Te dije bésame y me dijiste que no (11)
Cesc se ha metido en un buen lío que se le ha escapado de las manos. Alex y la desesperación.
Al final no me pareció tan mala idea lo de permitir que Olivia se fuera de campamento. De hecho me pareció tan acertada que apunté al mismo a Jacob. Jean opinaba que dejar al niño ser eso, un niño, por un tiempo le vendría bien. Alejarse de la casa, de sus obligaciones y del ambiente que últimamente se vivía le ayudaría. O eso esperábamos todos.
Por mi parte y cansado de esos seis largos meses también cogí un avión rumbo a un set de rodaje en New York, donde además permanecería algunos días más olvidándome de problemas familiares y amorosos. Mi mente clamaba por un poco de sosiego. Literalmente me estaba empezando a volver loco. Necesitaba soltar adrenalina y lastre. Necesitaba poner distancia entre Alex y yo. Y por mucho que me doliese hacerlo sin decirle siquiera que después de la película no pensaba regresar inmediatamente es lo que hice.
Estaba agotado de tantas y tan intensas emociones.
Lucas Evans era un buen amigo y mi compañero de rodaje. Un afroamericano imponente de casi dos metros de estatura color, manos enormes y polla de más de 20 centímetros de largo, de ancho prefería no pensarlo. La frase de una barra auténtica de chocolate colgándole entre las piernas era la que mejor definía a aquella poderosa herramienta.
Y ahí estaba yo apretujado contra la pared de aquella discoteca con el vaquero a medio bajar y con semejante culebra intentando adentrarse en mis entrañas. Las luces de los focos iluminaban nuestros cuerpos creando exóticos juegos de sombras. Una marabunta de personas a nuestro alrededor nos jaleaba. La lengua de Luc recorrió mi cuello enviándome descargas de electricidad. Mi trasero se movió el solo buscándole. Un relámpago de dolor se apoderó de mi y me mordí los labios. Una de sus poderosas manos se aferró a mi abdomen, la otra me separó las nalgas. Un nuevo intento, un nuevo relámpago de dolor. Y yo apretando los dientes.
Carlos Jean y su Lead the way atronaban el lugar. Volví a mover mi cuerpo y esta vez entró la cabeza de semejante falo. Un grito escapó de mi garganta. Ahora la lengua recorrió el lóbulo de mi oreja. Sudaba a mares, lo cual en buena medida ayudó a que poco a poco me fuera tragando semejante instrumento. Me sentía obscénamente abierto.
El público nos vitoreo. Volví mi rostro buscando con avidez los labios de aquel dios de ébano. Como en una caja de resonancia escuchaba nuestros jadeos. Sus exclamaciones de placer. No podía ni imaginarme como sería sentir en aquella cosa que tenía dentro la estrechez de mi esfinter. Prácticamente estaba siendo como meter un soga por el ojo de una aguja. Algo literalmente imposible. Pero siempre me he caracterizado por no arredrarme ante los imposibles.
Me eché hacia delante y la saqué de mi cuerpo. Me volví para aferrarme a su cuello deshaciéndome de los pantalones de un solo movimiento, le envolví con las piernas, él volvió a situarla a las puertas de mi ano y volvió a empujar. Esta vez ya estaba ligeramente dilatado y no costó tanto. Pero aún así me estaba enloqueciendo. Mis caderas bailaban al son de la frenética música y me empalaban ellas solas en aquella barra de chocolate caliente y babeante. No había condón por medio. Si Luc se corría porque no pudiese aguantar me llenaría el estómago de lefa. Y lo estaba deseando. Confiaba en él lo suficiente como para saber que no había riesgo de ningún tipo. Por eso me estaba poniendo a cada segundo más y más caliente.
Mis labios le buscaron, ellos solícitos acudieron a la cita. Nos devoramos. Unas manos me tocaron la espalda, miré hacia atrás. Otro buen follador. No le conocía tanto como a quien tenía entre las piernas pero si lo suficiente como para asentir y permitirle unirse al juego. Hacia mucho mucho tiempo que no participaba en una situación como esta. Les oí preguntarse algo a voces; ¿le cabrán las dos?
Mis pupilas debieron dilatarse alarmadas porque Lucas me cogió el rostro con las manos, me comió la boca y cuando se separó de mis labios me aseguró que irían con cuidado pero que se morían por llenarme de una manera en la que nadie más me hubiera llenado antes.
