Te entrego por amor II

Llega el momento de la entrega.

Fuimos todo el camino callados, había mucha tensión entre nosotros. Sabíamos que íbamos a dar un paso muy importante en nuestro matrimonio.

Conforme nos estábamos acercando, la ansiedad iba aumentando y cuando aparqué el coche y paré el motor, nos quedamos mirándonos...

-Estamos a tiempo mi vida. ¿Quieres que lo dejemos?

-Esto es un juego que tú lo has empezado, si tenemos que jugar, juguemos en serio.

Nos estaba esperando en el jardín, me sorprendió lo alto que era, su tez morena y una elegancia digna de otra época. Nos sobrepasaba casi veinte años, pero guardaba todavía un asombroso atractivo. Radiaba personalidad e inteligencia.

-Bienvenidos, pasad, supongo que todos sabemos a qué hemos venido ¿verdad?

-Mi mujer y yo hemos hablado mucho de esto y estamos totalmente de acuerdo.

-Ya, pero quiero escucharlo de su boca, quiero saber si viene convencida o viene porque tú le has insistido.

-Reconozco que al principio me sentía acosada por su insistencia y acepté  por él, pero ahora estoy decidida para dar el siguiente paso.

Era una casa antigua, con muebles antiguos y decoración muy pasada de moda.

Pasamos al salón, parecía estar dispuesto para la ocasión, en el centro había una alfombra, al fondo un sofá y al lado una simple silla. Ése sentó en el sofá, a mí me sentó en una silla; y a ella le ordenó que se quedara de pie frente a él, en el centro de la alfombra.

-¿Has hecho lo que te pedí?

-Sí.

-Bien… quiero verlo

Ella se desabrochó el abrigo y lo dejó caer. Me quedé de piedra, no llevaba nada debajo, solo llevaba unas medias y zapatos negros y su collar de perlas. Cuan habían hablado previamente le había dado órdenes que yo desconocía. Venía mucho más preparada de lo que pensaba. Estaba claro que en esas lardas conversaciones, estaba preparando la crisálida para la metamorfosis completa. La había transformado en una preciosa y sexi mariposa. Estaba realmente bellísima.

Ana siempre había sido muy despreocupada con la ropa, con el maquillaje y con su peinado. Siempre llevaba ropa informal y cómoda pero no sexy, ni siquiera utilizaba tacones, ya que decía que era bastante alta

Es cierto que había sido él quién había conseguido esa metamorfosis, que había sabido sacar su lado más femenino y era evidente que ella se sentía muy atractiva y deseada. Reconocía su mérito y realmente pensaba en ese momento que se la merecía. Se levantó, se acercó a ella, cogió el abrigo del suelo y me lo lanzó.

-Realmente era más bonita que las fotos que me habías anticipado. Qué lástima no haberte conocido antes. Has estado desperdiciada como hembra y como mujer; pero te aseguro que recuperaremos el tiempo perdido.

Me había imaginado esta situación mil veces, pero en ninguna contemplaba la que estaba viviendo.

-Me gusta tu olor. Desprendes sexo por todos los poros de tu cuerpo. Un cuerpo que al igual que tu mente, quiero educar en la entrega y en la obediencia.

Le volvió la cara hacia él y le dijo:

-Abre tu boca para mí, no te imaginas lo que puedo llegar a hacer contigo.

Metió su lengua en la boca de mi mujer y se fundieron en un larguísimo beso. Estaba desolado, humillado, pero a la vez realmente impresionado y muy excitado. Era consciente de que ya no había posibilidad de dar marcha atrás. Sabía muy bien cómo controlar y dominar la situación.

La acariciaba, le tocaba sus pechos y pinzó con sus dedos sus pezones, tiraba de ellos. Ana soltó un gemido de dolor, pero acompañado de una sonrisa. Estaba claro que eso, lejos de molestarle, le estaba excitando.

Bajó su mano y empezó a acariciarle el culo, lo hacía con delicadeza, sin prisa hasta que de repente soltó un manotazo que le dejó sus dedos señalados. Ana pegó un pequeño grito, pero enseguida le sonrió. Esa sonrisa Ernesto la interpretó como una autorización para darle otra incluso más fuerte.

  • ¿Te gusta?

-Siiii…  pero no me lo esperaba

-Sé que te gusta… y metiendo su mano en su sexo dijo:

-Estás chorreando como una puta, sabía que ibas a ser muy fácil. Las mujeres como tú, solo falta que deis con un hombre de verdad para que os entreguéis.

La cogió de la mano y se la llevó al sofá. Se sentó ordenándole a ella que se arrodillara frente a él.

-Ahora ha llegado el momento de demostrarme hasta donde eres capaz de llegar. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Arrodillada, sumisa y complaciente se acercó y le desabrochó su pantalón y se lo quitó. Tenía unos bóxer negros muy ajustados y se intuía un buen miembro. Antes de bajárselos, le besó su miembro por encima, lo lamió, lo acarició con verdadera adoración. No tardó mucho en crecer y asomar por encima de ellos.

