Te dije bésame y me dijiste que no (epílgo)
Terapia todo fuera-nada dentro (resumen sugerente pero que no tiene nada nadita de sexo). Que en la vida no es todo eso... jejejejeje
Jean estaba sentada en el banco que teníamos en el jardín de casa. Primeros de septiembre, brillaba el sol, el cielo era azul (nunca como el de Madrid, ya se sabe lo que se dice; de Madrid al cielo pasando por el... Calderón. Bueno la frase real es de Madrid al cielo y desde allí un agujerito para verlo pero dado que soy rojiblanco me permito la libertad de adaptarla). Y yo junto a ella, Alex en el suelo con las piernas cruzadas mirándonos a ambos.
Ella lo llama terapia de todo fuera-nada dentro. Cuando lo oí me dio por reírme. Algo infantil pero no lo pude evitar. Alex sonrió de medio lado ante mi risa y movió la cabeza divertido. Jean frunció el ceño y bufó un; ¡¡como niños!!
antes de sonreír ella misma y estar de acuerdo en que quizá con nosotros no era el nombre más adecuado. El caso es que está aquí porque juzgó que con nuestra reconciliación no acababa todo. No íbamos a ser nosotros quienes la llevásemos la contraria. Al margen de una profesional se había convertido en una buena amiga. Seguir su sugerencia no nos parecía mala idea.
Por eso estábamos allí. Para hablar de los porqués, para evitar que volvieran a surgir y que si lo hacían supiéramos lidiar con ellos de la mejor forma posible. Y no como hice yo, que salí corriendo y me metí de cabeza en uno de los mayores peligros a los que me he enfrentado.
- ¿Cómo te sientes? - la pregunta de ella fue directa y dirigida a mi.
- Bien... ahora bien. Muy bien de hecho.
- Reharé la pregunta entonces... ¿cómo te sentías?
- Agobiado, saturado. Por todo. - callé y ella con un gesto me animó a seguir. - No solo por la ridícula “discusión” que tuve con Alex... desde febrero todo ha ido tan rápido... Quizá lo más adecuado para que lo podáis entender sea que os explique lo que para mi supuso la pérdida de mis padres. - Miré hacía el interior de la casa donde Jacob se encontraba viendo la televisión y Olivia leyendo en su cuarto. - Vengo de una familia de pensamiento arcaico, de los que no entienden que un hombre pueda amar a otro hombre, de los que ni tan siquiera comprenden que dos personas de nivel social distinto puedan igualmente quererse. Mis padres tuvieron que huir de sus respectivas casas para poder vivir juntos y lo hicieron cuando apenas eran unos críos, mi padre 19 años, mi madre 18. Ella ya me llevaba a mi en su vientre. Estuvieron muchos años sin casarse, a la espera de que su situación económica se estabilizara o a que realmente les apeteciera hacerlo porque según palabras de mis padres el tenerse el uno al otro para ellos era suficiente. Jamás y con esto quiero decir, jamás me sentí ignorado sino el niño más querido, protegido y feliz de primero el bloque de viviendas donde residía, luego de mi barrio, luego de mi ciudad, podría seguir así y no acabar. Con 15 años, cuando yo ya sabía que a mi lo que me iban eran los chicos, mi madre se sentó una tarde conmigo en mi habitación y como si estuviera sucediendo ahora mismo me miró a los ojos y repitió las palabras que unas horas antes mi tío me había dicho;
que nadie nunca te haga creer que hay algo malo en ti, ama a quien quieras, besa a quien te apetezca, abraza a quien te de la gana y cuando des un paso más importante que sea con quien realmente desees hacerlo. Que solo te importe que te trate bien y te respete aunque no sea más que un encuentro fugaz.