¿En qué demonios me había metido? Mi mente me decía a gritos que aquello se estaba saliendo de madre pero por otro lado confiaba en Luc. Sabía que no me harían daño. Que si notaban que me dolía excesivamente pararían. Así que acallé esa vocecita que me decía que me estaba jugando lo que más quería y me dejé llevar.
El tipo que debía ser de ascendencia árabe por los rasgos de su rostro se situó ahora pegado a la pared. Yo seguía amarrado al cuello de mi negro amante. El otro era también de buen tamaño, levemente más bajo que él y cuando bajé la mirada hacia su entrepierna temblé.
Los vítores y voces de ánimo de quienes nos rodeaban aumentaron. Tenía que ser sumamente excitante observar como tres ejemplos sublimes de lo que la madre naturaleza es capaz de crear follan como animales salvajes. No soy ególatra, sé que soy atractivo, guapo y que estoy rematadamente bueno. Luc y el otro me superan en belleza. Y yo me estoy derritiendo entre sus brazos.
Mi mente grita que piense en lo que estoy haciendo. La recrimino, me recrimino a mi mismo... es solo sexo. No hago daño a nadie. La puta vocecita grita pero afortunadamente en ese momento la polla del otro tipo empieza a intentar penetrarme y ocupar mi espacio ya rellenado por la de Luc. Chillo agónicamente y clavo mis uñas en la espalda de mi amigo. Este le hace un gesto al árabe para que se detenga momentáneamente. Tomo aire, después de unos segundos asiento aunque de manera indecisa. Vuelven a intentarlo. Esta vez parece que algo de esa otra polla consigue adentrarse en mi. Mi abrazo se intensifica y entierro mi rostro en el cuello de Luc, mordiéndole en el proceso. El acaricia mi espalda y le oigo susurrar que aguante que después todo será placer. ¡¡¡Dios eso espero porque me arde el culo como si me estuvieran penetrando con un hierro candente!!!
Una exclamación después por parte de mi nuevo empalador atestigua que por lo menos tiene más de media polla enterrada en mi ano. Las caderas de ambos se sincronizan y cuando uno sale el otro entra. Si no fuera porque me tienen prisionero entre ambos cuerpos haría rato que habría caído al suelo exhausto. Me duele absolutamente todo. Tengo los músculos agarrotados, la polla dura como el pedernal atrapada entre el abdomen de Luc y el mío tiembla con cada roce de nuestras pieles. Mis brazos empiezan a ser recorridos por calambres. Estoy llegando a mi límite.
Jadeo pero también le suplico a Evans que no tarden mucho. No puedo más. Y en ese momento de un empujón Luc saca al árabe de mi interior amenazándole con reventarlo a hostias si se viene dentro de mi. No le conocemos lo suficiente como para correr el riesgo de que aquello pase a ser una pesadilla en la que ninguno nos queremos adentrar. El otro frunce el ceño pero asiente, pronto siento mis nalgas pringosas de su semen, Luc grita entre estertores de éxtasis. Me llena y, efectivamente, casi puedo sentir como su leche llega hasta mi estómago. Me corro junto a él. Si no hubiera seguido sosteniéndome me habría desvanecido entre sus brazos. De hecho creo que eso es lo que sucedió...
O al menos es lo único que explica que me haya despertado en una habitación de hotel a la que no recuerdo haber llegado por mi propio pie con mi oscuro amigo durmiendo como un bendito a mi lado y su monstruo entre las piernas tan en el otro mundo como su propietario. Automáticamente mis labios se amorran a ella. Con la clara y única intención de hacerla volver en sí y que me llene de nuevo.
Que llene este inexplicable vacío que nada ni nadie es capaz de llenar. Bueno nadie no... solo Alex. Que no está a mi lado. Del que estoy huyendo.
¿Dónde está? La casa está vacía sin ellos. Son mi familia. Por favor... por favor, Cesc. ¿Es que no entiendes que esto me está destrozando? ¿Cómo puedes convertir una insustancial riña de pareja en una guerra fría? ¿Porqué huyes de mi? ¿Dónde estás? ¿Qué les digo a los chicos cada vez que me llaman y no sé decirles donde te encuentras?
Recorro las habitaciones silenciosas. Una y otra vez. Desde hace ya una semana que nadie ocupa esas paredes. El eco de mi respiración es lo único que las llena cada vez que voy a recoger el correo y mantener todo limpio y en orden.
