Te dije bésame y me dijiste que no (7)

Huida hacia delante y Alex poniendo su voz en primer plano.

NOTA DE AUTOR

Puede parecer mentira pero la petición que da título a la historia se la escuché en un vídeo porno gay al actor John Magnum y su parteneir, Jeremy Bilding casi le espetó la respuesta que imagino. Así que aunque posiblemente jamás se enteren de que activaron la imaginación de una escritora amateur en España la historia va dedicada a ellos. Uno nunca sabe donde pueden encontrarse las fuentes de inspiración


Mi padre tenía muchas cualidades. Entre otras cosas no era tonto. Todo lo contrario. Así que no me sorprendió ver a ese tipo parado tras la mesa de su despacho. Había acudido una semana después del accidente porque me llamó dos días antes para citarme en su bufete. Me recibió con ese elegante traje de ejecutivo. Un hombre de unos cincuenta y tantos que peinaba canas pero que presentaba un impecable aspecto físico. Unas elegantes gafas de montura al aire eran la antesala de unos oscuros ojos castaños, casi negros.

  • Siéntese, señor Baranz, por favor. Y déjeme presentar. - Lo hice y estreché la mano que me tendía. - Me llamo Jesús Trovero, abogado. Conocí a su padre durante nuestros respectivos años de juventud cuando él empezaba en el mundillo de la prensa y yo apenas si acababa de matricularme en derecho. Puedo asegurar que desde entonces nuestros caminos han transcurridos paralelos. Me gusta pensar que fui uno de sus mejores amigos como para mi lo fue él. - guardó silencio unos segundos. - Tus padres depositaron en mi la confianza de llevar todos sus asuntos legales. Supongo que el que ni tan siquiera te sonara mi nombre te hará parecer extraño esto que te cuento.

  • No mucho, papá gustaba de tener todos sus temas bien atados y sin fisuras. Pero al igual que no me habló de usted tampoco lo hizo de su asesor financiero, si es que lo tiene. Eran cosas que me interesaban lo justo y de las que no me hablaba. Aunque lo hubiera hecho de considerarlo necesario.

  • Ya, lo sé. El caso es que te he llamado porque la situación que se te está planteando ahora él, o más bien, tu padre y tu madre ya la tenían prevista.

  • ¿Prevista su muerte?

  • Las personas morimos, el cómo, el dónde y el cuándo se nos escapa de las manos. En fin, a tus padres les preocupaba la situación en la que quedarían tus hermanos si a ellos les sucedía algo al mismo tiempo. Quisieron evitar que esa familia que tantos quebraderos de cabeza le dieron a tu madre se inmiscuyesen. Cesc, te nombraron el único y posible tutor legal e Jacob y Olivia. No tienen ninguna posibilidad de llevárselos a ningún lado. - Mis manos temblaban. Me lo había supuesto. Como digo conozco a mi padre y me imaginaba que una situación así la tendría más que solventada. Aún así me quedaban dudas.

  • ¿Ni aunque trabaje en lo que trabajo?

  • Ni aún así. Tu vida profesional, independientemente de cual sea esta, te ha proporcionado una estabilidad económica y material considerable. Tienes tu apartamento y la casa paterna que es tuya y de los pequeños a partes iguales pero que mientras ellos sean menores será gestionada por ti. A todos los efectos tus padres confiaron en ti para que si sucedía la tragedia que ha pasado ellos te tuvieran y tu les tuvieras a ellos. Que de ningún modo la familia se separase y os quedarais solos.

  • ¿Y las autoridades no pueden oponerse tampoco?

  • No... aunque querrán hacerlo. ¿Puedo ser sincero contigo?

  • Claro, se lo agradecería.

  • Sé que amas esta ciudad pero aquí las cosas pueden ponerse difíciles. Vete de aquí, construye tu vida con ellos en otro sitio. Han tenido una infancia plácida y tu puedes hacer que siga siendo así a pesar de que la pena de lo sucedido nunca puedan olvidarla.

  • Irme... - murmuré.

