Te necesito, amo (2)

Después del auto castigo, la esclava María se va a dormir pero la excitación sigue....... (real)

Te necesito amo (continuación)

Mi gozo en un pozo desde el mismo momento en que volví a tocar la cama. Mi excitación era tal que amenazaba con volverme loca de gusto y a la vez de temor. Gusto por lo que estaba sintiendo y por las ganas de correrme. Temor ante el posible castigo que mi amo decidiera para mí si le desobedecía.

Tenía que buscar algo que evitara que me corriera. El auto castigo que me había impuesto un rato antes solo funcionó durante un rato y no quería castigarme más cuando no había hecho nada para merecerlo. Por otro lado, intuyo que un castigo directo de mi amo, en la misma habitación debe ser aún peor. Además no deseo perder la posibilidad de que el miércoles quizás mi amo sea generoso conmigo y esté tan complacido con su esclava que me permita correrme.

Después de darle muchas vueltas, presa de la excitación, logré dar con una solución que, si bien no calmara mi fuego, por lo menos evitaría que llegara al orgasmo.

Me puse a rebuscar por los armarios, (siempre con el dilatador dentro de mi culo, sin sujetarlo con nada), y encontré lo que buscaba: varios pañuelos largos.

Con mucha dificultad, até mis tobillos separados a las patas de la cama, eso haría que no pudiera darme la vuelta y frotarme contra el colchón. Después, con otro pañuelo até mis muñecas a mi espalda; esto me resultó un poco más complicado.

Me tumbé en la cama con los ojos cerrados. Trataba de imaginar qué pensaría mi amo si me viera así: desnuda, totalmente expuesta para él, con el dilatador en mi culo, excitada por él y para él, gimiendo quedamente por la imposibilidad de tocarme y suplicándole mentalmente a mi amo que apagara mi fuego.

Hacía rato que había amanecido, (supongo que serían algo más de las 7 de la mañana), cuando el sueño me venció.

Al despertar, me fui desatando lentamente, mientras volvía a humedecerme al recordar la excitación de la noche. Sacar el dilatador del culo me costó un poco al principio. La primera bola me lastimó al salir, pero las dos siguientes lo hicieron sin dificultad.

Nada más acabar de desayunar me senté a escribirte este correo, el correo que todas las mañanas debo escribirle a mi amo para que sepa como he pasado la noche. Espero que junto con el que te escribí de madrugada, sea de tu agrado.

Mañana ya trabajo y como siga como estoy, mucho me temo que esta noche también va a ser larga.

Fdo: esclava María