Te amo, me amas (2)

Seguir tu frenético ritmo no puedo, (de hembra en pleno celo) necesito tregua y pedírtela pienso. Mas el temor me invade, pues otro macho acecha.

Te amo, me amas (parte dos).

Uno

Han transcurrido ya seis meses desde que mi hermano mayor, tu marido, ha muerto. Una fulminante falla cardiaca sus sueños ha truncado. "Pero murió feliz", me dices con esa pícara mirada que despiertan mis deseos, (saber los detalles no quiero). Han pasado ya seis meses en los que felizmente te desenvuelves en tu papel de viuda joven (y bella) y yo, asumir el rol de marido (reemplazante) he intentado. Sí, van seis meses, tiempo insuficiente para terminar de conocerte y pretender comprender lo que pasa entre nosotros y lo que es aún mas grave, lo que en mi interior acontece.

Es que aún no termino el colegio y mi inexperiencia (inutilidad) en lo que es enfrentar la vida es el mayor escollo que afrontar debo, día tras día, noche tras noche….. De día no sé cómo asumir "las responsabilidades de esposo", pues el dinero ha empezado a flaquear y no permites que deje el colegio para trabajando traer el diario sustento. De noche, sufro ante la dicotomía de satisfacerme primero (en el sexo) o "cumplir" como se debe un "verdadero hombre". Es que tu sensualidad me opaca, tu desempeño en la cama me apabulla, tu experiencia matrera me deja sin aliento. Tu voracidad deja siempre pendiente algo para la noche siguiente (o para la madrugada, para media mañana, o después del almuerzo)….. y ando ya buscando excusas en el sueño fingido, en el cansancio repentino o en algún "pequeño resfrío", tratando de seguir tu agobiante ritmo. Y es que: "como no aporto como hombre de día; no cumplo como macho por las noches".

Eso me tiene atormentado. Y es más, tu sola presencia provoca una suerte de revoltijo en mis sentimientos, cuando haz preparado la rápida cena y te presentas a la mesa con aquel "extremadamente lujurioso" atuendo negro, que vistes para la cama (no a dormir: sino a cumplir como se debe). Guardas estricto luto hasta en la cama, para no mellar el respeto que a tu fallecido marido le debes, para serle fiel, siempre fiel….pero conmigo.

Sentados estamos en la mesa frente a frente, no me atrevo ni a mirarte, peor cuando clavas tu mirada de águila rapaz sobre mi indefenso cuerpo, que hace tiempo ya resignado vive su papel de víctima fácil. Siento tu respiración mientras tranquila te alimentas, me inunda la zozobra cuando te levantas y sé que ha llegado mi hora, porque balanceando aquel hermoso trofeo que te dio la naturaleza (tu culo bello), a la cama te diriges "para continuar la vida", que para mí es "continuar muriendo".

Negra tu mirada, negro tu atuendo, negro tu peludo cocho (que sé, me espera ansioso sin la protección de tus también negros calzones), negras tus intenciones (para esta noche). Negra mi conciencia al saberme autor de esta terrible traición a mi hermano muerto; y negro mi futuro de amante inexperto, porque siento que te pierdo.

Dos

Estoy perdido, alegre me cuentas que trabajo hallaste para salvar el apuro. Es el benefactor un amigo de nuestro abnegado ausente. Sé de quien hablas, sé de su mirada que no dejaba de perseguir tu enorme culo la noche de aquella fiesta en casa, cuando nuestro muerto no estaba aún muerto. Sé de sus nada disimuladas atenciones que tú hábilmente rechazabas y, soy tierno, pero no estúpido, sé que te desea (con toda el alma) y tu vas a su encuentro. Es una mayor causa para mi sufrimiento.