  • Trabajas mayormente en Los Ángeles, ¿no? - asentí. - ¿Tienes casa allí?

  • No, pero no me supondría problema alguno encontrar el lugar más adecuado.

  • Bien, piénsalo. A mi entender es la mejor opción.

  • Me suena a huida.

  • Bueno ya sabes lo que se dice. A veces una huida a tiempo es una victoria. Siguiendo con la sinceridad el que tu seas gay en este país, gracias al cielo, ya no tiene la trascendencia e importancia que tenía hasta no hace muchos años. Aún así hay gente que no vería con buenos ojos que tuteles a unos niños, por mucho que sean tus hermanos. Sin embargo y, aunque seguirían sin poder retirarte su custodia te amargarían tu vida y la de ellos. No solo por tu condición sexual que eso es lo de menos sino, y sobretodo, porque te dedicas al porno y más concretamente al porno gay. - sonreír. Ya comprendía porque mi padre y este hombre habían sido amigos. Sinceridad sin ambages. Entiéndeme, si decidieras quedarte y fijar como la tienes ahora mismo tu residencia en Madrid te defendería de cualquier traba que te pusieran pero ¿en verdad quieres someter a semejante presión a Olivia y Jacob?

  • Supongo que no pero no me agrada claudicar de esa manera. - Ahora el que sonrió fue él.

  • Cesc, a partir de ahora, empezarás a darte cuenta de que no hay nada a lo que no renunciarías por ellos. Son tus hermanos pero a todos los efectos y, básicamente, también son tus hijos. - algo debió ver en mi rostro que le animó a seguir. - Escúchame, quise a tus padres muchísimo. Tanto que me fue imposible acudir al sepelio porque no hubiera soportado despedirme de ellos definitivamente así que no fui porque así no tendría que hacerlo, algo absurdo lo sé porque por mucho que lo evite la verdad es que esta desgracia no dejar de ser real. - Le noté la voz tomada y me removí incómodo porque yo mismo me sentía algo abrumado de nuevo. Él retomó fuerzas y siguió. - Daniel, tu padre, me habló tanto de ti. Te tenía permanentemente en cuenta, estaba tan orgulloso que no me cabe ninguna duda de que lo harás muy bien. Y, de todas maneras, si necesitas cualquier cosa, consejo, ayuda, lo que sea me tienes a tu disposición. En cualquier momento y para lo que sea. - me tendió un sobre. - Dentro van los pasaportes de los chicos. - Lo cogí. Poco después salí del despacho con toda la documentación oficial que me convertían en lo que me convertían. Cuando llegué a casa, me encontré a Alex sentado en el mismo sofá donde nos habíamos amado no hacía demasiadas noches con Olivia sentada en su regazo viendo unos dibujos animados en inglés. La niña se reía al escuchar la traducción simultánea que ese adonis le estaba haciendo.

Era una imagen que me di cuenta que no me importaría que se hiciera habitual en mi vida. Alex sonrió al verme. Se levantó cogiendo a la cría entre sus fuertes brazos haciéndola cosquillas en el proceso. Me uní a ellos en un ataque despiadado contra mi hermana. Después de tanto llanto era simplemente hermoso oírla feliz. Sin embargo ahora me preocupaban dos cosas; decirle a Jacob que tenía que dejar todo su entorno, equipo, colegio, barrio y, procurar no volverme a encontrar con mi tío Jaume y no romperle la cara. No soy un tipo violento, simplemente dejo hacer con la intención de que me dejen... en paz pero la familia de mi madre siempre me han parecido lamentables.

Enemigos acérrimos de mi padre. Criticando a todo y a todos. Cuando en la familia se supo a lo que me iba a dedicar aquello fue la pólvora que hizo estallar la dinamita. A modo de reivindicación mi padre les envió envuelto en el más hermoso papel de regalo un dvd con una selección de mis mejores escenas y polvos. Ambos brindamos ese día con tequila. Nuestra bebida favorita.

