Tarde familiar de parchís. (V)

La partida encara su tramo final. A lo largo de la misma dos madres que parecían pudorosas y rectas han demostrado con sus hijos lo viciosas que podían llegar a ser cuando las circunstancias lo favorecen.

Los breves gestos de cierta naturaleza lésbica que habían protagonizado mi madre y mi tía en los últimos momentos, con mi madre tocándole las colgonas tetas a mi tía mientras nosotros las follábamos, y luego los toqueteos de mi tía a mi madre en las tetas, alentados por mi primo Artur, habían generado una situación curiosa en la que mi primo, que había reconocido que le ponían muy cachondo las escenas entre dos mujeres, les había preguntado si harían algo más que tocarse las tetas entre ellas. La sorprendente respuesta de mi madre, al menos para mí, fue que sí; que ella sí estaba dispuesta a hacer algo más, si bien puntualizó que aquello podría apetecerle en aquel contexto, en el que estaban follando con hombres, y que no le encontraría sentido en caso de estar solo con otra mujer. Eso sin embargo fue suficiente para mi primo, completamente dispuesto a instar una escena lésbica entre su madre y la mía. Y todo ello teniendo en cuenta que yo seguía follando suavemente a mi madre a cuatro patas después de que ella ya hubiera experimentado un fabuloso orgasmo con aquel polvo.

-Venga, mamá –le dijo entonces Artur a su madre-, chúpale las tetas a la tía, que quiero verte hecha una guarra con otra mujer.

Mi tía sonriendo y diciendo que éramos unos cabronazos viciosos de mucho cuidado se puso de nuevo a cuatro patas desde donde estaba, e inclinándose un poco le empezó a chupar una teta a mi madre desde un lateral según estábamos situados mi madre y yo. Artur pareció volverse loco con la escena de su madre chupándole las tetas a la mía. Esta, por su parte, también parecía disfrutar de la caricia pues empezó a gemir a la vez que le decía a Sofía:

-Anda, zorrona, cómemelas bien, dame gusto en las tetas. Chúpame los pezones mientras disfruto de la polla de mi hijo en el potorro, que me da mucho gustito. ¡Uy, esto es maravilloso! ¡Qué puta soy pero cómo disfruto, joder!

Mi madre a la vez también le empezó a sobar los tremendos melonazos a mi tía mientras ésta le decía:

-Mira que eres viciosa, ¿eh, putona? Tocándole las tetas a tu cuñada mientras tu hijo te barrena el chocho…

Artur estaba fuera de sí completamente excitado por la exhibición lésbica de nuestras madres. Sin duda era algo que le excitaba enormemente. Su polla de nuevo lucía una tremenda erección de modo que agarrando a su madre nuevamente por detrás mientras ésta permanecía a cuatro patas, se la ensartó de nuevo en todo el coño empezando a joderla salvajemente.

-¡Guarras, guarras, que sois unas guarras! –decía mi primo completamente salido mientras jodía de nuevo a su madre.

A mi todo aquello también me estaba excitando más de lo que yo hubiera imaginado y sentía mi polla a punto de reventar aunque quería aguantar para regalar a mi madre un segundo orgasmo. Ambos estábamos jodiendo a las dos maduras calentorras a buen ritmo mientras ellas se tocaban los pechos y gemían de placer. Ellas también habían cambiado los papeles y ahora era mi madre la que, inclinándose aún más, se había llevado una de las tetazas de mi tía a la boca y le estaba chupando un pezón.

-¿Os pone bien cachondos que hagamos estas guarradas entre nosotras, eh, viciosos? –decía mi tía Sofía. Entonces Artur, mientras ambos arreciábamos en nuestras acometidas en los chochos de nuestras cachondas madres, les dijo:

-Daos la lengua, calentorras. Quiero ver cómo os dais la lengua. Besaros con vicio, marranas.

Entonces ellas rieron, nos miraron con lascivia y sacando sus lenguas se las empezaron a chupar dándose un beso sin llegar a juntar los labios de modo que nosotros pudiéramos ver en todo momento como sus lenguas se chupaban mutuamente.

Ver a mi madre, toda una señora de cincuenta y tantos años largos bastante tradicional en sus costumbres y que seguramente nunca hubiera pensado en la más mínima acción lésbica, allí dándose la lengua con su cuñada mientras yo la follaba agarrado a su inmenso culo, resultó uno de los momentos más intensamente morbosos de mi vida. Además las dos maduras jamonas se daban la lengua con verdadero vicio y sin miramientos, y de hecho varios goterones de saliva iban cayendo de sus bocas hasta la alfombra en suelo mientras ellas se besaban.

