Te dije bésame y me dijiste que no (10)

Cuando Cesc se enfada, se enfada y punto.

Nota de autor; perdón por cómo está subido. He tenido problemas con la edicción del texto y es la mejor forma en que he podido solucionarlo. Espero que no moleste mucho en la lectura. Mis más sinceras disculpas.


Y finalmente iba a regresar al trabajo. Pasados esos seis meses me llegó una oferta para volver a los set de rodaje. Una de esas películas en las que ambos actores fingíamos ser hombres casados y acabamos follando como locos. Pequeñas concesiones a la ternura en los muchos besos llenos de saliva que se daban pero que al final acababan conmigo empalado por una polla que me hacía estremecer de gozo. Aunque claro está jamás sería como con mi niño. Pero no me veo capaz de negar que me gusta mi trabajo y que es un auténtico placer follar con algunos de los compañeros con los que comparto rodaje. Miré, sentado en uno de los taburetes de la isla que servía de línea separadora entre la cocina y la sala de estar, el elenco con el que trabajaría si aceptaba. Buenos ejemplares de hombres. Con buenas pollas para romperme el culo. Aunque evidentemente no sería el único en recibir. Sería aburrido para el espectador ver a un único tío que al final acabase con el trasero más abierto que el túnel de Guadarrama.

Me levanté y dirigiéndome a uno de los muebles de la sala lo guardé en su parte más alta. Desde que convivo con menores he procurado mantener lejos de sus manos cualquier tipo de material acerca de mi profesión. De hecho en los ordenadores he puesto filtros para que ni Jacob ni Olivia puedan acceder a determinadas páginas. Y no es que me avergüence de mi profesión. Ya dije que hace tiempo que elegí qué era lo que me gustaba y a qué me quería dedicar pero hay cosas que comprendo, ahora que tengo críos a mi cargo, que no son buenas que conozcan de manera tan cruda con la edad que tienen. Es más que probable que Jacob no tarde en saber como esquivar esos filtros. Ya me estoy viendo pillándole in fraganti con la polla en la mano en sus primeras e incipientes pajas.

Eso siempre y cuando salga del mutismo en el que continúa inmerso.

Vuelvo a la cocina para culminar los últimos toques de la comida. Algo de orégano y pimienta sobre el guiso de berenjenas, pimiento y cebollas. Bendita mi madre que se había pasado los veranos de mis primeros veinte años enseñándome a cocinar para que no me muriese de hambre en mi recién estrenado apartamento de Madrid o me supiera manejar con algo más que comida prefabricada. Verdura y brochetas de pavo a la plancha con salsa de curry y piña. Hoy me había dado por lo exótico.

Oí la puerta de la calle abrirse. Desvié la mirada de la sartén, Alex entraba acompañado de mi hermano al que había ido a recoger a la psicóloga a la salida de una sesión de fotos. El crío se dirigió sin decir ni media palabra a su cuarto, antes de que desapareciese escaleras arriba me dirigí a él pidiéndole que fuese a buscar a Olivia a la casa de la vecina. La legendaria afabilidad de la moco había hecho que se hiciese amiga casi íntima de la hija pequeña de los vecinos en apenas dos meses que llevábamos allí.

Con respecto a eso Olivia no me preocupaba en absoluto. Era dicharachera, hacia amigos con facilidad y tenía una capacidad innata de adaptarse a las nuevas situaciones. A menudo contemplaba asombrado como empezaba a dominar el idioma como si realmente lo hubiera estado hablando desde el mismo día que nació. Sonreí, parte de mi quehacer profesional era ser traductor e intérprete (de hecho era licenciado en eso) así que estaba bien claro que el don de lenguas (en mi caso en el más amplio sentido de la expresión) era algo que teníamos acentuado los dos hermanos Baranz.

Le oí suspirar. Llevaba como una semana acentuándose el lado rebelde de ese síndrome del que me había hablado la Dra. Jean Constine. Ella me dijo que no hiciese ninguna concesión y que hiciese valer quien era el encargado de poner las órdenes y las normas en casa. Así que sin titubeos y sin apartar la mirada del fuego se lo volví a pedir sin dejar resquicio a queja alguna. Con gesto molesto tiró contra el suelo la mochila que llevaba que cayó apoyada con la pared y salió por la puerta del jardín refunfuñando pero haciendo lo que le había ordenado.

Alex lo había contemplado todo en silencio mientras ordenaba el correo que había recogido del buzón.

  • ¿Ha hablado algo durante el camino? - le pregunté cogiendo platos de la alacena.

  • Nada... - suspiré. - no te preocupes demasiado. Lo estamos haciendo bien, Cesc. Pidiéndole cosas como la que le has pedido conseguirás que vea que

tiene un papel necesario en la familia. - Asentí en silencio. Volví a suspirar y cambié de tema.

  • Álvar me ha mandado un proyecto.

  • ¿Sí? - asentí.

  • El guión y demás están ya sabes donde... - se acercó al lugar, abrió, lo sacó y estuvo leyéndolo sin decir nada. Vi que fruncía el ceño varias veces. Luego lo volvió a dejar en el mismo sitio.

