Tarjeta blanca
Extraje de interior una tarjeta también muy blanca donde estaba escrita con bonita letra manuscrita una frase que me dejó paralizada. Tu culo me enloquece
Habían terminado las cortas vacaciones en el balneario y el auto giró la última curva antes de enfrentar la calle en cuya esquina estaba nuestra casa.
Siempre enfrentábamos esta parte del viaje con cierto temor por cuanto durante una semana la casa quedaba sola y siempre uno teme un ataque o un robo, a pesar de los resguardos que siempre tomamos. De modo que me incorporé para dar la primera mirada al jardín y entonces aparecieron ante mi los habituales catálogos y otros tipos de publicidad que se acumulaban durante los días de ausencia.
Los recogí con desgano y luego los puse sobre la mesa de entrada. Ya tarde ese día, casi como por aburrimiento, comencé a hojear todo ese material y fue entonces que me di cuenta que había en medio de todos esos folletos, un sobre pulcramente blanco de regular tamaño. MI nombre completo estaba correctamente escrito en el. Parecía algo personal aunque no tenia remitente. Lo abrí con cierta curiosidad porque soy una mujer, que casi no tengo amigas. Extraje de interior una tarjeta también muy blanca donde estaba escrita con bonita letra manuscrita una frase que me dejó paralizada.
” Tu culo me enloquece”
Fue como si algo de cristal en el techo de la casa hubiese hecho explosión. Un ruido persistente se me instalo en los oídos y en una reacción espontánea y casi violenta metí la carta en mi escote y comencé a caminar rápidamente al interior de la casa pero sin saber adonde ir. Era tan evidente mi trastorno que mi hija que ojeaba unas revistas tendida en su cama me preguntó cuando me vio pasar: – Mamá. ¿Que te pasa? Te ves muy alterada.
No supe que responder y seguí caminando hasta que por fin me encerré en el cuarto de baño. Es que yo era una mujer tan diferente al resto.
Vivo como en un mundo aparte, y nada más lejos de ese mundo lo que la carta decía. Me sentí mancillada, ofendida, pero por sobre todo me sentía sorprendida Allí de pie miraba ridículamente hacia cualquier lado sin atreverme a mirar hacia el espejo mientras ese trozo de papel blanco metido allí entre mis pechos parecía quemarme. Seguí el resto de la tarde tratando de parecer natural hasta que llego la noche y en mi cama comencé a elaborar con calma lo que había pasado. Me di cuenta que no era una mujer apocada, ni pacata. No.
Me gustaba vestirme bien. Usaba ropa ajustada, se que tengo buena figura, cuando camino sola los hombres me miran y algunos casos se atreven a decirme cosas subidas de tono que a veces me dan risa y hasta me producen una intima satisfacción porque me agrada gustar a los hombres. Entonces ¿Que era lo que me había alterado? Ahora lo sabia, era la palabra ”Culo”. Si eso era, me parecía una palabra soez algo así como animal, como grosera. Recordé en ese momento que cuando aun estaba casada, una noche después de una fiesta, mi marido que estaba un poco pasada de tragos me había dicho después de hacer el amor.
-Quiero darte por el culo- y a mi me había parecido casi una ofensa- . El se olvidó de eso y nunca volvió a pedírmelo porque al poco tiempo nos separamos. Una idea patética se me cruzo por la mente.
Podría, quizás ser mi ex marido quien recurría a esta estrategia tan brutal de la Carta para molestarme con una viejo recuerdo desagradable
Siempre había pensado que el me había dejado porque yo no satisfacía sus capricho sexuales en la cama. Quizás no había encontrado quien lo hiciera y ahora trataba de recuperarme por ese medio tan burdo, pero yo entendía. Me daba vueltas en la cama y ese momento sentía la redondez de mi culo como si fuese un peso que me molestaba en la mente. Después de un rato que encontré largo, me di cuenta que estaba caliente. No me sorprendía, a menudo despertaba en la noche con fuertes contracciones vaginales que me invadían de deseos, hacia ya tres años que no estaba con un hombre, a veces me masturbaba, pero ahora me di cuenta que esta calentura era diferente ahora se trataba de mi culo ahí estaba el origen. Como fuera quien hubiese escrito esa carta estaba consiguiendo el objetivo deseado .Y estaba cada vez más segura que era mi ex marido.
