Te odio por hacerme amarte tanto (10)

Gracias una vez más, un beso a mis adorados lectores. Adoro sus comentarios. Por favor disculpen la trdanza. Aquí está el10. Lo esperado por fin llega, el capítulo once es uno de los que más esperan...

A eso de las 11:30 a.m. revisé mi teléfono y tenía 17 llamadas perdidas de Silvia, regresé ninguna, simplemente seguí en mis labores. Minutos después salí a comprar una lata de Ginger Ale, mi bebida favorita. Al regresar mi abuelo me informó que tenía cuatro llamadas, alguien era sumamente insistente en mi presencia, tomé el teléfono y revisé el número, era más que obvio quien era. No tuve intención de regresar alguna, pero en ese momento marcó de nuevo y a la vista de mi abuelo tuve que contestar.

Claudia: hola

Silvia: podemos hablar?

Claudia: eso hacemos ya

Silvia: te quiero

Claudia: es todo? –Traté de sonar indiferente- tengo cosas que hacer

Silvia: Sí es todo.

Claudia: bien, hasta luego.

Silvia: adiós, me voy a suicidar.

Era una amenaza común de Silvia hacia sus padres, pero no hacia mí. Sabía que hablaba enserio, no respondí, aventé el teléfono y salí disparada a la casa de Silvia, corrí demasiado rápido, de hecho como nunca en la vida. Llegué muy rápido a su casa, la puerta de la entrada ya estaba abierta, lo primero que busqué fue a Silvia, arriba de la mesa que estaba en la entrada, en la cocina, la vi, llorando y con un cuchillo tocando su muñeca.

Claudia: Silvia por favor no lo hagas -le dije mientras me acercaba a ella-

Silvia: para qué vivo si nadie me quiere –en ese momento rompió en llanto-

Claudia: claro que hay quien te quiera –dije al momento de tomarle la mano y retirar el cuchillo- por ejemplo, tu mami, tu papi, tu hermanita, tus tíos, tus abuelos

Silvia: pero amor de pareja no tengo

Claudia: ven –la ayudé a bajar- anda ven –la abrasé y la tuve entre mis brazos mientras lloraba desesperada- te quiero, nunca lo dudes

Silvia: pero hace rato

Claudia: nada, nada. Hace rato estaba molesta

Silvia: por lo de ayer? -Preguntó con lágrimas en los ojos-

Claudia: ya no llores –la abracé fuerte a mi pecho-

Silvia: te quiero

Claudia: tranquila

Silvia: creí que no vendrías, creí que no te importaba

Claudia: hey! Niña que dices?? Claro que me importas y más de lo que te imaginas

Silvia: en verdad?

Claudia: hay Silvia, vámonos. No quiero que estés solita.

Silvia: a donde vamos?

Claudia: a casa de tu abuela

Silvia: me verá así llorando??

Claudia: no, estarás un rato conmigo, luego te llevo.

Silvia: está bien

Tomé su mano entre las mías, y la saqué de la casa. Cerré bien y comenzamos a caminar lentamente sin hablar. Así transcurrieron cerca de 15 minutos cuando me dijo que no deseaba ir a casa de su abuela. Al ver la expresión de su cara supe que en realidad esa no era una buena opción. Fuimos hasta el callejón donde está la casa de su abuela, pero nos quedamos en una banqueta sentadas, su mano seguía inmóvil entre las mías y su mirada perdida.

Claudia: y no tienes hambre?

Silvia: no –giró para verme y luego volvió a perder su mirada en el azul del cielo- ya quieres que me valla?

Claudia: de qué hablas? Claro que no, es solo que me preocupa tu salud, y ya es tarde.

Silvia: te preocupo en verdad? –estaba muy triste-

Claudia: hey! –tome su mano izquierda, pasé mi brazo derecho alrededor de su cintura y la apreté contra mi pecho, ella hundió su cabeza entre mi cuello y mi hombro- claro que me preocupas, te quiero demasiado.

Permanecimos unos minutos en esa posición, luego la separé de mí y me incorporé.

Silvia: te vas? –su mirada era suplicante

Claudia: dame un minuto –fui a una tienda que se encontraba a escasos cinco metros de nosotros, compré un dulce. Era un pequeño tubo con un líquido sabor fresa, tenía un dosificador sumamente delgado, por lo que era lógico que saliera muy lento y en poca cantidad.

