Taxista en carnaval
Son noches de carnaval, y el olor a sexo emana libremente por las calles, es la costa colombiana, cuna del desenfreno y la lujuria..... y a un pobre taxista le tocara vivir en carne propia las locuras de dos pelaos desadaptados y borrachines.
TAXISTA EN CARNAVAL
Sonidos de vallenatos, salsa y cumbias entraban desde las afueras por las ventanillas del vehículo, afuera el cielo estaba totalmente despejado, una luna amarilla alumbraba toda la noche, gente con disfraces carnavalescos atravesaban las calles, mas de un ebrio se caía en las esquinas de los semáforos de la borrachera, eran noches de carnaval, de rumba, de fiesta. El trabajo había estado bueno, la ciudad estaba atestada de turistas, paisas, cachacos, vallunos se paseaban por las calles de la arenosa, era bueno poder ver algo diferente fuera del mismo estereotipo que siempre le tocaba ver a Felipe desde su auto, y además los podían vacilar y salir cobrándoles mas caro por la carrera. Felipe era un taxista barranquillero que estaba aprovechando el carnaval para hacerse un buen dinerito, la rumba le había tocado en otros años, ahora había decidido trabajar.
Estaba en esas cuando de pronto a lo lejos vio que una silueta al parecer masculina extendía su brazo en señal para que el taxi parara, disminuyo la velocidad y se fue acercando lentamente hasta la silueta, pudo ver que no se trataba de una sola sino de dos, y que ambos eran pelaos de unos 18- 22 años, no parecían costeños. Uno de ellos era trigueño, de cabello corto, castaño, carita de mala actitud, su mirada impactaba, era profunda, como llena de misterio, labios rosados, muy provocativos, tenia una barbita de adolescente con un montoncito de pelos en chivera, su cuerpo estaba muy bien, tenia un pantalón que dejaba lucir un buen paquete; el otro pelao tampoco estaba mal, mucho mas moreno, acuerpado, alto, totalmente rapado en la cabeza, barba muy descuidada, una chimba de sonrisa y un culo bien prominente, redondito y bien marcado. Al llegar el auto hasta ellos, Felipe pudo apreciar que se encontraban demasiado "alegres", al parecer venían de noche de farra y se habían tomado sus buenas copas; entre carcajadas y risas se subieron al taxi en los puestos traseros, ante la mirada inquisitiva de Felipe, hubiera preferido que sus pasajeros hubieran sido un par de bellas paisas con quien entablar algo de conversación y por lo menos alegrar las vistas por un rato, en cambio de eso le tocaba llevar a un par de guebones emborrachados quien sabe donde mierda.
Buenas noches- dijo uno de los muchachos
Buenas pelaos, a donde los llevo- les respondió Felipe
Al Country en la k 52 con 75- dijo el mismo pelao
Felipe empezó a tomar la ruta y se olvido de los pelaos que llevaba, cuando sus pasajeros le eran indiferentes siempre empezaba a pensar en alguna otra cosa y no le ponía mucho cuidado a lo que hablaban. Por lo poco que pudo oír, se llamaban Juan y Sebastián, hablaban de alguna rumba en donde estaban y de que lo que harían mañana, tenían un acento del centro del país, tal vez del eje o de Medellín, siguió el camino y Felipe pensaba en su ultima novia que lo había dejado hace poco, desde eso había estado en gran abstinencia y traía las hormonas a mil y por el momento no habían buenas perspectivas, pensaba en eso y recordando uno que otro polvo que en otrora se había hechado, es mas sentía como su verga estaba despertando, estaba muy concentrado en la suyo sin prestarle importancia a lo que pasaba atrás, con sus pasajeros.
