Te dije bésame y me dijiste que no (3)

Breves referencias a sexo pero con poco de lo mismo. La situación de Cesc es tan jodida que no tiene tiempo para eso.

La ducha no podía disimular las lágrimas de mi rostro ni aunque se mezclaran con el agua. Ni la cálida temperatura de esta disminuir los temblores que sacudían mi cuerpo. Tan lejos de ellos. Y es que toda aquella aterradora realidad me había pillado en Los Ángeles trabajando. Tenía la polla de Jeremy metida hasta lo más hondo de mis entrañadas y la mía propia estaba recibiendo la siempre sensacional labor bucal de Johnny cuando a una señal del director todo se detuvo. Al levantar la mirada le vi hablando con un tío trajeado, luego sus ojos se fijaron en mi. Fruncí el ceño cuando me hicieron una señal para que me acercara. El tipo me habló en un perfecto castellano.

  • ¿Señor Frances Baranz? - preguntó de forma un tanto dubitativa. Sin duda por estar dirigiéndose a un tío totalmente en bolas, sudoroso y con la polla aún en completa erección. Pero asentí. - Soy Diego Garrido, agregado consular en Los Ángeles...

  • ¿Del consulado? - fruncí más aún el ceño.

  • Lamento tener que ser yo quien se lo diga pero no hemos encontrado ningún familiar que...

  • ¿Decirme qué? - le interrumpí exigente y temeroso.

  • Sus padres han tenido esta mañana un accidente de tráfico en Madrid... - casi pude notar como la sangre se me helaba en las venas. - a consecuencia del mismo ambos han... fallecido. - Todo el aire de mis pulmones salió por sí solo de golpe dejándome sin aliento. Mi expresión debió ser alarmante porque le vi alargar el brazo hacia mi. - ¿Señor Baranz se encuentra bien? - Traté de hallar las palabras pero era incapaz. Tan solo podía pensar en una absurdidad. Aquí eran las 6 de la tarde, teniendo en cuenta la diferencia horaria en España eran las 9 de la mañana. Todo había sucedido cuando les llevaban al colegio. - ¿Los niños? - atiné por fin a hablar.

  • Su hermana está camino del hospital, según me han informado apenas ha sufrido daño alguno pero su...

  • ¿Jacob?

  • Aún está en el vehículo... los bomberos están tratando de sacarlo.

  • ¿Está atrapado? - Me volvía a faltar el aire. ¿En qué momento aquella jornada se había tornado en una pesadilla? Quería despertar... quería despertar y no notar tanto frío. Alguien se acercó a mi y me cogió por los hombros... Álvar Queralt, mi manager y hombre de la productora americana en España. Y presente en el set.

  • Cesc, nos vamos... - titubeé. Mi mente aún negándose a aceptar cualquier cosa que tuviera que ver con lo que se me había dicho... y seguía buscando el aire que me faltaba. - ¿Cesc? - su voz sonaba lejana, me volvió a sacudir. - Francesc, nos vamos, ya... - Noté la suave tela de un albornoz envolviendo mi cuerpo. Uno de los asistentes junto con Álvar tomaron las riendas de mi persona.

Ahora recordando vagamente aquellos instantes no puedo con más que reconocer que todo lo vivido hizo que quedara totalmente anulado. Incapaz de juntar pensamientos, incapaz de moverme. Tan solo sintiendo un inmenso dolor y una profunda pena adueñándose de mi. Luego Álvar me dijo que cuando vio aquella indiscreta y brillante lágrima deslizarse por mi mejilla sin que tan siquiera fuera siquiera consciente de que estaba llorando supo que debía sacarme de ahí y velar por resguardar mi sufrimiento de personas que aunque me apreciaban y se apenaban no tenían derecho a presenciar mi derrumbe.

Álvar Queralt no solo es mi manager sino el hombre que con el paso del tiempo se ha convertido en un buen y gran amigo. Y todo aquello le rompió a él también el alma.

Como digo ahora estoy bajo el agua de la ducha sin poder parar de llorar. Sé que debo salir, que Álvar me espera con todo preparado para irnos. Me ha dicho que un coche nos aguarda para llevarnos al aeropuerto. No va a haber problemas con la productora, ni con el director ni con mis compañeros. De todas maneras saben que en igual situación serían incapaces de no hacer lo mismo que yo. Siempre ha habido actores, cantantes que viviendo una tragedia de tal magnitud han sabido seguir adelante con el espectáculo para luego acudir a donde se les necesitan pero no yo me veo haciendo eso. Ser la clase de actor que soy cambia las cosas. Para escenificar pasión en pleno polvo hay que sentirlo. Ahora solo siento dolor, pena y soledad. No podría transmitir otra cosa. El porno no es eso. Y necesito estar junto a quien más me necesita ahora.

