Te odio por hacerme amarte tanto (12)

Queridos lectores por favor disculpen la tardanza, pero en verdad que el colegio y las tareas no me dejan tiempo de nada, espero poder continuar màs seguido y tal vez es proximo capitulo sea más largo. Un beso y gracias por su amable espera. Discupen las faltas de ortografía. Los quiero gracias por sus comentarios.

En verdad muchas gracias a todos mis lectores, son un gran motivo para seguir. Por favor les ruego me disculpen pero mis vacaciones terminaron, entré a mi carrera, me están dejando demasiadas tareas, por lo que ni tiempo me queda para nada. Espero no demorar más los siguientes capítulos, y una vez perdón.

La mañana siguiente como ya hacía muchas, desperté pensando en Silvia, aun no me podía creer que Silvia y yo nos hubiéramos besado intensamente apenas hacía algunas horas. Me levanté sin ánimo y desayuné, limpié un poco la casa y a continuación fui a buscar a Silvia. Toqué la puerta de la casa de su abuela y su hermana me recibió.

Andrea: hola… buscas a Silvia?

Claudia: sip, si está?

Andrea: si, ahorita viene –

Andy se metió en la casa y a los pocos minutos salió Silvia quien llevaba un jean muy pegado a su cuerpo, y una blusa negra muy escotada, el verla con esa mirada tan provocativa me causó estremecimiento.

Silvia: hola, como estas? –dijo invitándome a pasar

Claudia: bien, gracias y por ti ni pregunto porque estás… -en ese momento me di cuenta de mi cara de idiota y de las tonterías que le decía- ehh… bueno ammm –estaba titubeando de nervios y Silvia no paraba de reír al verme- hey! No te rías por favor –dije apenada- anda ven –la tomé de la mano y hice salir de la casa- ven necesitamos hablar

Silvia: que pasa? –dijo asustada- hay algún problema? –Insistió- no me asustes!

Claudia: tranquila, ven y lo sabrás –la conduje por un estrecho camino lleno de hierba muy grande que estaba a solo unos metros de la casa –tranquila

Silvia estaba aterrada por lo que le fuese a decir. La puse frente a mí, contemplé su rostro hermoso, coloqué mis manos en su cintura, la acerqué a mí y la besé dulcemente, la hierba tan grande hacía imposible que alguien nos viera. Silvia estaba nerviosa, pero poco a poco eso fue desapareciendo. Subió sus manos a mi cabeza, acarició mi cabello y abrazó mi cuello, el beso dejaba de ser dulce y tierno, se tornaba pasional y voraz.

Comencé a bajar por sus caderas, llegué a sus nalgas y di un pequeño apretón, mientras le masajeaba muy despacio los glúteos le besaba el cuello, Silvia comenzó a dar pequeños gemidos en mi oído, estábamos simplemente enloquecidas. Me extasié de su aroma, de su piel con la mía.

Silvia: para por favor –dijo en un suspiro- no puedo más –me acercó a ella hasta que nuestros pechos quedaron completamente juntos- ahhhh –gimió a causa de mis masajes en su espalda.

Claudia: shhh!! Tranquila- le susurré al oído- no pasa nada-

Silvia: si pasa –se separó de mi- pasa y mucho, es que no entiendes que me excitas demasiado?

Claudia: jajajaja –me rei mientras ella imitaba pobremente mi burla- jajajaja ok amm vale –intenté sonar convencida- te creo… jaja

Andrea: Silvia!!!!!!! –se escuchó gritar

Claudia: ups! Creo que te hablan

Silvia: déjala que venga ella –se rió y se sentó en la tierra-

Claudia: te vas a ensuciar

Silvia: hay no seas exagerada… anda ven -palmeó a su lado-

Claudia: si no fuera porque me gustas tanto no lo haría

Silvia: jajajaja –me senté y me tomó de la mano-

Andrea: qué hacen? –dijo agitada al llegar corriendo

Silvia: qué no ves?

Claudia: oyee! No la trates así

Andrea: hay Claudia ya sabes cómo es conmigo

Claudia: ten –saqué un billete de mi bolsa-

Silvia: anda, prémiala por lo que hace… -me soltó la mano-

Claudia: no le hagas caso –le dije a Andy- ve por un helado con tus primas y jueguen

Andrea: gracias Claudia… -me dijo tiernamente- adiós amargada –gritó a Silvia para luego echarse a correr-

Silvia: hay Andrea!!!