Olivia dejó la sala y poniéndome a revisar el correo postal noté que ese precioso hombre me miraba fijamente como esperando algo. Finalmente y dejando de lado una de las cartas le hablé.

  • ¿Que te parece empezar una relación con un padre primerizo?

  • Es un reto que tengo ganas de afrontar.  ¿En España o fuera?

  • En Los Ángeles... ¿con tu ayuda entonces? - Alex asintió sonriendo enérgicamente. - Genial... - pasé por su lado pellizcándole el trasero. - Te espero esta noche como invitado en mi cama...

  • ¿Tengo que esperar a la noche? ¿Y tiene que ser en tu cama?

  • ¡Hay menores despiertos, Kent! - recogí los papeles y tras coger una botella de agua de la despensa, me volví a preparar para salir. - Voy a sustituir a Sofí y volver a preguntar por millonésima vez cuando me devuelven a mi hermano. Siento dejarte otra vez solo. - meneó la cabeza.

  • No tengo prisa... así guardo fuerzas para hacer que me ruegues esta noche...

  • ¿Porque pares o porque no pares? Dudo que lo último vaya a suceder nunca...

  • Ya veremos, ya veremos. - se aproximó a mi besándome de tal modo que noté su lengua casi en mi garganta. Casi me derretí ahí mismo y apunte estuve de correrme en ese mismo instante.

  • Anda vete... - murmuró separándose de mi de forma reticente. - además no me importa quedarme con Olivia dado que lo mismo de aquí a no sé sabe deja de verme solo como el macizo que besa a su hermano. - le miré sorprendido. Cierto es que nunca había reprimido los gestos de cariño con mis parejas delante de mis hermanos pero me divertía que ahora la peque viera al rubiales con esa clase de posibilidades.

  • Vayamos poco a poco, Alex pero me encanta que quieras conocerla más. - Volví a besarle, esta vez noté como se aferraba a mi cintura primero y luego a mi trasero restregando su pelvis y, su evidente erección, contra la mía. Tan solo un esfuerzo titánico hizo que consiguiera separarme.

  • Me voy. Nos vemos más tarde. - Y me alejé de él oyéndole farfullar maldiciones.

Cuando regresé eran más de las nueve de la noche y acarreaba en mis brazos aún dormido chaval de 11 años. El cómo me las apañé es algo que ni yo puedo explicarme. Pero de nuevo ese capullo de polla inmensa y rica dio muestras que bien podía haber encontrado en él ese amor que vi en mis padres. Porque si yo me estaba empezando a adaptar a la idea de ser algo más que el hermano mayor de los críos, él estaba actuando como si estuviera dispuesto a asumir también ese rol paternal que me había tocado en suerte.

Me ayudó a acostarle y escasamente una hora después se sentó con él en su cuarto para ayudarle a cenar. Una vez acabó y pasando de la mirada asombrada de Jacob se inclinó sobre él, le dio un beso en la frente, le arropó y le dio las buenas noches. Le recibí completamente desnudo apoyado en el umbral de la puerta de la cocina.

Olivia lleva hora y media dormida. Jacob estaba tan agotado que ni un terremoto le despertaría. Teníamos toda la noche para nosotros...

Toda la noche.


Me dijo que lleva enamorado de mi desde que en un rodaje mientras follábamos me pidió que le besase y yo le dije que no. Recuerdo aquella película, aquella escena y lo caliente que me puso. Me acuerdo también lo mucho que me enfadé conmigo mismo.

Cesc era casi un recién llegado a la industria americana del porno. Toda su carrera se había desarrollado en Europa y, principalmente en su país, España. Nos fue presentado al elenco que participaba en la película y me pareció uno de esos terriblemente atractivos latinos. Pero tenía algo peculiar que no fui el único en notar. La más hermosa sonrisa que jamás había visto y unos impactantes ojos azules. Unos ojos que reflejaban sus emociones mejor que cualquier palabra.