No podía haberme sentido más afortunado y al mismo tiempo más avergonzado. ¡¡Aún estoy por ver a un adolescente que no se muera de vergüenza hablando de sexo con sus padres!! - Alex y Jane sonrieron ampliamente. - Gocé de su total confianza, me dejaron ser libre aceptándome tal cual era con la única condición de que siguiera dos premisas; el famoso sentido común que mi madre se hartó de repetirnos 5 veces diarias los 365 días del año tanto a mi como a mis hermanos y él, trata a las personas de igual manera que desearías que te traten a ti... es decir, con educación, respeto y, en definitiva, como lo que son, seres humanos. Quizá fue su espíritu “revolucionario”, mi padre periodista, mi madre escultora, lo que lucharon por estar juntos no sé, el caso es que nunca pusieron trabas a con quien salía, a donde salía, lo que hacía o deshacía. Eso sí, cuando me equivocaba, y lo hice innumerables veces, cuando mis acciones tenían consecuencias para los demás eran exigentes. Nunca me permitieron evadir mis responsabilidades. Asume las consecuencias de tus actos... recuerdo claramente como en el despacho de papá me dijo eso cuando les llegó una carta del instituto en el que venían a decir que mi comportamiento había sido, digamos que poco “adecuado” con un compañero... me expulsaron dos semanas y estuve castigado otras tres... Pero castigado de verdad. Primera y única vez que tuvieron que tomar medidas de ese tono conmigo. * ¿Qué hiciste? - preguntó divertido Alex, embebido en mi relato. * Le quité los tornillos a la silla en la que se sentaba y cuando lo hizo “perdió el equilibrio”, lo malo es que se hizo daño. Me imagino que pensé que aunque le dolería no iba a acabar con un hombro dislocado y retorciéndose en el suelo... * ¿Porqué hiciste eso, Cesc? * Porque era un grandísimo cabrón que se dedicaba a martirizar a mi mejor amiga del instituto y a restregarme delante de todos que me había visto haciendo cosas “sucias” en el gimnasio con varios tíos de otros cursos. * ¿Y era verdad? * No del todo... me había visto, sí pero aún no había pasado de breves escarceos con dos compañeros y con uno de ellos repetía casi siempre. Vamos que lo de ser la “zorra” del insti no era un apelativo que me diese la gana cargar, sobretodo cuando no era verdad. Cuando no había hecho nada para ganarme esa “fama”. Se lo hice pagar pero me excedí. El caso es que para mi, mis padres eran mi referente, lo que hacía girar mi mundo y lo que le daba sentido. Unos padres que aceptan con naturalidad tanto que su hijo es gay como que un día les siente en el salón de casa y les suelte que va a estudiar en la universidad pero que al mismo tiempo desea ser actor porno gay se merecen ser venerados y poner una alfombra roja por el suelo que pisen. Perderlos fue... perder toda mi realidad, lo que fui, lo que soy y lo que pensaba que sería. Y asumir que me respetaban tanto como para confiarme lo que para ellos era más importante, sus hijos, mis hermanos, y más de forma tan repentina, fue digamos que... * Extenuante... * Tu lo has dicho. Jean, no estaba preparado... nunca me había parado a pensar si quería tener hijos. Quizá simplemente había relegado el tema porque no quería enfrentarme al hecho de que aunque en mi país se legisló para que las parejas homosexuales pudiesen contraer matrimonio y adoptar, aún no había encontrado quien me motivase a querer hacer algo tan importante. Mucho menos dedicándome a lo que me dedico. Prácticamente lo había descartado. ¿Ser su hermano mayor? Claro, los he querido profundamente desde el día que nacieron... de hecho hay una historia que desearía contarle a Jacob. Una historia que solo conozco yo porque la viví con él cuando nació, algo que no conté a nadie porque quise guardármela para mi. * Pues lo haremos, bueno lo harás pero en otro momento y cuando lo creas adecuado. Sigue... eres un narrador excelente. - asentí. Antes de continuar bebí un trago largo de agua con gas. * El caso es que sí, ser su hermano mayor estaba muy bien. Verles en fechas importantes, llamar a casa, hablar con ellos, preguntarles cómo les iba... lo que viene siendo ejercer de hermano en la distancia y reencontrarme con ellos en esos momentos familiares ineludibles y descubrir que les adoras pero que 24 horas con ellos son suficientes como para desear