Taxi, por favor!
Empezó a moverse rítmicamente haciendo que su tronco se deslizara muy bien dentro de mí, provocándome un placer extraordinario. Este tío sabía como follar un culo
Era carnaval y los 4 amigos decidimos un año más disfrazarnos en grupo y salir de fiesta. Para la ocasión, Jose, como encargado estilista eligió disfrazarnos de escoceses gais, claro. Llevábamos un kitt de cuadros de color rosa y una gorra a juego. Botas negras y sin camisetas. Jose nos dijo que fuésemos sin ropa interior, pero yo nunca salgo sin un buen tanga, nunca sabes quién te lo va a quitar. Me compré un tanga de hilo fino de color rosa que me realzaba mi culo respingón.
Fuimos a una fiesta de disfraces que estaba a tope. Muchos grupos disfrazados, mucho macho guapo, pero ninguno solo. Pude comerle la boca a algún soltero, pero poco más. Al final de ver tanta carne y no catarla salí con un calentón. Eran las 5 de la mañana cuando acabó la fiesta y todo el mundo para su casa. Me despedí de mis amigos y fui a coger un taxi.
Como cada sábado estaban todos los coches en línea esperando que algún gay saliente y salido de la disco les hiciera compañía. Es una forma que tienen los taxistas de tener sexo y encima gratis. Lo cierto es que a mí nunca me había pasado, pero aquella noche sería la primera. El primer taxi libre resultó ser un tío de unos 40 años, con pelo y barba de color negros. Los ojos grises y una sonrisa muy bonita.
- ¿Taxi? – me preguntó. Su voz iba acorde con su aspecto de macho.
Subí a su coche y me senté en diagonal al conductor. Así podía verlo bien. Vestía tejanos rotos y una camiseta gris un poco ceñida. Tenía aspecto de barrilillo, pero estaba bueno. Al acomodarme pude ver sus piernas que eran largas lo que deduje que sería alto, como deduje que su polla sería también larga por el bulto que se le formaba.
- Buenas noches, a la calle de Blasco, por favor.
- Enseguida.
Puso el taxímetro en marcha y pude ver como se le marcaba un redondel de sudor en el sobaco de la camiseta.
- ¿Una noche larga? – pregunté.
- Ya ves, desde las ocho de la noche no he parado.
Memmi…esos huevos debían estar calentitos, pensé. Un buen macho currando toda la noche es lo que más me gusta, ese olor a hombre que desprende me vuelve loco.
- ¿Qué tal tu noche? – preguntó mientras se ponía en marcha.
- Bien, muy divertido – le dije mientras me quitaba la gorra y me atusaba el pelo.
Charlamos durante todo el trayecto. Me contó que el taxi era de su padre y que había heredado la licencia, como tantos taxistas hoy en día, solo que los hijos son guapos y sexis y van más salidos que los padres por las guiris en su tiempo. Ahora los hijos prefieren a los gais sin escrúpulos. Llegamos a mi casa y nos quedamos un rato más charlando en la calle.
- Pues tú has sido la última carrera – me dijo mientras apagaba el motor.
- ¿Te apetece tomar algo? – le pregunté.
- ¿Me vas a comer la polla? – me preguntó él directamente mientras se giraba para mirarme con una mirada lasciva y de vicio.
No hizo falta más. Salí del taxi, me senté a su lado y le agarré el bulto fuertemente. Fue cuestión de segundos que se la pusiera dura como una piedra. Les desabroché los botones y le bajé los pantalones mostrando sus piernas peludas. Le sobé la polla por encima de su bóxer de color negro. Aprovechando que tenían el brazo levantado apoyado en el respaldo del copiloto, acerqué mi cara a su axila y aspiré con fuerza.
- ¿Te mola como huelo? – me preguntó
Solo asentí con un gemido porque estaba embriagado con el olor que desprendía sus sobacos. ¡Puro mucho!
- Pues echo una peste por todo el cuerpo que vas a flipar – me dijo más garrulo todavía.
- Pienso comerte entero! – le dije. Seguí sobando su bulto notando como crecía su polla.
- Quítate la camiseta – le ordené mientras seguí sobando su bulto. Se despojó de la camiseta dejando al aire un pecho casi si pelo, tatuado desde el pecho derecho hasta el hombro. Unos pezones grandes y carnosos pedían que se los comiera y eso hice. Los devoré con ganas moviendo mi lenga con soltura haciendo que se pusieran duros.
- ¡Hostia qué bueno! No pares – se los mordí arrancado un gritito de placer de su boca, mientras movía mi mano agarrando fuerte la tela de su bóxer y su polla dura.
Cuando dejé de comerle los pezones deslicé mi lengua por su pecho hasta sus sobacos. Aspiré fuerte cada uno de ellos y se los lamí notando el sabor de sudor de macho. Bajé mi lengua hasta su abdomen y hasta su bulto. Olía a sudor y a meado. A polla rica. Empecé a lamerlo haciendo que se pusiera más dura.
- Mmm qué rica está…me encanta el sabor a polla.
- Pues chupa chupa que verás como va cambiando de sabor.
El taxista me agarró de la cabeza y me la aplastó contra su paquete cortando mi respiración.
- Ya sé lo que te gusta. En cuanto te he visto he sabido que eras una buena cerda. ¿Te gustan las guarradas?
Asentí con la cabeza. Él me levanto la cabeza de su entrepierna y agarrándola fuerte entre sus manos me escupió un bue lapo. Yo lo relamí y él sonrió.
- Siiii…te gustan las guarradas…esta noche he pillado un buena putita – me susurró.