Llego a un semáforo en rojo y detuvo el auto, entre suspiros miraba al frente, como buscando algo en la distancia, pero noto que tal vez se oía mucho silencio, en efecto, salió de sus pensamientos y noto que sus pasajeros ya no estaban inmutando palabra alguna, pensando que tal vez se habían bajado sin darse cuenta miro por el espejo, pero allí estaban, ambos sentados uno junto al otro, callados, Sebastián, el moreno estaba mirando hacia la ventanilla y cerraba sus ojos, veía que se mordía los labios, por su parte, Juan el mas trigueño miraba exactamente al frente, su mirada se cruzaba con la de Felipe, este veía que la mirada del pelao era impactante, profunda, llena de misterio, y en conjunto todo su rostro dejaba una impresión de inocencia maldadosa, no parecía todo un hombre ya, pero tampoco inspiraba la ternura de un niño. Felipe se inquieto con esa mirada tan directa, sentía como las pupilas del pelao le hablaban, le decían lo excitado que estaba y lo caliente que lo ponía el taxista, Felipe no pudo mas y desvió la mirada, quito su enfoque del espejo y retomo el curso ya que el semáforo pasaba de rojo a amarillo y posteriormente a verde. Pero seguía viendo la misma mirada dentro de su mente, esos ojos calaban en el; lo peor y lo que era mas difícil admitir era que a pesar de que fuera misteriosa, llena de fuerza y que no la podía sostener, era que la mirada que salía de esos ojos, le gustaba, y el conjunto del pelao le agradaba, le atraía.
Dos cuadras mas y de nuevo un semáforo, para variar estaba en rojo, Felipe detuvo nuevamente el auto y no pudo detener su impulso y volvió a enfocar sus ojos en el espejo y allí estaba, de nuevo el pelao lo miraba, esta vez pasaba la lengua por sus labios lentamente, Felipe no podía creer que esa imagen lo pudiera llegar a excitar, pero le gustaba ver como esos labios eran mojados y humedecidos, y ante su propia incredulidad deseaba que los que fueran mojados así, fueran sus propios labios, desvió un poco la mirada y vio que al parecer Sebastián dormía, o eso pensaba ya que seguía con los ojos cerrados y su cabeza inclinada hacia la ventanilla, pero cambió de parecer cuando noto que de su boca salían algunos gemidos, unos leves sonidos de placer, ante ese descubrimiento, bajo un poco su mirada y noto como por debajo de una mochila que traían los pelaos, se notaba un movimiento, constante y repetitivo, demasiado repetitivo como para ser un movimiento normal, Felipe sentía como su respiración empezaba a aumentar y advirtió que de uno de los extremos de la mochila salía un brazo cuyo origen iba a parar al cuerpo de Juan, que aun lo seguía mirando fijamente, obviamente que se dio cuenta de lo que estaba pasando allí atrás y no lo podía creer, pero lo que era mas increíble era que la situación no le desagradaba, Felipe nunca le habían atraído los manes, pero esta vez se estaba excitando al ver a estos dos en plena paja, su tronco ya golpeaba contra la cremallera del pantalón, buscaba libertad, su cabeza palpitaba y expulsaba en pequeñas expulsiones el liquido preseminal, además su vellos se erizaban, sentía como la sangre se le subía hacia el rostro, su respiración y frecuencia cardiaca habían aumentado y además ya no podía concentrarse en otra cosa que no fuera dejar de mirar los movimientos que hacia esa mano por debajo del pantalón y de la mochila del moreno acompañante.