arrancarles la cabeza. Y eso que son críos estupendos... pero bueno, mi vida es muy diferente a la de ellos. Nuestras edades muy distintas y yo dejé de vivir con ellos con 23 años, cuando el enano tenía 8 años y la peque, 5... Definitivamente no estaba preparado, ni para asumir que ahora no iba a ser más que su hermano por haber nacido antes sino a todos los efectos su padre, el encargado de su educación, de su salud, de darles una casa, ponerles comida en el plato, vigilar sus amistades, mirar qué ven, qué leen, si están tristes o contentos. En definitiva hacer lo que mis padres hacían pero con el inconveniente de que sé que ni de lejos estaré a la altura que ellos estuvieron. * ¿Eres consciente de que es imposible que tus padres fueran perfectos? * Sí pero si no lo eran se acercaban mucho a ello... - ambos se echaron a reír ante mi enérgica afirmación. Sonreí efusivamente. - Claro que lo sé... pero en serio, eran sensacionales. Mucho de lo que soy es por ellos, siempre animándome, sin juzgarme, apoyándome en mis horas malas, entendiendo mis locuras y solo pidiéndome cordura y fe ciega en la familia que éramos. Ellos decían que las parejas pueden ir y venir pero que los padres y hermanos permanecen... que ellos nunca dejarán de ser lo que son. Les preocupaba mucho que yo no encontrase a alguien, lo de que no me plantease tener críos era uno de nuestros temas de discusión porque les aterraba que llegase un momento en que me pudiera encontrar solo. Aunque siempre podría contar con los enanos, temían que me hiciera viejito y acabase olvidado en un apartamento en el centro de mi ciudad natal... sobretodo esas eran palabras de mi madre a quien a veces le daba esa neura y que me volvía loco con su incesante parloteo cuando le asaltaba el temor de ver a su pequeño Cesc solo y desamparado. - volví a guardar silencio. Suspiré. - No, definitivamente no estaba preparado para asumir la responsabilidad que supone educar a mis hermanos. Y para descubrir al mismo tiempo que los temores de mi madre eran infundados porque esa pequeña vocecita de mi cabeza que me decía que llevaba tiempo enamorado tenía razón... porque mi rubio vaquero se pegó a mi en esos y tenebrosos instantes para demostrarme que estaba dispuesto a que yo fuera su universo. * Demasiado en poco tiempo. Muchas emociones, muchas experiencias límites. Cesc, tu cerebro dijo basta... - Jean me miró con una sonrisa comprensiva. - te aferraste al pasado en el que no tenías más responsabilidades que cuidar de ti mismo, ser un buen hijo y un buen hermano. A la tranquilidad de una época que se evaporó en apenas unas horas. - suspiré y asentí notando un nudo en la garganta. - Esa discusión con Alex por pequeña que fuera, resultó ser el detonante que hizo desbordarse el vaso. Todos necesitamos una vía de escape... solo tienes que aprender una cosa que he entendido de la preocupación de tu madre... * ¿Había algo más que el natural desvelo de una madre por su hijo? * No y sí... tu madre, afirmo sin temor a equivocarme, era la persona que más y mejor te conocía. La independencia que te dieron, la forma en que te educaron para que las opiniones de los demás no socavaran tus convenciones, para hacerte fuerte ante las críticas te hicieron por otro lado aislarte... no involucrarte en nadie para no sufrir. Sin pareja el amor no te haría daño, sin hijos el miedo no te atenazaría... pero eso a la larga te dejaría solo. Ese es el error que ellos cometieron y ella, tu madre y seguro que tu padre también lo sabían con certeza absoluta y es por ello que era lo que más les preocupaba. Porque sabían que si algo no cambiaba el que sucediese lo que más les asustaba era muy probable que se hiciera realidad. - ella misma se detuvo para beber. Tomó aire y continuó. - Alex llegó a ti en un momento de debilidad... consciente o inconscientemente se coló en tu vida y se ganó a pulso el ocupar de manera definitiva ese corazón que ya se había ganado hace tiempo pero que tu te negabas a abrirle... - miró a mi chico. - a él le hizo falta darse cuenta de que si volvías a España era muy probable que no te volviera a ver. - sonrió ampliamente. - Mira que podéis ser complicados. Con lo fácil que hubiera sido que hace años os hubierais mirado y dicho mutuamente que estabais colados el uno por el otro.
