Tardes de play
Una tarde con la madre de mi mejor amigo, viuda y con unas ganas enormes de sexo.
Era una lluviosa tarde de noviembre. Como cada martes me dirigía a casa de Marcos, mi colega de facultad, para echarnos unos partidos de fútbol a la play station. Mi nombre es Javier, soy de Badajoz (España) y tengo 20 años.
Marcos es un chico de mi edad que vive con su madre, Maribel, una mujer de 43 años divorciada y muy guapa. Ella tiene un pelo rubio y rizado muy sensual que en más de una ocasión había hecho las delicias de mis tardes masturbatorias. Su relación conmigo era bastante buena y muchas veces habíamos tenido algunas charlas sobre sexo, sin tener a Marcos delante, en las que me dejaba ver que hacía tiempo que no lo practicaba y que yo le parecía bastante interesante.
Cuando llegué a casa de marcos me abrió Maribel, que estaba especialmente sexy, y me hizo pasar. pasa, te estaba esperando Javier. Me extrañó que hablara en singular, pero deje que siguiera hablando.- marcos no esta, estaremos solos toda la tarde tu y yo.
Cuando me quise dar cuenta me estaba besando, y yo, como soy un caballero, le devolví el beso hasta enzarzarnos en una pelea por conquistar la boca del otro. Yo puse las manos sobre su cintura y comencé a bajarlas hasta tocar su culito respingón. Estaba durito y notaba a Maribel bastante excitada. Ella comenzó a desabrocharme la camisa y cuando me la hubo quitado comenzó a besarme el pecho. Yo dejaba que ella actuara y que hiciera lo que quisiera, pero mi excitación me llevo a cogerla y llevármela enseguida a su habitación y tumbarla en su cama. Una vez allí fui yo quien tomo la iniciativa. Le bese la boca para posteriormente pasar al cuello.
Después me dispuse a desabrocharle la camisa botón a botón hasta quitársela entera. Una vez hecho esto aparecieron dos pechos duritos culminados con pezones muy duritos que hacían las delicias de mi boca. Enseguida me acerque a ellos y comence a devorarlos como un loco. Ella gemía y apretaba mi cabeza contra sus pechos. Pero lo mejor estaba por llegar. Me deslice mas abajo aun, mientras apretaba sus duros pechos y le quite la maya que cubría su pequeño tanga.
Cuando moví este hacia un lado descubrí un coñito rasuradito para la ocasión y muy húmedo que mi lengua recorrió de arriba abajo sin dejarse apenas un pliegue por saborear.
Ella gemía de gusto y se movía en la cama mientras gritaba que no parara y que lo había reservado solo para mí. No tardo en correrse ya que mi trabajo había sido bastante bueno. En ese momento me dijo que le tocaba, que era su turno. Me quite el pantalón y los calzoncillos dejando a su disposición mi polla totalmente erecta y deseando que se la metiera y me hiciera una buena mamada. No tardo en hacerlo. Comenzó besándomela y chupando el capullo, hasta que la hizo desaparecer en su boca. No paraba, estaba desquiciada chupando y besándome los cojones como solo lo saben hacer las maduritas. Le pedí que parara pero ella no quería, y al final me corrí en su boca.
No dejo salir nada, se lo trago todo por completo sin perder una sola gota. Después volvimos a besarnos hasta que mi polla se puso dura de nuevo. Entonces la cogió con la mano, se puso encima mía y se la metió en el coño sin mucha dificultad.
Entonces comenzó a cabalgar, primero despacio, para seguir aumentando el ritmo hasta cabalgarme como una loca. Ella gemía y gemía y yo aguantaba para no correrme tan pronto, ya que ver a esa mujer tan perfecta, con esa melena rubia cabalgando sobre mi me producía una excitación que me apresuraba la corrida.
Finalmente aguante y conseguí que nos corriéramos los dos a la vez. Cuando nos repusimos de este segundo orgasmo, llego el apoteosis. Se acerco a mi oído y me dijo: -ahora por el culito, no cariño?? Eso fue el culmen, era mi fantasía, la que ninguna chica me había ofrecido o me había dejado cumplir, pero que esa mujer estaba dispuesta a satisfacer.
Se puso en posición 69 y mientras empezaba a lamerme mi cipote, me dijo que le fuera abriendo y lubricando el culo poco a poco. Yo no tarde en obedecer y comencé a chuparle el agujero del culo y a hacerle un beso negro para lubricarlo. Su olor me estimulaba mucho, pero su sabor más. Seguidamente pasé a meterle hasta 3 dedos, uno detrás de otro y muy despacito hasta que su agujero tomó una abertura considerable. Entonces se dio media vuelta y se puso a cuatro patas. Yo la cogí por detrás y le metí mi polla poco a poco hasta tenerla toda dentro.
Al principio le dolió un poquito pero nunca me dijo que parara. Cuando estuvo dentro comencé a empujar cada vez mas hasta oírla gemir y disfrutar. Mientras yo le penetraba ella se masturbaba y cuando noto que me iba a correr me pidió que lo hiciera en su cara y eso hice.
Después se limpio y nos quedamos dormidos. Cuando nos despertamos ya había anochecido, pero echamos un par de polvos mas que os contare otro día.
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