El viaje siguió y el taxi de nuevo retomo el rumbo, pero siempre sacaba unas miradas furtivas hacia su espejo para ver la pajeada de estos dos pelaos, ante su asombro noto como los movimientos se tornaron mas violentos y notorios, al parecer ya no les importaba el haber sido descubiertos, Juan no dejaba de mirarlo y empezó también a entrecerrar los ojos pero seguía profanando la heterosexualidad de Felipe y en un acto de descabellados retiro la mochila de su lugar para dejar descubierto el acto que no podía creer Felipe, su mano bajaba por entre la verga de su amigo, morena, gordísima y grande, muy grande, o eso le pareció a Felipe, el tronco se escondía en un fino vello pubico que no se dejaba ver por completo gracias al cierre, que entreabierto, dejaba escapar el vergajo, su cabeza, lisa, brillante, morena, totalmente húmeda por los líquidos, los dedos de Juan se cerraban y formaban un puño sobre el glande y luego se abrían y bajaban a lo largo de todo el tronco estirando de la piel que cubría el mástil, de repente se detenía y cogía aquella verga en un gesto de ofrecimiento al conductor acompañado de una pequeña sonrisa que salía del rostro hasta el momento inexpresable, de aquel joven, azarado ya por el ofrecimiento y la sonrisa, Felipe retiro la mirada para tornarla al frente, su conducción se había vuelto errática, desorientada y demasiado lenta, al parecer Felipe no estaba en condiciones de conducir, sus cuerpo le había fallado, lo había dejado en extrema excitación, su verga se lo hacia notar, pensaba por si sola y apuntaba a mas no poder. No demoro mucho que aquella mirada se tornara de nuevo sobre el espejo, la tentación le ganaba a Felipe y lo despojaba de la inhibición, la paja se había vuelto mas frenética, los gemidos ahora eran fácilmente audibles, Sebastián contraía su abdomen, la mano apretaba la verga, los ojos de Felipe se quedaron impactados, estáticos, la verga se contorsiono, el aire fue invadido por un alto gemido, la mano hizo un ultimo bajón, los chorros fueron inevitables, el corazón se le salió a Felipe, la mirada de Juan otra vez presente y la verga siguió expulsando llegando hasta la cojineria de adelante, Felipe se sorprendió al ver el semen que caía a su lado y volvió en si, para tan solo poder mucitar dos palabras:
y ahora quien limpia?- prácticamente con su voz totalmente entrecortada y temblorosa.
Luego siguió un silencio que invadió toda la cabina, la marcha prácticamente se había detenido, Sebastián se había rendido ante los efectos del licor y se había quedado foqueado por la paja, por la mente del conductor pasaban una y otra vez las mismas imágenes de esa verga expulsando leche a chorros, se sentía muy caliente, un calor lo invadía por dentro, su pantalón estaba humedecido, además sudaba copiosamente, empapando su camisa blanca, haciendo que se notara su velludo pecho y sus tetillas que estaban muy erectas, el bulto en el pantalón estaba al máximo, su erección le era dolorosa y empujaba por salir de su prisión, pero el conductor estaba anonadado, sumiso en esas imágenes, pero fue obligado a salir de sus sueños al notar que Juan con la mano empapada en semen, se pasaba hacia el puesto del copiloto junto con Felipe, llego hasta allí y saco un pañuelo que traía en su pantalón y empezó a limpiar su mano con suma lentitud, sin dejar un momento siquiera de dejar de mirar a Felipe, quien había reanudado la marcha, aun muy confundido y excitado.
Al terminar con su mano, Juan prosiguió con la leche que había caído al lado del conductor, para descaradamente colocar su mano sobre la pierna de Felipe, quien sintió como un escalofrió le recorrió ante el contacto de esa mano antes ocupada en otras labores, así estuvo bastante tiempo, sin siquiera moverla un centímetro, observando al taxista, lo reparaba de pies a cabeza, Felipe de vez en cuando miraba a su lado derecho para encontrarse con la mirada llena de deseo de Juan, pero su nerviosismo le era difícil evitarlo y ante su incapacidad para detener esa situación, Juan aprovechaba; reparaba cada centímetro de Felipe, quien era mucho mayor que los pelaos, tal vez unos 30 o 29 años, cabello castaño, una carita de típico caribeño, sin afeitar, corpulento, de sus manos salía un grueso vello negro que desaparecía donde empezaban sus brazos, para de nuevo aparecer en la apertura de su camisa blanca, empapada de sudor, y prácticamente translucida, llevaba unos jeans, gastados, su bulto era mas que evidente, y eso lo noto rápidamente Juan que empezó un camino lento hacia ese paquete, esa mano empezó a masajearlo, sentía como sus bolas se apretaban contra el pantalón y como se escondía una verga de seguro unas grandes dimensiones, Felipe no podía mas y se rindió, no iba a seguir luchando contra algo que era inevitable que pasara, entonces tomo camino, hacia lugares mas despejados y mas solitarios, cuando encontró uno apropiado detuvo toda marcha del auto.