La excitación era de tal grado que ninguno de los cuatro pudimos aguantar más. Mi madre estalló en un tremendo orgasmo gritando como una loca y diciendo:

-Así, hijo, así, rellénale el chocho de leche a tu madre mientras me morreo con tu tía. ¡Joder, qué gustooooo! ¡Pero qué guarra y que puta estoy hecha! ¡Qué bueno es estoooooo!

Casi en el mismo instante yo descargué toda la lefa acumulada en mis cojones dentro de su almeja mientras ella me decía:

-¡Eso es, hijo, así. Báñale a tu madre el chocho con tu lechecita! ¡Uy, pero qué gustazo; mi hijo regándome el conejo y follándome como a una puta!

Y en ese preciso instante la tía Sofía y Artur alcanzaban también el orgasmo prácticamente al unísono.

-Guarras, que sois las madres más guarras del mundo. –Les decía Artur-. Cómo me habéis puesto con vuestros tejemanejes bolleros, putonas.

-Hijo mío, qué gustazo le has dado en la castaña a la puta de tu madre –decía ella tumbada en el suelo de espaldas y con sus tremendas tetas cayéndole por los lados de sus costados-. He gozado más esta tarde que en los últimos 30 años. Vaya par de cabronazos viciosos que nos habéis salido.

-Lo bueno es que se están portando como unos viciosos calentorros con sus madres, que si lo hacen con otras tías nosotras ni nos enteramos de lo que se puede gozar con estas pollas. –Decía mi madre divertida y también recostada sobre el suelo con una de sus tetas apoyada en la alfombra-. Si hasta han logrado emputecernos a nosotras, que ya incluso nos chupamos las tetas y nos damos muerdos entre nosotras.

-Bueno, a mi no me ha disgustado –decía Sofía-. Ahora que eso sí, como dices tú, estando en este plan y con dos machos aquí jodiéndonos bien jodidas, que si no, la verdad, sólo dos tías yo creo que es muy aburrido, no siendo bolleras, claro.

Seguimos comentando alegremente todo lo sucedido y entonces Artur y yo nos llevamos una sorpresa ya que ambos pensábamos que tras la tremenda jodienda que acabábamos de protagonizar y puesto que ambos nos habíamos tirado a las dos cachondas jamonas, la fiesta habría acabado, pero ellas levantándose dijeron que la partida no había acabado y que faltaban muchas fichas por comer. Todos reímos y nosotros celebramos su magnífica disposición a seguir gozando dándoles unos buenos morreos a cada. Lo cierto es que era tremenda y ciertamente sorprendente la cachondez de nuestras madres. Ellas comentaron entre risas y mientras nos toqueteaban la polla o el culo que no les importaría tener algunos orgasmos más y seguir haciendo guarradas.

-Así que si os queda fuelle aquí –nos dijo mi tía Sofía a la vez que nos agarraba los huevos a los dos– vamos a seguir jugando, que todavía es pronto, sigue lloviendo y hoy no hay otra cosa que hacer.

-Seguro que sí nos queda fuelle, tía –dije yo-, que con lo buenorras que estáis enseguida se nos levanta otra vez, ya veréis.

  • Eso espero, cariño –me dijo mi madre a la vez que me estampaba una vez más un besazo en los labios que enseguida convertimos ambos en un buen morreo-, que me ha gustado mucho cómo has jodido a tu mamaíta, que lo sepas, cabroncete. Que no me había puesto así de cachonda ningún tío en toda mi vida. Y es que hay que ver qué guarrada más rica es esta de follar con nuestros propios hijos.

-Sí que es rico follar con la madre de uno, desde luego, da mucho gusto –le respondí yo mientras le acariciaba suavemente las tetas.- Y seguro que todavía me vas a dar más gusto; como dice la tía, esta partida hay que acabarla.

Todos reímos y ya nos sentamos dispuestos a reanudar la partida de parchís. Ya el ambiente era tan abierto y decididamente sexual, tras la última follada, que mientras mi madre agitaba el cubilete Artur le estiraba de los pezones provocando las risitas y sonoros gemidos de mi madre. A su vez, mi tía Sofía y yo nos dábamos un morreo impresionante y yo aprovechaba para manosear a base de bien sus tremendas tetazas. Seguimos jugando entre manoseos y besos. Mi madre y yo también nos dimos una buena chupada de lenguas mientras Sofía movía su ficha tras una tirada. También aproveché para acariciar la suave tripita de mi madre, que es una zona que a mí me resulta especialmente erógena. Las caricias en la tripa de mi madre, claro, fácilmente se extendían hacia abajo para terminar en la pelambrera de su coño y con mis dedos deambulando por su deliciosa raja.