Aquella escena fue superior a lo que pude aguantar. Después de tres películas en las que habíamos coincidido me acabé dando cuenta de que me ponía nervioso. Nunca jamás me había pasado con otro compañero de profesión, por supuesto. Ponerme a mil por hora y machacarles el culo a base de pollazos pues también pero imaginarme haciendo todas esas cosas con él en privado y desear que se repitiera durante todos los restantes días que me quedasen de vida, eso desde luego, no.

Me sentí vulnerable. Por eso puse todo mi empeño en follarle sin más contemplaciones. Verle retorcerse de placer me llevó al extremo de implorar mentalmente que en ese mismo instante todos los que nos observaban en el plató desapareciesen. Se podía palpar la compenetración. Era evidente que aquello era más que un polvo. Y es que nunca había podido tocar la auténtica pasión con mis dedos. Y esos ojos me la estaban ofreciendo en bandeja con solo mirarlos.

Le negué el beso porque de no hacerlo no habría podido parar. Necesitaba convertir todo aquello en algo normal. Mantener todo dentro de los límites. Ya había tenido una relación con un compañero y aquello fue un desastre que acabó de la manera más amarga. No podía arriesgarme a pasar otra vez por lo mismo. Por eso me alejé de él.

Y aún así le soñaba. Con ese cuerpo de escándalo. Un metro ochenta y tres centímetros de un hombre de piel blanca ligeramente bronceada. Unos abdominales y músculos cincelados por el mejor escultor. Unos labios sensuales. Unas manos pequeñas pero fuertes. Unas piernas poderosas. Un rostro increíblemente atractivo y, a mi juicio, perfecto. Un un trasero de infarto.

Y como ya he mencionado la más hermosa sonrisa del mundo. Una sonrisa que acompañaba a un ser humano inteligente, con sentido del humor y con el que bien sabía que no solo era un placer follar sino hablar de absolutamente cualquier tema. Un lujo estar tan solo en su compañía.

Mantenerme alejado de la perfección fue un suplicio. Y, al final, no pude evitar volver a compartir rodaje con él. No es que me pusiera celoso verle compartir cama o entregarse a otros Es nuestro trabajo y sería una estupidez. Pero es que él hacía tambalearse todas mis convicciones. Y entonces sucedió.

Se derrumbó ante nosotros. Ver ese rostro, esos ojos exhalar tanto dolor fue superior a mis fuerzas. Prácticamente no fue necesario que su manager me pidiera ayuda (¿sería tan evidente lo que sentía por él?). Lo cierto es que no estaba muy lejos cuando el tipo trajeado de su consulado le dijo lo de sus padres. Y le vi pasar de ser uno de los más profesionales actores del género a un ser humano absolutamente destrozado. Mi Cesc acababa de ser herido de muerte ante mi. Y lo supe. Sino permanecía a su lado para sostenerle se iría y no volvería. La mera idea de que saliera de mi vida cuando ni tan siquiera le había permitido entrar me aterró.

Así que por eso estoy aquí. Todo este camino no he ido más que descubriendo que a cada obstáculo o dificultad que se encuentra yo solo deseo estar junto a él. Instantes antes me sorprendí añadiendo a la ecuación a sus hermanos. Tragué saliva regañándome. Como el mismo me dijo poco a poco, Alex

. Hay

demasiadas personas que pueden resultar dañadas sino hago las cosas bien. Y unos niños maravillosos que ya han sufrido demasiado.

Así que poco a poco. Cuando salí del cuarto de Jaco con los platos de su cena casi se me caen al suelo al verle desnudo ofreciéndoseme de manera impúdica. Y es que amo cada una de sus ocurrencias, cada uno de sus gestos. Cada una de sus palabras, su respiración, su risa. Sus lágrimas. Y, sobretodo, ese gran e inmenso corazón de niño asustado.

¿Cómo puede ser un hombre tan hecho y derecho como él tan absolutamente enloquecedor y adorable al mismo tiempo? Tendrás que pagar peaje para dejar eso en la cocina, me dijo con una sonrisa torcida. Deposité los objetos en la mesa del comedor, en dos pasos estuve pegado a su cuerpo, le cogí la cara con mis manos y me sumergí en sus labios.