Para eso, la mano, ya estaba dentro del pantalón y había desabrochado la bragueta, unos pequeños slip blancos todavía atrapaban una mata de pelos que se salían por los bordes y todo un tronco que marcaba claramente su figura y que lograba sacar su cabeza hacia fuera del slip, Felipe seguía con su mirada al frente, pero estaba perdiendo toda inhibición y estaba disfrutando como esa mano tomaba todo ese paquete y lo masajeaba, además de empezar a sentir unos dedos que llegaban a hacer un contacto directo entre pieles, ahora ambos se sentían el uno al otro, Juan de nuevo empezó con su labor haciéndole a Felipe lo que parecía que hacia muy bien, ya que Felipe estaba desbordándose de placer, de pronto Juan se acerca al rostro del conductor y le chanta un beso que Felipe no se esperaba, pero al que tampoco es capaz de rechazar, una vez mas el contacto entre los dos cuerpos se dio, esta vez, sus lenguas se rozaban y jugaban una sobre la otra, mientras la mano de Juan seguía por allá abajo masturbando al conductor.
Rápidamente Juan quito la camisa blanca de Felipe y se le fue hacia su pecho y hacia sus tetillas, las cuales lamió y relamió, su boca volvía a subir hasta rasparse con la barba de el taxista, quien loco de placer, masajeaba todo el cuerpo aun vestido del joven, sus manos se entretenían en sus abultadas nalgas e introducía su palma por entre la raja del pantalón, Juan prosiguió con su camino para apoderarse de la gorda y peluda verga del taxista, que ya era imposible guardar en el slip, como pudo, saco el pantalón del taxista para dejarlo desnudo desde la cintura hacia abajo, Felipe era muy trigueño y en su piel se observaba el efecto del sol costeño, además de que tenia unas piernas gruesa, fuertes y muy velludas, pero el centro de la atención, lo marcaba una verga que emanaba liquido en exceso, que Juan, no dejo que se perdiera mas, al sumerger toda la cabeza en su boca, y relamer los lados de ese palo, para poder limpiar los rastros de leche que se generaban al caer los líquidos hacia esa mata de vello, que también estaban empapados y que Juan también se encargo de limpiar, de nuevo subió hacia la cabeza, a la que mordió suavemente con sus dientes, para luego empezar con la verdadera mamada, su cabeza bajaba y subía, el sabor le era muy agradable, y Felipe sentía como esa boca succionaba pidiendo toda la leche de los cojones del taxista, que viéndose tan ferozmente atacado por las mamadas de el pelao, solo pudo colocar sus manos sobre el cabello de Juan para llevarlo a un ritmo que lo pudiera aguantar y que hiciera que la mamada demorara un poco mas, pero Juan iba a su ritmo, cada vez que Felipe trataba de frenarlo, Juan retiraba fuertemente las manos de el taxista y seguía mamando, pidiendo mas y mas leche, de pronto sintió que Felipe estaba apunto de estallar, de seguir así se vería inundado por un torrente de leche en su boca, por lo cual termino antes de que se corriera y coloco un dedo en el perineo de el taxista, en la línea que separa su escroto y lo divide en dos, provocándole dolor y evitando así la corrida del taxista, mientras esperaba un poco, Juan subió todo lo posible las piernas de Felipe, que ya era un simple trapo que se dejaba hacer todo lo que el pelao quisiera, su voluntad había sido robada y se había convertido en el dominado.