Escondido tras la puerta tus movimientos espío, es hora de que salgas (al trabajo). Sentada frente al espejo te veo, con las medias de seda (negra) que tantos deseos en mí despiertan, me das la espalda y desde mi escondrijo, disfruto de tu hermoso culo apenas cubierto por esa tanga (negra). Hay mas, te pones de pie para peinarte y tus hermosas tetas alegres saltan para disfrutar de los rayos del sol tempranero que por la ventana se filtran. Sabes que te miro porque ves que te veo (pero finges no verme), y te ofreces de todos los ángulos, "a ver si así a la noche funcionas en mejores condiciones" me imagino que piensas.

Te pones aquel vestido corto (también negro) que dejan al descubierto tus bellas piernas y no pueden disimular la locura de tu protuberante culo. Tus zapatos de fiesta que te dan mas prestancia y levantan todo el cuerpo…. y terminas; con tu collar de perlas (negras), tus brazaletes de oro puro, tus pendientes de piedras (negras), tu anillo de diamante: toda una joya, mucho lujo para este pobre mirón furtivo, mucha mujer para este inexperto "machucante de planta" (de relevo). Mucha hembra para este aprendiz de macho que ahora soporta un nuevo sentimiento: los celos. ¡Demasiada perra cazadora para este cachorro servil y tierno!

Ansioso en tu ausencia te busco (seguro de no encontrarte): en la cocina donde tu culo feliz cada día paseas, en el baño donde al ducharte me regalaste el espectáculo de una feliz paja, en el sofá donde cuando duermes conmigo sueñas. En la cama, donde fuiste de él miles de veces y mía por vez primera (mi vez primera).

En tu ausencia ansioso te busco, en el jardín colorido, donde tu belleza se disputaba con las flores que juntos cultivamos, donde tu sin rival culo ocupa el sitial de honor sobre el verde césped.

En tu ausencia ansioso te busco: En la tele donde otras mujeres felices desfilan (ninguna de ellas tiene tu hermoso culo: observo), en el álbum de fotos desde donde siempre tus lujuriosos ojos negros me persiguen.

Y te encuentro, en mis recuerdos mas recientes donde de día haces la inversa de lo de las noches: Vestirte al gusto de mis deseos. Muerto de celos busco pruebas (de tu infidelidad), alguna huella, algún gesto, una palabra, un aroma, una carta o algún obsequio. Nada encuentro, mucha belleza, cero pruebas.

Dos

Retrasada y nerviosa retornas a casa (del trabajo). Pretendes mantener la calma, mas tus sonrojadas mejillas te delatan y no puedes esconder tu rubor (ni detrás tu estricto luto). Silencioso te observo: tus movimientos son sensuales, como nunca. Tus deseos son incontenibles porque mientras tanto te frenas, otro tanto te delatas.

Te mueves cual fiel esposa que ha sido sorprendida en error por vez primera, No me queda duda, haz cometido pecado. Y nuevamente los celos me atacan. Tus ojos brillan tanto que me traen a la memoria la mañana feliz en la que abriste tus sentimientos a mi dolida alma, después de saberte sorprendida (en tu feliz paja), cuando te vi tirada en la cama, con tu hermoso vestido negro hasta la cintura arremangado, engañando a mi hermano (ya muerto) con tus propias manos, mientras tus rojos labios, apenas frenar podían tus gritos mi bien amada.

Y te dediqué también (una feliz paja) y me sorprendiste, nos sorprendimos: te vi y vi que me viste (nos vimos) en una mutua paja, yo deseando que a mí me desearas en tu solitario esfuerzo, tu esperando mi decisión que nunca llegaba para tener tu cuerpo. Y sin decir palabra, ambos (pecadores), aceptamos por fin que debíamos juntar nuestras almas, nuestros cuerpos, nuestras soledades, nuestras tristezas (por el muerto), nuestros deseos, nuestros jadeos, nuestros meneos, nuestros sexos (y nuestras pajas).

Son los mismos movimientos que ahora tu cuerpo delata. Sé que algo hiciste o algo sentiste para estar turbada. Pero preguntar no puedo, ese derecho no merezco.

