Te deseo

Descripción de lo que Ana desea hacerle a Josep después de que ambos lleven tres meses separados por circunstancias ajenas asu voluntad. Ambos están casados con otras personas y ambos se desean, pero viven bastante lejos.

Estoy en la habitación. Sólo llevo un tanga azul y una camisa corta semitransparente con una cremallera. Abres la puerta. Tú llevas un tanga negro muy ajustado. La luz es tenue. Me acerco a ti sin dejar que me toques y te beso en el cuello. Pero no me basta, deslizo mi lengua cuello arriba y te comienzo a besar la oreja mientras te acaricio tus hombros desnudos. Aún no dejo que me toques. Yo te sigo tocando, acariciando la espalda.

Te empujo encima de la cama y te comienzo a acariciar la parte interna de tus muslos. Pero no me basta. Te sigo tocando y me tropiezo con algo duro, algo que me apetece mucho, algo que me está esperando. Entonces te pregunto: "¿qué tienes para mí?". Te quito el tanga y te beso los muslos. Abres las piernas instintivamente y te sigo besando. Me desabrochas la cremallera y dejo que mis pechos se paseen por tu pene erecto. Tengo los pezones duros, muy duros, más duros al contacto con tu miembro. Te sigo besando, chupando, exprimiendo. Gimes de placer, gritas, te pones rojo, tu pulso se acelera, tu respiración se entrecorta, me ruegas que no me pare. Y yo sigo, no me puedo parar, no me puedo controlar, estoy desatada, excitada... Pero me paro.

Quiero lo mío. Quiero que me des lo mío, necesito que me des todo, todo lo que tengas para darme. Te obligo a que me toques, a que juntes mis pechos, que me lamas como yo te lamía a ti, que tu lengua no deje de moverse recorriendo mis pezones, que pase de uno a otro, que puedas sentir lo que tu pene, tu lengua puede hacer por mí, lo fácil que puede ser para ti ponérmelos duros. Te das la vuelta, te colocas en mi esplada y me agarras las tetas con tus manos, las sujetas, paseas tus dedos por mis pezones. Luego deslizas tu mano hacia mi entrepierna y me rozas, me arrancas el tanga. No me puedo aguantar, estoy a punto de pedirte que me poseas, que me penetres con todas tus fuerzas, que te introduzcas dentro de mí. Pero tú te paras, quieres venganza. Dejas de tocarme. Yo soy fuego, necesito que apagues mi sed de ti, quiero quemarte. Comienzo de nuevo a paser mi lengua por tus genitales, y tú sigues gritando, el placer te puede. El placer me puede.

Me paro y yo misma me toco, me toco como si fueras tú quien me estuviera tocando. Y sientes cómo disfruto, notas cómo se me va la cabeza. Te pillo por sorpresa mientras me observas sentado en una silla y me coloco encima y te introduzco dentro de mí, violentamente, hasta el fondo. Pero vuelvo a irme. Te invito a que te tumbes en la cama y yo me pongo de pie encima de ti, con una de mis piernas a cada lado de tu cintura, sin tocarte, sin dejar que me toques. Espero un rato, y luego me arrodillo, pero aún no estamos en contacto, aún no me puedes tocar, ni yo a ti. Y entonces, de nuevo hago que me penetres, y comienzo a moverme frenéticamente, mis pechos se mueven, piden a gritos que los toques, que los sujetes, que los beses, pero no puedes porque yo no paro de moverme. Me sujetas por la cadera y me paras, puedo sentir tu calor dentro de mí. Te incorporas y me chupas los pezones, me los endureces más aún, me juntas las tetas, me chupas los dos a la vez y me encanta.

Y ya no puedo más, comienzo a contraer mi vagina involuntariamente, estoy a punto de explotar, sigo moviéndome arriba y abajo rápidamente, muy acelerada, muy excitada. Y ya no puedo más. Y ya no puedes más. Te corres dentro de mí. Me corro contigo dentro.