Reanudar el juego nos permitió también a Artur y a mí irnos reponiendo de modo que pudiéramos dar la talla si se presentaba de nuevo la ocasión de eyacular sobre nuestras madres. Y en ese plan estábamos cuando se produjo la siguiente jugada que daba lugar a un mandato.

Yo comí una ficha de mi madre y le ordené que le pasara lefa de su boca a la de la tía Sofía sin que se cayera ni una gota. Esto implicaba que nos la tenía que chupar a uno de los dos y que de una u otra manera alguna de las dos iba a tener leche de su hijo en la boca. Este mandato volvió a poner muy caliente a Artur dada su afición por ver escenas un poco lésbicas. Mi madre decidió comérmela a mí y estuvo haciéndome una mamada espectacular a la vez que me acariciaba los huevos. Su maestría manejando la lengua era espectacular, jugueteaba con mi prepucio y me baboseaba todo el nabo de modo que en pocos minutos todos mis bajos, desde el capullo hasta prácticamente el agujero del culo estaban empapados de la densa saliva de mi madre. Además, para excitarme más, de vez en cuando se incorporaba y con la boca y la lengua empapadas de mis líquidos preseminales, me daba un morreo de impresión que hacía que mi excitación llegara a límites insospechados.

-¡Ay que ver lo guarra que es tu tía! –le decía mi tía Sofía a su hijo mientras ambos observaban visiblemente excitados el morreo guarrísimo que mi madre me estaba dando con su lengua llena de denso líquido preseminal mío. Al oír eso entonces mi madre se separó de mí y se acercó a su sobrino dándole a este un espectacular morreo también que seguro que le puso el pito como una verdadera estaca.

Tras el beso a mi primo, mi madre volvió a centrarse en mi polla prosiguiendo aquella alucinante mamada. También me acariciaba de vez en cuando el ojete, lleno como estaba de su saliva que iba resbalando desde mi cipote y huevos a lo largo de la bolsa escrotal hasta llegar a mi ano. Y así siguió mi madre mamando mi polla hasta que, sin poder aguantar más, sentí lo inevitable de mi orgasmo y eyacule en su boca soltando a la vez un sonido gutural sordo y ronco. MI madre recogió muy bien toda la leche que expulsó mi cipote en su boca. No tuvo especiales dificultades porque a aquellas alturas mi corrida ya no era precisamente una catarata aunque sí fueron un par o tres de buenos chorros lo que eyaculé. Mi madre, con mi densa crema en la boca, se incorporó y me guiñó con una lascivia y un vicio que hicieron que tuviera en ese momento unas inmensas ganas de follármela. Pero el plan no era esa, claro; las reglas del juego y el mandato hacían que tuviera que hacer otra cosa. Así que aquella jamona cincuentona que me la acababa de chupar con aquella habilidad, que había resultado tan golfa y calentorra y que era nada más y nada menos que mi madre, se dirigió a donde estaba mi tía sentada, al lado de mi primo Arturo, y le dio un buen morreo a la tía para pasarle toda mi leforra evitando que se cayera nada, según el mandato realizado. Entre las dos se repartieron mi leche y mi tía además se la tragó de forma evidente aunque a mi madre la poca que le quedó en la boca la dejó escurrir por su barbilla.

-¡Mira a esta puta! Pero si se la traga como si tal cosa –dijo Arturo refiriéndose a su madre y a lo que acababa de hacer con una mezcla de sorpresa y tremenda excitación.

-¡Pero qué rica está! –decía mi tía relamiéndose-. Cremita de jovencito. ¡Cómo para desperdiciarla! Ja, ja, ja…

-Pues ya sabes dónde hay más, cacho puerca. –Le dijo Artur con sorna apuntando hacia su polla-. Así que venga, mamá; cómemela que estoy cachondo perdido después de ver el morreo que os habéis dado, marranazas.

Entonces mi tía se amorró a la polla de su hijo y se la empezó a mamar hasta hacerle correrse también abundantemente en su boca. Artur no tardó mucho en eyacular pues la nueva escenita de besos entre mi madre y la suya con semen de por medio le había puesto tremendamente cachondo. Mi tía Sofía no lo dudó ni por un momento y se tragó toda la corrida de su hijo y sólo dejó escapar algunas gotas que se le salieron de la boca en el momento de la corrida y que resbalaron por su barbilla cayéndole en las tetas.

