Tarjetas de visita
Unas tarjetas de un desconocido llevan a la protagonista a una aventura sexual completa.
Tarjetas de visita.
Tengo 28 años, vivo en Madrid. Lo que os voy a relatar me ocurrió el verano pasado. Para mi fue una experiencia inolvidable y creo que irrepetible. Hacía tiempo que no quedábamos. En cuanto empiezan las obligaciones te dejas de ver con las amigas, es normal, cada una tiene su vida hecha. Por eso decidimos apartar a nuestros novios ese viernes y salir por nuestra cuenta. Recordar viejos tiempos. La noche trascurrió de la forma habitual en esas ocasiones. Cena, charla de novios, amigas, amigos, curro, etc.. Como el vino blanco ya nos había entonado algo y queríamos más marcha decidimos ir de copas. Una de mis amigas conocía un discopub, el Villarosa, en la Plaza de Santa Ana, y a mi me pareció un sitio tan bueno como cualquier otro para tomar una copa. El ambiente allí es muy de ligoteo, hombres y mujeres de 25 a 35 años que o bien van en grupo, o bien son solteros y van a lo que van. Como nosotras no íbamos mas que a pasarlo bien, tampoco nos fijábamos mucho, lo justo. Sin embargo, sí que había gente que se fijaba en nosotras. Algunos nos entraron pero no queríamos nada o eso creía yo. Hasta que un camarero me dio la tarjeta: PARA MI ERES UNA DIOSA. SI QUIERES UNA NOCHE DIFERENTE TE ESPERO FUERA EN 10 MIN. UN AMIGO. - ¿quién te la ha dado? .- pregunté al camarero - Me ha pedido que no te lo diga, lo siento - dijo el camarero. - ¿qué pone? - preguntaron al unísono mis amigas y les enseñé la tarjeta. - ¡Joder tía! ¿qué interesante? - No sé que hacer. Desde luego me mata la curiosidad. - Yo que tu iba, si no te mola, te vas y listo. Además por nosotras no te preocupues, somos tumbas. - Hombre da un poco de miedo ¿no? - dijo Susana - Lo mismo es un psicópata. - Tu ves muchas pelis, tía. Yo iba fijo, a ver. - Vale, me habéis convencido voy a echar un ojo. Pero no me sigáis. Cuando estaba saliendo del bar el portero me dijo - Me ha dicho que te espera al final de la calle, en un Audi A3. Fui andando hacia el final de la calle y vi que al fondo había un coche con las luces encedidas y apoyado en él un hombre de unos 30 años. Era alto, muy bien vestido, y miraba a lo lejos. Al ver que me acercaba sonrió y se acercó a mi. Despedía una fragancia suave, muy fina. Me dio otra tarjeta: SI ME DEJAS HARÉ QUE SE CUMPLAN TUS DESEOS. NO PASARÁ NADA QUE TU NO QUIERAS. Me miró y sus ojos verdes solo despedían confianza y seguridad. Que bueno estaba. No dije nada. Me guardé la tarjeta en el bolso, y entonces el me abrió la puerta del copiloto. Entré en el coche, sin saber muy bien porqué ni cómo, pero quería seguir con todo eso. Puso una música chillout relajante y nos alejamos del centro. Conducía con seguridad, y de vez en cuando me miraba a la cara, nunca a las piernas, que llevaba descubiertas, ni a los pechos, que tengo bastante grandes y que en esa noche además iban escotados. Solo a la cara, miraba y sonreía, y con cada mirada sentía que poco a poco iba entrando en un juego que no podía controlar. Tengo novio, pero era como si estuviera muy lejos del mundo. Cogimos una autopista y nos fuimos alejando de la ciudad. Ahora conducía rápido y parecía que tenía muy claro dónde ibamos a ir. Yo le miraba de reojo y la verdad es que estaba muy bueno y ese aroma que desprendía... De repente, alargó su mano derecha y me acarició la cara y me retiró el pelo. Me puso a cien. Fueron solo unos segundos, pero yo ya estaba ida. Entones uno de sus dedos comenzó a jugar con mis labios, acariciándolos. Yo abrí la boca. "Qué estoy haciendo", pensé. El metió su dedo pulgar en ella. Parcía la señal que estaba esperando. Acercó su mano a la brageta del pantalón y se lo desabrochó. Metío la mano en su