Te conoci por la pandemia

Cuando empieza esto de la pandemia, me obliga a volver a casa; a una familia que exploto en mil pedazos, cuando mi padre fue a comprar tabaco. La convivencia con mi hermana melliza será terrible, solo mi madre puede encauzarnos; pero mi madre ya está mayor y no tiene ganas de peleas, ¿que pasara?

Te conocí por la pandemia

Introducción

Normalmente los hermanos mellizos se aman, son muy unidos; hacen todo juntos, casi siempre tienen las mismas ideas…pues en esta historia no, nosotros nos odiamos; somos muy distantes, hacemos todo separamos y casi nunca coincidimos en nada. Nuestros nombres son similares, ya que nuestros padres pensaron que eso sería gracioso o que nos uniría; pues ya os digo que no funciono, por más que intentaron uno es el agua y el otro el aceite.

Mi hermana melliza se llama Paula, tiene mis mismos 30 años; es más bajita que yo, más delgada y deportista. Morena ojos azules, labios prominentes; pelo largo hasta el culo, unas tetas y un culo decentes.

Por mi parte me llamo Pablo, soy más alto que ella; ancho de espaldas, no soy deportista pero tampoco vago asi que digamos que me mantengo. Moreno ojos verdes, labios carnosos; media melena, un culo por el que muchas se giran y no es coña.

Ya que nos he diferenciado voy a hablar un poco de nuestras vidas hasta ahora, para terminar de diferenciarnos; de la actualidad hablaremos más tarde, ya que ahora no es importante. Mi hermana siempre se llevó mejor con mis parejas que conmigo, cuando dejaba a una de mis parejas; ella solo sentía que le arrebataba una amiga y repetidas veces me lo echaba en cara, mi hermana es la niña correcta y estudiosa pija típica.

Por mi parte, soy el seductor salvaje; el niño rebelde, que desafía a sus padres y hace todo lo que ellos no quieren. Mientras mi hermana sigue viviendo en casa de mis padres, ampliando sus estudios; con tan solo un trabajo parcial para pagar sus gastos, me he hecho conocido por mi grupo de música y todo iba bien…hasta que entro en escena el covid-19, nos anularon todos los espectáculos que teníamos hasta nueva orden; asi que los del grupo cada uno se fue a su casa, dejándome solo y sin casa.

Obviamente el apartamento de 800 Euros que pagábamos entre 4, no me lo podía permitir yo solo asi que; aunque no me gustara, solo me quedaba una opción y esa opción es volver a casa.

-      ¿si, diga? – contesta Paula.

-      Enana, ponme con mama. – le pido a mi melliza.

-      ¿Pablo? ¡el enano eres tú! – me grita.

-      Ponme con mama, ya. – le exijo, molesto.

-      Tsk, que pesado eres; dando órdenes. – se queja como una niña.

-      Es urgente, joder. – digo desesperado.

-      Si…ya voy, ya voy; ¿oíste? – me repite y pregunta para molestar.

-      Tsk – digo molesto y casi puedo imaginarla sonriendo.

-      Mama, el enano molesto esta al teléfono. – le dice tan tranquila.

-      Paula, habla bien de tu hermano. – le riñe mi madre. - ¡Hijo! ¿Cómo estás?

-      Mama, ¿puedo volver a casa unos días? – le pregunto, yendo al grano.

-      Claro, está siempre será tu casa. – dice mi madre. - ¿te pasa algo?

-      No, ya has oído lo de la pandemia; estan empezando a tomar medidas y las primeras son anular los eventos de ocio, asi que fuera conciertos. – resoplo.

-      ¿ya lo han echado no? – pregunta mi hermana curiosa.

-      No, hija; es por el virus de la tele. – le explica mi madre.

-      Vamos, que lo han echado. – insiste mi hermana.

-      Bueno, mama; voy a hacer las maletas e ir para ya. – le digo, a modo de despedida.

-      Venga, aquí estamos las dos. – dice mi madre.

-      Porque no me puedo ir, sino estarías tu sola – resopla mi hermana.

-      ¡niña! – le grita mi madre colgando.

Resoplo.

-      Estúpida, espero lo del covid este no sea nada más que una exageración; sino me volveré loco, con ella allí.