Te odio por hacerme amarte tanto (13)

Hola, me reintegro. Espero que no me hayan olvidado. En verdad tengo una vida muy ocupada, trataré de ser más constante para que no se pierda el interés. Un beso y gracias a todos mis lectores, uds. son mi motivación. Disculpen las faltas de ortografía.

Tomé sus manos entre las mías, y comencé a besar su cuello, fui poco a poco hasta su mejilla y comencé a besarla suavemente, de inmediato hubo respuesta, Silvia giró un poco la cabeza quedando frente a mí, comenzamos a besarnos, nos fundimos en un beso hermoso y duradero, en verdad duradero.

Cerca de media hora besándola, olvidándonos de todo, con los ojos cerrados solamente disfrutamos el momento, de vez en cuando pasaba las yemas de mis dedos sobre sus mejillas, quería hacer único y especial el momento, cuando por fin tuve el valor de separarme de ella, lo hice. Seguí detrás de ella y comencé a succionar levemente su cuello.

Hice que Silvia se incorporara, se sentara y recargara en mi cama, metí mis brazos entre su cuerpo y brazos, besé dulcemente sus labios, rosándolos con la punta de mi lengua, comencé a subir las manos hasta sus pechos, los tomé con fuerza y comencé a masajearlos.

Enseguida sus pezones se pusieron sumamente duros, su respiración se agitó demasiado, entre más la tocaba más era incontrolable su respiración y el movimiento de sus pechos a causa de esta. Di masajes suaves a sus pechos, luego la solté por completo, bajé de mi cama hasta el colchón en el que se encontraba, la abracé y comenzamos a besarnos, nos recostamos y mientras nos besamos nuestras manos jugaban a dominar una a la otra.

Pasamos mucho tiempo así, en algunas ocasiones Silvia buscaba refugio en mis brazos, quería que la tuviera en mi pecho, mientras mis manos masajeaban sus caderas y sus piernas se enredaban con las mías. Pronto me excité, estaba realmente empapada en mis fluidos, intenté meter mi mano entre las piernas de Silvia pero ella gimiendo me lo impidió, alegando que estaba sumamente caliente. Luego de un rato de forcejear por entrar entre sus piernas y ella evitándolo, comenzó a besarme el cuello, luego me dejó acostada en la cama, fue a regresar unas canciones atrás, y al llegar se montó en mí, colocó una pierna de cada lado de mi cuerpo, su sexo y el mío estaban tan solo separados por la ropa.

La tensión del momento crecía cada minuto más. Silvia se movía de adelante hacia atrás muy rápido y yo me excitaba cada vez más, tomé sus nalgas en mis manos y las apreté fuerte hasta hacerla gemir de placer, deseaba con toda mi alma quitarle la ropa y hacerla mía en ese momento. Así que me decidí, le di la vuelta en el colchón, me hinqué y separé sus piernas, pegando su sexo con el mío. Nos movíamos rápidamente para sentir más placer. Silvia con su cara de ternura dejó de moverse, y comenzó a abrazarme, me recostó en su pecho y pasó sus brazos por mi cuello. Nuestras respiraciones estaban muy agitadas aún. Pero yo no quería parar. En realidad ya no podía. Estando en su pecho comencé a tocar sus piernas, me levanté para besarla pero me retuvo en sus brazos, en ese momento comenzó el forcejeo.

Metí mi mano entre sus piernas, deseaba desesperada ese momento a su lado. Como música de fondo estaba “contigo sí” de Yahir, puse mi mano sobre su pantalón justo en el cierre, Silvia me quitó las manos de ahí y las dirigió a sus senos, eso en verdad me puso a full. Me incorporé dejando solo nuestras manos unidas. Me senté al borde de la cama y la acomodé enfrente de mí.