Provocativo, adorable, lascivo, increíble. Mi polla se hinchó de deseo al mismo tiempo que mi corazón se inflamó de amor.

Diez minutos después me encontraba arrodillado ante él. Con su pene metido hasta lo más profundo de mi garganta. Me tenía sujeto por el cabello y, de vez en cuando, le dejaba guiar la felación. Los ruidos sofocados que yo mismo emitía se la ponían cada vez más dura. Mi piel empezaba a perlarse de sudor. Sus suaves gemidos llenaban la estancia. Sus gemidos y mis jadeos cada vez que me la sacaba para permitirme recuperar el aliento.

Mis manos se aferraban unas veces a sus caderas, otras a sus testículos. Presionándolos, jugando con ellos. O internaba mis dedos entre la separación de sus nalgas acariciando el área que rodeaba su ano. De algo me debía servir que me dedicase a follar día sí y día también. Sabía excitar, me gustaba hacerlo. Llevar a mis amantes a ser una masa de carne suplicando ser follada. Con Cesc no era diferente con una salvedad. Cada vez era más habitual que fuera yo el que sintiera ganas de rogarle que me dejara poseerlo.

Levanté la vista hacia su rostro y me lo encontré con la cabeza echada hacia atrás apoyada contra la pared, con los ojos cerrados y la boca abierta. Como reclamando algo de aire. Dejé lo que estaba haciendo y uní mis labios con los suyos para brindarle mi aliento. Su mano cogió nuestras erecciones e inició una masturbación conjunta. Este chico me mataba y me revivía con su sola presencia. Todo de una sola vez.

No sé en qué momento empezamos a movernos por inercia hacia su dormitorio, ni cuando nos dejamos caer sobre su cama. Con nuestros cuerpos juntos. Y entonces me susurró al oído; la noche es para lo que se aman, la noche es para el amor. Para nosotros.

Sentirme en una nube es algo que solo puede provocarme él. Estuvimos un buen rato tumbados el uno sobre le otro con nuestros labios recorriendo cada centímetro de nuestras pieles y volviendo a unirse para degustar el sabor de nuestras lenguas. Tan solo estar así era suficiente para hacerme tocar el cielo. Pero necesitaba más. ¿Avaricia? No, amor con mayúsculas. Y de nuevo un murmullo; tómame ahora , tal como soy . Reí suavemente, mira que le gusta la música. Siempre presente en todo momento incluso ahora. Tengo que preguntarle a quien rememoraba mientras nos extasiábamos el uno al otro. Pero obedezco. Entro en él. Y esa divina estrechez suya. Como si fuera virgen y no una estrella del porno gay. Sublime. My love me oigo hablar con voz suave. Arremeto contra él, con nuestros rostros a escasos centímetros. No quiero perderme ni uno solo de sus gestos. Su ceño fruncido cuando le lleno por completo. Como se muerde el labio inferior abrumado de sensaciones. Sus manos formando sendos puños y agarrando las sábanas. Y, de nuevo sus gemidos. No muy altos en consideración a los dos pequeños ángeles que descansan no muy lejos de nosotros.

De nosotros que somos fuego. Volcanes de lava recorriendo nuestras venas a punto de entrar en erupción. Agarro sus manos y las estrecho entre las mías. Con un último y profundo movimiento le penetro tan dentro que echa la cabeza para atrás, quedándose sus músculos agarrotados. Las palpitaciones de su ano una clara muestra de lo que está sucediendo. Por si eso no fuera suficiente su incandescente semen se mezcla con el sudor de mi pecho desnudo. Es una sensación tan abrumadora sentir los espasmos en mi miembro que me dejo llevar y no puedo evitarlo. No me da tiempo a salir cuando ya le he llenado. Él me mira sonriendo. No está molesto. Pasa sus brazos por mi cuello, me atrae hacia él y me besa, antes de hacerlo murmura saciado un te quiero que creo que me va a dejar encadenado a él de por vida. Si es que no lo estoy ya.