Miré a Cesc en silencio durante unos instantes. Ciertamente y después de haberle escuchado no sé cómo habría enfrentado yo una situación así. Mi niño es muy pasional. Se asusta y se agobia con la misma facilidad con la que se entusiasma y saca fuerzas de donde ya no parece haberlas. Pero como cualquier persona tiene un límite y por inocua e insignificante que a mi me pareciese aquella pelea para él fue la palanca que desencadenó su huida hacia esa realidad de la que habla Jean. Una realidad en la que podía volver a ser el que siempre fue, sin más responsabilidad que él mismo. Si solo te preocupas por ti solo te puedes fallar a ti mismo.
Cesc sabe perfectamente que mi amor en sincero pero aquellas palabras que se podían haber solucionado fácilmente en cualquier pareja para él significaron una brecha que le hizo dudar de la pureza de mis sentimientos. Para él que pensase que un revolcón cinematográfico pudiera significar más que eso resquebrajó el muro de dureza que mantenía frente a sus hermanos. El niño asustado que había tras él, ese niño huérfano que vi en Madrid quedó desnudo frente a la incertidumbre de una relación recién comenzada. Sus miedos le sobrecogieron y se aferró con ambas manos a lo dicho. Al chaval independiente que solo rendía cuentas ante sí mismo.
Independiente, sin tener que decir a nadie con quien sales, a quien te follas, a quien besas. Qué comes o bebes. Si trasnochas demasiado, si trabajas excesivamente. Independiente para gestionar tu vida como te de la gana. Sus padres le proporcionaron las armas para saberse valer, fomentaron que cultivara no solo su cuerpo sino esa mente brillante, perspicaz e intuitiva que fue lo que más me cautivó. Un cuerpo de infarto y una mente hecha, educada para pensar. Un cerebro que se colapsó porque no podía sintetizar todo lo que su corazón sentía.
Le quiero y no puedo juzgarle porque como digo ni yo mismo sabría cómo habría reaccionado ante una tragedia de la magnitud que él vivió. Quise estar a su lado y lo hice. Quise hacerle ver que en esos momentos en los que me estaba necesitando, aún si habernos dicho
te quiero
antes, me iba a tener. Y lo hice. Sé que me ama, lo veo en sus ojos, en su sonrisa cuando me mira. Ahora solo queda trabajar para estar seguro de que si vuelve a sentirse saturado sepa que puede volverse hacia mi y, como él me prometió que sería para nosotros, actuar siendo su sostén.
Él dice que renunció casi sin percatarse de ello a tener una familia. Yo siempre soñé con tenerla pero lo veía un imposible. Que el renunciase por temor a que si la tenía viviría sumido en el temor de que les sucediese algo o de no hacerlo lo suficientemente bien no significa que no lo quisiera también. Renunciar implica que se abandona algo que se anhela, que se desea. En parte quizá por eso, igual que yo rehuí una relación con él por temor a salir herido como con mi primer noviazgo con alguien del mundillo, él hizo lo mismo porque sabía que por mi sentía algo más que un calentón. Que yo era algo más que un polvo momentáneo.
Aquél
bésame
que le rehusé fue la única muestra de que yo le volvía débil. Las personas que nos aman son nuestra debilidad. Al mismo tiempo que nuestra fortaleza, lo que les duele nos duele, lo que les hace fuertes nos fortalece.
Salgo de mi ensimismamiento cuando la mano de Jean se posa en mi hombro.
- Tierra llamando a Alex, Tierra llamando a Alex... - bromea. - Es tu turno, cuerpo de escándalo.
- Pensé que Cesc no tenía que seguir hablando... - murmuré por lo bajo sarcásticamente. Mi peque me da un leve puntapié en la rodilla ante lo socarrón de mi comentario.
- El no es
cuerpo de escándalo
, él es más concretamente
trasero de escándalo
. - los dos estallamos en carcajadas que nos hacen saltar lágrimas en los ojos. Esta mujer es sencillamente única. Un fugaz pensamiento cruza mi mente, junto a Sofía serían insuperables. A ver si hacemos una especie de reunión amigofamiliar y juntamos a todos los que queremos para agradecerles que lo hagan. - Repito,
cuerpo de escándalo
, es tu turno, deja de divagar.
