
Silvia: ¿Te vas?- su semblante fue triste nuevamente
Claudia: es que estoy en medio de la calle, con el auto encendido y aun que no hay autos atrás pues quiero prever un accidente.
Lula: tengo una idea-dijo con cara como de niña que quiere hacer cosas prohibidas- Silvia tu ve con Claudia a pasear y yo voy a recargar y a buscar a… alguien-dijo sonriendo hacia el otro lado de la calle.
Claudia: por mi está bien –estaba más que bien- ¿Vamos?
Lula: en una hora nos vemos.
Silvia: Lula ¿vas con tu novio?
Lula. Si –dijo cruzando la calle- adiós.
Claudia: ¿Nos vamos?
Silvia: No.
Claudia: ¿qué?- pregunté desconcertada.
Silvia: no me vas a abrir la puerta?
Claudia: Silvia hay autos atrás, debo circular rápido.
Silvia: ahh osea que no me vas a abrir la puerta?
Claudia: mi amor…
Silvia: ahora si soy tu amor??
Claudia: Silvia por favor sube- me fascinaba si jueguito para rogarle pero en esa situación sólo me ponía tensa-
Silvia- Ábreme la puerta…-era claro que deseaba que lo hiciera, ese juego me encantaba y ella lo sabía pero no con una fila de más de diez autos detrás del mío.
Claudia: Silvia sube ¡¡ya!! O espera me estacionaré para abrir la puerta –estaba a punto de arrancar cuando…
Silvia: Bájate y ábreme la puerta o no te vuelvo a hablar- mujeres Dios por qué son tan irresistibles, pensé.
Abrí de un tirón la puerta del piloto, mientras escuchaba el claxon de los autos de atrás miraba la cara de satisfacción de Silvia.
Silvia: hazlo con delicadeza-dijo con una sonrisa que me derritió al instante mientras me acercaba.
Me acerqué a ella, la tomé de la mano, abría la puerta lentamente y la ayudé a subir al auto, detrás de él una gran fila de autos, todos sonando el claxon. Cerré la puerta, mientras daba la vuelta para subir a la plaza del piloto grité “si quieren vuelen”, luego subí al auto, me puse el cinturón de seguridad y aceleré, pronto dejé atrás a todos esos autos, Silvia irradiaba felicidad.
Claudia: eres una niña caprichosa…- mi voz era de volumen muy bajo y muy suave, sabía perfecto que eso la enloquecía-
Silvia: niña caprichosa… jajaja!! Tu niña y si caprichosa para ti- sacó la lengua al terminar la frase.
Claudia: ahora ¿a dónde vamos nena consentida?-fruncí el seño.
Silvia: a donde gustes mi amor, yo ya tuve lo que deseaba.
Claudia: Ah! Sí? Y que era eso que deseaba mi bebé?
Silvia: mirarte hacer algo por mí, a pesar del tráfico y el estrés lo hiciste mi amor, y eso me encantó.
Claudia: Te amo princesa, nunca lo dudes.
Silvia: Amorcito te amo bebé-tomé su mano, coloqué la mía sobre la de ella y las uní en una suave y dulce caricia. Mis yemas acariciaban toda la piel de su mano, ese momento fue cuando más amé que el auto fuera automático pues así podía conducir con sólo una mano.
Claudia: ya sé a dónde te llevaré mi amor-Silvia se limitó a darle un apretoncito a mi mano.
Conduje menos de un minuto, entré a un circuito deportivo en dónde se encontraba nuestra escuela, bajé del auto rápidamente, me acerqué hasta la puerta del copiloto, la abrí y tomé de la mano a mi princesa, le pedí que bajara del auto, luego abrí la puerta trasera e hice que entrara al auto, me subí tras de ella y esperé que la luz interna del auto se apagara totalmente, la tomé de las dos manos y las besé una a una.
La abracé fuertemente, como Romeo abrazó a Julieta en su última morada, la sujeté fuertemente en mis brazos contra mi pecho. Me separé un poco de ella y tomé su cara entre mis manos, me acerqué lentamente a sus labios y antes de hundirme en un gran beso le susurré “te amo”. Pasé mi mano y brazo por su cintura, la deseaba completamente cercana a mí, sentía la necesidad de su piel en la mía, de sus labios con los míos, la necesitaba sentir mía, sólo mía.