-Te gusta tragarte la leche de estos cerdos, ¿eh, putona? –le decía mi madre viendo la actitud tan entusiasta al respecto de mi tía.

-La verdad es que sí. Mamar pollas lo hago encantada desde siempre, os lo confieso –nos explicaba mi tía-. Me gusta meterme en la boca una buena polla de un tío, pero la verdad es que lo de tragarme la lefa siempre me ha dado un poco de asco. Sin embargo con nuestros hijos es diferente; me resulta tan morboso que ellos se pongan tan cachondos con nosotras que haría cualquier cosa con ellos. Y con todo lo que ha pasado estoy tan calentorra que trago leche y lo que haga falta, ya lo creo que sí.

Para expresarle lo que nos habían complacidos sus palabras Artur y yo tuvimos entonces la misma idea: darle a su madre un tremendo besazo y así lo hicimos. Primero le dio un buen morreo su hijo Artur, demorándose un buen rato degustando la lengua de su madre, y luego fui yo el que le dio otro buen morreo a la golfa de mi tía.

-Mira como a éstos no les importa morrearte aunque tengas sabor a polla en la boca –dijo entonces mi madre haciendo que todos riéramos.

-Son besos todavía más ricos porque se le dan a una mujer que se nota bien que es una guarra –apunté yo riendo.

En la siguiente jugada fue Artur el que encasilló una en la meta. Su mandato fue el siguiente:

-Mamá, tía Patri; vosotras me vais a chupar a dúo la polla y los cojones y tú –me dijo a mí- vete follándotelas por detrás a las dos.

Y así lo hicimos. Artur permaneció sentado en su butaca y ellas se arrodillaron frente a él. Con el culo en pompa ellas se la empezaron a chupar. Mientras una se ocupaba de la polla la otra lo hacía de los cojones de mi primo alternándose en las tareas. Por mi parte, yo las empecé a follar cambiando de chocho cada pocas emboladas. Las follaba sin embargo muy fuerte, cosa que a ambas maduras parecía complacerles especialmente y así estuvimos un rato hasta que ellas orgasmaron; primero lo hizo mi tía y en la siguiente tanda de emboladas en el chocho de mi madre fue esta la que alcanzó un orgasmo que le hizo decirme:

-Así, hijo, así; dale gusto una vez más a tu madre, que a este paso vas a ser sin discusión el hombre que más orgasmos me ha provocado en todo el mes y casi en todo el año, cabronazo.

Después de oírle a mi madre decir eso, y dado que mi aguante tras las últimas corridas era enorme, seguí jodiéndola francamente excitado y así logré que pocos minutos después mi madre tuviera un nuevo orgasmo que volvió a celebrar pidiéndome que le prometiera que la iba a follar de aquella manera por lo menos una vez al mes.

-Una vez al mes va a ser muy poco para lo mucho que gusta disfrutar de tu conejazo, mamá –le respondí a la vez que le daba una sonora palmada en su soberbio culazo.

Finalmente Artur se corrió en la boca de su madre, que se volvió a tragar la ya escasa cantidad de leche que le salía, y yo, cuando finalmente alcancé el orgasmo, eyaculé encima de las orondas nalgas de mi madre pues en el momento de correrme me apeteció hacerlo sobre su culazo. Ella misma se extendió por sus nalgas los ya exiguos goterones de semen que yo había depositado en ellas mientras me miraba con tal expresión de vicio que daban ganas de metérsela de nuevo.

Recuperados de la prueba seguimos jugando hasta que se produjo otra situación que daba lugar a una nueva prueba. Como ya la partida iba estando muy avanzada eran habituales las situaciones en las que alguno de nosotros llegaba con una ficha a la meta dando lugar así a mandatos para el resto de los jugadores. Esta vez fue mi madre la que encasilló una en la meta y nos mandó lo siguiente.

-Después de la follada de antes me apetece una guarrada tremenda que nunca me hubiera atrevido a decir y menos a vosotros, pero tal como estamos no me voy a cortar. Quiero sentirme lamida de una forma muy guarra, quiero que me chupéis todos.

-Eso lo hacemos encantados, tío –apuntó mi primo.

-Muy bien, cariño. Pues tú, Artur, me vas a comer el chocho, y tú, cacho cerda –dijo dirigiéndose a mi tía– me vas a chupar las tetas.

-¿Y yo qué te chupo, mamá?

