Te Camelo

Quiero tenerte en posición horizontal, con mis manos levantar tus rodillas, con mis labios sentir tus corvas... que mis dedos se pierdan en tus frondos rizos...

Quiero asaltar el cielo de tu boca...

Aspirar de ti un suspiro en el que te me entregues toda... Untar mis manos del sudor que cubre tu piel cuando te excitas.  Quiero acariciar tu melena salvaje, que aun cuando no la peinas, me atrae de tal manera que aunque yo no alcance a tocarla mi ánima se pierde en ella... Sueño perderme entre tus senos turgentes y suaves como palomas blancas, como si flotase entre las nubes de un día de primavera... Rodear tu cintura con mis brazos desde tu espalda, mientras te cuento del embrujo que has puesto en mí, susurrando en tu oído, acariciando tu nuca, ahí donde crece esa mata negra.

Dime qué voy a hacer con las  ganas que tengo de salir contigo, de sostener tu cuello mientras mi lengua se embriaga y mis labios te absorben. Besarte como si fueras mía, en un sitio donde nos acaricie el sereno de la noche. Sentirte temblar en mis manos, tu saliva impregnando mi ser. Dejar que las yemas de mis dedos te hagan cosquillas en tus costados, en tu pubis, en tus pezones, en la comisura de tus labios. Comerte la boca, la tota...

Quiero tomarte de la mano mientras caminamos.  Te deseo tanto...

Y te pienso buena, sabiéndote malvada, porque sin querer me miras cuando más estoica te ignoro, y sonríes con todos tus dientes, envolviéndome en una bruma que no me deja ver que los demás me observan, idiotizada.

Te sé malvada porque sin necesidad me tocas como quien no quiere, con tal delicadeza como si a romperme fuera y deslizas tu mano por encima de mi ropa, o me das un abrazo o es el beso en la mejilla; contacto que no pedí.  Yo que quiero poner distancia y tú que no te cortas.  Se me hace que te divierte verme hipnotizada, con sonrisa congelada y escucharme decir lo que ni siquiera yo entiendo.

Y sé que no ha de ocurrir, porque me perdería.  Porque me gustas demasiado.  Porque si llego a asomar mi nariz al interior de tus muslos, me veré perdida en un viaje sin regreso.  Querré volver todas las noches a tu cuerpo.  Querré ser la única que te toque.  Querré que sean mis ojos los únicos que retengan tu mirada.  Querré retenerte y no soportaré imaginar que alguien disfrute tu manjar.  Me encelaré de tus sonrisas si no me miras.

Pero, si me dejaras llegar hasta ese templo, morder tu boca, respirarte, beberte...