calzoncillo boxer de raso, y se sacó la polla. Yo lo miré a la cara, pero no dijo nada, ni siquiera me miró. La tenía tiesa, de unos 20 cm. algo curvada, con el glande muy grande y rosado. No sé porqué lo hice pero me incliné sobre él y me la metí en la boca, de golpe, empecé a chupar. Apenas gimió un poco, y sentí como el coche aceleraba. Yo subía y bajaba la cabeza, y el puso la mano sobre mis cabellos y me hizo ir más despacio. Estaba muy cachonda. En realidad no me lo creía, le estaba comiendo la polla a un tío que no conocía de nada. No es que sea una mojigata en el sexo, pero eso no lo había hecho nunca. Bajé el ritmo y empecé a comérsela muy despacio, tratando de que me entrara lo máximo posible en mi boca. Ahora si le oí gemir. Como estaba disfrutando el cabrón. No quería que se corriese, pero ya puesta me daba todo igual, si eso es lo que quería lo tendría. Noté como el coche desaceleraba y se paraba. Me levantó la cabeza y me mordío el cuello suavemente. Se me endurecieron los pezones. El salio del coche, lo rodeó por delante y abrío mi puerta: - Tumbate en el capó.- Su voz tampoco me defraudó. Estaba caliente por el motor, como yo. Se puse delante de mi, y se quitó la camisa. Metió la mano por debajo de mi falda y buscó mi coño. Lo acarició suavemente por encima de la braga y luego me la bajó por completo. Sentí el frío de la noche, pero enseguida puso su cabeza entre mis piernas, y me lo empezó a chupar. Muy despacio, su lengua iba abriendo mi raja poco a poco, subía y bajaba por ella, desde casi el ano hasta el clítoris, y poco a poco iba introduciendo su lengua entre mis labios, parecía como si me penetrara con ella. Qué placer. Yo empecé a gemir y eso le motivó aún más. Poco a poco fue acelerando el ritmo, y mordiendo suavemente mi clítoris. No puede aguantar, me corrí. Pero quería más y el lo sabía. Ahora fue el quien se apoyó en el coche y se bajó por completo los pantalones. Yo sabía lo que quería. Me agaché frente a su polla y me la volví a meter en la boca. El se recostó y ahora fui yo quien le hizo gemir. Su polla entraba y salía de mi boca con violencia, pero era yo la que se la chupaba así. El se dejaba hacer. Entonces me paró y me sacó la polla, se la levantó mostrándome sus huevos. Se los lamí despacio, de abajo hacia arriba. Con mucho cuidado me metí un huevo en la boca y lo saboreé con la lengua. Gritó de placer. Yo sentía que necesitaba polla, pero el no parecía tener ninguna prisa. De nuevo, me apartó y me puso de rodillas. Todavía no me había tocado los pechos, y eso me extraño y me excitó a la vez, porque mis tetas son grandes, y todos los tíos van a por ellas a la primera oportunidad. El no. Sabía esperar. Hasta ese momento. Me levantó la camiseta y se quedó mirando mis pechos y mi sujetador, sin decir nada, disfrutando del paisaje. Yo le miré, me desabroché el sujetador pero no me lo quité del todo. Entonces acercó su polla a mi boca y me la metió con violencia, y me obligó a estar con ella metida durante unos segundos. Luego me la sacó y la fue restregando por mis mejillas, mi cuello, mis hombros, hasta llegar a los pechos. Fue rozando su glande contra mis pechos despacio, luego rodeo los pezones y me empujó sobre el suelo. Se puso a horcajadas sobre mi, su polla entre mis tetas. Apreté mis pechos contra ella, y los empecé subir y bajar. Ni siquiera nos mirábamos, solo mirábanos las tetas y la polla unidas en un éxtasis de los sentidos. Era increíble el aguante que tenía, cualquier otro se hubiera corrido hace tiempo, el no. Apartó mis manos y ahora fue el quien acariciaba mis pechos y los apretaba contra su polla. Necesito que me folle ya, no aguanto más. Me leyó el pensamiento. Me ayudó a levantarme y me puso boca arriba sobre el capó, me recosté sobre