Te lo voy a explicar con música
Retratista y fetichista emputeciendo entre bambalinas...
La gente generalmente piensa que el arte es crear cosas y venderlas. Pero para mi desde luego no es así. Y ser artista supone trabajar en muchas cosas para poder trabajar el arte.
Me llamo Paula y soy retratista...
La fotografía es mi pasión. Y cuando no estoy en mis trabajos oficiales, hago fotografía callejera. Porque amo la vida, las personas y esos detalles efímeros que para otros pasan desapercibidos...
Como buena artista he explorado todos los tipos de artes, la pintura, el teatro, la poesía...
Y aunque me he decantado por la imagen, soy sensible a muchas de estas ciencias emocionales...
Solo hay una que se me resiste desde siempre... la música.
En mi familia materna todos tocan instrumentos, y de oido. En su día intentaron inculcármelo, pero yo no daba una nota. La mayoría aprendieron con canciones de Silvio Rodríguez, en mi defensa diré, que solo yo las escuchaba...
Aquella semana fue especialmente dura. Tenía muchos encargos de actrices, de lo que se conoce como “Retrato Neutro”.
- “Tú no serás neutra en la vida” - le dije - Pero una actriz es como una pequeña dominatrix, quiere lo que quiere y no puede evitar quererlo, porque es lo que se demanda.
Así que metí mi creatividad en un cajón, para ser solo técnica y cumplir con el trabajo.
Para no dejar morir mi alma, los jueves hacía fotos en un pequeño bar de blues, en el centro de Madrid. Me encantaba retratar a las cantantes afroamericanas, los viejos músicos de jazz... y sobre todo a él...
Un guitarrista, con un estilo único, alto, fuerte y guapo.
De alguna manera, que escapaba a mi entendimiento, había establecido una relación visual, gradual y musical, con aquel chico del que no sabía ni el nombre...
Como una auténtica voyeur, con su exhibicionista, conservaba la distancia para no romper el vínculo. Pero al llegar a casa... Miraba las fotos una y otra vez, y le hacía el protagonista de todas mis fantasías sexuales.
Solo moje más las bragas el día que descubrí que también componía. De dónde habría salido aquella criatura mágica y dónde estaban los productores y caza-talentos.
Yo a tan solo 3 años del comienzo de mi carrera, ahí estaba, observándolo cada semana y usando todos mis medios, para capturar su esencia.
Aquel día, había espectáculos de lo más variados, pero yo reservaba todos mis disparos para mi adorado artista. Y así lo esperaba degustando una Coca Cola Zero al ritmo del Soul, feliz de escaparme de mi rutina.
Cuando de manera un tanto sorpresiva y trasgrediendo todo protocolo, él se acercó y me dijo...
- “ Hey, ¿te está gustando el show? “
- “ Mucho...” - respondí yo - sin poder articular una palabra más...
Y se dirigió al escenario, después de quebrantar el umbral y nuestros destinos.
Yo ajuste el objetivo de mi inseparable Fuji y asumí mi posición, tratando de dejar en la funda toda la excitación que me producía...
El bar estaba lleno y mi pulso tembloroso. Pero todo eso se disipaba cuando el tocaba, para mí, y me buscaba con la mirada.
Mi corazón latía acelerado cuando la actuación terminaba, guarde la cámara y fui a buscarlo, para materializar lo que tantas veces había anhelado en la sombra.
Él recogía sus cosas, entre bambalinas, y cuando me vio entrar sonrió, como si siempre me hubiera estando esperando.
- Quiero saber tu nombre - le dije - y se dio la vuelta, continuando con su tarea.
Como una leona hambrienta de deseo. Me fui hacia él y le di un azote en la cacha derecha.
Él no protestó y se giró con una pose provocadora y divertida.
Se quitó la camiseta, tenía el pecho tatuado y sus ojos oscuros desprendían lascivia y misterio...
Clavé en él mi mirada y se quitó el pantalón, mostrándome todo su cuerpo al desnudo.
Era muy atractivo y tenia la polla más grande que yo había visto en directo...
Y allí, rodeada del atrezzo y vestuario de aquel camerino comencé a dar rienda suelta a mis deseos.
Me quite también la ropa y le ate las manos con las medias, le acaricie lentamente la piel, suave y tersa. Y le puse mis propias bragas para que sintiera mi humedad.
Cogí la otra media, le até el rabo... Y como si alguien lo hubiera preparado para mi, me acerqué al tocador, cogí una de las barras labiales allí dispuestas y con un carmín rojo intenso, le escribí sobre los pectorales:
“PUTA”
Acto seguido le rodee el cuello con una boa de plumas que había en un perchero. Y le pinte también los labios, para borrárselos como a una zorra cabaretera, a besos...
Tome distancia para ver el resultado de mi obra y me masturbé hasta el orgasmo, sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.
Cuando termine le metí los dedos en la boca, para que me los chupara, como la perra obediente que era. Y los lamió, mientras acariciaba su cabello y mordía suavemente su cuello.
Le desaté las manos y le arrebaté la boa, con la que me fabriqué una especie de correa. Y la paseé como a una perrita por toda la estancia, deteniéndome a veces para que me olisqueara los piernas, el culo y el sexo.
Nuevamente mi coño palpitaba, así que le metí un pie en la boca, esta vez para follársela deprisa y hasta la arcada.
Me puse de rodillas sobre la alfombra, mientras mi Puta apoyaba la cabeza en el suelo, deseosa y entregada.
Le abrí las nalgas con las manos, me acerqué y escupí... y volví a escupir hasta que su ano estuvo bien lubricado. Entonces le metí los dedos y comencé a follarle el culo, mientras ella gemía sobre la alfombra.
Introduje la otra mano en su ropa interior, la sobe con fuerza...Y justo cuando cuando alcanzaba el apogeo de su excitación , me paré, y desde detrás le susurré al oído:
- “Pídemelo...”
- “Por favor, déjame correrme...” - me imploró.
Volví a ponerme el vestido. Oímos las pisadas de otros compañeros llegar, y así la dejé, ultrajada, usada y expuesta...
Y cuando me disponía a marchar me dijo...
- “Eh, me llamo xxxxxx”
Yo sonreí y antes de irme, traté de retratar a mi Musa con la mente, que había interpretado para mí, una escena indeleble.