Claudia: déjala- le tomé las manos y la abracé- jajaja que buena es para hacerte enojar

Silvia: no tanto como tú –nos dimos un pequeño beso-

Claudia: jajajaja al menos le gano a ni cuñadita a eso jajajaja

Silvia: pero es que la premias por lo que hace… -dijo entre risas-

Claudia: hay amor en verdad que no captas… -dije pasando mi brazo derecho por su nuca y tomando entre mis dedos una de sus manos-

Silvia: a que te refieres?? –Preguntó inocente-

Claudia: yo le doy dinero a Andy para que se valla, y me deje maniobrar a gusto –dije sarcástica-

Silvia: jajajajajaja eres una picarona –acarició mis mejillas y le robé un pequeño beso-

Claudia: y que vamos a hacer hoy??

Silvia: la posada de los jóvenes –Silvia y yo dábamos platicas sabatinas de religión a un grupo de jóvenes-

Claudia: mmm –torcí la boca-

Silvia: jajaja que querías hacer picarona?? –me fascinaba el jugar así con ella

Claudia: no pues nada –dije haciéndome la que no pasaba nada- es solo que –me acerqué lo más que me fue posible a su oído- pensaba que podríamos ir a mi casa a estar solitas- dije a modo de susurro, algo que la hizo estremecer en mis brazos.

Silvia: bueno –dijo muy nerviosa- siempre se pueden cambiar los planes

Claudia: jajajajajaja ya sabía que eres débil ante mi –me hacia la seductora-

Silvia: jajajaja mira que modesta

Claudia: ooh pss si no me hecho porras yo, entonces quien?

Silvia: jajajajaja yo te puedo decir lo que quieras

Claudia: y también hacerme lo que quiera? –dije seductora-

Silvia: oyeee!!! Jaja eso ya se verá

Claudia: ajaa! –Le guiñé el ojo- ven –la acosté y puse su cabeza en mis piernas estábamos de frente- te quiero hermosa –dije mientras le acariciaba la cara y besaba sus dedos que descansaban en mis labios-

Pasaron algunos minutos, donde estuvimos así, casi en silencio acariciándonos, dándonos pequeños besos muy tiernos apenas rosando nuestros labios.

Silvia: bueno pero ya dime… que haremos hoy??? –pasó sus dedos por mis mejillas y me hizo estremecer-

Claudia: ya te lo dije –susurré en su oído- serás mía, sólo mía

Silvia: ah sí? –quería ser sarcástica pero en ese momento estaba demasiado sonrojada por lo que le dije- y como lograrás eso?? –Su mirada se desvió por su nerviosismo-

Claudia: eso es sorpresa… -besé nuevamente pero siendo más tierna sus labios sin permitirme separarlos pues no quise que mi lengua entrase en su boca e interrumpiera esa ternura-

Seguimos besándonos con locura hasta que llegó la hora de irme.

Claudia: creo que me tengo que ir –dije acariciando sus dedos-

Silvia: nooo… -sonó suplicante- por favor quédate –dijo besando mis dedos

Claudia: sabes que eso es lo que más deseo, pero no avisé a donde iba y hace más de tres horas que salí de casa

Silvia: está bien… a qué hora te veré…??

Claudia: a las 5:00… dirás que vas a la posada de los chavos, nos iremos a mi casa y ahí tu y yo… -dudé con lo siguiente- ahí tu y yo decidiremos que hacer

Silvia: está bien, ahí nos vemos

Claudia: bien –me incorporé- me voy

Silvia: tan rápido?

Claudia: si, ya es hora además tu familia debe preguntarse qué tanto hacemos aquí y no quiero problemas, no más de los que ya enfrentamos.

Silvia: bueno

Claudia: me voy, -le di un beso en la comisura de los labios y di unos pasos dejándola ahí cuando me percaté de que olvidaba algo- ah! Lo olvidaba… -caminé de regreso hasta ella- esto es para ti –del bolso de mi suéter saqué un sobre con un CD- espero que te guste

Silvia: gracias… -se acercó para besarme, pero levanté mi cabeza para besarle yo primero en la frente.

Claudia: nos vemos, te quiero mi niña.