  • Hijo, tú ya me has comido el chichi y también las tetas y me ha encantado, -entonces mi madre hizo una pausa para darle más tono dramático a lo que estaba diciendo y tras unos segundos continuó:- ahora me gustaría que me chupes otra cosa. Sólo de pensarlo me pongo calentorra a tope así que no me voy a cortar en pedírtelo porque con lo guarro que has demostrado ser con tu madre seguro que no te parece mal. Y si te parece mal o desagradable pues me lo dices ¿eh? Y lo cambio por otra cosa, pero tengo que decírtelo.

-Sí, te puede decir si lo que le mandas le gusta o no, pero tendrá que hacerlo –intervino mi primo riendo divertido-. Que el juego consiste en cumplir los mandatos, no lo olvidemos. Y esa regla es inamovible.

-Yo estoy completamente de acuerdo con eso –dije yo expectante y excitado-. Así que pide lo que quieras por esa boquita de mamona, mamá, que ya verás cómo te lo hago y con mucho gusto.

-Bueno, pues lo que queda que me chupes... es el culo. Aunque es una cerdería grandísima me apetece mucho y me pone calentorra perdida, cariño. Como dices que te gusta mucho el culo de mamá... ¿o te parece mucha guarrada?

-Nada es suficientemente guarro para hacerle a una putorra caliente como tú, mamá. Me encantará lamerte tu precioso culazo, te lo aseguro. Y ya me dirás tú si te gusta cómo te lo hago.

A mí de hecho me excitó tremendamente el mandato de mi madre pues su culo, que es sencillamente colosal, es una de las parte de su anatomía que más me atrae. Y chuparle el ojete no me desagradaba en absoluto, todo lo contrario; me parecía tremendamente morboso hacerle esa caricia en el ano a mi madre. Además me gustó, me excitó mucho y me provocó un enorme morbo el hecho de que mi madre me eligiera precisamente a mí, a su hijo, para chuparle el culo, para hacerle aquella caricia bucal tan decididamente guarra y viciosa. Y me gustó también mucho que se atreviera a pedirlo y a expresarlo de aquella manera.

Establecida la prueba nos pusimos a ello entre risas y comentarios obscenos pues la prueba que había diseñado mi madre era digna de una auténtica viciosa depravada.

Qué poco me imaginaba yo aquella tarde cuando me dirigía con ella a casa de mi tía a pasar la tarde charlando, que mi madre iba a terminar demostrando que era una auténtica viciosa y que yo me la iba a follar y a chuparle las tetas, el chocho y hasta el culo.

Mi madre se puso de pie con el cuerpo un poco inclinado hacia delante y con las manos apoyadas en sus rodillas. En esta posición nos facilitaba a todos nuestra tarea de mamones. Artur se arrodilló entre sus piernas para empezar a comerle el conejo. Mi tía se situó inclinada frente a mi madre, cuyas tetas colgaban y se balanceaban de forma muy excitante, y le empezó a chupar los pezones diciéndole:

-¡Serás guarra, mira que querer que otra mujer te chupe las tetas!

-A ti sola no te lo pediría, ni me apetece que me lo haga ninguna otra, pero estando estos dos marranetes, tu hijo y el mío nada menos, dándome placer seguro que tengo más gusto todavía si me tú me chupas las tetas. Así que venga, marrana. ¡A comerme los pezones!

-Sí, sí, que te las chupe –decía Artur entusiasmado con la nueva escena lésbica entre su madre y la mía.

Yo por mi parte me situé detrás de mi madre cuyo culazo quedaba decididamente en pompa dada su inclinación hacia delante. Se lo amasé un poco, le di unos besos en las nalgas y empecé a pasarle la lengua por el canal que divide su delicioso trasero en aquellas dos fabulosas semiesferas de carne para luego ya detenerme en su agujero marrón y empezar a chupárselo con ganas. Mi madre enseguida empezó a suspirar de gusto mientras nos dirigía frases decididamente obscenas que nos ponían más cachondos a todos. A mí me decía:

-Así, amor mío, así. Chúpame bien el ojete, cariño, que me das mucho gustito. Disfruta del culito de mamá. Así, así. Méteme la lengua en el culo que me vuelvo loca de gusto. Bien dentro, y lame, lame bien el agujerito del culo de tu madre con esa lengua de vicioso que tienes, cariño. ¡Ahhh, qué gustito le estás dando en el culo a mamá!

Finalmente el tratamiento conjunto de los tres y especialmente el trabajo de Artur en su almeja hicieron su efecto y mi madre terminó experimentando un tremendo orgasmo con gran placer.