Tomé su mano y la besé dulcemente, seguí por su brazo hasta que la pasión que se desbordaba era increíblemente dulce. La tomé con fuerza y la puse de espalda a mí, la pegué lo más posible a mi cuerpo y la abracé tocando y masajeando sus senos. Besaba su cuello extasiándola. Silvia comenzó a gemir, eso fue algo que inexplicablemente elevó mi temperatura aún más. Con mis brazos en su cintura y mis manos peleaban con las suyas, la movía de adelante hacia atrás para sentir sus nalgas en mi sexo. Pronto los gemidos dejaron de serlo y comenzaron a ser gritos, en ese momento la cargué y la dejé caer suavemente en la cama, empecé a subir su blusa por su piel pero ella se levantó.

Silvia: Claudia qué quieres que te diga?

Claudia: a qué te refieres?

Silvia: un te amo…-agachó su mirada-

Claudia: no, no, no tranquila. –la tomé entre mis brazos- te amo hermosa, y no deseo arruinar esto. Y si no me amas está bien sólo déjame amarte…

Silvia: pero yo… -no la dejé continuar, la besé locamente. Luego la tome de la mano y me la llevé a la barra de la casa.

Al llegar a la barra Silvia me miraba como esperando una reacción, saqué una caja con un gran chocolate. La tomé de la mano y la dirigí al patio de la casa. Me coloqué tras de ella y la abracé. Las estrellas se miraban hermosas. Me fui haciendo para atrás hasta llegar a una banca de cemento que estaba en el patio.

La abracé a mí, quise detener el tiempo ahí mismo, y es que esta mujer en verdad es todo lo que soñé en la vida. Me sentí por fin completa, plena, feliz por estar a su lado. La recargué en mi pecho y abrazadas en silencio contemplamos las estrellas del firmamento.

Besé nuevamente su cuello y susurré a su oído “te amo”, era verdad, la amaba, la amaba locamente, como nunca lo hice. Teniéndola entre mis brazos comencé  a hablar a su oído.

Claudia: te amo, te amo y quiero estar siempre a tu lado, eres todo y mucho más de lo que siempre he pedido, contigo nada me falta, nada me sobra porque tu eres simplemente todo lo que deseo en la vida. Te amo.

Silvia: no quiero separarme de ti, nunca mi amor. Por favor no permitas que algo o alguien nos separen, no quiero y no puedo estar sin ti. No lo soportaría.

Claudia: nunca mi amor, nunca lo permitiré, aquí ante las estrellas del firmamento –levanté nuestras manos unidas señalando el cielo- te juro que siempre buscaré y optaré por lo mejor para ti, porque eres lo que más valoro en la vida y el único y verdadero amor en mi vida. Te amo y jamás dejaré que sufras mi princesa.

Continuamos hablando en voz baja, con besos interrumpíamos muy seguido nuestra charla. Pero por desgracia no pude detener el tiempo, se había llegado la hora de llevarla a su casa, así que la tomé de la mano y nos dirigimos hacia la barra nuevamente. Al llegar me dijo “cuéntame una historia” así que me senté en un banco junto a la barra, ella apagó la poca luz que había ahí y se dirigió a mí, me abrazó y en ese momento en que nuestros senos chocaron sentí una corriente eléctrica recorrer mi columna vertebral. La hice darse la media vuelta y la recargué en mi pecho

Comenzamos con la segunda guerra mundial, le expliqué en qué consistió, cuanto duró y le di los nombre de los personas más importantes de esta. Donde salió a relucir Adolf Hitler, del cual yo había leído la biografía completa por lo que se la conté. Mientras le hablaba al oído y le describía cada etapa de la vida de Hitler ella no me soltaba de las manos, en verdad a las dos nos fascinaba estar así en esa posición.

Continuamos con Sigmund Freud, un psicoanalista de esos tiempos, de quien también leí la biografía, pues buscando entre libros de psicología infantil descubrí a éste. Le conté la teoría de psicoanálisis.

Pero el tiempo transcurrió, era ya tarde por lo que tuvimos que irnos pronto, al ir saliendo de la casa íbamos de la mano por el pasillo que iba a la puerta principal, Silvia abrió esa puerta pero me apresuré a cerrarla estando aun tras de ella, enseguida la tomé de la cintura y comencé a besarla, ella me correspondió mejor que nunca, nos besamos unos diez minutos y luego nos fuimos.

