Tatami

Recibí un whatsapp de mi Amo. Quería hablar conmigo. Fui a uno de los despachos donde atendemos visitas y le llamé. Me citó para el día siguiente, este último miércoles 15. La necesidad de confirmarlo por teléfono se debía a ciertos detalles que comportaban que la cita podría no producirse.

Recibí un

whatsapp

de mi Amo. Quería hablar conmigo. Fui a uno de los despachos donde atendemos visitas y le llamé. Me citó para el día siguiente, este último miércoles 15. La necesidad de confirmarlo por teléfono se debía a ciertos detalles que comportaban que la cita podría no producirse. Tenía una reunión en Barcelona en la que el resultado no era cierto por muy previsible que fuese que terminase bien. Una herencia de varios hermanos en la que algunos no estaban del todo conformes en firmar. Solo y tan solo debería de acudir a la cita si todo terminaba bien.

Al colgar el teléfono me sentí un poco rara, organizarme para ir a Barcelona y pensar que tal vez todo quedaría en nada me soliviantó un poco. Pero le dije que sí, que sabía que podía y debía disponer de mí. Al rato recibí un

whatsapp

en el que me daba instrucciones de como debía vestir y entre otras cosas me indicaba que los zapatos fuesen fáciles de descalzar. Sabía que la tarde sería una cadena de mensajes dando ordenes.

Como suele ser habitual cuando no quiere darme la dirección exacta me propone algún lugar a 3 ó 4 calles del destino final.

El día amaneció

frío

, y si bien en mi municipio suele hacer más que en la ciudad de Barcelona, las previsiones eran de

frío

también, por lo que tuve que elegir un vestido que no desentonase en una mujer moderna y pudiese llevar faldas. No voy a negar que la mañana transcurrió con cierto nerviosismo en forma de no parar de mirar los mensajes.

Llegó la hora y saliendo de la oficina me dirigí a la cita. En las previas de este tipo de citas no puedo evitar sentirme observada así que al llegar me acomodé de manera que pudiese lucir toda mi feminidad con un cierto punto de

exhibicionismo

. No voy a negar que se trata de una sensación que me gusta y excita en silencio. Y así fue que recibí un mensaje indicando nombre y dirección del

restaurant

. Se trataba de uno japonés de los de verdad.

Fui la primera en llegar y cuando creía que el servicio me acompañaba a la mesa se paró ante una puerta y me invitó a entrar

indicando

que debía descalzarme, que la reserva era en el

tatami

. No era mi primer japonés pero nunca había estado en un

tatami

.

Descalza, con medias y falda corta me quedé

allí

quieta, sorprendida y con la mirada del

maitre

en mi nuca. Reaccioné y mientras me quitaba el abrigo

insinuando

que me ayudase le pedí una copa de cava. Así pude quedarme sola y reaccionar.

Conozco a mi Amo así que me acomodé lo mejor que supe sobre aquellos

cojines

y a decir verdad, cuando me trajeron la copa, ahora una joven japonesa,

aseguraria

que no ser sorprendió de verme en aquella posición que no dejaba nada a la imaginación. Discreta y

complaciente

me sirvió y sin darme la espalda se retiró.

Estaba allí con mi copa de cava cuando se abrió la puerta y junto a ella mi Amo y un señor de unos 40 años también

perfectamente

trajeado. "no

et

moguis

" y allí me quedé, sentada ofreciendo una clara visión de mi intimidad a aquel desconocido. Ya dentro ellos dos, se quedaron de pie y acercándose mi Amo me ayudó a levantar y me abrazó fundido en un ardiente beso. Me presentó a

Xavier

quien me sorprendió besándome en la boca con deseo. Fue un beso corto pero intenso, se separó de mi y abriendo la puerta se marchó.

Me quedé sorprendida. Riendo, mi Amo dijo, "no t'espantis i

seu

". Me contó la complejidad del asunto que le llevó a Barcelona aquella mañana y cuanto deseaba estar conmigo pero que por nada del mundo

quería

que me sintiese utilizada para sus fines. Quien le acompañaba

és

su abogado que participó en la parte legal del asunto pero que no

decidía

nada. Por suerte por la parte de los herederos todo había terminado bien a pesar de los

disconformes

. Por lo tanto la presencia del abogado era de mero placer, para nada de

agradecimiento

a favores debidos.

