Te deseo

Hoy aparentaba ser un día normal. Despertar, trabajar y vuelta a dormir. Mi vida se repetía en ese bucle incesante, hasta que apareciste

Comenzaré con la típica presentación, soy un chico que destaca por estar en la media en casi todos los aspectos, moreno, con barba arreglada, no muy alto ni fuerte, no precisamente un guaperas, vamos. Y sinceramente, con el autoestima bastante baja después de la última ruptura de tan solo una semana antes. Ella era… bueno si os interesa las historias con ella, os las contaré en otro relato, en éste la historia es otra…

Estaba tomando una ducha relajante como cada noche antes de ir a dormir cuando sonó el timbre. Al no esperar visitas a esas horas de la noche, pensé que estaban tocando a la puerta del vecino (a veces en los apartamentos puede parecer que suena tu timbre cuando realmente no lo es), y no le di más importancia. Tras el tercer toque junto a una sucesión de golpes insistentes a la puerta, me di por aludido y salí, con la toalla por única vestimenta, a ver quién estaba en la puerta a estas horas de la noche.

Nada del otro mundo, era la vecina de al lado, parecía agitada pero le abrí sin dudarlo, ya que pensé que le habría molestado la música que solía escuchar en la ducha, o mi voz destrozando la letra. Nada más lejos de la realidad…

-    Por favor, déjame pasar.

-    Claro, claro, ¿está todo bien?

-    Si tranquilo, tan solo necesito un momento para calmarme…

No pude evitar fijarme en sus curvas cuando se sentaba en mi sofá y se recostaba cómodamente como si se encontrase en su casa. Mi reacción hubiese sido de enfado de no ser por la visión que tenía ante mí. Unas piernas infinitas apenas cubiertas por una minifalda terminadas en unos zapatos de tacón de aguja. Su voz me sacó de mi mundo, y me obligó a mirar hacia arriba…

-    ¿Te importa si me quito la chaqueta? Siento como si tuvieras la calefacción muy alta.

Hasta ese momento no había podido apartar mi mirada de sus piernas, pero al subirla para mirarla a los ojos no pude evitar recrearme en la susodicha chaqueta que estaba desabrochada mostrando un escote bastante pronunciado.

-     Si, tranquila, puedes ponerte cómoda.

Se incorporó un poco mientras yo me sentaba frente a ella intentando disimular la excitación que toda esta situación (por el momento erótica solamente en mi mente) me estaba provocando.

-    Disculpa, que te haya molestado a estas horas pero es que…

Debí prestar más atención, me estaba contando cuál era su problema, y por qué me había tocado al timbre a estas horas, pero tras quitarse la chaqueta la camiseta de tirantes que llevaba debajo no tapaba ni un ápice más piel que la chaqueta… y encima era muy ceñida, mostrando que sus pezones estaban erectos… por el frio, supuse.

-     Lo siento, de verdad, pero ahora entenderás que no haya tenido más elección que huir y tú eras la única opción que pude pensar en ese momento.

-     Por supuesto, esto… ( no recordaba su nombre, tampoco éramos vecinos mucho tiempo, la verdad )

-     Perdona, con la agitación olvidé presentarme más formalmente, soy Laura, vivo en el piso de la izquierda.

-     Sí, recuerdo que nos hemos cruzado por los pasillos alguna vez ( como para no recordarlo… jeje )

Llegados a este punto, no pude evitar tener que inclinarme hacia delante, para evitar que la toalla mostrase que estaba más que encantado con que ella apareciese por mi piso.

-     ¿Te importa si voy un momento al baño?

-     No, tranquila, es la segunda puerta a la izquierda.

-     Vale, gracias

Por mi mente pasaron infinitas opciones en las que me sentiría muchísimo más agradecido que ella ahora mismo. Justo cuando se levantó, su tacón se enganchó en la alfombra que tengo (un capricho que tuve y no pude resistir). Para evitar que se cayese y se hiciese daño, me levanté raudo a sujetarla… algo que finalmente resultó innecesario ya que recobró el equilibrio, pero que provocó dos reacciones instantáneas. Al no tener nada que la sujetase, la toalla resbaló y cayó al suelo. Aunque la reacción que más me sorprendió fue la de su mano yendo directamente a mi muy erecto miembro. Bueno, pensé, tal vez lo único que había hecho ella era inventarse una historia para seducirme, esta es mi noche…

Hasta que la miré a los ojos y la vi llorando. Eso no me lo esperaba. Mi corazón se paralizó. No entendía nada, ¿tal vez le había sido infiel su pareja y buscaba una venganza que no era capaz de realizar? Sin saber muy bien porqué, decidí que lo que debía hacer era abrazarla, y sin importarme lo raro de la situación, tras abrazarla besé suavemente sus lágrimas. Fue un momento mágico, o al menos yo lo sentí así. Tras ese beso, seguí realizando pequeños besos por toda su cara bebiéndome sus lágrimas a la vez que mis labios se acercaban despacio a los suyos manteniendo fijas nuestras miradas.

Cuando nuestros labios se tocaron, sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, y a la vez una necesidad de poseerla que nunca antes había sentido con nadie. No era algo meramente carnal, era más intenso, espiritual, y a la vez cargado de sensualidad…

Necesitaba hacerla mía.

Cuando el beso terminó, pude recuperar un poco la calma y la razón y decidí que lo mejor era que nos sentásemos en el sofá. Conforme me senté, sentí que ella se separaba un poco de mí, para tras unos segundos arrodillarse a mis pies. Si mi cara reflejó sorpresa no fue nada comparado con la cara que se me quedó tras sus palabras.

-     Los requisitos del contrato han sido satisfechos, a partir de este momento soy suya para su disfrute eterno.

Continuará…