TCHIN! Continuación
Dicen que todos llevamos dentro un ángel y un demonio, en mi opinión si encarcelas a uno de ellos el otro gana, la clave está en encontrar el equilibrio entre fuerzas opuestas.
Capítulo 2
Subimos a su coche y a penas hablamos de camino a su casa, yo estaba muy nerviosa aunque decidida a darlo todo. Al fin llegamos a su casa, aparcó y subimos también sin cruzar palabra hasta su piso. Una vez allí me enseño el apartamento habitación por habitación, todo parecía de lo más normal tirando a clásico.
- ¿Te apetece tomar algo? Sin gas tengo: vino, agua, zumo de naranja… y poco más.
- Vino está bien.
- Siéntate, en seguida lo traigo.
Volvió con mi vaso de vino y una cerveza para ella y se sentó junto a mí en el sofá. Bebimos en silencio y ella se quitó la chaqueta del smoking, debajo llevaba un chaleco blanco con la espalda al aire de lo más provocativo. Nos miramos con ganas, dejé el vaso de vino sobre la mesa, ella el botellín, y empezamos a besarnos. Tenía unos labios bien carnosos y besaba de muerte. Se hecho sobre mí y dejé caer mi espalda en el sofá. Empezó a recorrer cada milímetro de mi cuerpo con sus dedos, de repente se levantó y mirándome fijamente me preguntó:
- ¿Sigues queriendo experiencias?
- ¡Claro!
Me cogió de la mano y me condujo a su habitación sin dejar de besarme y tocarme. Me empujó sobre la cama y se abalanzó sobre mí, empezó a quitarme la camiseta y cuando terminó me la anudó alrededor de la cabeza tapando mis ojos mientras me susurraba al oído:
- Vamos a jugar a algo. Ahora te voy a desnudar, tú me desnudaras a mí, todo a ciegas, te ataré a la cama, pondré partes de mi cuerpo sobre tu boca y tú tendrás que adivinar qué parte de mi cuerpo es, si lo haces tendrás premio y si no castigo, ¿te parece?
- Vale – contesté, no sin cierto miedo.
Me desnudó y yo la desnudé a ella con los ojos vendados, cuando acabamos me ató de pies y manos a la cama como me había dicho, estaba algo nerviosa pero no iba a dejar que los nervios se apoderaran de mí. Noté que se acercaba a mi boca y me dijo:
- Adivina adivinanza…
Saqué la lengua y empecé a lamer intrigada, ¿qué parte de su cuerpo sería? ¿Iría directa al lío o…? Además, el hecho de tener un sentido anulado daba más importancia a los otros, aquello resultaba excitante e intrigante. Al poco rato se apartó y me dijo:
- ¿Qué es?
- Parecía una rodilla – contesté dudosa.
No dijo nada pero al poco lamió mi rodilla como si llevase días sin comer y yo fuese un helado de chocolate a punto de deshacerse, había acertado, sin duda eso no tenía nada de castigo… Seguimos con el juego, lamí su barbilla, codo, ombligo, oreja, lengua… Y ella lamía los míos como premio por acertar, aquello era de lo más estimulante y provocador. Metió su pezón en mi boca y lo lamí suavemente, oí como gemía de placer, lo apartó de mi boca y preguntó de nuevo:
- ¿Qué es?
En ese momento me entró curiosidad por saber cuál sería el castigo si fallaba así que contesté mal deliberadamente:
- Un dedo del pie – dije fingiendo seguridad total.
Se rió y me dio un cachete en la teta enfadada:
- ¡Fallaste!
- ¡Eh! ¡Me has hecho daño! – me quejé.
- Es un castigo, ¡tiene que doler! ¡La próxima vez no fallarás!
Lo próximo que metió en su boca fue su húmedo coño, lo lamí ansiosa y ella empezó a suspirar, me cogió del pelo como pidiendo más, esta vez no se apartó. Al poco noté su aliento caliente junto a mi coño y empezó a jugar con su lengua entre mis labios primero despacio y fue subiendo el ritmo hasta que me corrí. Yo seguía lamiendo el suyo, me desató las manos y las puso sobre sus pechos para que yo los acariciara, estaba a horcajadas con las piernas abiertas sobre mi cara y me cogió del pelo hasta que se corrió, después se apartó, me lamió el pezón en el que antes me había pegado un cachete mientras me quitaba la venda de los ojos y se tumbó a mi lado:
- ¿Qué tal la experiencia? – me preguntó aún sin aliento.