Mandó un mensaje y a los pocos minutos y mientras mi Amo y yo estábamos allí abrazados y

morreandonos

apareció

Xavier

con un

portafolios

. Al cerrar la puerta se unió al abrazo y pasé de ser besada por mi Amo a ser explorada por su abogado.

Un golpe muy suave en la puerta anunció la

presencia

del

maitre

a quien mi Amo le hizo una señal de conformidad que supongo

habían

convenido y éste volvió con una camarera, otra joven japonesa distinta a la anterior, tal vez unos años mayor que aquella pero justo los 30. Tomó nota de la comanda y al cerrar la puerta reiniciamos el abrazo a tres. Mejor

diria

abrazo y exploración. Con tanta intensidad esta que no tardé en correrme en su mano al baile de sus dedos dentro de mi.

A una imperceptible señal de mi Amo me agaché y empecé a refregar mi boca sobre sus braguetas que marcaban la dureza de sus miembros a la vez que con mis manos iba

desabrochandoles

con el deseo de liberar aquellos penes que prometían estar a punto. Estoy segura que mi Amo había convenido tiempos con el

maitre

puesto que sin haberse corrido y manteniéndose erguidos como mástiles me apartó y nos hizo sentar. Con su  habilidad cambió de tema y el servicio nos encontró sentados y riendo. Yo exhibida y ellos dos tapados con las servilletas. Aquel primer plato lo degustamos así y la conversación derivó a distintos y distendidos temas.

Volvió la camarera con otros platos, ahora acompañada de la primera quien nos retiró los vacios. Al cerrarse la puerta, mi Amo se levantó para dejar espacio y hacer me yo me pudiese tumbar. Se puso detrás mio y en cuclillas levantó mi cabeza lo justo para que reposara sobre sus pies. Con los palillos cogió un poco de comida y me la dió a la vez que Xavier se acercó y me quitó la falda, dejándome solamente con las medias, y tumbandose empezó a lamer mi sexo.

Al oido mi Amo me susurró "No et preocupis, sigues tu" y siguió dándome de comer mientras yo alternaba suspiros y gemidos. Así estábamos cuando se abrió la puerta y apareció la camarera principal, esta vez sola, quien retiró unos platos y sirvió otros y volvió a cerrar.

Xavier no dejaba de explorarme, seguía lamiendo mi sexo pero dos de sus dedos habían encontrado el camino del placer anal y se retorcian dentro de mi. Otro bocado dejaron vacios los palillos y con ellos mi Amo empezó a pellizcar y juguetear con mis pezones. Al verlo Xavier sin sacar los dedos de mi ano empezó a mordisquear mi clítoris ahora sin cuidado. eran realmente mordiscos. Yo me fundi de placer.

Diria que con más dolor de mandíbulas que exhausto Xavier se incorporó y se sentó y estirando de mi me hizo sentar sobre el. Noté su miembro grueso y duro, entrar dentro de mi. Sentada de espaldas a el empecé a morverme a un ritmo suficiente para mantenerlo excitado pero intentando evitar que se viniese. Este momento lo aprovechó para comer un poco que que era el que menos había comido.

Es en este momento que mi Amo se levantó y abriendo el portafolios sacó unos cordones de algodón. Yo seguia penetrada y marcando el ritmo cuando mi Amo me hizo levantar los brazos y juntar las manos y empezó a atarme apoyándo el cabo a los pulgares y bajando en circulo hasta llegar a los codos. de allí bajó el cordón hasta mis pechos donde procedió a vestirme un sujetador alrededor de cada uno de ellos. Siguió bajando envolviendo mi tórax con varias vueltas del cordón y aquí me ayudó a levantarme interrumpiendo la follada que con mis movimientos le brindaba al miembro de Xavier. Desde el tórax y en vorma de V fue alternando por dos veces los vaivenes del cordón desde el mismo tórax pasando por mi sexo ajustándose entre los labios del mismo.

