¿A que no sabéis la de cosas que se pueden hacer con el té?

Él estaba sentado cuando ella irrumpió en la habitación. - Oh... Estaba tomandome un té, ¿Quiere?

  • Ah, sí, por qué no... - Respondió encogiéndose de hombros, sentándose en su regazo, sonriente.

  • Lo único es que... Es un té especial... - Comentó haciéndose el interesante, atusándose la barbilla.

  • ¿Ah sí...? - Sonrió ampliamente, siguiéndole el juego. - ¿Qué tipo de té es?

  • Es muy especial... Es un... - Quedó pensativo largo rato. - Té... Quiero, Té... Deseo, Té... Ansío, Té...deliro, Té... devoro, Té... Desespero... - Él ya había depositado sus manos en la cintura de la joven, llevando los labios al cuello de la que era su princesita, besándolo suavemente, entre susurros. - Té... Mato... ¿Le gusta el té?

-Ella, que hacía ya rato que había cerrado los ojos y había aferrado con fuerza su vestido asintió suavemente, extasiada por el ambiente que reinaba en el cuarto, frente a la chimenea, por su olor, por su tacto...

  • Acabaria con un... Tomándo... Te...

  • Ella echó la cabeza hacia atrás, exhalando un profundo suspiro. - Sí... Creo que me imagino el resto, querido... Queriéndo... Te, Deseando... Te, Ansiando... Te, Delirando... Te...

  • Él sonrió de medio lado; las manos que aún permanecían en la cintura de la chica pronto buscaron un nuevo recorrido, cada una a lo suyo, destinos opuestos, pero igualmente placenteros. - Te quedó algo, princesa...

  • ¿Ah sí...? Ilumíname... - Sus ojos destilaban deseo, sus gestos evocaban a la locura y su pálida tez hacía ya tiempo que había tornado rosada por las caricias del joven, correspondidas en todo momento por suspiros, gemidos, y gestos tan representativos como el morder sus carnosos labios, su labio inferior, con ganas, con deseo... Él no la veía, aunque tampoco le hacía falta, su entrecortada respiración ya lo decía todo. - Vamos... Dímelo...

Éste la cogió en brazos, dando un par de pasos hasta alcanzar a dejarla sobre la cama, tirándose sobre ella cual cazador aborda a su presa. Llevo los labios al lóbulo de la oreja de su princesa, mordiéndolo y tirando de el con sumo cuidado. - Dominando... Té... ¿A que no se imaginaba lo que se podía hacer con el té...?