- ¡Increíble! – contesté extasiada.
Nos quedamos estiradas un rato y al poco volvimos a la carga, follamos y follamos hasta dormirnos.
Al día siguiente me despertó con un desayuno más que completo, había de todo, cereales, torradas con queso y fresas, leche, café, zumo de piña, croissants, donuts…
- No sabía lo que desayunabas así que he preparado un poco de todo, lo que no te tomes tú me lo como yo.
- ¡Guau! ¡Nunca me habían traído el desayuno a la cama!
- ¿Nunca? ¿En serio? ¿Con qué clase de gentuza te juntas tú? Jajajajaja
Me reí y empecé a devorar aquel espléndido desayuno, habíamos quemado muchas calorías la noche anterior y estaba hambrienta. Desayuné, me duché y me vestí, a penas hablamos mientras tanto pero aún así me sentía cómoda con aquella chica. Me llevó a casa y al despedirnos me pidió el teléfono y selo di.
- ¿Quieres que te llame? ¿Sigues queriendo experiencias?
- ¡Llámame! – le contesté mientras bajaba del coche y me iba para hacerme la interesante.
Subí a casa, saludé y me metí en la cama, estaba realmente cansada pero no podía dejar de pensar en la noche que había pasado, no conseguía dormirme. Al final me levanté de la cama, tenía que contárselo a alguien pero a quién, cualquier amigo mío pensaría que lo que había hecho era una locura… Decidí escribir este diario y así sacarlo de mi mente.
Capítulo 3
Wendy me llamó a la semana, cuando ya pensaba que no iba a hacerlo, yo no había dejado de darle vueltas a aquella noche pero seguro que para ella no había significado nada, haría lo mismo con todas las chicas nuevas que conocía en esas fiestas… Me dijo de vernos de nuevo esa noche y acepté.
Quedamos en su casa a las doce, llegué a menos cuarto, estaba de los nervios otra vez, ¿qué tocaría esta noche? Estuve dando vueltas a la manzana un rato hasta que llegó la hora y piqué al timbre.
- ¿Sí?
- Soy yo, Baby.
- ¡Sube!
Tiré escaleras arriba temblando, al llegar a su piso ella ya estaba en la puerta, deslumbraba con un batín rojo, por debajo lucían sus largas piernas de escándalo. Me besó y me invitó a pasar:
- ¡Adelante! Hoy he preparado algo un poco más especial…
Yo estaba intrigada. Me condujo al comedor y allí había una cama y alrededor todo lleno de sillas con sombras sentadas sobre ellas, eran sus amigos de la fiesta MS pero esta vez iban de negro y con máscaras que cubrían sus ojos de manera que en la tenue luz a penas parecían personas reales.
Wendy me miró me cogió la mano y me condujo a aquella cama rodeada de ojos, me tumbo con suavidad y empezó a besarme, al principio no me concentraba, no podía dejar de pensar en esos ojos que nos miraban y me cohibían pero de repente Wendy me miró y me sentí más tranquila. Empecé a mirar alrededor con otros ojos, aquello era de lo más morboso, decenas de ojos mirando cómo nos besábamos, nos tocábamos, nos comíamos… Aquello me puso de lo más cachonda, echamos un polvo tras otro y yo quería más y más, las sombras se quitaron las mascaras, veía sus caras de vicio, esos ojos hambrientos que nos miraban y no quería que terminase nunca. Al final el agotamiento nos venció y tuvimos que parar, sus amigos se fueron silenciosamente y nos quedamos solas como si no hubieran estado allí nunca. Dormimos hasta el mediodía y me desperté con unas agujetas insoportables, me levanté al baño y me duché y al salir de la ducha Wendy no estaba en la cama. Me puse a cotillear sus fotos y cuadros y de repente me sorprendió por la espalda sin haber hecho ningún ruido:
- ¿Qué tal la ducha?