Será ese galante amigo (de tu marido muerto), el que te dio el trabajo, el que te pretende desde hace mucho, el que daría la vida por un suspiro tuyo, por una mirada, por el roce de tu cuerpo, por una caricia, por un beso, por un meneo de tu culo, de tu concha, de tus turgentes tetas, en fin, por tener para él tu cuerpo. Y de celos me muero. ¿Será que se atrevió a confesarte que de amor él también se muere? ¿Que te ama desde siempre? ¿Que tenerte anhela y hacerte feliz es su meta? ¡Que de recursos está lleno y de ganas ya no aguanta! ¡Y la angustia me mata!

"Quiero dormir sola esta noche", me dices y me fulminas, pero mi dominado cerebro de cachorro fiel, a obedecer sin condiciones me manda. En silencio acepto y retiro mi endeble físico a su triste morada. Desde mi frío lecho te siento: cada movimiento, cada paso, cada suspiro, cada gesto. Desde mi oscura soledad percibo que te quitas el hermoso vestido negro que cae al piso en medio de tus pies bellos, dejando tu redondo culo a merced de nadie. Que tu negro sujetador sueltas, dejando las turgentes tetas al aire. Que los diminutos calzones negros por tus largas piernas deslizas, dejando tu negro cocho a su suerte abandonado. Y recuestas tu hermoso cuerpo (en la amplia cama), dejando un perfumado vaho en el aire flotando que me invita a tenerte, mi tierna amada. Mas acudir a ti no puedo. Puede mas mi cobardía, no puedo hacerte mía, mía,de una vez por todas mía. ¡Maldita sea!

Irrumpir en tu alcoba cual indomable potro salvaje deseo, mas no tengo el carácter, la fuerza, la voluntad, el impulso de macho, ¡o no sé qué mierda me falta! Resigno mis anhelos tras estas paredes que para evadir el destino sirven de feliz pretexto. Sé que al cruzarlas estás mi bella amada, dispuesta a todo, esperando mis ansias, mas a tu encuentro ir no puedo, porque algo me frena.

Tres

Conciliar el sueño no alcanzo, atento escucho, han pasado horas, el silencio casi se palpa. Y de la nada tus suspiros surgen, tus jadeos cruzan la barrera de tu seca garganta. Mientras que dormido estoy calculas, agazapado siento los movimientos de tus sensuales caderas, la prisa de tus dedos para encontrar la gloria y que urgidos rompen la feliz resistencia que tus íntimos pelos ofrecen en la entrada de tu glorioso hueco.

Si. Estás otra vez en lo tuyo, en eso del placer contigo misma, sin mas testigos que tu tierno cuñadito que en el ambiente de al lado desconcertado aguarda. Vuelcas tu cuerpo, dejando para mí tu redondo culo indefenso, que persiste en el meneo en busca de la paz para tu atribulado sexo. Y te derramas en el feliz chapoteo de los jugos que emanan como culminación de tu solitario juego. Mientras del centro de tu cuerpo, estalla el volcán de tu esperado orgasmo, que en medio de gritos te delatan.

En medio del silencio, respetuoso espero tus estertores cesar y calmar tus movimientos. No siento nada, no siento celos menos deseos. "¡Puje mi reina!", sincero te aliento, "¡Goce mi diosa!"….. mi solidaridad te ofrezco. "No importa, no es traición si no hay otro cuerpo" consolarme intento, mas hay algo completamente cierto: no es mi nombre el que tus apretados labios y en medio de susurros, dejaron escapar el momento de la máxima gloria y no era mi verga la imaginada, la mas grande y orgullosa penetraba tu latente sexo.

Cuatro

Han transcurrido otros tantos días y cada día, mas tarde son los retornos (del trabajo), cada vez menos convincentes las explicaciones (que no me las merezco), menos frecuentes nuestros encuentros y nada de sexo; más urgentes mis deseos (soy sincero) y un tormento inimaginable crece: mis terribles celos.

En medio del delirio de las noches de insomnio, esperando tu llegada, esperando con deseo que transcurra el tiempo. Perdido en medio de este mar de encontrados sentimientos, de trastocados roles y de confundidos razonamientos (me encuentro), en medio de la tormenta de los celos reprimidos y del mar de dudas de lo que haces en tus largas horas de ausencia.