  • ¿Vas a aceptar? - me sorprendió la pregunta.

  • No puedo permitirme no hacerlo. Seis meses es el tiempo máximo que me puedo permitir mantenerme alejado sino quiero que me encuentren sustituto... - seguía con el ceño fruncido. - ¿No me irás a decir ahora que te parece mal que vuelva al trabajo?

  • No te voy a mentir, no me agrada... - al ver mi expresión se mordió el labio inferior. Era obvio que intentaba encontrar una explicación a aquel sin sentido. - Es nuestro trabajo y no me importa que vuelvas... lo que no me gusta es que vuelvas con quien vuelves. - Ahora si que no entendía nada. - Jason Briggs... no me gusta.

  • ¿Por?

  • Porque se implica demasiado... folla como un demonio y no mide las consecuencias. Puede hacerte tocar el cielo o puede hacerte daño. No me gustan ninguna de las dos opciones.

  • No es para tanto... ya he compartido fluidos con él en otras ocasiones. Aguanté... de hecho me gu...

  • Mejor no acabes esa frase... - Alex se dio media vuelta y subió dando sonoros y fuertes pisotones hacia nuestro dormitorio. Porque era nuestro aunque él siguiera sin dormir en casa de forma permanente. Yo miré hacia allí sorprendido y luego a mi alrededor. Los platos con la comida preparada humeante.

  • Pues vaya éxito... - murmuré. Y en ese momento entró Jacob cerrando la puerta de un portazo.

  • Olivia no viene... dice que está ocupada. Yo no tengo hambre, me voy a mi cuarto.

Directamente me quedé sin palabras. Me senté en la mesa que llevaba toda la mañana esperando ser ocupada por todos los miembros de esta disfuncional familia y empecé a comer solo sin entender absolutamente nada acerca de qué, demonios, podía haber hecho para que me encontrase en esa situación.


Y estuvieron todo el santo día sin hablarme. A eso de las 3 de la tarde yo mismo fui a por mi hermana. Una cosa es que la dejase ir a jugar con una amiga y otra que acabase de okupa en casa ajena. Cuando llegué Olivia ya estaba preparándose para volver. Me disculpé con la vecina por la desfachatez de mi peque de autoinvitarse. Ella no las admitió porque según la mujer no había nada por lo que disculparse. Una nueva admiradora. Eso es lo que se había ganado mi hermana.

Cuando por la noche me metí en la cama esperé largo rato a que Alex apareciese por allí para dormir conmigo. No lo hizo, así que volví a levantarme y me dirigí al sótano donde estaba la famosa habitación de invitados que quería usar con él para cosas bastante más sugerentes que hacer lo que el mismo estaba haciendo en ese instante. Doblar calcetines.

  • ¿No vienes a dormir?

  • No tengo sueño.

  • Pero, ¿irás en breve?

  • Cesc no puedo controlar cuando voy a tener sueño así que no sé si iré más tarde o más temprano. - murmuró molesto.

  • Alex... no sé que he hecho mal.

  • Pues debieras. - Y cerró de un golpe seco el cajón donde guardaba su ropa interior.

  • Pero no lo sé... - murmuré confuso. - La verdad es que hoy no entiendo nada de nada.... ni a ti, ni a mi hermano ni a Olivia que me ha venido contando no sé que historia de irse a un campamento lo que resta de verano como si le importase un pimiento que aquí parezca ser el único que está intentando formar un hogar. Así que la próxima vez que me pase toda la puta mañana cocinando para vosotros os agradecería que no me dejaseis comiendo solo como si fuera un apestado. Y que tu, por lo menos, tuvieras la consideración de no enfurruñarte como un chiquillo y esperar que sepa porqué cojones estás enfadado conmigo cuando no tengo ni puta idea. - y ahora el que me marché indignado fui yo.

10 minutos después me acosté, apagué la luz y sintiendo un enfado de mil demonios intenté serenarme y conciliar el sueño. Y 10 minutos después oí la voz de Alex desde la puerta.

  • Me preocupa que Jason te haga tocar el cielo... es capaz de hacerte sentir extasiado con esa forma que tiene de follar. Y además besa de tal manera que lo único que deseas es que la escena no acabe nunca y siga haciéndolo durante lo que resta de día... - encendí la lámpara de la mesilla de noche y le miré sentándome en la cama.

  • ¿Se puede saber qué tontería es esa? Es nuestro trabajo, Alex... que uno de nuestros compañeros folle mejor o peor no va a variar nuestra relación... no va a hacer que me enamoré de él... esa cosas no...

  • Esas cosas pasan, Cesc. Nos sucedió a nosotros.

  • Si eso fuera así habría estado enamorándome cada 2 días porque por mi culo han pasado bastantes y muy buenos amantes que me han arrancado gemidos de placer que me secaron la garganta. Pero resulta que solo uno de ellos consiguió algo más que eso... tú. Somos actores, Alex, actores pornos es una absoluta absurdidad que pienses de esa manera.

  • Jason no es un cualquiera...