Juan con su lengua besaba el perineo de el barranquillero, llegando mas y mas abajo hasta donde la postura se lo permitía, para encontrarse con un camino de pelos al culo del taxista, que inmediatamente devoro, sumergiendo toda su boca alrededor del ojete del conductor, Felipe nunca había sentido esa sensación, era diferente, nueva, pero era lo mas chimba que alguien le había hecho en su vida, su esfínter se contraía apenas la lengua del joven tocaba la piel de su ano, que era increíblemente sensible al toque y obligaba a que Felipe lanzara unos cuantos gemidos, su pito estaba al tope, de repente Juan se detuvo y volvió hacia su silla y empezó a desvestirse lentamente, haciendo que Felipe se muriera de ganas de mirar ese joven cuerpo, se quito la camiseta y dejo descubierto un pecho lampiño y muy bien trabajado, tenia unos prominentes pectorales y apenas un fino vello que se engruesaba en su abdomen para ir a desaparecer por entre la bermuda que el pelao traía; en la bermuda se marcaba un prominente bulto, esta rápidamente se la quito, no traía interiores y su verga totalmente erecta debía medir unos buenos 17 cms, llena de mucho vello alrededor, unas buenas piernas y unas bolas peludas que colgaban, de nuevo Juan hizo el mismo gesto que hace un momento le había hecho a Felipe, ofreciéndole la verga, en esta ocasión la propia, esta vez Felipe instintivamente se dejo caer para tragarse torpemente el pito del joven, que empezaba a moverse fuertemente contra la boca del taxista haciendo como si lo penetrara, Felipe que nunca había probado verga en su vida, lo hacia torpemente pero con muchas ganas, trataba de metersela lo mas hondo posible, en ocasiones llegar casi hasta tragársela toda, despojando sus narices en el vello de Juan, este alzo un poco sus piernas y las abrió de par en par para dejar a la vista su culo, que depilado aun dejaba entrever un caminito de vello hacia su ojete, Felipe lo dudo, pero sus deseos eran mas fuertes y empezó a lamer ese ano, que placenteramente se contraía y pedía mas lengua, mientras que Juan con su mano seguía pajeando la verga de Felipe que no dejaba de brotar chorros de precum.
Pero Felipe fue mas curioso y empezó a realizarle lo que es muy bien llamado "tacto rectal" al pelao, empezando a moverle varios dedos por dentro, en esto si tenia algo de experiencia, ya que alguna de sus novias había accedido al sexo anal. Juan le pidió que mientras le metía los dedos por el culo se comiera toda la verga, Felipe accedió y se trago todo el mástil, mientras que con sus dedos no dejaba de meterlos y sacarlos del ojete del pelao, este sin previo aviso y ante la sorpresa de Felipe, se descargo en varios chorros, que llegaban y golpeaban hasta el fondo de su paladar e inevitablemente debió tragar, Felipe trató de retirar la verga de su boca pero Juan lo impedía y agarraba fuertemente la cabeza del conductor para que se enterrara hasta el fondo en esa verga en pleno orgasmo, la expulsión seguía y se hacia interminable, Felipe sentía que toda esa leche bajaba e invadía todo su cuerpo para convertirlo en un verdadero adicto a las vergas y a los hombres, lo habían preñado, y cuando se prueba "ES IMPOSIBLE DEJAR DE PROBAR", lentamente Felipe se incorporo, de sus labios salían chorros que lentamente caían hacia el suelo, manchando la cojineria del taxi, nuevamente miro a Juan a los ojos, de nuevo esa mirada llena de misterio, de deseo, esta vez acompañada de una sonrisa maliciosa, al parecer a Juan la situación le agradaba en exceso, lo había seducido, recalentado, iniciado, no lo dejo terminar y aun así se vino sin avisar bañando en leche al taxista, mas así ahí estaba, todavía con su mirada llena lujuria, todo había sido un juego para el, la situación le era carnavalesca, todo lo tendría planeado; cuando Juan lo vi así, con toda esa leche regándose por las comisuras de los labios, empezó a besarlo tiernamente, tomando toda la leche que con tantos esfuerzos el le había hecho expulsar, para premiar la semejante corrida que tan agradecido lo dejo, decidió seguir haciéndolo feliz, la erección de Felipe no bajaba, por el contrario la leche que se había tragado la había impulsado un poco mas, su capucha roja, mostraba que estaba en pleno para probar de el agujero del pelao.