Ya me tenía a sus pies y eso me gustaba y a él más. Metía sus dedos en mi boca. Tenía una mano grande y unos dedos gordos como pollas. Me hizo chuparle sus dedos unos segundos mientras yo los degustaba con placer.
Sacó sus dedos de mi boca y se bajó los gayumbos. Mis ojos se salieron de las cóncavas al ver semejante pollón. Era gordo y largo, por lo menos 22cm. Con algunas venas y un capullo gordo y brillante por el líquido que empezaba a generar.
- ¿Qué? ¿No te lo esperabas verdad? ¿Has cogido el mejor taxi, eh zorra?
- ¡Vaya que sí!
Y acto seguido empecé a lamer su pollón. Abrí la boca lo más que pude y me metí más de la mitad, saboreando su gusto a picha tan delicioso. Lamí y lamí varias veces haciendo que mi taxista se retorciera de gusto.
- ¡Joder que gorda!
Él se rio y no me dio tiempo a recuperarme ya que dirigió con fuerza mi cabeza a su polla para hacer que volviera a chuparla.
- Chupa chupa… - me animaba mientras mi boca se llenaba de babas – glup glup glup era el único sonido que podía emitir yo mientras su mano grande me había levantado la falda y empezaba a sobar mi culo.
- Pero bueno, un tanguita? – me preguntó mientras sus dedos iban jugando con el hilo del tanga. Me lo restregaba bien por la raja del culo haciendo que yo me retorciera de placer.
- Aishhh si… - le pedí.
PLAS! Hostión en el culo
- ¡Calla y come! – me ordenó mientras volvía a jugar con el hilo de mi tanga y me pegaba dos hostias más en el culo.
Seguí chupando su rabazo durante un buen rato. Estaba caliente como una perra y eso hizo que me esforzara al máximo en lamer aquel pollón. Parece que él iba más caliente que yo porque enseguida quiso empezar a follarme.
- Aquí no que hay mucha luz. Arranca el coche que vamos a otro sitio más tranquilo.
- Vale pero me la sigues comiendo.
Mientras él conducía yo iba lamiendo su rabo y sus huevos. Llegamos a una explanada que donde había unos cuantos coches y camiones, pero sin conductores. Apagó el coche. Yo dejé de comerle el rabo.
- Qué haces? Sigue…
Bajé del coche y me puse delante. Me di la vuelta, me levanté la falda y le enseñé mi culazo. Él encondió las luces y yo me vine arriba. Me quité la falda, quedando solo con el tanguita. Subí al capó del coche, me puse de espaldas arrodillado y pequé mi culazo al cristal del coche. Lo restregué varias veces por el vidrio, hasta que el taxista no pudo más. Apagó las luces y bajó del coche. Se puso delante y mientras se meneaba el rabo yo me espatarré encima del capó. Separé el hilo del tanga y empecé a jugar con mi culito mientras él me miraba fijamente, sin dejar de masturbarse. Desenfundó un condón se lo puso y se acercó. Yo ensalivé bien mi agujero y me metí tres dedos para abrirlo bien. Él apuntó su polla y empezó a abrirme en canal.
- Hostia qué caliente estás, como entra.
- Llevo ardiendo toda la noche! Me moría por tener una polla en el culo.
- Vas a tener la mejor de todas! – me dijo mientras terminaba de enterrar su rabo en mi culo.
Empezó a moverse rítmicamente haciendo que su tronco se deslizara muy bien dentro de mí, provocándome un placer extraordinario. Este tío sabía como follar un culo. Agarró mis tobillos abriendo bien mis piernas mientras seguir empujando. Durante unas minitas el placer fue enrome, pero cuando aumentó el ritmo de su follada, haciendo que sus huevazos chocaran como mi culo. El placer fue brutal.
- ¿Te gusta? ¿Eh? ¿Te gusta, guarra? – me dijo mientras se mordía el labio inferior y seguía jodiéndome.
- No pares, sigue así de fuerte…
- ¿¿Así de fuerte?? – PLAF! Sacaba su polla un poco y me la clavaba de golpe. Algo que me encanta.
- Siiiiiii – le gritaba yo.
Estuvimos follando en esa posición sin cambiar durante más de 10 minutos.
- Quieres cambiar de postura? – le propuse.
- No no, me gusta ver tu cara de guarra mientras te follo – Y siguió con su trabajo mientras yo me dejaba hacer. Me folló un buen rato más, a ritmos lentos, medios y fuertes, hasta que me aviso que se corría. Bajé del coche, le quité el condón y se la comí, hasta que empezó a explotar en mi boca, llenándome bien de leche.
- Buah…menudo corridón – dijo.
Yo seguí chupándole la polla mientras todo el esperma resbalaba de mi boca. Cuando se la dejé bien limpia, me volví a subir al capó del coche y empecé a masturbarme. El taxista vino hacia mi, se chupó dos dedos y me los metió hasta el fondo de mi culo. Empezó am moverlos con ganas. Yo empecé a acelera mientras abría mis ojos de par en par notando el placer que en estaba dando.
- Te gusta como te masturbo el coñito? – me preguntó.
- Siiiii…cómeme las tetas – le pedí.
Él empezó a lamer mis pezones y a morderlos. Notaba su lengua caliente y sus dedos acelerando mi ano, hasta que hizo que disparara 5 o 6 trallazos sobre mi pecho.
- Buah, tenías ganas eh? - me preguntó.
- Ha sido genial!
Me llevó a casa. Le invité a subir y a desayunar. Bueno mientras él se tomaba un café con leche y una ensaimada, yo le volvía a comer la polla 😊