Tareas (2016.11.22)
-Tus tareas para hoy. -Susurro en tu oído aprovechando la cercanía. Con una sonrisa tan pícara como indiscreta devoras las líneas ahí mismo. Tu cara es un poema de excitación y vergüenza pero sonríes confiada.
Las compras navideñas son una buena excusa para una visita al centro comercial.
-Guarda esto. -Te ordeno mientras esperamos el ascensor, entregándote un grueso rotulador.
Cuando te retengo esperando poder subir solos, sin duda, tus sospechas se confirman. Lo demuestra que no te resistes cuando desnudo tu pecho y trazo en él mi collar.
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Apenas si tienes tiempo de volver a cubrirte antes de que un grupito de adolescentes invada la cabina. Sonrío viendo en tu rostro las preguntas que no has tenido tiempo de plantear. Tan pronto como salimos al pasillo tomas aire para hacerlas, pero te interrumpo tendiéndote un papel.
-Y esto? -Contengo mi explicación mirándote firmemente. Buscas respuesta en la hoja pero agarro tu barbilla alzándote el rostro. Te noto pelear con la frustración y el orgullo. Me acerco a ti y con firmeza aferro el seno que ahora luce mi marca. -...Amo. -Añades comprendiendo por fin tu situación.
-Tus tareas para hoy. -Susurro en tu oído aprovechando la cercanía. Con una sonrisa tan pícara como indiscreta devoras las líneas ahí mismo. Tu cara es un poema de excitación y vergüenza pero sonríes confiada.
-¿Y si no lo consigo? -Preguntas con ese falsete infantil que no acabas de dominar, aunque resulta sexy cuando no abusas de él.
-Tendré que enseñarte a esforzarte más. -Respondo mientras tomo tu mano y te pongo nuevamente en movimiento.
Con estudiado descaro te sueltas y colocas mi mano sobre tu hermoso trasero. Tan cerca del borde de la corta falda que podría desvelar sin esfuerzo los pantis que cubren tus torneadas piernas. Tu mano libre se cuela en el bolsillo de mi pantalón y te aprietas contra mi hasta que casi puedes rozar mi sexo.
Sin ser totalmente consciente hemos entrado en una tienda de ropa. Te separas impostando un interés que parodia el tópico, eligiendo prendas tan sensuales como tu estudiada interpretación. Recorres la relativamente vacía línea de probadores y entras en uno al lado del ocupado por un par de ruidosas colegialas. Casi enfrente del que acaba de ocupar una mamá de bastante buen ver.
-Profeee. -No puedo evitar sonreír cuando me llamas de esa manera al poco de haber entrado. -¿Puede pasar, porfi? -La cara de colegiala que muestras es para mi un poema. Pero prefiero saber qué estás tramando.
Me esperas de espaldas a la cortina, encaramada sobre la punta de tus pies. Desnuda de cintura para abajo. Tus nalgas tentadoramente entreabiertas. Tu vulva asomando jugosa entre las piernas. Sonríes desde el espejo, mientras sensualmente te giras y levantas una pierna separándolas. Tu índice y corazón se pierden en tu interior y extiendes los fluidos que arrastran al salir sobre tu clítoris.
-¿Ahora puedo tachar esto, verdad?
-Espera un momento. -La detengo mientras releo lo escrito.
Con una mujer a menos de tres metros enséñame tu sexo desnudo.
Efectivamente, me la has jugado bien. Aunque antes de devolverte el papel corrijo otra de las entradas. Con tus planes quizás algo frustrados, me lanzas tu mirada maquiavélica.
-¿Me castiga por hacer trampas? -Ni piensas haber hecho trampa, ni buscas que te castigue. Pero con mi mirada seria me acerco a ti. Te robo el aliento con mi boca y aprovecho el momento para clavar con dureza mis dedos en tu empapado sexo. Juego contigo un rato pero me detengo tan bruscamente como comencé, arrancándote un gemido de frustración.
-Dijiste castigo. -Aclaro mientras salgo dejando la cortina abierta durante unos segundos más de lo necesario.
Tonteamos un poco por la planta antes de verme conducido hasta los ascensores. Esperamos tres viajes sin que alcance a adivinar que te propones. Finalmente subimos junto a una chica que parece mantener una intensa conversación vía WhatsApp. Parapetada en una esquina tras de mi, aunque bastante visible debido al espejo que casi cubre una de las paredes del ascensor, comienzas a acariciar tus senos. Te sonrío pero tú me sorprendes asomando el que luce mi marca tirando sensualmente del pezón hasta que el ascensor se detiene. Esta vez no te dejo ni preguntarme, yo mismo tacho la tarea mientras te recompenso con un beso apasionado.
Con una mujer EN LA MISMA HABITACIÓN a menos de 3 m. acaríciate los senos.
-¿Me espera en la librería mientras miro ropa de cama? -No quiero separarme de ti, en realidad quiero acoplarme brutalmente a tu esfínter, pero acepto con la esperanza de poder calmarme un poco. Aliviado por evitar la única tienda que no disfruto visitando contigo.
-Tardaste. -Afirmo mientras te doy un sonoro, aunque discreto, azote.
Seguimos mirando mas que comprando durante un buen rato. Tu alternado descaro seductor y tentadora sumisión. Elijes el nada apropiado espacio entre dos lineales de juegos de mesa para introducir tu mano en mis pantalones y tachar:
“
Aferra la verga de tu dueño en publico”.
Me masturbas con discreta lentitud hasta conseguir provocarme una incómoda semierección, momento que eliges para indicarme tu necesidad de ir al baño. Me haces recorrer medio edificio disfrutando de mi inquietud. Al llegar a los baños más discretos intuyo tu plan, y cuando entras a los de mujeres, hago lo mismo en el de hombres, cobrándome una pequeña venganza.
Casi al momento entras tú arrodillándote junto al urinario que, infructuosamente, estoy intentando usar. Tu iniciativa me excita, pero te impido tomar mi falo en un lugar tan expuesto. Aferrándote del pelo te arrastro hasta uno de los retretes, y tras cerrar la puerta, incrusto mi ya completamente erecta verga en tu garganta.
No tardas en poder tachar “ Hazme una felación”.
Sonríes mientras te relames discretamente. Yo también lo hago, sabiendo casi imposible que cumplas las restantes tareas antes de volver a casa.
En el hall te detienes sentándote en uno de los bancos, con una sonrisa y gesto teatral sacas un paquete de pequeños vasos de plástico. Lentamente, como si la multitud que nos rodea no existiese, permites que el esperma que guardabas en tu boca se deslice entre tus labios. Una vez lleno, metes un dedo en el vaso y, como si fuese una chuchería, juegas con mi leche. Lentamente bebes el contenido, y acto seguido, me sacas la lengua, burlona mientras que con gesto de triunfo tachas:
“
Recoge mi esperma en un vaso”.
“
Bebe mi esperma en publico”.