Juan se sentó encima de el taxista y lentamente lo condujo hacia la entrada de su culo, y empezó a sentir como entraba lentamente, mientras Juan se sentaba sobre su abdomen y con sus labios buscaba los suyos, para encontrasen de nuevo, Felipe entraba y salía de Juan con su lengua, ahora también lo hacia con su verga que ya había llegado hasta el fondo de el recto del pelao, provocándole un gran placer, empezaron a cabalgar con gran ímpetu, ambos empezaron a gemir fuertemente, sin que sus bocas se despegaran, por fin llego el clímax de Felipe y este se regó en las entrañas de Juan, como nunca lo había hecho, así estuvieron unos cuantos minutos, todavía mirándose fijamente, Felipe no podía creer que semejante guebon había puesto en duda su sexualidad, pero ya era muy tarde, es mas ahora lo único que quería probar era una verga en su estrecho y hasta el momento virgen culo, y así se lo hizo saber a Juan, quien aun no se recuperaba , pero que al oír la petición empezó a tomar fuerzas, y así aprovechar la oportunidad, para esto ambos se fueron hacia el sillón de atrás, Felipe como pudo se acostó boca arriba a lo largo del asiento trasero, su cabeza quedaba recostada en las piernas del moreno Sebastián, que aun seguía dormido, Felipe volteaba un poco su cabeza hacia su lado derecho y se encontraba con la belleza de verga del moreno, que ahora flácida denotaba un tamaño bastante apreciable y degustable, no lo dudo mucho y una vez mas estaba mamando verga, esta al parecer le parecía mas deliciosa, se la tragaba hasta el fondo con unas tragaderas enormes, Sebastián ni se inmutaba y aun así seguía en su profundo sueño ahora anestesiado por el placer de una mamada, Juan lo abrió de piernas y de nuevo hundió su boca en ese agujero, mientras que con su mano preparaba su verga para dejarla a punto de penetración, su lengua penetraba ese hoyito y lo relamía por fuera, cuando estaba listo se coloco apuntando la verga en toda la entrada de ese culito al que fue penetrando lentamente, Felipe sentía como un dolor lo abría en dos partes, pero ese dolor lo llenaba de mas ganas de ser culiado y empezaba a succionar con mas fuerza la verga de Sebastián, que ya empezaba a reaccionar y estaba creciendo en tamaño, llenándole la boca hasta el punto de obligarlo a abrir la boca en extremo, por su otro agujero empezaba a recibir las bombeadas y embestidas, la verga de Juan se hundía hasta el fondo, y dentro de Felipe se movía en círculos, produciéndole un enorme placer a ambos.
Sebastián al sentir los lengüetazos sobre su verga, despertó aun en medio de su prenda, pero al ver el espectáculo busco la boca de el taxista, la cual se comió en beso de lenguas, para luego dejarlo seguir con su mamada, mientras el cogía la verga de Felipe y la empezaba a pajear, Juan no aguanto mucho y exploto dentro del taxista, en una embestida final, casi al mismo tiempo Sebastián se corrió, inundando de nuevo de leche la boca del taxista, este al verse regado por sus dos agujeros no pudo mas y soltó unos trallazos que fueron a dar al techo del taxi, para completar su labor, Juan beso de nuevo al taxista, escribió un numero en una hoja de papel le dejo $5000 y le pidió las gracias, eso fue lo único que le dijo, mientras lo miraba fijamente. Ambos cogieron sus cosas, se cambiaron y salieron casi semidesnudos del taxi; en la calle y ante la mirada de Felipe que aun no salía de su asombro, se terminaron de vestir y cogieron otro taxi, quien sabe que mas habrá pasado con ellos después de eso.
Y allí quedo Felipe, satisfecho, amado, seducido, penetrado, expulsando leche por su culo, y lo peor, que un hijueputa que ni conocía, que tenia toda la pinta de mierda le había robado su heterosexualidad sin dejar ni el mas mínimo rastro, mas que un puto teléfono y la imagen de una mirada superintrigante que le había cambiado para siempre la vida. SI TE GUSTO MI RELATO Y QUIERES CONTACTARME, ESCRÍBEME A solo61010@hotmail.com .
Juan.