Al día siguiente desperté con la sensación de mujer renovada, con una torpe y disparatada ilusión. El hombre que me había abandonado quería volver a mí y eso siempre es satisfactorio, aunque lo que quisiera era cumplir el deseo insatisfecho de penetrarme por el culo. Ahora me lo decía yo misma en silencio y la palabra no me molestaba ya. Me duché entonando una canción y disfrutaba eróticamente mientras me acariciaba el culo bajo el agua y disfrute de verdad el vestir mis pequeños calzones blancos, como la carta, y de verdad me dije que el espejo reflejaba a la perfección el atractivo perfil de mi culo. Salí así del baño y me sentí bien cuando me hija me hizo el comentario.
- Te vez preciosa mamá-
Si yo no hubiese tenido el carácter que tengo le habría escrito una carta a mi ex marido diciéndole que si .Que volviera que le daría todo lo que antes le negué. Por que de verdad lo habría hecho, me dejaría desnudar a la luz plena de nuestro cuarto, cerraría la puerta con doble llave, lo besaría sin limites por todas partes y me pondría sin dificultad como no me puse cuando me lo pidió, de rodillas mostrado mi trasero precioso, separando mis nalgas con mis propias manos moviendo mi culo en círculos y diciéndole en voz susurrante…
- Si... amor… dame por el culo. Si por el culo. Le diría la palabra todas las veces que él quisiera y me dejaría penetrar una y otra vez hasta recoger todos los orgasmos que en este momento estaba deseando en forma tan animal.
Pero yo no podía escribirle esa carta. Mi orgullo era tan fuerte como mi deseo.
MI hija me había preguntado esa tarde, que me sucedía, porque me notaba inquieta y yo estuve a punto de contarle lo que realmente me pasaba, ella era ya una mujer grande y siempre habíamos tenido confianza, pero no le dije nada o más bien deseché la idea. Fue al día siguiente en la tarde cuando me sentía desfallecer por esta calentura frustrada y sin vuelta cuando sonó el llamador y por la ventana distinguí la figura inconfundible del cartero. El corazón me dio un vuelco y no puedo negar que sentí un latido profundo en mi fondo, allí donde uno no sabe si nos late el fondo de la vagina o el culo. Cuando tuve la carta entre mis manos rompí el sobre con violencia y allí estaba su letra, era la misma letra y la misma tarjeta.
- Estoy deseando besarte el culo-
¿Por que no ponía su nombre, por que no me decía la verdad, por que simplemente no venia y entraba por la puerta y me abrazaba con violencia, y me destrozaba la ropa aquí mismo sin necesidad de ir al la cama? Aquí mismo en el comedor o en el pasillo o en el living o en la cocina, ¿Por qué no me hacia doblar apoyar las manos en la mesa y de pie me partía el culo con su instrumento precioso que me tenia loca?
Aún era temprano y no quería acostarme La soledad y la calentura hacen mala pareja y yo estaba muerta de deseos y todo eso no tenia nada de anormal. Él era aún mi marido y yo su mujer arrepentida de no haber sido con él más puta como él me pedía. No tenía con quien hablar. O si en realidad tenía. Entré en el cuarto de mi hija que leía concentrada. Dejó el libro para decirme.
- Mamá algo te pasa. ¿No quieres hablar?
Si yo quería hablar. Le contaría todo porque ella era la única persona que podría ayudarme- Me senté a su lado y comencé a contarle desde antes, del comienzo, avanzando lentamente en el terreno erótico para que se diera cuenta como me sentía, hasta llegar al problema concreto que me tenia loca. Le hable de mi deseo desesperado de brindar mi culo a su verdadero dueño. Ella me había escuchado con interés creciente. Me dijo que me entendía perfectamente, que ella también había escuchado lo que los hombres le decían a ella al pasar y que ella pensaba que afortunadamente tenía un culo tan precioso como el mío, que estaba feliz de haber heredado un trasero así. Que ella los disfrutaría sin inhibiciones y que yo debería hacer lo mismo porque el mío era el más precioso. Ella hablaba en forma muy tierna así como consolándome y me dijo que ella estaba dispuesta a ayudarme que contara con ella para todo. Yo me sentí feliz con sus palabras mientras ella me decía, Si. Si, tienes el culo más hermoso que he visto.
La conversación era muy intima y yo me alegraba de eso, de modo que no me sorprendió cuando ella me daba suaves caricias en el culo y yo me fui relajando, como cayendo en un mundo de suavidades calientes y prohibidas y perfectas y cuando me di vuelta en su cama ella ya me había desnudado el culo y tenia su rostro hundido situado entre mis nalgas. Yo me di vuelta en la cama para disfrutar su preciosa caricia y fue entonces que ella me dijo al oído.
” Tu culo me tiene enloquecida… Estoy desesperada por besarte el culo”
Ahí me di cuenta que no volvería a recibir una carta blanca. Pero ya no la esperaba. No era necesaria.