Te deseo

Acabábamos de cenar en el Puerto Olímpico y la verdad, íbamos bastante contentos...

Te deseo

Acabábamos de cenar en el Puerto Olímpico y la verdad, íbamos bastante contentos. Decidimos tomar algo por allí y después iríamos a una discoteca cercana, dejando el coche bien aparcado en el parquing para evitar la unión del alcohol y la excitación de la carretera.

No podíamos impedir que el deseo fuera creciendo por momentos. De repente una relaciones públicas nos interrumpió con su presencia con no sé que oferta que cualquier hombre desearía en aquellos momentos de lujuria inicial... Era una chica alta, morena, con el pelo liso y bien arreglado. Sus movimientos eran totalmente seguros y con una gracia descomunal. Lucía una camiseta tan pequeña que nos mostraba toda su maravillosa cintura, con una forma curva, con aquella piel perfecta... ummmmm. Entonces se acercó para darnos un vale y pude notar por un momento sus pechos de un tamaño medio pero duros, consistentes y blandos a la vez, con sus pezones pequeños y duros que me llenaron la boca de saliva...

Por fin llegamos a la discoteca... estaba a reventar de gente pero nos introducimos hasta el medio de la pista. Durante algunas horas estuvimos bailando y al mismo tiempo íbamos observando a los grupitos de alrededor, para ver si había alguien interesante para mirar o simplemente conocer más intensamente... La música cada vez era más maquinera y nos íbamos encendiendo más. Entonces fue cuando me di cuenta que un grupito de tres chicas nos miraban con cara divertida y al mismo tiempo morbosa. Sin embargo no les hice caso hasta que al cabo de un rato fuimos a la barra a pedir la última copa y ellas estaban allí en un rincón. Todavía no sé con certeza como fue, pero una de ellas, una chica guapa, con ropa bastante provocativa pero con estilo me sonreía desde lejos. No soporté el interrogante que tenía en mi interior y me acerqué a ella. Creo que te conozco de algo...no, yo no te recuerdo, debes de haber aparecido en algún sueño... ella entonces sonrió... tenia una sonrisa especial, y unos ojos que desprendían luz. Nos pusimos a bailar, yo cada vez la iba acercando más a mí. Mientras ella charlaba no pude impedir besarla en la mejilla para ver como reaccionaba y la verdad es que la cosa iba bien... empecé a acariciarle el cuerpo sobre la ropa (ya estábamos en un rincón de la barra) y ella no paraba de llamarme sinvergüenza...Entonces la invité a un chupito y me di cuenta que no tenia ni un duro para pagar el taxi de regreso y mis amigos ya se habían marchado.

Pero la suerte me acompañaba aquella noche... ella junto con otra amiga iban en dirección al parquing donde yo tenia el coche. Les dije con todo el morro si podía ir con ellas en el taxi porque no tenia dinero y ella no paraba de reír. Su amiga bajó a medio recorrido y entonces me quedé solo con ella en el centro de Barcelona y sin un puto duro, perdón, euro!. No pude resistir, li cogí la mano y la apreté contra mi. Nos empezamos a besar, besos cada vez más apasionados, la lengua se retorcía en búsqueda del mas puro deseo infernal. Al cabo de poco los besos canviario de ritmo, besos más tiernos, con la lengua iban recorriendo los labios de los dos lentamente, como si quisieran conocer nuestras principales fuentes de placer bucal... era fantástico hasta que el taxista me dijo que ja estábamos en el parquing donde yo tenía el coche. Te acerco a casa. Vale.

Salimos del auto, ella pagó y iniciamos el camino hasta mi coche que estaba cerca. Le cogí la mano y cruzamos un semáforo de cuatro carriles sin esperar el semáforo verde... la pasión nos llenaba los cuerpos. No sé de donde pero me vino una inmensa necesidad y la empujé contra una pared de un edificio oscuro y la empecé a besar de forma apasionada, descontrolada, las manos recorrían ya todo su cuerpo, ella se estaba activando al máximo, empezaba a tocarme la espalda con fuerza, con necesidad, ya me había atrapado.