Continué besándola y acariciando su espalda, formando figuras con mis dedos en su espalda, besé su cuello mientras ella me tomaba de la cara y me acercaba más a ella, no queríamos separarnos, con gran esfuerzo me separé de mi princesa, estando nuestros labios a escasos milímetros le dije “eres lo mejor que tengo mi vida, te amo y no quiero separarme de ti, nunca mi amor, estando contigo nada me falta”. Sus ojos se llenaron de lágrimas, la abracé a mi pecho pasando mis manos por su cuello.
Claudia: ¿qué pasa mi amor?- le dije mientras tomaba el control del estéreo del auto, y seleccionaba una estación de radio.
Silvia: mi vida, hace meses me dijiste algo así como “…yo nunca te dejaré sola, siempre me tendrás”, y ahora veo que esa promesa es en serio, muy en serio bebé. Claudia contigo me siento como con nadie antes, me siento amada realmente, protegida, siento que nada más me importa, si te tengo a mi lado mi vida está completa, amor por favor nunca me dejes, nunca me hagas sufrir, eres el amor de mi vida, te amo, te amo a ti y sólo a ti, no te quiero perder, no después de todo lo que he sufrido, no me decepciones mi amor.-dijo entre lágrimas.
Claudia: Bebé tu sabes que jamás me alejaré de ti, nunca mi cielo, no podría, jamás lo soportaría mi pequeña, ya no llores por favor mi amor- le dije secando sus lagrimas de su hermosa carita que lucía empapada en llanto.
Silvia: TE AMO- tomé sus manos fuertemente presionándolas contra las mía, quería transmitirle todo mi amor en caricias muy dulces.
Pero la pasión contenida no se hizo esperar, mi cuerpo comenzó a estremecerse al sentirla cerca, no lo pude evitar más, tomé sus brazos, besé desde el dorso de su mano y sus dedos por todo su brazo mientras subía su playera, luego me pasé al cuello, mi lengua la pasé por toda su piel, bajé hasta su pecho, noté que su respiración iba en aumento, deslicé mis dedos sobre su pierna y llegué cuidadosamente hasta su entre pierna, de inmediato hubo una reacción de su parte, cerró sus piernas, dejando prisionera mi mano entre ellas.
Luché contra su presión corporal hasta llagar a su intimidad, mi excitación se desbordaba, pero no quise arruinar el momento de ternura, así que de un golpe saqué la mano, besé su frente y luego sus labios, pasamos cerca de 20 minutos abrazadas sin hablar, nuestros cuerpos se acoplaron, nada me faltaba estando con ella. No quería separarme de ella pero estaba consciente de que podía recibir un regaño por llegar tarde, y eso no lo permitiría jamás.
Claudia: mi vida creo que debemos irnos.
Silvia: lo sé mi amor, aunque no quiero separarme de ti- se aferró a mis brazos.
Claudia: ni yo princesa.
Besé dulcemente sus labios mientras acariciaba sus senos sobre la ropa, era exquisita la sensación al estar cerca de ella. Descendí del auto y le extendí la mano para que hiciera lo mismo, ella abrió la puerta del copiloto pero con una mano la tomé de la cintura y con otra cerré la puerta, comencé a abrazarla y a hacer figuras en su espalda con mis dedos. Seguí besándola, bajé las manos y las coloqué en sus piernas, las pasé por todo su cuerpo mientras me abrazaba con desesperación.
Era un deseo infernal contenido, entre sus piernas puse una de mis piernas y la recargué en el auto, el frío se sentía pero el calor de nuestros cuerpos nos hacía indiferentes a él. Comencé a frotar mi pierna entre las suyas mientras ella metía sus manos bajo mi ropa, mordía mis labios en cada beso, dejé sus labios y me fui muy despacio hasta su cuello, la corriente de aire y mis besos en su oído y lóbulo la hicieron enloquecer.
Comenzó a dar pequeños gemidos, me estremecí al escucharla, cada vez sus movimientos eran más rudos, mi vagina estaba muy mojada, mi espalda era recorrida por una corriente eléctrica que me deshacía. El estar en un espacio público y saber que podíamos ser sorprendidas me excitaba demasiado, Silvia no pudo más y empezó a gritar.