Se centro en besar y lamer la parte que asomaba. Nunca la había visto así de decidida conmigo. Fue entonces cuando tiró del slip y lo desnudó completamente.

No pude evitar que se me helara la sangre al verlo. Realmente era muy grande, muy bien formado y asombrosamente duro. La cara de ella al verlo no tuvo que diferenciarse mucho de la mía, pero mi asombro era por miedo la da de ella por deseo.

Estaba rasurado y la sensación era que parecía mucho mayor al no tener ningún vello. Se centró en sus huevos, los chupaba e incluso le daba pequeños mordiscos en su escroto. No sé donde había aprendido eso, ya que a mí nunca me los había dado. No la reconocía.

  • ¿Te gusta zorra?

-Me encanta.

  • ¿La de tu marido es igual?

-Noooooo.

  • ¿Cómo es?

-Muy pequeña

-Por eso estás aquí, para que te de lo que tu marido no puede.

-Ha llegado el momento, levántate.

Ella le sonrió, obedeció y la trajo hacia mí.

-Quiero que apoyes tus brazos en los de tu marido.

Ella me miró como diciéndome… ¿era esto lo que querías verdad? Se inclinó y le sujete sus brazos dejando su culo y sus piernas a merced de él.

En esa posición podía ver la cara de los dos y yo hacía de soporte a mi mujer para que un desconocido se la follara.

Se colocó detrás, empezó a restregársela por su sexo y de repente noté como se tensaba mi mujer, prueba evidente de que ya se la había metido.

-Me vas a matar mi amor.

Una vez dentro se quedó quiero mirándome.

-Enhorabuena, ya lo has conseguido cornudo. Ya es mía.

Tenía razón, ahora era él quien dominaba la situación.

Empezó a moverse dentro de ella muy despacio. Se recreaba en su triunfo y mirándome muy fijamente volvió a decir…

-      ¿Quieres ver cómo grita?

De repente le dio un fuerte golpe de riñones que retumbó el ruido de los dos cuerpos chocar.

De la garganta de Ana salió un quejido de dolor y placer que me erizó la piel.

Volvió a darle otra embestida y noté como ella apretaba muy fuerte mis brazos para no perder el equilibrio a la vez que sacaba más el culo hacia él.

Los gemidos ahora fueron constantes hasta que empezó a convulsionarse prueba evidente de la llegada de su primer orgasmo.

Siguió su violento movimiento a la vez que lo acompañaba de fuertes manotazos en las nalgas diciéndole…

-Córrete otra vez zorra, demuéstrale a tu marido lo puta que eres.

-No pares mi amor, no pares por favor.

Aumentó más si cabe el ritmo y empezó a gritar:

-Me voy a correr dentro… me corro dentro…

-Vacíate en mí mi amor, no me la saques por favor.

Se corrieron los dos juntos y ella empezó a temblar de cansancio y de placer. Él se incorporó y ella sin decirle nada se arrodilló volviéndose hacia él le cogió su miembro y empezó a chupárselo, a limpiárselo diciéndole:

-Gracias, ha sido brutal.

-Ahora ya sabéis lo que quiero de vosotros. Iros y pensar en lo que ha pasado y decidid si queréis seguir con la relación.

-Necesito ir al baño, tengo las piernas chorreando

-No, toma mi pañuelo y volved a casa. No quiero que te duches esta noche y por supuesto, que éste ni te toque.

Se limpió como pudo, le puse su abrigo y antes de irnos se abrazó a él para besarlo.

Yo recordé lo que me dijo mi confidente Víctor… “Tienes que estarle agradecido a él” y me acerqué a darle la mano y a decirle…

-Muchas gracias Ernesto, realmente ha sido muy bueno

-Ya sabéis; o todo o nada, no quiero medias tintas.

-Esta noche no se te ocurra tocarla ¿Entendido?

-Lo sé

-Marcharos de una vez.

Cuando nos quedamos solos en el coche le pregunté que como estaba.

-A parte de sucia muy bien.

  • ¿Te ha gustado?

-Ha sido evidente ¿No?

-Sí, ya lo he visto,

-Me ha desbordado, me ha hecho sentir cosas que nunca antes las había experimentado, realmente he sentido que en esos momentos era suya, le pertenecía, se merecía que me entregase.

  • ¿Quieres repetir?

  • Tenemos que hablar, esto ha sido un paso muy serio en nuestra relación, pero por nada del mundo quiero que tengamos problemas, pero ya te advertí antes de que pasara. Íbamos a destapar la caja de Pandora. Si tú aceptas tu rol, si puedes soportar que yo me entregue a él y podamos disfrutarlo los dos, adelante.

(Continuará)