Caminé rápido hacia el negocio, donde sabía perfecto lo que iba a pasar. Mis padres no estaban pero dejaron a mis abuelos instrucciones claras de que no me dejaran salir, seguían molestos por lo del cooler en el teclado. Sí, sería un regaño fuerte, y reclamos pero a fin de cuentas me lo pasé muy bien con mi niña. Así que bien valió la pena.

Llegué a mi casa, y como ya lo había pronosticado, mis abuelos tenían cara de furia. En verdad estaban molestos, más que molestos, estaban preocupados. Los reclamos no pararon en cuanto me vieron entrar, alegaban que sólo grité que iba a comprar soda y tardé horas. Además mi celular fue apagado luego de las diez primeras llamadas, dijeron que mis padres incluso estaban molestos. Ahora sí que estaba metida en problemas, si mis abuelos llamaron a mis padres era solo porque estaban muy molestos o muy asustados de mi paradero.

Traté de ignorar lo que me decían, pero sabía lo que me esperaba con mis papás. Mi abuela me dijo que fuese a comer pero entre los regaños y sermones ya era hora de ir a la posada, así que me despedí y prometí prender el teléfono. Les avisé que iría a la posada y de ahí me iría a mi casa, así que tal vez no los mirara hasta el día siguiente, no muy convencidos me dejaron ir, claro que con o sin su permiso me iba a ir.

Subí a mi moto y conduje hacia el lugar. Llegué como siempre muy puntual a la posada, mi maldita manía por la puntualidad seguía viva, casi nadie estaba, solo una mujer joven, le calculo unos 27 años, quien era otra de las chavas que atendía grupos de religión. A la que le pedí de la manera más atenta que si llegaba a ir mis padres le dijera que me fui a casa, y si iban los de Silvia les dijera que no estaba ahí, que estaba con una amiga, pero que jamás me mencionara.

Mónica, así se llamaba la chica, entendió muy poco pues me apresuré a decirle eso al tiempo que me subía de nuevo a mi moto mientras veía que Silvia se aproximaba. Silvia la saludó y se despidió al mismo tiempo, diciéndole que iríamos por soda pero que lo más seguro era que no regresáramos pues la cafeína del refresco de cola me altera demasiado por ser hiperactiva y sensible a ella.

Silvia subió a la moto, conduje hacia mi casa, íbamos sin hablar, cuando decidí romper con la tensión que se hacía cada vez más grande al estar juntas.

Claudia: y escuchaste el CD???

Silvia: no, es que no tuve tiempo pues me pusieron a limpiar la casa y no pude negarme pues no me dejaría salir mi padre. Así que no tuve tiempo

Claudia: bueno pues en mi casa lo escuchamos….

Silvia: sí, oye y si vamos a tomar refresco de cola?

Claudia: Silvia somos sensibles a la cafeína y eso nos pone muy loquitas… -dije en sarcasmo-

Silvia: ah y no quieres que me aloque? –dijo riendo

Claudia: claro que quiero –dije animada- pero lo que más quiero es enloquecerte yo solita sin ayuda de soda

Silvia: ahhh –giré para mirarle, estaba sonrojada-

Claudia: pero ya sabes que tu mandas… -paré en una tienda que está a solo una cuadra de mi casa, bajé de la moto y le hice a Silvia la seña de que me esperase mientras iba a comprar la soda.

Ya en la tienda, miré una pequeña caja de chocolates, supuse que eso sería perfecto, así que la tomé entre mis manos junto a los refrescos y los llevé conmigo de vuelta a la moto, los guardé cuidando que Silvia no mirase los chocolates. Subí de nuevo a la moto y conduje alegremente hasta mi casa mientras disfrutaba del aire en mi cara.

Al llegar a mi casa, abrí la puerta y tomé la mano de Silvia para entrar en la casa. Tomé lo que compré y entramos, cerré sin voltear la puerta de la casa, de inmediato Silvia se dio la media vuelta y me puso contra la puerta, comenzó a besarme dulcemente, no reaccioné como me hubiera gustado, solo puse mis manos en su cintura y comencé a introducir mi lengua en su boca, sus brazos pasaron a mi cuello y así permanecimos cerca de diez minutos.

Quise parar pero mi cuerpo no respondía a lo que mi cerebro deseaba, por lo que la tomé entre mis brazos y la cargué abierta de las piernas y la llevé hasta la mesa de la cocina, la cual no estaba a más de 6 metros de la puerta, llegando a la mesa y sin dejar de besarla dejé todo lo que traía, aventé las llaves sin percatarme de su paradero y comencé a besarla con más intensidad. Hice que se sentara sobre la mesa para que sus piernas estuvieran más cómodas y para que me fuera más fácil estar en medio de ella.