Silvia: que traes? –pasó su mano por su cabello y lo retiró de su cara.

Claudia: espera –me senté nuevamente a su lado- te gusta esto?

Silvia: sí pero en verdad no tengo ganas de comer algo

Claudia: alguien dijo que es para ti?

Silvia: eh?

Claudia: jajaja -destapé el dulce- mira –tomé su mano izquierda con mi izquierda y con la derecha comencé a dibujar en su mano con el líquido dulce.

Silvia: qué haces? –su expresión era la de una niña curiosa, pero a la vez de una mujer excitada por la situación

Claudia: al menos ya logré que no estés tan triste –puse su mano a milímetros de mi lengua, y con la punta de ella comencé a comerme ese rico dulce, Silvia sonrió ampliamente mientras yo comía y masajeaba su mano.

Silvia: me das? –su mirada se tornó pícara

Claudia: nop, tienes que comer primero. Luego te daré todas las golosinas que desees.

Silvia: no es justo –dijo entre risas-

Claudia: nadie puede hablar de justicia –dije seria- ahora deja disfruto de mi dulce majar, que yo ya desayuné y puedo comerla sin problemas –dije sonriéndole.

Continué dibujando en su mano, corazones, letras, números, aviones, casas, carreteras y cosas simples. Silvia solo sonreía y se divertía con mis diseños en su mano, mientras yo disfrutaba el contacto con su piel, la cual se tornó caliente.

Silvia: escribe tu nombre

Claudia: me comeré a mi misma? –Me hice la inocente-

Silvia: algo así… -escribí mi nombre en su mano- ahora rodéalo con un corazón –muy sacada de onda lo hice- perfecto- tomó su mano y la lamió –creo que así no tiene gracia- tomó mi mano, escribió "Clau" con su hermosa letra y comenzó a lamer mi mano, eso en verdad me estaba estremeciendo.

Claudia: dije que nada de dulce antes de que desayunes –quise hacerme la dura, pero era imposible-

Silvia: entonces no te gustó? –hizo una mueca de suplica y tristeza a la vez

Claudia: si me gustó –di un pequeño tiró de su mejilla en señal de complicidad- pero debes desayunar, pasa del medio día

Silvia: y mis golosinas?

Claudia: pues… -tenía que idear algo para no desanimarla- mira, terminaré de comer mi golosina en tu mano, luego vas a ir a desayunar. Y por la tarde en mi casa te daré golosinas, vale?

Silvia: ok. Esto lo pagarás caro –reía mirándome

Claudia: ah! Si? –estaba incrédula-

Silvia: quiero chocolates envinados –arqueó sus cejas seductoramente-

Claudia: bien señorita –me incorporé, mi dulce se agotó- vamos –sin soltar su mano la ayudé a incorporarse –usted desayuna y por la tarde tendrá sus cerezas de licor en mi casa

Silvia: gracias –sonrió como una pequeña traviesa que al final de todo, consigue lo que desea- y tú que harás por la tarde?

Claudia: qué no es obvio? –reímos-

Silvia: tu ya perdiste tu oportunidad de comer de mi mano, ya lo hiciste, así que tendrás que hacer algo más

Claudia: bue… pues –me hice la sufrida- veré que hacer… -dije animada

Silvia: y si tomamos coolers

Claudia: tu no cambias, jaja no te bastó con lo de las tardes de los ensayos??

Silvia: anda si

Claudia: claro –no había cosa que le negara a esa ternura de niña- hasta la tarde

Silvia: mis cerezas ah! –reía aun-

Claudia: claro, hasta luego

Silvia: bye!

Caminé lentamente recordando su hermosa sonrisa, de repente me percaté de que no había llevado conmigo el celular, y de que salí de mi casa hacía más de dos horas corriendo por una llamada telefónica, así que corrí al local del negocio. Mi madre estaba mirando la TV, tenía mi celular en las manos, con la mirada perdida en la TV. Intenté pasar desapercibida pero mi madre me pilló en eso.

Tere: de dónde vienes? Tienes 19 llamadas perdidas de la casa de Silvia, cinco aquí en la casa. Tu abuelo me dijo que saliste como rayo luego de la llamada, revisé y es el número de Silvia. Qué pasa?