- Está bien...
- ¿Tú como te sentiste?
- Veamos... cuando sucedió lo de sus padres, fue como tu dijiste. Le vi tan desolado que supe que si se iba a España como era evidente que se iba a ir, era muy probable que no regresase y me asusté porque me di cuenta de que mi vida sin él no tenía demasiado sentido. Verle roto me rompió a mi. Acompañarle en sus peores horas, no es que me hiciera enamorarme más de él solo darme cuenta de que lo que sentía era profundo, sincero y hermosos y que no me iba a permitir a mi mismo no luchar por estar a su lado. De quien sí me enamoré fue de sus hermanos. Y me di cuenta de una cosa que con el tiempo se ha ido reafirmando y es que se necesita la tristeza para saber lo que es la felicidad y la ausencia para valorar la presencia...
- Mi novio, el filósofo... - comentó sarcásticamente Cesc. Jean le echó una mirada asesina.
- Tu novio, el filósofo, te ha escuchado atentamente en silencio, trasero de escándalo
de conmino a que hagas lo mismo... no quiero ser responsable de que duermas en el sofá... Además que tiene toda la razón del mundo... Las cosas sin sus opuestos no tienen mucho sentido de ser... aquello de paz sin guerra, amor sin odio, hambre sin saciedad... - Cesc asintió con una sonrisa bailando en sus labios. ¡¡Madre mía cómo le amé en esos momentos!! * Como iba diciendo me enamoré de sus hermanos, me enamoré de sentir que él me había regalado la familia que siempre soñé. Cuando le dije que no me gustaba la idea de que follase con Jason Briggs fue mi temor a que sucediese con él lo mismo que nos pasó a nosotros en los set y que perdiese el maravilloso regalo que la vida me había dado. Sé que es una tontería pero es qué aún me cuesta creer que Cesc me quiera... me he pasado la vida de decepción en decepción. No se puede decir que haya tenido una vida sentimental demasiado afortunada y soy actor porno así que a veces he llegado a creer que me quedaría toda la vida follándome a otros sin sentir que el acto físico de la cópula puede ser algo más que eso... un acto físico. Cuando compartimos escenario por primera vez... ¡Dios jamás podré olvidarlo! fue tan... revelador de que sí había algo más, de hecho mucho más. A ver, un polvo está muy bien, no voy a negar que me gusta follar pero es que me enloquece mucho más hacer el amor... y Cesc me descubrió ese día que no tenía porqué renunciar a anhelar que alguien quisiera de mi algo más que mi cuerpo. * ¿Cómo sería posible no desear algo más de ti,
ojos verdes
? - mi niño se arrodilló frente a mi y me miró cogiéndome el rostro entre las manos. * Tanto azúcar debe ser dañino... - murmuró Jean desde su asiento pero sonriendo al mismo tiempo. Cesc se volvió y le sacó la lengua con un gesto divertido. - ¿sabéis lo que pienso? * No pero seguro que nos lo vas a decir... - ella se rió ante mis palabras. * Creo que la solución a esto aunque en parte la hayáis encontrado solos puede afianzarse en daros cuenta de que juntos sois más fuertes. Que las debilidades y dudas que tiene uno pueden ser mitigadas por el otro y viceversa... vamos de lo que comúnmente se trata cuando se tiene pareja... entre otras cosas, claro. Cesc no puedes desear estar a la altura en la que has colocado a tus padres, para ti son perfectos como para la mayoría de los hijos pero sabes también como yo que eso es imposible. No quiero decir que no fueran buenos padres, de hecho estoy convencida de que yo misma hubiera aprendido mucho de ellos si los hubiera conocido, debieron ser unas personas excepcionales si tuvieron el buen tino de criar tres hijos tan estupendos como tu y tus hermanos pero aún así no puedes pretender ser ellos. Tu eres tu, y la educación de los pequeños ahora que ha recaído en tus manos debes encauzarla según cómo creas
tú
que debes hacerlo. A tu manera y con tus fallos y aciertos pero siendo tu mismo y actuando en consecuencia. Repito no eres tus padres, ni tienes porqué serlo. Ellos criaron y educaron a una persona independiente, sensata, inteligente, tienes la suficiente capacidad como para hacerlo lo mejor posible y además cuentas con el apoyo de Alex que les quiere tanto como tu y que va a trabajar igual de duro para proporcionarles el bienestar y procurarles el futuro que ambos deseáis para los dos. Ellos son vuestro mayor tesoro y el uno para el otro, vuestra mayor fortuna. Y debéis cuidarlo, porque lo que tenéis, el amor y el compromiso que sentís hoy en día es un bien escaso, excepcional y maravilloso. Por eso debe ser cuidado y mimado. - Miré a Cesc y con un gesto de cabeza señalé hacia nuestra amiga. Él asintió, ella frunció el ceño y ambos nos lanzamos sobre ella para derribarla y torturarla a base de cosquillas. Entre risas y exclamaciones la oímos soltar varios improperios y un expresivo y repetitivo;
¡¡¡cómo niños!!!