Silvia: ahhhh!!! Ahhhh!!! Bebé no pares mi amor- decía mientras me apretaba a su cuerpo.
Claudia: Te gusta princesa?- dije nerviosa.
Silvia: ahhhh!! Me fascina ahhhh!!
Metí mi mano bajo su pantalón y busqué la entrada a su vagina, toda su ropa interior estaba hecha un mar de fluidos, solo bastó que pasara mis dedos por encima de sus labios hundiendo levemente uno de ellos para que Silvia se contrajera y se viniera en un orgasmo increíble.
Silvia: ahhhh!! Bebé me muero por ser tuya- Dijo a mi oído, eso hizo que inevitablemente también yo me corriera sin necesidad de otro estímulo.
Claudia: Silvia te amo- besé su boca con desesperación, las dos estábamos empapadas en sudor a pesar del clima helado. Mi lengua peleaba con la suya en una lucha intensa por penetrar nuestras bocas. Recorrí su boca milímetro a milímetro, su sabor era siempre a chocolate, siempre lo fue así.
Silvia: te amo bebé, demasiado te amo mi vida. Me…?
Claudia: dime
Silvia: No, nada.
Claudia: dime bebé ¿qué pasa?
Silvia: me da vergüenza…
Claudia: dime cielito…- me estaba empezando a calentar la situación.
Silvia: mi amor- bajó la mirada por vergüenza- tengo muchas ganas de que me cargues sobre tus piernas y me hagas para adelante y para atrás muy rápido…
Claudia: ven mi amor- la tomé de la mano, ni loca desaprovechaba esa oportunidad.
Abrí la puerta trasera, Silvia subió de inmediato y yo detrás de ella, espere a que la luz interna se apagara y me senté justo en medio del asiento, la cargué sobre mí dándome la espalada y comencé a moverla como me lo pidió, de inmediato mi temperatura se elevó más de lo que ya estaba, los gemidos de Silvia iban aumentando cada vez más.
Silvia: ahhhh!! Ahhhh!! Ahhhh!! Ahhhh!! Ahhhh!! Bebé por favor no pares… ahhhh!!
Claudia: me encantas princesita…
Silvia: ahhhh!! Bebé y tú a mi ahhhh!!
Claudia: amor no quiero que sea así
Silvia: pero bebé…
Claudia: amor-la bajé de mis piernas y la abracé- entiéndeme, quiero hacerte el amor, no tener sexo, quiero amarte no tirarte, entiéndeme bebé. Te quiero hacer el amor y quiero que sea muy especial para las dos.
Silvia: te amo bebé, te amo. Sí mi vida también quiero que sea así.
Claudia: ahora tengo que llevarte con tu prima mi cielo.
Silvia: está bien corazón- nos besamos pasionalmente de nuevo.
La tomé de la mano y la llevé hasta el asiento delantero, me puse al volante y conduje hacia donde su prima, ahí nos despedimos con un simple beso en la mejilla, y al acercarnos nos susurramos “te amo”. Enseguida regresé a casa, mis padres ya me esperaban, fuimos a la cena de año viejo y año nuevo.
El tercer día del año invité a Monse al cine, nos pasamos un día súper padre, le conté todo lo sucedido y estaba muy emocionada con lo que pasó. Le pedí que hablara a casa de mi princesa pues no sabía de ella desde la noche vieja.
Monse: Hola Silvia ¿Cómo estás?
Claudia: dile que la amo
Monse: Dice Clau que te ama
Monse: Si ya me contó todo y felicidades… oye me dijo Clau que si quieres ser su novia?
Claudia: nooo!!! Eso nooo!!!
Monse: bueno yo le digo, nos vemos cuídate y que te ama, bye.
Claudia: ¿estás loca?
Monse: dijo que si!!! Felicidades- Monse me abrazó.
Claudia: pero yo no quería que se lo dijeras…
Monse: pues ya que, ya lo hice y dijo que sí.
Me molesté demasiado con Monse, ¿cómo se le ocurre decirle eso? Eso debía decírselo yo y en persona, con algo muy especial.
Faltaban sólo cuatro días para verla de nuevo en la escuela. Ya vería qué hacer.
Muchas gracias a todos mis lectores, en realidad que son de suma importancia en mi vida. Espero subir el 16 pronto, pero en verdad he estado muy ocupada.