Así fui sorprendida cuando la camarera entró con los postres. Postres que pude comer grácias a la consideración de mi Amo y al mismo Xavier. Este fue un pequeño respiro que continuó con el cordón rodeando mis muslos y momimizándome hasta que llegó a los tobillos. MIentras mi Amo me ataba, Xavier me sostenia, cuando no era al contrario.

Cuando dieron por terminada mi momificación, Xavier introdujo un dedo separando las dos vueltas de cordón que pasaban por el centro de mi sexo a la altura de mi clítoris y empezó a frotarlo provocandome un estado de excitación tal que mis flujos empezaron a brotar mojando el cordón y resbalando por el interior de mis piernas. Mientras mi clítoris era martirizado mi Amo empezó a llenarme la boca con la suya.

En esta situación nos sirvieron un té que la camarera procedió a preparar alrededor del tatami y a quien ellos dos casi ignoraron y por tanto no se detuvieron en sus intentos de provocarme espasmos de placer.

Cuando la camarera indicó que la preparación del té estaba casi a punto empezaron a desatarme, para evitar entumecimientos innecesarios según me informó mi Amo. Un momento de distensión sexual disfrutando del té y conversando animadamente los tres. Así estabamos cuando mi Amo me dió una cajita envuelta delicadamente. Al abrirla me sorprendí, miré a los ojos de mi Amo. Osé, me dijo, se llama Osé. Amigas, estoy segura de que la mayoria habreis probado el Satisfayer y no lo habreis soltado. Pero ha sido superado por el Osé.

Mi Amo nos dejó solos a Xavier y a mi, alrededor del té. No dijo nada y Xavier creo que tan sorprendido como yo solamente atinó a besarme la nuca y acariciar mis pezones. No tardó en aparecer de nuevo mi Amo ahora con lo que parecía un palo de fregona. Aprovecho el orificio del cabo superior para pasar por el el cordón de algodón mientras Xavier me volvía a tumbar de espaldas. El palo sirvió para atarme los tobillos de forma que yo mantuviese mis piernas totalmente separadas. Así Xavier podía sujetarme por los brazos y quedar a merced de mi Amo. Me confesó que no había utilizado el Osé este con nadie, ni con su esposa.

Si no fuese porque soy de las que no quieren renunciar al contacto humano por nada del mundo puedo afirmar que este invento es la revolución del placer sexual. Osé es un estimulador del punto G y succionador de clítoris todo en uno. Podéis imaginar como estando inmovilizada y siendo mi Amo quien me lo introdujo i activó buscando la posición más idónea me volví loca. Aquello ralla lo insoportable si no eres tu quien lo controle. Es el martirio del placer. Se alternaron ellos dos con el dichoso juguetito rubricándo el momento con pellizcos en mis pezones o llenandome la boca con casi todos los dedos de la mano y toda yo era una mezcla de gritos, gemidos y orgasmos.

Exhausta, Xavier empezó a desatarme mientras mi Amo se tumbaba boca arriba completamente erecto y obediente me acerqué sentandome e iniciando una sodomización. Completada ésta, se acercó Xavier por delante iniciando una penetración vaginal. Esta se trató más de marcar el terreno que de otra cosa ya que los dos se vinieron muy rapidamente llenándo sexo y ano de su caliente semen mientras yo lloraba otro orgasmo al estar hipersensible y excitada.

Ellos dos adecentaron lo mejor que pudieron sus trajes y se despidieron mientras yo permanecía desnuda. Al cerrar la puerta empecé a vestirme y fui al baño a terminar de arreglarme con aquella satisfacción que me produce el saberme satisfecha y segura. Solamente quedaba el servicio, nadie dijo nada y al salir del baño me esperaba la camarera que me acompañó hasta la puerta.

Ya estaba en el coche cuando recibí un whatsapp en el que leí. El Osé es tuyo, lo recibirás en tu casa. Un escalofrio recorría mi espalda.