Veo a Jacob parado en medio de la acera, delante de la escuela secundaria. Por la mañana me llamó para preguntarme si podía ir a recogerle puesto que tenía que llegar a casa en seguida para ponerse a estudiar. Mi hermano ha resultado ser un ratón de biblioteca, devorador de libros y conocimiento con un expediente brillante al que sus profesores aplauden y muchos de sus compañeros tienen por un frikie del universo estudiantil que es el mundo de los adolescentes en este país. Menos mal que tiene una personalidad arrolladora que pasa de estereotipos, miradas por encima del hombro y desplantes. Más de uno se ha llevado pero los devuelve ignorando a quien se cree con derecho a inmiscuirse como él mismo dice donde nadie les ha llamado.
Tiene un círculo cerrado y pequeño de amigos a los que conozco uno a uno y de los que me sé sus vidas de principio a fin. Y que más de una vez he recibido en casa para que se queden a dormir confiscándoles en medio de la noche cigarrillos y alguna que otra cerveza. Con 16 años eso de experimentar aunque prefiero que lo hagan en lugar seguro entiendo que debe ser vigilado y controlado. Confieso que soy mucho más severo de lo que mis padres fueron conmigo pero es que Los Ángeles no es Madrid y aquí los peligros acechan incluso en la casa de al lado. Con respecto a la seguridad de mis críos no me fío absolutamente de nadie... menos de ellos dos.
Eso sí, como también se que tienen buena cabeza y suelen ser sensatos no restrinjo sus salidas siempre y cuando sean consecuentes con la hora de vuelta, sepa dónde van, con quién van o lo que pretenden hacer. Que quieren ir a una discoteca para menores me parece bien, que quieren vestir de negro y con greñas perfecto, que quieren hacerse varios pircing por mi de acuerdo. Pero todo previa consulta y verificación de que saben lo que hacen y que hacen uso de lo que yo también he adoptado como mi leit motive... sentido común, sentido común.
Previa consulta, verificación y aceptación mía o de Alex que tiene el mismo poder y derecho a tomar decisiones en cuanto a lo que concerniente a la educación de los enanos.
Lo malo de todo esto es que Jacob empieza a cuestionar ciertos límites. No en vano tiene ya 16 años, casi 17. Un crío es lo que ya no es. Tiene claras muchas cosas y sabe como estirar y tensionar la cuerda de nuestras normas. Menos mal que es un buen chaval y sabe ver que la mayoría de las veces son justas, necesarias y negociables.
Mi círculo de amistades sigue siendo igual de reducido. Conozco muchos compañeros de profesión pero solo los que me ayudaron a construir mi vida aquí en esta ciudad junto al maravilloso ser humano que a día de hoy aún me ama siguen a nuestro lado. Juntos montamos una productora que poco a poco fue cobrando peso y renombre. Trev, Ed, Will, John, Alex y yo regresábamos en uno de los vehículos de la empresa a nuestras respectivas casas después de pasarnos toda la tarde buscando localizaciones para un nuevo proyecto en el que Alex y yo participaríamos de manera activa. Como me pillaba de camino y no pensaba dejar al chaval plantificado en medio de la ciudad pasamos a recogerle.