Pero me estoy volviendo loco. Sabía de esa película en la costa este, en New York pero porqué no has vuelto aún. Qué estás haciendo allí. Tienes mucho peligro, mi vida. Y estás muy perdido. Cada vez me da por pensar, más a menudo, que Jacob no es el único con problemas emocionales. Y también caigo en la cuenta que debería haberme dado cuenta.
Has cargado con demasiados problemas en muy poco tiempo. Y esa controversia entre nosotros colmó el vaso. Te sentiste ahogar y saliste corriendo. Cesc, no huyas de mi, mi amor. No huyas.
El teléfono suena antes de cogerlo miro extrañado el nombre que aparece en el visor;
Lucas Evans
, uno de los cabrones con mejor cuerpo del panorama porno que hay en estos momentos. Amigo de Cesc y, lo que es más importante, residente en la Gran Manzana. Descuelgo, la única frase que sale de sus labios hace que necesite apoyarme en la pared para sostenerme a mi mismo.
- Se me escapa de las manos, vaquero. Saca a nuestro chico de la espiral de destrucción en la que se ha metido.
Escasamente una hora y media después despego del aeropuerto internacional de Los Ángeles camino de la ciudad de los rascacielos. No entiendo como unas simples palabras, de las que me arrepentiré toda la vida, pueden habernos hecho tanto daño.
Lucas me espera en la terminal del JFK y juntos en su coche nos dirigimos a un hotel de Upper West Side. Avanzo nervioso por el pasillo que lleva a la habitación que tiene rentada temiendo ver lo que me encontraré al entrar. Pero cuando lo hacemos no hay nada, salvo una cama de matrimonio con las sábanas revueltas y sucias de restos que reconozco perfectamente. Y las botellas del mini bar regando todo el suelo. De él no hay rastro. Mi acompañante suelta un exabrupto y añade que el maldito cabrón se le ha vuelto a escapar.
Mis labios se mueven solos y emiten la pregunta que resuena en mi cerebro.
- ¿Te lo has follado? - me mira en silencio pero ni tan siquiera aparta sus ojos de los míos.
- Era la única manera de tenerle sujeto en un único lugar. Se me estaba escurriendo entre los dedos, Alex.
- ¡Hijo de puta! - Le hubiera destrozado a base de patadas. Lo mismo encima quería que le estuviera agradecido. Y Cesc, ¿qué? ¿Acaso le importaba tan poco lo nuestro que se dedicaba a revolcarse con el primero que le ofrecía una buena polla que le destrozase el culo?
- No te lo niego... pero estaba asustado... - mi mirada enojada se diluye. - Alex, no sé qué le sucede. Pero lo de la pasada noche, por mucho que disfrutase en esos momentos, sobrepasó todo lo que le he visto hacer. No sé qué demonios le está sucediendo pero lo único que busca nuestro españolito es matarse... y es lo que, si no le encontramos, conseguirá.
- No... mientras yo esté aquí no lo permitiré. - salí de la estancia con pasos decididos. - No le voy a perder. No cuando me he pasado media vida buscándole.
Recorremos todos los malditos barrios de la ciudad. Desde Manhattan que era donde estábamos en primer lugar, pasando por el Bronx, Brooklyn, Staten Island y Queens. Visitando todos los garitos conocidos y por conocer. Muchos dan señas de él pero lo mismo que aparece se desvanece. A anochecido cuando me apoyo en la pared de un edificio con la mirada perdida en el caótico tráfico.
Lucas sugiere volver al hotel a que reponga fuerzas y procure dormir algo pero ni tan siquiera puedo pensar en eso. Me imagino a Cesc metido en cualquier situación, poniéndose en peligro. No me puedo imaginar mi corazón destrozado diciéndoles a mis niños que también le han perdido a él. No, no me puedo detener. Niego con la cabeza. Le oigo suspirar y asiente. Me pide que espere un momento, que va a telefonear a un conocido. Cuando termina de hablar con quien fuera me mira e indica que debemos esperar unos minutos.
Transcurridos quince minutos un coche de policía se detiene ante nosotros. Fijo mi vista en mi acompañante y luego en el hombre que desciende del vehículo. Un caucásico de pelo oscuro cortado a cepillo, delgado pero atlético y con gafas redondas de montura de pasta. Viste unos vaqueros desgastados, camisa blanca y una chaqueta de cuero. Se acerca a nosotros y saluda afablemente a Evans. Este se vuelve hacia mi.