Pronto estábamos en el coche y yo me dirigía hacia él sin dudar pero (mi coche es muy viejo y sucio) ella pasaba de largo! Entendí que no se pudiera creer que yo tuviera aquel trasto y le seguí la corriente, pasé de largo y entonces le dije que nos lo habíamos pasado... miramos hacia atrás y reímos los dos. Una vez en el interior emprendimos la marcha y al cabo de cinco minutos de conducir me preguntó: ¿dónde vas? Estábamos yendo en sentido totalmente opuesto al de su casa. Yo me partía el culo por dentro y ella me dedicó una mirada brutalmente cautivadora. Demos la vuelta, no? Vale, pero a mi casa no podemos ir. ¿Porqué? Por que está mi marido, nos estamos divorciando...yo en aquel momento estaba tan irracionalmente excitado que flipé poco más que ahora de lo que me estaba ocurriendo... pero era muy divertido!. Entonces fuimos a un parque oscuro cerca del mar.

Festival!! Nos empezamos a tocar desenfrenadamente, las manos ya no sabían dónde iban. Los cuerpos palpitaban, los ojos se llenaban de alegría y deseo. Ella llevaba una camiseta negra transparente que dejaba entrever una piel magnífica, morena y celestial. Empecé a besarle los lóbulos de las orejas y fui bajando por el cuello, hostia! Aquello si que era un perfume divino, aroma de ternura femenina, de espíritu eléctrico. Los besos se fueron mutando y de vez en cuando aparecían en forma de lengua que recorría todo su cuello fantástico, con aquel sabor de carne joven y caliente, ansiosa de ser explorada.

Al rato fui quitàndole toda su ropa y dejó delante de mí una figura impactante, un cuerpo irradiante de belleza, sensualidad. Era excitación materializada, sus curvas eran perfectas, ni gorda ni delgada, unas piernas tonificadas con una piel suave como el algodón, con una cintura que no podía dejar de mirar, con un color de piel parda, de chica parda, de color de vida. Los pechos eran de un tamaño medio, perfectamente tersos y con unos pezones medios pero acabados en punta desafiante y provocando deseos que no tardé en cumplir. Me lancé sobre ellos y los empecé a lamer mientras mis manos no paraban de tocar aquella piel perfecta, aquella espalda de santa. Ella empezaba a convulsionarse y a besarme cada vez con más fuerza. Entonces tomó la iniciativa y me empezó a tocar, a meterme mano de forma que me excitaba de mala manera hasta que llegó a mi miembro que ya hacía rato que estaba a punto de reventar, preso en su jaula y deseoso de salir. Se agachó y se lo metí en la boca entero. Yo flipaba!

Me dejé caer hacia atrás, y me abandoné a la divinidad del sexo. Ella mandaba, ella chupaba como hacía tiempo que no me hacían. Era bestial, su lengua jugaba con mi punta, empezaba desde arriba hasta abajo y volvía a subir, se repente se la metía toda en la boca y empezaba a aspirar como si la quisiera toda para ella, dentro suyo y para siempre. De golpe alzó la cabeza y... es de día!

Me desperté del sueño de placer ... había amanecido y estábamos los dos medio desnudos en medio de un parque de Barcelona, eran ya las ocho de la mañana y en cualquier momento podía pasar algún footing maker! Vaya día!

Nos vestimos de cualquier manera y arranqué mi coche. Me dirigí a la primera montaña que conocía y me metí en un camino donde no llegan ni las bicicletas, no me podía aguantar. Aquello no podía quedar de aquella manera, no teníamos mejor lugar donde ir, pero el instinto me pedía a gritos poseer aquel cuerpo, atrapar aquel placer infinito.

Allí seguro que estábamos solos. Nada ya nos podía detener, el deseo estaba hirviendo incontrolado, desmesurado, irracional. Volvimos a besarnos, las lenguas se encontraban, los labios se fregaban sin parar, las respiraciones se mezclaban con el aire de sexo, aquellos aromas que ya desprendíamos los dos sin poder ni impedirlo. En segundos estábamos desnudos. La visión era espléndida, aquel cuerpo se dejaba abrazar pero su sensualidad se me escapaba de las manos, daba vueltas por mi cabeza enloqueciéndome. Entonces sus cabellos largos, negros, lisos, perfecta imagen de la feminidad cultural, de la más pura fantasía erótica empezaron a hacerme cosquillas entre las piernas, ella volvía a la carga! Se la volvió a comer entera, pero con más tranquilidad que antes, con más pausa, nadie nos esperaba, nadie nos podía ver, camuflados por el bosque, los árboles no nos dejaban ver el bosque y él no nos veía a nosotros. Las chupadas aumentaban de ritmo, yo no me lo creía pero estaba aguantando mucho! Mientras no dejaba de acariciar su cuerpo y quería darle placer, buscaba y buscaba la manera de arrancarle aquel tanga, de explorar manualmente su coño que tanta ansia tenia por descubrir. Hacia olor, olor de sexo femenino, ella estaba completamente mojada y continuaba mamando mi verga de forma profesional, yo estaba en otra fase de la vida y mi excitación nada más tenía un objetivo: masturbarla, sentir sus líquidos entre mis dedos. Aparté el hilo negro de sus bragas y tanto como la posición me permitía empecé a acariciarle el coño por fuera, uffffff!! Que tacto tan maravilloso, que suavidad. Todo estaba lubricado como la más perfecta cueva, como el mejor rincón para estar refugiado. Me acerqué el dedo a la nariz y sentí su olor, divina, aquello era un regalo divino, era olor de sexo palpitante. Ella notó mi gran excitación al sentir su olor, la notó todavía más dura, a punto de explotar, empezó a chupar de forma descontrolada y yo aceleré los movimientos de mis caderas, no podía mas, aaaaahhhhhhhhhh!!!! Exploté en medio de un orgasmo que duró al menos diez segundos, no podía más, era una sensación brutal, ella con una gran experiencia me la fue tranquilizando con caricias entre sus pechos y mi esperma que estaba totalmente extendido.