Metí las manos bajo su playera, mientras ella con desesperación me acercaba más a su cuerpo, comenzó a morder mis labios y mi lengua eso me enloqueció por lo que mis manos de estar en su cintura bajo su entallada playera, pasaron a estar en su espalda, la respiración de Silvia y la mía iba cada vez más en aumento, no paré de besarla ni un segundo, por momentos nuestros labios unidos se quedabas estáticos para dar pie a respirar por la nariz, pero no nos separamos para nada.

Saqué lentamente mis manos de la playera de mi chica, las subí hasta mi cuello y tomé sus manos entre las mías, mi lengua y la suya estaban en una gran batalla por penetrar la boca de la otra, no pensaba en otra cosa que no fuera besarla y sentirla mía.

Extendí sus brazos con los míos, los acaricié con la mayor ternura que me fue posible. En ese momento las imágenes de todo lo vivido con esa mujer me hicieron parar, dejé esa pasión que antes me parecía incontrolable, me aparté de ella, algo me hacía comportarme de esa manera.

Silvia estaba realmente desconcertada, su cara reflejaba vergüenza y a la vez miedo por mí comportamiento, sabía que ella temía que me estuviera arrepintiendo.

Silvia: que pasó? –su voz sonaba triste-

Claudia: no quiero… -temí continuar- no quiero hacer esto contigo

Silvia: pero… por qué? –Estaba realmente preocupada- estas arrepentida o dudas de lo que sientes por mí?

Claudia: como dices eso –dije con ternura- claro que estoy segura de lo que siento por ti, y estoy aún más segura de que te deseo demasiado… a lo que me refiero es que no quiero hacerlo de esta manera, quiero que sea algo muy tierno mi vida, algo especial y que disfrutemos al máximo. Ven –la tomé de la mano y la ayudé a ponerse de pie- vamos a mi habitación?

Silvia: si claro, vamos.

Tomé las sodas y los chocolates. De su mano subí las escaleras de la casa, en completo silencio nos dirigimos hacia mi habitación, abrí la puerta y le cedí el paso. Entró sin soltar mi mano. Dejé sobre uno de mis escritorios las sodas y los chocolates. Tomé sus dos manos entre las mías. La acerqué hacia mí, ella intentó besarme pero se lo impedí y besé tiernamente su frente.

Silvia: escuchamos mi CD?

Claudia: claro amor… -tomé el sobre que Silvia traía en sus manos y lo coloqué en mi estéreo- espero que te guste

Comenzó la canción "te amo" cantada por Alexander Hacha. Enseguida la mirada de Silvia se tornó dulce y tierna. La tomé entre mis brazos y comencé a acariciar su espalda muy suavemente.

La hice girar en mis brazos para que su espalda quedase pegada a mi pecho, mientras escuchábamos la canción metí mis manos entre sus brazos y su cuerpo, Silvia cubrió mis manos con las suyas en señal de que no deseaba que nos separáramos. Comencé a posar mis labios sin separarlos sobre la piel de su cuello, mientras nuestras manos forcejeaban por poseer las de la otra, entre pequeñas risitas de felicidad la tensión volvía a crecer, no lo puedo negar en verdad esta mujer me estaba fascinando, la simple idea de poseerla era algo soñado por mí.

Un colchón sin base estaba al lado de mi cama, Silvia se dirigió a él, y se recostó dejando descansar su espalda en mi cama. Tomé los chocolates y me dirigí hacia mi cama, me recosté justo tras de ella, claro que yo sobre mi cama, estaba al borde y recargué mi cabeza en su cuello, dejé la caja con chocolates sobre su abdomen, y tomé sus manos entre las mías, comencé nuevamente a besar su piel, por su parte ella tomó los chocolates y comenzó a comerlos muy lento y saboreándolos, me daba pequeños trozos de ellos, y esto era para no distraerme de mi labor en su piel, estaba claro que le fascinaban los movimientos de mi lengua.

Permanecimos así cerca de treinta minutos, mi lengua en su piel, mis manos en su cuerpo y ella comía chocolates. Pero la caja de chocolates no era eterna, por lo que al vernos sin chocolates sabíamos que en algo tendríamos que mantener ocupadas nuestras bocas