- Fenomenal, aunque tengo unas agujetas mortales
- Luego si quieres te hago un masaje. ¿Tienes hambre?
- Un poco la verdad – me moría de hambre.
Me cogió de la mano y me hizo seguirla hacia la cocina.
- ¿Has hecho pizza alguna vez?
- No.
- Pues que sepas que cuando acabemos la ducha no te habrá servido de nada. Pilla la harina y vete esparciéndola sobre la mesa, cuanto más te pringues con ella más buena queda la pizza – me dijo riendo.
Me puse a ello y mientras tanto ella preparó la mezcla de la masa en un bol, luego lo puso sobre la harina que yo había esparcido sobre la mesa, se puso detrás de mí y me cogió las manos para explicarme cómo amasarla. Estaba muy cerca de mí, sus manos sobre las mías, sus caderas junto a las mías y me acometía con cada amasada.
- Bueno, la masa ya está ahora tendría que reposar un rato, ¿qué quieres hacer?
Me giré en redondo y le comí a boca:
- ¿A ti qué te parece?
- ¡Dios! ¡Eres insaciable! ¡Vas a acabar conmigo!
- Entonces… ¿no quieres?
Como respuesta empezó a besarme el cuello salvajemente y a desnudarme. Cuando acabamos de follar la masa de la pizza estaba más que reposada, le pusimos los ingredientes y al horno:
- ¿Otro? – me preguntó riendo.
- Jajajaja mejor ponemos la mesa, necesito un respiro.
Nos comimos la pizza mientras hablábamos, solo comentábamos chorradas pero la verdad es que me sentía a gusto y me reí mucho, además la pizza estaba deliciosa. Cuando acabamos de comer nos sentamos en el sofá a ver la tele, aquello resultaba raro, hasta ahora solo follábamos, pero no era incomodo, todo lo contrario, la situación era agradable. Al poco me hizo un gesto como invitándome a acurrucarme entre sus brazos y me apeteció mucho así que lo hice. Pasamos un buen rato así y cuando la noche empezaba a caer le dije, muy a mi pesar, que debía volver a casa. Me llevo a casa y nos despedimos, sin ganas de separarnos, y con un beso.
Llegué a casa y no podía dejar de pensar en ella, al poco me llegó un whatsapp, ¡era ella! Sonreí como una idiota con un simple “Ola” y corrí a contestarle, empezamos a hablar hasta que nos dormimos. Al día siguiente quedamos de nuevo, fuimos a dar un paseo y a comer, cada vez me sentía más cerca de ella. Aquello empezaba a ir más allá del simple sexo para mí y me asustaba pero no podía dejarlo. No podía dejarla.
Capítulo 4
Nuestro siguiente encuentro no tardó en producirse, esta vez volvían a estar sus amigos pero no se mantuvieron al margen como la primera vez. Acabamos desnudos en la cama todos, tocándonos, besándonos, unidos en una vorágine de calor, gritos, chasquidos de látigo, mordiscos y orgasmos hasta que caímos rendidos. Me despertó Wendy horas más tarde, todos se habían ido, me cogió en brazos y me llevó a la cama, medio dormida le pregunté:
- ¿Cómo te llamas en realidad?
- Mar, ¿y tú?
- Jana.
- Descansa Jana.
Dormí mejor de lo que había dormido nunca, me despertó el sol que entraba por la ventana y decidí ser yo esta vez la que le traía el desayuno a la cama así que me fui a la cocina y me puse a ello. Llevé el desayuno y lo dejé en la mesilla, le levanté un poco la camiseta y empecé a besarle el ombligo, a hacerle cosquillas con mi pelo, empezó a removerse, abrió los ojos y sonrió:
- Así da gusto despertarse.
Me cogió de la cintura, me tiró sobre la cama de nuevo y empezó a hacerme cosquillas, gritaba “desayuno, desayuno” pero no podía parar de reír. Finalmente nos pusimos a desayunar, me dijo que nunca antes le habían traído el desayuno a la cama y que era de lo más agradable:
- Me encanta pasar tiempo contigo… Jana.
- Y a mí contigo.
FIN