"¡Me engañas!" sale mi grito de reclamo desde muy dentro; "¡Nos engaña! Me responde otro grito que sin saber de dónde viene, me suena familiar porque posee el eco hueco que suele tener la voz de los muertos.

En medio de esta locura dormido he quedado, me despiertan familiares sonidos que desde tu alcoba provienen, "¡Dios mío!, ¿Ha ocurrido lo que mas temo?". El sonido de los cuerpos desnudos que se unen en franco "forniqueo" taladra mi cerebro, los jadeos de las bocas que se buscan y se encuentran y el chapoteo de los sexos que en feliz unión se penetran inundan mi solitario aposento. Oigo su voz en medio de tus jadeos, voz ronca, voz de viejo, si, es la voz de mis pesadillas, (la voz del amigo de tu marido muerto).

Petrificado en medio de este infierno me encuentro. Mi mente vuela en busca de ayuda. Solo los recuerdos a tropeles acuden en mi auxilio y, vestida de blanco frente al altar jurando amor eterno te veo. A un lado mi hermano, (tu primer amor); del otro un niño de escasos seis años portando los aros de boda (tu penúltimo amor).

"Sí, acepto" respondes cuando alguien también de blanco te pregunta si lo que en ese momento inicias es hasta la muerte. Y tu respuesta me trae de vuelta al terrible infierno de sentirte "follando" feliz, del otro lado de estas paredes que mas que nunca son mejor pretexto. Mientras yo, el testigo de tu juramento, jura vengarse mas no sabe cómo y como fiera enjaulada alrededor de la cama dando vueltas, con la sangre en los ojos, con la hiel en la garganta…….espera.

"¡Juraste fidelidad hasta después de la muerte!" mi mente te reclama, mientras llena de deseos tendida en tu cama bajo el cuerpo de ese amigo te meneas, "Pero él ya está muerto", me respondes sin detenerte en tus apurados movimientos. "¡Pero yo estoy vivo!" nuevamente mi protesta, "Pero tú no eres él y él está muy muerto (y los muertos no tiran)", a manera de sentencia es tu respuesta.

Vuelvo a la conciencia mientras tus jadeos aumentan, nuevamente huyo en busca de recuerdos (ojala placenteros). "Fuiste tú el que enseñó a robar la carne al perro" otra vez me dice esa voz (la voz del eco hueco), "A la perra" corrijo seguro de que no me hará daño alguno (pues está bien muerto).

"¡Menee ese culo mi perra!" grita "el amigo" y me lo imagino cogiendo por detrás aquello que mas quiero (y más respeto: tu hermoso culo), mientras le respondes con gemidos mas presurosos, lo sé, buscas llegar donde los dos sabemos (al placer extremo). Me lamento por la falta de respeto en el trato que ese "amigo" brinda a mi bella, pulcra, intachable y bien amada viuda.

"¡No por ahí es de mi marido muerto!" le imploras mientras le niegas que ingrese por el "prieto" y los imagino de nuevo en aquella posición que es tu preferida y prometiste sólo usarla conmigo. La de cuatro patas, la del cuerpo arqueado y los brazos extendidos y la cabeza de pivote que facilita morder la almohada para salvar los apuros, la del culo levantado para lograr una mejor metida de mi miembro, la de las tetas colgando siguiendo atentas y rítmicas el ritmo del empuje del macho de turno; (todo esto me recuerdan los recuerdos). "¡La de la perra, a secas!", corrijo con rabia contenida cansado ya de tantos cuernos. Y sigue el mete saca: él "de avante" y tú "de retro".

"¡Gime mi puta!" te dice ahora tiernamente al oído. Aquello te calienta en extremo y de mí te acuerdas (no por las soeces palabras, ni la furia del impulso de su miembro erecto, sino por la ternura del acento). Y se acerca lo que peor temo. Cierro los ojos y tapo mis oídos con sudorosas manos porque saberlo no quiero, no quiero que goces como conmigo lo haz hecho, no quiero que grites al explotar el volcán que llevas dentro, ten compasión con este nuevo muerto, "no traiciones a los dos" porque dentro de poco tendrás también "dos muertos", no me mates, te lo ruego.