  • Para mi, sí. No te voy a pedir permiso para participar o no en la película. De hecho solo te estaba

informado

de que volvía a trabajar... así que hazte a la idea...

  • ¿No puedes siquiera tener consideración por lo que estoy sintiendo?

  • Y tu, ¿podrías tener algo de respeto por el profesional que soy y por los sentimientos que tengo por ti? Si crees que me voy a enamorar de cualquiera que me rompa el culo es que por mucho que hayas estado diciendo que me amas con locura no estás siendo totalmente sincero.

  • Cesc, yo... - avanzó hacia la cama pero moví la cabeza negándole el movimiento.

  • Quiero dormir solo, por favor. Ya que te comportas como un crío, te mando a tu habitación para que medites lo que implica lo que has insinuado... - volví a tumbarme en la cama, me tapé con sábana y apagué la luz sin darle oportunidad de volver a hablar. Mi enfado había aumentado y ahora pesaba tonelada y media.

Le sentí salir y su ausencia me pesó más en el alma que mi enfado. Nuestra primera bronca.


El resultado es que no conseguí pegar ojo en toda la noche y cuando a la mañana siguiente salté de la cama furioso, me metí furioso en la ducha, me enjaboné furioso, desayuné furioso y salí de casa dando un furioso portazo. Cuando fui a coger el coche, me detuve indeciso pensando que no era la mejor idea conducir con el cabreo que tenía. Pero tenía cosas que hacer así que me senté en el asiento del conductor, cogí el volante, tomé aire profundamente intentando serenarme y me largué de aquella casa llena de ingratos. Y seguí estando furioso.

En el set de rodaje en mi primera escena de alto voltaje después de meses sin ponerme ante la cámara besé y dejé que me besaran con pasión. Follé como si me fuera la vida en ellos. Me corrí escandalósamente y me taladraron el culo con saña. Grité de placer. Y seguía estando furioso.

Pero ahora porque no era quien debiera el que me estaba follando y porque tras las palabras de Alex no podía quitármelo de la cabeza. Jason Briggs me estaba haciendo tocar el cielo pero ni de lejos podía hacerme sentir lo que mi rubio conseguía. ¿Cómo, coño, había podido pensar Kent que otro podría hacerme sentir la pasión, el calor y el amor de unos ojos que me abrían las puertas del universo?

Cuando Jason acabó por eyacular sobre mi estómago se dejó caer sobre mi regándome la piel de los hombros de besos. Le oí murmurar.

- This

bastard in that you are thinking of is a fucking lucky guy . - se incorporó y con una sonrisa me ayudó a hacer lo mismo. Me dio una palmada en el trasero y juntos nos fuimos al camerino a volver decorosas nuestras anatomía hasta la siguiente escena.

Cuando volví a casa al atardecer estaba tan agotado que agradecí poder aparcar en la entrada antes de que se me cerrasen los ojos sobre el volante. En otra situación Alex me hubiera ido a recoger pero a pesar de que había visto varias llamadas perdidas suyas y oído varios mensajes en los que medecía que se pasaría por el estudio no le había hecho ni el menor caso. No quería verle. Seguía enfadado e iba a hacerle sufrir hasta que consiguiera mi perdón. Como siempre dijo mi padre cuando cabrean a mi Cesc quien sea que lo haya hecho que se ande con cuidado.

No soy una persona rencorosa ni vengativa pero el hecho de que no suela enfadarme por nada hace que cuando sucede haga sudar tinta china a quien lo ha provocado. Un hueso duro de roer.

Cuando entré Alex estaba viendo en la televisión un programa de noticias. Me miró desde el sofá con gesto indeciso. No tenía ganas de verle ni de hablarle así que desaparecí de la estancia rumbo a mi cuarto donde volví a meterme debajo del agua de la ducha. Me lavé los dientes al salir, me acosté, apagué la luz y mentalmente desee que todos se fuera a tomar por culo.

A la mañana siguiente me despertó el olor del pan tostado y de café recién hecho. Y ahí estaba mi rubio de ojos esmeraldas y, ahora, apagados, mirándome desde el umbral.

  • He decidido que voy a declarar esta hora como la hora oficial donde me hace mucha falta hablar contigo.

  • No quiero hablar contigo. - le reté dando muestra de mi legendaria, por inusitada, cabezonería.

  • Cesc...

  • ¿Qué parte no entiendes de que no quiero hablar contigo? Alex estoy enfadado, mucho. La falta de confianza que demostrarte tener en lo nuestro no se arregla con un

lo siento

así que no me bastan palabras. Ahora mismo no quiero hablarte, no quiero verte ni quiero tenerte cerca. No me conoces enfadado, muy enfadado sino sabrías que has de darme tiempo para que me sosiegue... te recomiendo que uses ese tiempo para averiguar qué hacer para que crea en que las muchas veces que me has dicho que me quieres son de verdad. Porque estoy a un tris de pensar que eran mentira. - Me incorporé, dejé de lado la bandeja del desayuno y salí pasando junto a él sintiendo que se me caía a trozos el corazón.