Era invierno y el frío estando en moto se siente demasiado, además no llevábamos ropa abrigadora, por lo que mi acompañante se pegó lo más que pudo a mi espalda, conduje con una mano como ya era común y con la otra tome su mano, estaba realmente fría.

No quería que se fuera, pues me encontraba muy feliz teniéndola a mi lado. Conduje por un circuito, que por las noches no estaba iluminado, apagué las luces de la moto y ella me abrazó. Al salir de ese circuito Silvia iba en su posición original y yo con las dos manos en los manubrios de la moto.

Al legar a la calle de la casa de su abuela descendimos de la moto, caminamos muy lento y al despedirnos le di un beso en la comisura de los labios. La dejé cerca de la puerta y le dije “hasta pronto”. Regresé a mi casa e hice una piñata para mi fiesta de cumpleaños, si eran 14 años pero siempre fui muy infantil, además a los 14 años aún está bien una piñata.

Luego me bañé. El agua me relajó demasiado. Cené con mi familia y fui a la cama tratando de pensar en nada y así olvidar que no vería a mí bebé hasta dentro de semanas, y eso claro si se podía escapar. Así fui cayendo en un profundo sueño.

Al día siguiente desperté ya tarde, a eso de las 11:00 a.m. así que enseguida desayuné, me fui al negocio y comencé a atender, mi padre me llamó para pedirme que fuera a comprar lo necesario para la fiesta, al estar hablando con el mi madre me dijo que me buscaban, le dije espera, y dijo que era urgente… le dije “nadie es tan importante como para que sea urgente” así que terminé la conversación con mi padre y fui a ver que era con tanta “urgencia”.

No pude evitar querer morir en ese instante cuando vi quien era, ahí estaba con su cara angelical, expresando esa ternura que sólo su rostro expresa. Su piel blanca y suave un poco sonrojada al ver cómo fue mi reacción, vestía un jean azul muy entallado, una blusa de escote negra, botas negras y una chaqueta café.  Sí, ese tipo de mujer era la que me robaba el sueño. Iba acompañada de su pequeña hermana, Andrea, quien para mí siempre fue Andy aunque se enojara.

Tere: Te dije que era urgente –dijo mi madre sarcástica.  “por Dios hazme sentir más mal de lo que ya me siento mami” pensé enfadada.

Claudia: gracias, y bien- me volví hacia Silvia- qué hay qué hacer?

Silvia: Ehh… bueno

Claudia: OK!- la interrumpí- en un rato vuelvo- dije hacia mi madre- nos vamos?- le guiñé el ojo a Silvia- ella aceptó con la mirada, pasé mi brazo izquierdo por sus hombros y comenzamos a caminar abrazadas. Su hermana iba delante de nosotras.

Caminamos por algún tiempo, luego fuimos a la casa de su abuela, nos sentamos a unos tres metros de la puerta, tomadas de la mano conversamos algunos minutos, quizá 45. Calladas, solo contemplando el día, pero la hora de irme llegó. Tenía aún unos pendientes para mi fiesta de cumpleaños, así que me despedí con un beso en su mejilla y me fui a casa. Pase la tarde con los preparativos de la fiesta, invitando amigos y ultimando detalles.

Eran casi las 8:00 pm, fui a comprar un obsequio de mí para mí, decidí regalarme un auto a control remoto, un Mini Cooper S  Hatchback  2009 Negro con el toldo blanco, un clásico Inglés. Estaba realmente feliz con ese auto, ese sin duda sería mi tipo de auto para toda la vida.

Fui con unos primos a invitarlos a mi fiesta, estábamos jugando con el auto, ellos me hacían sufrir simulando que lo chocarían, algo que me ponía muy tensa. Pero esa tención desapareció al mirar de quien estaba entrando una llamada a mi celular. La imagen de Silvia estaba en la pantalla, y el identificador marcaba “Silvia Casa”, me emocionó pero a la vez me preocupó que pudiera ser su madre, me armé de valor y respondí dejando de lado a mis primos.