Mi coche no estaba preparado. Se tuvo que limpiar con cualquier papel que llevaba en el bolso y se puso a fumar. Entonces me pareció que ella ya estaba satisfecha, como si ya estuviera contenta, no me lo podía creer. Aquello no se podía acabar así, yo quería darle placer igual o más que el que ella me había dado a mi. No le dejé terminar el cigarrillo y yo ya estaba totalmente fuera de órbita, con la tranca al máximo necesitaba penetrarla, quería sentirme dentro de aquel rincón que tan buen olor desprendía, que tanta suavidad prometía.

La empujé contra el asiento y empecé a besarla por todo el cuerpo, empecé por las piernas, iba lamiendo, besando, palpando aquel tesoro... ella empezaba a gemir, a aprisionarme contra ella, a besarme como loca. Entonces le di el condón y me lo puso, la tenia muy dura, tenia muchas ganas de penetrarla hasta el fondo y de golpe lo hice, no demasiado rápido pero sin dudar, sin parar, empecé a bombear aumentando el ritmo mucho. En un instante estaba muy acelerado, se la introducía de forma bestial, animal, le miré el rostro y estaba preciosa, llena de colores, parecía una niña, era mía, se hacía pequeña, se fundía en mi fuerza. Yo estaba en otro mundo. De golpe ella empezó a convulsionarse, yo aceleré todavía más el ritmo, más a dentro, todo el recorrido, todo, adentro, fuerte... ella empezó a gritar, a gemir, a besarme con agresividad, entonces dejó de apoyarse con las manos y sólo tocaba el asiento con el culo, el resto del cuerpo mantenía el equilibrio gracias a mi pene que la gobernaba. Mis manos entonces libres fueron a parar a su coño para acompañar mis embestidas con tocamientos y de paso friegas a mis cojones, aahhhhhh!. Entonces ella tuvo un orgasmo centenario, se movía por todas partes y yo se la metía fuerte hasta el fondo. Al cabo de poco fui bajando el ritmo durante un rato, de tanto en tanto me paraba, para que ella descansara y al mismo tiempo hacerla sufrir... después empecé a hacer cambios de ritmo, de dirección... ella estaba disfrutando, lo veía, lo notaba, me encantaba! Me hizo girar y se puso encima mío, ella mandaba, yo me dejaba hacer, era totalmente sumiso a sus deseos, le agarraba las nalgas de aquel culo perfecto, redondo y con carne suficiente para hacerlo totalmente maravilloso.

La ayudaba a moverse arriba y abajo... cuando de repente sonó mi móvil un par de veces y yo pensaba... tengo que ir a trabajar! Me deben llamar porqué no voy, me daba igual, todo lo externo a aquel coche no existía.

Al cabo de un buen rato volví a acelerar el ritmo y ella me dijo que le hacía daño... y paramos, que polvo, irracional, buenísimo. Entonces fuimos a comprar una botella de agua en una tienda y yo no me percaté de que llevaba una mancha de semen en la camiseta... que pensó la vendedora?

Por fin la llevé a casa y nos dijimos adiós. No nos dimos los teléfonos, quizá los dos sabíamos que no nos volveríamos a ver. Al llegar miré por el coche y encontré su sujetador, y días más tarde encontré su pendiente dentro del bolsillo de mi camisa. Me lo había dejado de recuerdo o simplemente quería que se lo devolviera? Tendré que volver a la disco, hasta ver salir el sol.