Claudia: mamá –supliqué- olvidé el teléfono

Tere: eso ya lo sé

Claudia: Silvia se quería suicidar , y solo fui a impedirlo

Tere: y qué? Pasó lo mismo que en su cumpleaños? –

Mi madre me hizo recordar el cumpleaños número 13 se Silvia, donde amenazó a su madre con cortarse las venas si no le decía la verdad sobre su matrimonio son su padre, ese día por suerte fui a buscarla sin avisar, le tenía una sorpresa preparada, así que solo tuve que pedirle el cuchillo y me la llevé de la casa, le di un pastel por su cumpleaños y todo se solucionó.

Claudia: no. Esta vez era algo serio. En fin. Me das mi teléfono?

Tere: si –extendió su mano ante mí con el teléfono deslizado –y llévalo siempre contigo por favor.

Claudia: claro mami. –tomé el celular antes de que me condicionara algo y me fui a la habitación que antes de mudarnos era de mis padres, donde se encontraba mi computador.

Comencé a escuchar música, como siempre, y es que no puedo permanecer sin música, simplemente es parte de mi vida. Luego limpié el desastre de la habitación. Bajé y vi a mi madre leyendo una revista. Salí del local, y desde afuera le dije

Claudia: ahora vuelvo –grité mientas buscaba mis llaves para subir a la moto-

Tere: Claudia ven –mi madre gritó, así que de inmediato entré- a dónde vas?

Claudia: hoy va a venir Silvia, y pues iré a comprar unos chocolates

Tere: estarán solo tú y ella? –a mi madre le molestaba, sospechaba que yo tenía una relación con Silvia-

Claudia: no… -dudé, pero mentí- vendrá Martín –genial ahora tenía que invitar a mi primo que estaba loco por ella, y no podría estar a solas con ella.

Tere: ok. No tardes.

Claudia: claro –respondí desanimada, mis planes de pasarla increíble se habían ido abajo.

Subí a mi moto, y conduje muy rápido, soy adicta a lo que se siente cuando el aire toca tu piel mientras rompes el límite de velocidad. Estacioné la moto fuera de una tienda de regalos, ahí encontraría las cerezas de licor. Vi demasiados modelos y marcas, había una bolsa con 50 piezas, pero supe que eso sería demasiado. Luego miré un pequeño tubo que contenía sólo 24 chocolates rellenos de tequila, de inmediato los tomé, supe que eso era lo indicado. Pagué y subí de nuevo a la moto.

Traté de rodear lo más posible, dudando si decirle a Martín o no, al final terminé en su casa, pero no toqué, preferí marcar de mi celular e invitarlo, así no vería mi expresión al no querer que fuese, aceptó gustoso cuando supo que Silvia iría, y yo me sentí morir. Lugo fui a comprar 12 coolers de diferentes sabores, entre ellos durazno, el preferido de Silvia y yo.

Regresé a casa en espera de Silvia y de mi primo. Comí sin ánimo pues lo de mi primo me arruinó la tarde.

A las 5:00 p.m. Silvia aun no llegaba, así que marqué para preguntar si iría.

Claudia (tía): hola!

Claudia: hola, disculpa está Silvia?

Claudia (tía): no soportas la impuntualidad cierto? –Dijo sarcástica- en un momento responde.

Claudia: ok –reí entre dientes-

Silvia: que pasó? –dijo inocente- ya voy, tranquila

Claudia: ok. Te espero

Silvia: no tardo. Bye.

Claudia: bye.

Esperé recostada en la cama, tratando de tener mi mente en blanco, así pasaron cerca de diez minutos cuando vi que Silvia iba entrando a la habitación, sonreí y me levanté. Ella enseguida se acomodó en el sillón que estaba frente al computador, comenzó a revisar las listas de reproducción que había ya programado mientras fui al servi bar por los coolers, al mirar mi mano con tres de ellos, y la otra con el bote de chocolates exclamó: "así que cumpliste" rió un poco pero se tornó seria con mi comentario en respuesta "siempre cumplo lo que digo" dije realmente seria, incluso me extrañé de cómo de un momento a otro las dos estábamos sumamente serias, como últimamente peleábamos decidí calmar las cosas.

Destapé dos botellas y le di una a Silvia, quien ni me miraba por estar buscando canciones. Fui a la cama que se encontraba a escasos 50 centímetros de donde estaba sentada Silvia, me recosté, coloqué mi cabeza sobre la almohada y comencé a beber mi cooler mientras a capela cantaba y tarareaba frases de canciones que luego Silvia buscaba en mi computador y reproducía.