Y me pierdo en el negro abismo de los recuerdos olvidados, me esfumo en medio de la niebla que dejan los demonios de los malsanos deseos y me abstraigo en busca de mí mismo y me encuentro……… solo para pagar mis terribles pecados.

y final

El sonido de la puerta de ingreso de la casa, que se cierra tras sus presurosos pasos me devuelven a la vida. Todo es silencio, atisbo por la puerta de tu alcoba y te encuentro. Otra vez tendida en la cama mostrando tus maduros años, dando la espalda al puro estilo de ese tal Miguel Ángel que de ángel no creo nada tenga (o como se llame aquel que pinta mujeres de la edad de mi reina). Cauteloso me acerco y por fin tengo las pruebas, todo a mi alrededor huele a jaleo, que pena no tener la cámara lista para mostrar las fotos a mi hermano: ¡el de los cuernos!

Pareces dormir, tu cuerpo no muestra movimiento. En tu blanco culo semicubierto por alguna sábana que recatada salvar tu pudor intenta, se ven las pruebas fehacientes de lo que haz hecho: los restos de tus jugos y los de él (el amigo, tu jefe) regados por el canal de las nalgas y parte de la espalda. ¿No es prueba suficiente?

Pues claro. Si como prueba cumple al detalle, mejor funciona como aliciente, pues mi miembro reclama lo suyo y presuroso asoma la cabeza: "a ver si algún bocadillo queda de aquel ¡bacanal de mierda!".

"¡Que haz hecho perra maldita, ya te culeaste al amigo de tu marido muerto!", te reclamo en forma imaginaria porque sólo así me atrevo.

"Si, y también al hermano de su marido muerto", (me responde esa voz, la voz del eco hueco).

Presurosa, mi imaginación misma se disculpa y con habilidad corrige y te pregunta: "¿De qué feliz desliz tuvo a bien deleitarse usted mi respetada dueña?".

No espero respuesta, solo tomo tu usado cuerpo y te penetro en la misma posición en la que te dejaron quieta, en la de cuatro patas que otra vez vuelve a ser nuestra. Y disfruto de ti, gozo en ti y rellenarte quiero (sobre lo que ya te dieron); mientras siento que entre tus piernas tu frágil mano derecha asoma, y tus presurosos dedos buscan tu centro de gravedad que es también el centro de tu placer, de tu gloria, a la que sí tienes derecho. Y me ayudas a conseguir lo nuestro (tu orgasmo).

Pero el deseo de venganza me asalta. "¡No por ahí es de mi marido muerto!", vuelve a mi mente tu angustiosa respuesta al pedido del macho que penetrarte por "el chiquitín" hace momentos intentaba. Y lo asumo como un verdadero reto, apunto con mi erecto miembro justo ahí, en el hueco prohibido (en el del "retro") en el que se hizo para "salir" y no para "entrar", como ya dejó pintado una pluma célebre. Y en medio de dolor y el temblor del placer tomo posesión del último resquicio de tu bello cuerpo, mientras te vienes en espasmos sin siquiera abrir los ojos, ni pronunciar palabra.

Nuevamente como la vez primera (mi vez primera) a gritos te confieso: "Te amo y casarme contigo quiero". "Te quiero solo para mí", lloroso te confieso, (aunque de compartirte también disfruto, me corrijo en el acto con mi pensamiento).

"Prometo esmerarme como amante", te digo al oído. "¿No es cierto que de estas artes voy aprendiendo?, te pregunto mientras haciendo gala de sapiencia saco de tu interior mi casi flácido miembro, sacudiéndolo contra tus nalgas atentas.

Y tu respuesta llega a manera de fulminante juicio: "No serás el mejor, pero sí el mas tierno"