Y aún así no puedo parar. Mis piernas no me sostienen y caigo de rodillas en el plato de la ducha. De repente notó que al agua ha dejado de caer. Elevo el rostro. Me encuentro con él. Y es que este era uno de esos escasos proyectos en los que coincidíamos. Alex Kent, allí parado. Con una toalla entre sus manos y una expresión de infinito cariño en la cara. ¿Por mi?

  • I'll follow, Cesc... - fue lo que dijo. Le miré. -

You need a shoulder to lean on and a lap to rest when there's no strenght left.

  • Y aunque no entendía nada de porqué esa repentina cercanía no iba a ser yo quien me pusiera a pedir explicaciones. Tan solo me aferré a él. Porque le necesitaba. Como al aire que me faltaba.

Alex olía a L'Eau D'Isseay para hombres. Una mezcla deliciosa, fresca con esencia a cítricos y vagos aromas a mar. Ese perfume mezclado con el suyo propio creaban un conjunto que me hacia estremecer. Y sentir en el cielo. Me había quedado medio adormilado apoyado en él, haciendo uso de ese regazo que me había ofrecido. Lo cierto es que estaba agotado y tan solo media hora después de iniciar el vuelo había caído vencido por el sueño. Antes de dormirme completamente sentí sus labios besándome la frente. Y soñé.

Con una casa. Con un hogar formado por dos niños amados hasta el delirio y dos hombres compartiendo noches de sexo sin freno, ahítos de compromiso y sinceridad. Con él. Con el hombre que me había estado esquivando y al que había estado evitando. Y aún así mi cerebro seguía insistiendo aún en sueños en que no estaba enamorado de ese capullo que ahora mismo me arropaba en los peores momentos de mi vida. Sin embargo, mi conciencia, esa que a veces me hablaba en susurros y mi propio y dolorido corazón gritaban lo contrario.

Casi 11 horas después aterricé en un Madrid gris, frío y húmedo. 11 horas después incumplí la primera promesa que me hiciera a mi mismo. Estar con Olivia cuando despertara. Pero la verdad es que no podía con mi alma. Alex y Álvar me cogieron el móvil y siguiendo mis instrucciones llamaron a unos cuantos de mis amigos más cercanos para que entre todos pudieran organizarlo todo. De esta manera podría acudir al hospital y ocuparme de quien más me necesitaba en estos momentos. Los pequeños.

Jacob había sido sacado hacía horas del coche y se encontraba en la UCI con daños internos de los que debía ser operado en cuanto estuviera completamente estabilizado. Olivia se aferró a mi cuello durante unos interminables diez minutos solo interrumpidos por Kent que se dio cuenta de la palidez de mi rostro y de lo mucho que me estaba costando no volver a derrumbarme. La separó de mi con delicadeza, la hizo tumbarse y susurrarle que volviese a dormir. Sonreí suavemente ante aquel gesto. ¿Quién habría imaginado que detrás de aquel implacable rompe culos había alguien tan, simplemente, adorable?

Por la tarde y sin esperar a que los cuerpos de nuestros padres estuvieran fríos el abogado de la familia Del Puig Leal me hizo llegar una citación. Mi familia materna pedía la custodia de mis dos hermanos. La guerra solo acababa de empezar y no estaba en condiciones de afrontar la lucha. Apoyé la frente contra el cristal del pasillo en el que estaba ingresado Jacob. Suspiré. Noté la presencia de Alex a mi lado.

  • Álvar says they want to take away your custody over the children. Why?

  • Because I let guys like you fuck me for the pleasure of others...

  • Because you're a gay porn actor?!

  • Yes...

  • Shit!

  • Exactly... - guardé silencio sintiendo la rabia invadirme. Finalmente y después de intentar y conseguir controlarme volví a hablar. - Alex, I can ask you something?

  • Of course...

  • Is it pity?

  • No, it's because I don't want to be anywhere else than this... Is this answer enough for you?

  • It's enough... I have no strength for anything else.