Claudia: Hola?- dije temerosa

Silvia: hola… cómo estás?

Claudia: bien- mi voz irradiaba felicidad por ser ella quien me llamaba- muy bien de hecho.

Silvia: que bien. Y qué haces?

Claudia: juego –dije en un tonito de niña muy aniñada- juego con mi súper Mini Cooper S Hatchback  2009 negro con blanco

Silvia: hay tú y tus autos –esa voz angelical me hacía temblar, me estremecía en verdad- sabes? Marqué tu número con un objetivo…

Claudia: ah si?? Cual??

Silvia: bueno… mi mamá no está en casa… -en ese momento pensé en ir hasta su casa y comérmela a besos- y bueno sé que no puedes venir ahora… sólo quiero desearte feliz cumpleaños

Claudia: gracias

Silvia: y decirte algo mas… -esperé sin hablar- es que… bueno… me he dado cuenta… bueno creo que siempre lo he sabido… solo que hasta hoy me atrevo a ponerle un nombre a esto… y es que bueno… yo… -caramba!! Habla ya!!, pensaba- yo te quiero… te quiero decir que… TE AMO

Esas palabras era lo único que yo deseaba de cumpleaños, ni fiesta, ni regalos. Sólo eso, comprobar que me ama con la misma intensidad que yo a ella. No sabía qué decir, o tal vez no podía decir algo, estaba sorprendida y muy feliz con eso.

Claudia : Silvia… yooo…

Silvia: NO! Por favor no digas nada. Sólo quería que lo supieras. Te amo. Me encantaría estar contigo en tu cumple pero no puedo. Espero que te diviertas, a mi regreso te llamo y nos ponemos de acuerdo para vernos. Te amo, no lo olvides.

Claudia: Adiós- quise decirte “te amo” mil veces pero mis primos miraron quien era, no quise dar explicaciones de mi vida a nadie.

Continuamos jugando con mi auto, luego me fui de ahí, para mi mala suerte el crédito de mi teléfono estaba agotado. Llegué a mi casa, tomé mi cartera y fui a recargar tiempo aire a mi teléfono. Al salir del establecimiento marqué el número de la casa de Silvia, para mi suerte ella respondió.

Silvia: hola bebe –esta nueva forma de tratarnos me fascinaba-

Claudia: te amo –fue lo primero que salió de mi boca.

Silvia: yo también….

Claudia: hace un rato no podía decírtelo, pero es la verdad, te amo. Más que a mi vida te amo.

Silvia: Lo imaginé. Te amo.

Claudia: te amo

Silvia: mi madre está llegando, debo colgar.

Claudia: claro, está bien. Recuerda que te amo.

Silvia: tu también. Nunca lo olvides. Y feliz cumpleaños. Te amo.

Claudia: BYE

Colgué el teléfono, caminé hasta mi casa, cené pensando solo en ella. Estaba con mis padres en mi casa, pero mi mente estaba con ella, solo con ella. Estábamos en la luna, viajando por las estrellas, tomadas de la mano sin nada más existente.

Fui a mi habitación, a tratar de dormir, pero mi mente no me lo permitía, no dejaba de pensarla, era en verdad la mujer que más había amado  en la vida. Mi primer… ¿novia?... en ese momento me di cuenta de que no éramos aun nada. Solo dos chicas que se aman con locura y desean estar juntas. Conforme pasaba el tiempo e iba cayendo aún más la noche me iba sumergiendo en un profundo sueño.

El despertador de mi teléfono sonó, sería un día largo. Comencé por vestirme, fui al salón donde sería la fiesta. Recibí y acomodé el mobiliario, los manteles, cubre manteles, y sillas. Escuchaba música y pensaba solo en ella, soñaba ya verla, pero para eso faltaban varios días.

Terminando de acomodar, fui a bañarme y regresé al salón. Los invitados comenzaron a llegar, pronto comenzó la fiesta, y lo pasé bien aun que mi mente, mi alma, mi corazón y mi cuerpo solo deseaban una cosa para estar a la perfección. Su presencia, sólo eso.