Te advertí
que tus caricias ya no llenaban de luz los oscuros rincones...
Te advertí
que la vida detiene su curso
sólo para que nos percatemos
de que envejecemos sin el amor a cuestas.
Que sólo los pasos amados desechan su ruido
y se pierden en el vacío del alma.
Que hasta el otoño tiende a regalarnos
las hojas verdes de sus primaveras.
Te advertí
que tus caricias ya no llenaban de luz
los oscuros rincones donde mi alma se escondía
porque le tenía miedo al tiempo.
Que tus sueños ya no luchaban
por convertirse en los míos
o los míos en tuyos
o que irremediablemente
se nos habían agotado los sueños.
Te advertí
Que la rutina nos acosaba el cuerpo, nos combatía.
Que los celos o afianzan o destruyen una relación
y la nuestra fue, lentamente,
escogiendo la segunda posibilidad.
Te advertí
Que era grave omitirme
Si yo no te omitía
Que era grave faltarme
Si yo no te faltaba
Que era grave desampararme
Cuando yo te amparaba
Me he pasado la vida tratando de advertirte
que nos estábamos perdiendo
o que tal vez jamás llegamos a encontrarnos.
Ahora ya no te advierto nada
Te aviso
Que te falto
Que te omito
Que te he desamparado.