- Dexter conoce sitios que nosotros ni podemos imaginar a pesar de dedicarnos a lo que nos dedicamos. Si queremos contar con alguna posibilidad de encontrar a Cesc antes de que ocurra algo irreparable es solo contando con su ayuda.
- ¿Y porqué querría ayudarnos? - cuestioné sin querer ser borde pero sabiendo perfectamente que así era como había sonado.
- Por dos razones principales, porque soy policía y mi labor es ayudar a personas en apuros y porque me lo ha pedido el tipo del que estoy colado como un colegial. - ante aquella respuesta sonreí inevitablemente. Me tendió la mano. - Dexter White, inspector de la policía de New York, encantado. Y ahora estaría bien no perder más tiempo.
De nuevo pateando aquellas calles. Exhausto pero incapaz de detenerme. Dónde estás, en qué te has metido. ¿Porqué te expones a semejantes situaciones? Amor mio, qué te sucede. Hago desaparecer una jodida lágrima que me resbala indiscreta por la mejilla. Dexter me mira con el rabillo del ojo y me aprieta el hombro intentando transmitirme fuerza. Se lo agradezco. A veces la comprensión de un desconocido es más alentadora que la de quienes te rodean. Es una comprensión exenta de compromiso, natural y sincera.
Efectivamente el ¿amigo-novio-algo? de Lucas parece conocer sitios que ni se me hubieran pasado por la imaginación. Imaginarme que mi Cesc ha podido siquiera pisarlos me revuelve las tripas. Joder somos actores porno, hacemos todo tipo de escenas que a más de uno escandalizarían pero todos tenemos un límite. Cosas que ni por las mayores sumas de dinero que nos ofrecieran haríamos. Todo tipo de parafilias tienen cabida en aquellos lugares. Sacudo la cabeza. No, mi bebé no está tan perdido. No puede haberse dejado llevar hasta esos límites.
No.
Amanece cuando volvemos a detenernos sin tan siquiera haber conseguido situar su ubicación. Mi desesperación va aumentando con el paso de las horas. No puedo perderte, Cesc. Mi amor, mi vida. No puedo perderte.
¿Dónde estás, corazón mío?
No llores más... sé que estás llorando. No llores más.
Estoy bañando en semen. Dentro y fuera de mi no hay un centímetro de mi cuerpo que no esté empapado de lefa. Y clamo por más. Quiero desaparecer bajo toda esa suciedad. Seguir sin pensar. Ahogado en eyaculaciones y en alcohol. Siento una lengua pasar por mi piel. Abro ligeramente los ojos y de un gesto instintivo me retiro al ver al que me está lamiendo.
¿Tan lejos he llegado? Giro la cabeza intentando situarme. Un tipo de mediana edad me mira sentado tal cual vino al mundo desde una butaca de corte clásico y señorial.
- ¿No te gusta que Toby te limpie? - pregunta desde donde está. Voy a negar con la cabeza cuando vuelvo a sentir esa lengua esta vez en mis partes. Me encojo. Lloro. - Eso también me excita, el que llores. Así que por mi perfecto si es lo que vas a hacer pero yo que tu disfrutaría de la situación. Puede llegar a calentarte hasta límites que tu jamás habrías sospechado. - Trago saliva y fijo mi vista en los del propietario que me lame la polla sin descanso. Nunca me imaginé viviendo nada como aquello... no me gusta. No... no... no... Alex ven a por mi. Alex, ¿dónde estoy? ven por mi, por favor... ven por mi. Me hago un ovillo intentando esquivar a quien me toca sin miramientos pero solo consigo que llegue a rincones a los que antes no podía llegar. Ruego volver a caer en la inconsciencia pero no tengo esa suerte. Y mi puto y jodido cuerpo responde como lo haría el de cualquier animal. Al fin y al cabo es eso lo que quiere ver ese tipo... a dos animales follando. Parece ser que es lo que va a obtener aunque sea con mi total oposición.
¿Cómo he llegado a esto? Aprieto las uñas contra las palmas de mi manos e intento ponerme en pie. No puedo. Por primera vez noto que no soy libre. Encadenado a la pared.
- He pagado mucho por ti como para dejar que mi trofeo salga corriendo a la menor oportunidad. - empiezo a recordar. Esa discoteca, el tipo de la barra señalándome a alguien que está parcialmente oculto por las sombras. Me da la bebida que he pedido... ahora entiendo porque pasó la mano por encima y cogió el vaso con la palma abierta sobre él. Ahora comprendo porqué no sé cómo he llegado hasta aquí... Rohypnol, la droga de las violaciones. ¡Qué gilipollas puedo llegar a ser!