Así que ahí estaba él, delante de la entrada leyendo un comic, con los auriculares puestos, aislado de cualquier cosa que no fuera lo que pasaba a dos centímetros de su nariz con los que muy probablemente fueran Spiderman o el X-Factor de su admirado Peter Davis. Vestía sus sempiternos vaqueros oscuros, su habitual camiseta blanca y su chaleco también negro. El cabello rizado y un poco por encima de los hombros. Delgado pero estilizado y en forma porque no le permitía vaguear demasiado y descuidar su condición física. Si por él hubiera sido se pasaría el día frente al ordenador, leyendo o divagando tumbado en cualquier pradera de césped que encontrase. Seguía siendo algo introspectivo pero tenía un buen carácter y yo por mi parte... no le podía amar más.
Suspiré dándome cuenta de que sino iba yo mismo a ponerme frente a él ni se percataría de nuestra presencia. Antes de poner un pie en el asfalto la mano de Alex me retuvo;
- Espera... - me hizo un gesto para que mirase hacia la puerta del centro educativo. Una muchachita preciosa de cabellos castaños pelirrojos salió del centro y sin el menor gesto de duda se dirigió hacia mi hermano. Se situó a su lado, sacó unos papeles de la mochila que llevaba y se los estampó en el pecho. Jacob dejó lo que hacía en un claro gesto sorprendido, ella se dio media vuelta dejando que los folios se desparramaran por el suelo. Y ahí me quedé yo, viendo como mi hermano pequeño alargaba su brazo, la cogía de la mano, tiraba de ella, la pegaba a su cuerpo y la daba un beso de escándalo delante de media plantilla de compañeros. Con una seguridad de la que yo jamás hice gala con su edad despegó sus labios de los de la muchacha, cogió su propia cartera y se alejó de la chica que se encontró ocupando el lugar que había ocupado él sin más gesto que su expresión atónita y los dedos de su mano acariciando la piel que aún conservaba el sabor de quien muy probablemente los había probado por primera vez.
Sin decir ni media palabra y volviendo a sumergirse en el comic se sentó en la camioneta, conectó los auriculares y volvió a hacerse dueño de su mundo. No me quedó con más que palmearle el hombro y ver como levantaba la vista para fijar la mirada en mis ojos y murmurar una sola palabra; Natalie . Sonreí cómplice, el primer amor. Ese por el que suspiraba desde hace meses el niño que llegó a mi para ocupar las 24 horas de mis días hacía ya 5 años.
Olivia estaba sentada de cualquier manera en la verja que rodeaba la casa cuando Trev y Ed nos dejaron en la entrada y continuaron camino hacia su propia residencia. Al igual que nosotros habían descubierto hacia unos dos años que merecía la pena reconocer que bebían los vientos el uno por el otro. Era enternecedor leer los comentarios que se dirigían por twitter cuando alguno de los dos estaba fuera de la ciudad por motivos laborales o de otra índole. Enternecedor y divertido.
Como decía la peque estaba sentada en la verja que circundaba nuestro jardín con la vista clavada en la casa de enfrente. Una libreta descansaba sobre sus rodillas, del cuello la cámara digital. Mientras pasábamos por su lado me dirigí a ella;
- Vas por buen camino si pretendes convertirte en paparazzi... - ella me sonrió socarronamente.
- Solo estoy observando... - me respondió.
- Eso es de mala educación, Oli. Entra en casa y prepárate para cenar. - intervino Alex. Los dos sabíamos que aquella vena cotilla acabaría de una única manera. Mi hermana estaba siguiendo los pasos de mi padre y el gusanillo del periodismo había anidado en ella. No en vano se encontraba publicando una columna en la publicación mensual del mismo centro de estudios que Jacob. El azote de las mentes mal pensadas. Y el origen de buena parte de las carcajadas que sacudían el lugar.
Sí, definitivamente, vislumbraba un buen futuro para aquellos dos ratones que habían convertido mi corazón en un queso gruyer cuando nacieron y que acabaron convirtiéndolo en el edredón de sus miedos y temores.
Orgullo era una palabra que se quedaba exigua para definir lo que mi vaquero rubio y yo, su moreno de infarto, sentíamos por los que hacía tiempo dejaron de ser solo mis hermanos y pasaron a ser; nuestros hijos.