mis codos. El me agarró del culo y me levantó en vilo hacia su pene, esperó unos segundos con el pene apuntándome y entonces yo le dije: - Metemela ya, cabrón... No dijo nada, me ensartó. La metió de golpe y se puso a follarme a lo bestia. Eso era lo que necesitaba. Empujaba muy fuerte y con cada embestida yo gritaba aún más alto. Iba aumentado el ritmo y no creía morir de placer. Entonces me acordé "Dios mío, el condón". - ¡El condón! grité entre gemidos. - Shhhh - fue todo lo que dijo. Ya no había vuelta atrás no podía hablar y quería ese orgasmo. Me daba igual todo. Entonces me vino, fue una oleada indescriptible y justo en ese momento, el dio dos o tres embestidas más fuertes y paró. Me agarró fuerte y la dejo dentro mientras me corría. Me quedé exhausta sobre el capó. "Joder, el no se ha corrido, ¿me echará otro?" - Date la vuelta. - dijo. No tenía fuerzas para nada, ni me podía mover. El me dió la vuelta. En ese momento me daba todo igual, estaba en otro sitio. Me empezó a acariciar el pelo, bajando por mi espalda. Me quitó del todo la camiseta y el sujetador. Allí estaba yo. Sobre un coche, desnuda y con la falda y las bragas en los tobillos. Me acarició por los lados de mis pechos y me magreó las tetas. Sentía que el deseo volvía otra vez a mi. Me acarició el pelo de nuevo, y me metió uno de sus dedos en la boca, se lo chupé. El lo sacó y lo llevó hasta mi culo, me mojó el ano. Sabía lo que quería pero no tenía fuerzas para negarme y además quería que siguiera. Volvió a repetir la operación y luego sentí como su lengua acariciaba mi ano. Tenía miedo. Me iba a dar por culo, pero no podía negarme. El placer me lo impedía. Apartó su cara y noté como iba jugando en mi ano con sus dedos. Me introdujo uno. Sentí alivio. Era lo que estaba esperando. Me introdujo otro dedo y los empezó a meter y a sacar poco a poco. Empecé a gemir, me estaba gustando. Alargué mis manos hacia atrás y aparté mis nalgas, la quería dentro ya, pero él esperó y siguió con los dedos. Entonces, busqué con mi mano su polla y la dirigí hacia mi orificio. Apartó los dedos y puso su glande en la entrada. Era como si esperara mi permiso. Yo arqueé mis nalgas y noté como su glande hacía presión sobre mi ano, pero aún no estaba dentro. Notaba su respiración jadeante y entonces tomó la iniciativa. Se sujetó con una mano la polla, me apartó las nalgas y ahora si que noté presión. Su pene se iba abríendo camino dentro de mi. Yo grité en una mezcla de placer y dolor que provocó aún más su excitación. Entonces noté como toda su polla estaba en mi culo. Se tumbó sobre mi, y se quedó quieto, jadeando. Yo apreté el esfínter y el gimió de placer. No me lo podía creer. Un completo desconocido me estaba dando por culo sobre un coche. Me agarró del pelo con una mano y con la otra buscó uno de mis pechos. Empezá a follarme por el culo sin compasión. Como antes lo había hecho por el coño, con embestidas fuertes y profundas, que yo resistía como podía. De pronto comencé a notar como mi clítoris se empezaba a poner duro, y con cada arremetida suya en mi ano, me iba acercando a un orgasmo que nunca imaginé que podría llegar a tener. - Ahhhhhhhhh!!!!!! .- creo que el grito se oyó en la azotea de las torres KIO. Me había corrido por el culo. El siguió un poco más y al poco noté como un líquido caliente inundaba mi culo. La dejó dentro hasta que noté su última contración y entonces se apartó y se tumbó boca arriba en el capó a mi lado. Yo giré la cabeza. No quería verle. Me empezaba a invadir la verguenza. ¿cómo he podido llegar a esto? - ¿Dónde quieres que te acerque? .- preguntó al poco rato Le pedí que me acercara a un metro a unas paradas de mi casa. Cuando bajé del coche me entregó una última tarjeta: ROBERTO MARTÍNEZ FRESNEDOSO AMANTE