TCHIN! Capítulo 1

Dicen que todos llevamos dentro un ángel y un demonio, en mi opinión si encarcelas a uno de ellos el otro gana, la clave está en encontrar el equilibrio entre fuerzas opuestas.

TCHIN! UNA HISTORIA DE AMOR… DE AMOR DE LÁTIGOS Y DEMÁS INTRUMENTOS CLARO, SINO DE DÓNDE TE CREES QUE VIENE EL TCHIN?

Prólogo

Dicen que todos llevamos dentro un ángel y un demonio, en mi opinión si encarcelas a uno de ellos el otro gana, la clave está en encontrar el equilibrio entre fuerzas opuestas. El problema: como pasa con las personas, no todos los demonios tienen las mismas ideas y algunos pueden resultar perversos o morbosos para la mayoría. La solución: encontrar, no a tu alma gemela sino a la de tu demonio interior, dejarlos que se desahoguen haciendo maldades juntos y así no aniquilen a tu ángel.

Capítulo 1

¿Has venido sola preciosa?

-         ¡Sí! Es la mejor manera de conocer gente.

Era lo que me repetía a mi misma para convencerme cada vez que esa duda invadía mi mente, aunque en el fondo no sé si lo hacía por eso o porque me daba pavor lo que mis amigos pudieran pensar de mí…

-         Pues adelante. Bienvenida a la última fiesta de Mundo Salvaje.

-         Gracias.

Aquello era como entrar en un nuevo universo, todo estaba lleno de gente medio desnuda, pintada, enmascarada… y a nadie le importaba ni se escandalizaba. Las paredes estaban decoradas con telas rojas para que la luz fuese más tenue y el ambiente más acogedor. Todo ello le daba a la casa una imagen como de fantasía.

Me adentré en aquella locura con cierto miedo… Me sentía desnuda pese a que con mi tutu y mi corsé negros era de las más tapadas del lugar. La gente estaba muy animada. En un escenario había un par de tíos buenos bailando como locos, en el sofá de la esquina un grupo de chicos y chicas semidesnudos se besaban y se tocaban sin importarles quien les observaba. Seguí caminando observándolo todo con una mezcla de curiosidad y deseo de formar parte de ello. De repente levanté la vista al frente y ahí estaba. Apoyada en la barra esperando su copa y riendo con el camarero, llevaba un smoking retocado de forma que dejaba al aire partes de su anatomía que resultaban más que excitantes sin enseñar nada directamente… Me acerqué a la barra con intención de decirle algo pero una vez allí me quedé en blanco así que decidí pedirme algo.

-         ¿Me pones un vodka con piña por favor? – le dije al camarero haciendo que sonase lo más segura posible.

-         ¡Claro!

-         ¿Vodka piña? Eso bebía yo a los 15 – la chica del smoking se había acercado y se dirigía a mí  con cierto aire de superioridad.

-         Yo… No me gustan las bebidas con gas… Así que… - contesté intentando disimular que estaba cagada.

-         ¡Genial! ¡Oye! No me suena tu cara, ¿es la primera vez que vienes? – me preguntó.

-         ¡Pues sí! Lo encontré por casualidad buscando en internet.

-         A saber que buscarías para que te saliera esto, por cierto ¿te llamas?

-         Mmmm… Baby – dije el primer nombre que me paso por la cabeza, no le iba a dar mi nombre real…

-         ¿Baby? ¿Cómo la de Dirty Dancing? – contestó riendo.

-         Mmmm… Sí… - mierda, me había pillado.

-         Entonces yo seré... Mmmmm… ¡Wendy! ¿Te vienes a nunca jamás?

Por un momento me quedé parada, no sabía si lo decía en serio o me tomaba el pelo pero su rictus se mantenía impeurbable. Decidí reírme y seguirle el rollo a ver a dónde me llevaba aquello, ¡habíamos venido a jugar!

-         ¡Mejor llévame a donde nunca jamás me han llevado! – le respondí con toda la seguridad que fui capaz de aparentar.

-         Uuuu… ¡Así me gusta! ¡Me encantan las chicas atrevidas!

-         Si no fuese una chica atrevida no estaría en una fiesta MS, ¿no crees?

-         Cierto, aunque la mayoría de la gente no suele estar tan suelta en su primera fiesta.

-         Por lo que tengo entendido será la última así que… ¡O ahora o nunca!

-         Y, ¿qué esperas, entonces, de tu única fiesta MS?

-         Pues… Espero… ¡Experiencias!

-         ¡Interesante! – dijo mirándome como un león mira a su presa – Yo puedo darte experiencias que nunca antes has vivido.

Su forma de decir aquello me estremeció, no sé qué tenía aquella mujer pero me provocaba una mezcla de miedo y deseo imposible de ignorar.

Sin darme tiempo a responder si quiera me cogió la mano y me invitó a seguirla, me llevó por toda la casa, por un momento creí que buscaba una habitación para ir directas al tema pero resultó que buscaba a sus amigos. Me presentó a un grupo de personas muy diverso, había una chica preciosa, yo habría jurado que lo único que cubría su cuerpo era pintura corporal, la chica bailaba como si la cosa no fuera con ella, un hombre mayor bastante peludo y semidesnudo, lo único que cubría su cuerpo era un tanga de piel que no dejaba mucho a la imaginación, a su lado un chico joven con antifaz lucía unos abdominales de infarto mientras le mordía el cuello al hombre mayor, junto a ellos otra chica bastante normal si no fuese por la peluca lila que coronaba su cabeza y el látigo que portaba con rabia entre sus dientes. El grupo lo finiquitaban un hombre bigotudo disfrazado de Freddy Mercury, no sabría decir si el bigote era de pega o real, una señora de unos 40 años vestida con un can-can rojo, no demasiado favorecedor, que le metía la mano por dentro de los pantalones a Freddy sin ningún tipo de pudor y un hombre calvo en camisa, calzoncillos y corbata que observaba la escena desde fuera. Entre aquel variopinto grupo me sentía como si tuviera tres años pero intenté mantener la calma y la mano de “Wendy” me aportaba cierta tranquilidad.

Estuvimos hablando, bebiendo, bailando y riendo durante horas, aprendí y aluciné mucho con las perversiones que contaban y la naturalidad con la que lo hacían. Resultaba que la mayoría de ellos eran gente seria, de la que nunca habría pensado algo así, había banqueros, directores de colegio, administrativas… ¡La chica del body painting era directora general de una empresa importantísima!

La fiesta llegaba a su fin y nos hicieron salir a la calle donde nos quedamos un rato más hablando y despidiéndonos, al final solo quedamos “Wendy” y yo.

-         ¿Te llevo a tu casa o a la mía? – me preguntó desafiante.

-         A la tuya.