Yo cayendo en algo así. Poniéndome en peligro de esta manera. Sino salgo con bien de esta situación destrozaré a los tres seres humanos que más he querido jamás. Debo resistir. Por vosotros.
Pero Alex, ven a por mi, por favor. Te quiero, mi vida. Y lo siento. Lo siento mucho.
Dexter habla con un hombre de complexión fuerte y hosca situado tras la barra de un garito en pleno Bronx. El lugar huele a vómito, alcohol, heces y sexo. Deseo salir de allí con toda mi alma. A mi lado Lucas mira el lugar con cara de asco.
- No debí irte a buscar al aeropuerto. - le oigo murmurar. Le miro sorprendido. - Alex he follado con él pero no es más que un buen amigo. No sabía el grado de dolor que traía con él hasta hace un par de noches, te lo prometo. Me dijo que las cosas no iban bien entre vosotros y aunque me sonó muy raro porque Trev me contó lo mucho que os queréis no quise profundizar. Se notaba que no quería hablar de ello así que solo quise acompañarle. Luego me di cuenta de que el sexo sería lo único que le mantendría a mi lado porque poco a poco me fui dando percatando de que no estaba bien. Follarle parecía la única opción válida para mantenerlo en lugar seguro. Hasta que recuperase el control de sí mismo. No pensaba decir nada a nadie de lo que estaba sucediendo estos días. Y deseaba con toda mi alma que lo que fuera que ha sucedido entre vosotros fuerais capaces de arreglarlo. Sois el sueño de cualquier pareja de este mundillo. Lo siento, Alex... siento no haber permanecido con él y que ahora seamos incapaces de encontrarle. Si algo le ha sucedido porque no supe... - vi el dolor reflejado en sus ojos castaño y le apreté la mano.
- No sé qué pensar de que creyeses que follar con él fuera la única solución para mantenerlo alejado del peligro pero estoy convencido que pensaste que era la mejor forma. No puedo culparte por intentar cuidar de él... solo agradecerte que fuera cual fuera la manera, le cuidases. - suspiré. - Está muy perdido, Lucas y no lo he sabido hasta que no me he visto de bruces con una situación como esta. Siempre estaba lidiando con los problemas de su hermano pequeño, ocupado con la niña centrado en eso menos en cómo se sentía él por todo lo sucedido, por la rapidez con que ha cambiado su vida incluyéndome a mi en la ecuación. Y sí, fue una tontería lo que nos llevó a discutir porque dudé de que una escena en una película con determinado actor pudiera quedarse solo en eso... - le vi fruncir el ceño confuso. - Jason Briggs...
- Pufff...
- Exacto pero no debí hacerlo, sumé mi incertidumbre a las suyas. Está abrumado por todas las responsabilidades, por la intensidad de lo que sentimos el uno por el otro. Volver al trabajo fuera a follar con quien fuera a follar era una forma de intentar volver a la realidad con la que siempre se ha sentido seguro y cómodo. Esa parte de su pasado que desapareció por completo de un plumazo cuando sus padres murieron. No me di cuenta de cómo se sentía... yo... Lo veía en sus ojos pero quise hacer como que no lo veía. - guardé silencio unos instantes. - Entre todos le hemos empujado a esta loca carrera, huyendo hacia delante... Mi peque está muy perdido. - asiente. - Lucas... - vuelvo a mirarle. - ¿le quieres mucho, verdad?
- Es un tipo espléndido. Es fácil quererle pero dudo mucho que lo que siento por él se asemeje en nada a lo que tu sientes por él. - vio a Dexter acercarse a nosotros. - Si acaso a lo que yo siento por el tipo de la placa brillante. - ahora fijó sus ojos en mi. - Vamos a encontrarle, Alex... vamos a hacerlo. - asentí.
- Creo que tenemos una buena pista esta vez. Pero no me gusta el lugar al que tendremos que ir... querría pedir refuerzos...
- Pero... - Lucas me retuvo con una mano.
- Confía en su instinto, Alex.
- De acuerdo pero no arméis demasiado revuelo. Cesc se juega mucho si esto llegase a oídos de quien no debe llegar.
- ¿Los niños? - inquirió Luc.
- Los niños...