-Ah, cabronazos, qué gustazo más grande me habéis dado los tres. Y qué puta y qué guarra me siento, pero cómo me gusta...

Todos reímos y Artur le dijo a su madre:

-Me encanta verte liada con otra tía, mamá. Eso ya me demuestra que sois las más putas que conozco... y desde luego me gusta tener a mi disposición a dos putorras tan guarras.

Mientras Arturo hablaba así con su madre, la mía me estaba agradeciendo mi trabajo en su ojete con un profundo beso de lengua que yo degusté encantado.

-¿Te gusta besarme la boca con sabor a culo en mi lengua, mamá? –Le dije yo morbosa y provocadoramente.

-Ya lo creo, cariño. Me encanta y me pone muy cachonda besar tu lengüita, nada menos que la lengua de mi hijo que hace nada ha estado metiéndose en mi culo. Es tan cerdo que creo que si me tocas un poco la pepitilla ahora me corro otra vez como una cerda.

Recogiendo las palabras de mi madre le metí entonces mano en el coño buscando su clítoris, que es a lo que ella se refería llamándole “pepitilla”, se lo acaricié un poco y, en efecto, mi madre prorrumpió en otro tremendo orgasmo que hizo que se abrazara a mí más fuerte y que me volviera a morrear con inusitada fuerza, rechupeteándome y casi mordiéndome la lengua.

-¡Cabronazo, cómo sabes tratar a la puta de tu madre! –Me dijo ella cuando ya nos sentábamos, una vez acabado aquel salvaje morreo.

Proseguimos la partida y tras unas pocas tiradas Artur encasilló una nueva ficha en su meta con lo que se acercaba al triunfo final pues ya llevaba tres. Como mandato, y para darle gusto a su vena de voyeur de escenas entre mujeres, les mandó a su madre y a la mía que se acariciaran y se comieran las tetas una a la otra y a mí que me hiciera una paja junto con él mientras observamos la escenita. A mi madre no le desagradó la idea en absoluto y mi tía también la aceptó de buen grado. Nosotros permanecimos sentados en nuestros sitios tocándonos nuestras pollas y ellas empezaron a sobarse las tetas. Mi madre le metió un buen magreo a mi tía y luego le empezó a chupar los pezones con ganas. A esas atenciones respondió mi tía de igual manera y ambas debieron disfrutar pues aunque no llegaron a tener ningún orgasmo, sí que gozaron y desde luego se calentaron más de lo que ya estaban. Quien sí se terminó corriendo fue Artur ya que la escena entre ambas maduras lo llevó al colmo de la cachondez y su paja acabó siendo casi frenética. Sin duda las escenitas entre mujeres son uno de sus vicios, especialmente si implican a su madre. En el momento próximo a eyacular Artur se incorporó y mientras finalizaba su paja furiosamente, se situó muy próximo a las dos maduritas y su chorro de semen lo dirigió a ambas aunque curiosamente fue a caer sobre el culo de su madre. Yo no acabé eyaculando pues mi última corrida era muy reciente, aunque también disfruté tanto de la escena como de la paja, aunque no la llegara a culminar.

La siguiente en meter una ficha en su casa fue mi madre. Como estaba cachonda perdida por el bollo anterior con mi tía, dijo que a estas alturas y con todo lo que había pasado no se iba a cortar ni un pelo y nos mandó que la folláramos los dos uno detrás de otro.

-Tengo el chocho ardiendo y necesito mucha polla –decía mi madre completamente cachonda y desconocida.

-¿Y a la tía Sofía qué le mandas? –le dije yo mientras le sobaba una nalga y le metía la dedo índice en el culo.

-Que os la chupe mientras el otro me está follando para que la tengáis bien dura y me deis gustazo en el conejo. Venga, hijo, empieza tú follándote a la guarra de tu madre; así tu tía podrá chuparle bien la polla a Artur, que ya has visto que le gusta la leche de su hijo.

-Vas a ser tú la que me folle a mí, cacho guarra. – Entonces le indiqué a mi madre que mientras yo permanecía sentado en el sofá ella se sentara de cara sobre mí metiéndose mi polla en su encharcado coño. Así lo hicimos y entonces ella empezó a botar sobre mi polla haciendo que sus bonitas tetas saltaran excitantemente ante mi cara.

Mi madre tuvo dos orgasmos mientras follábamos antes de que yo eyaculara. Sin duda estaba completamente cachonda, experimentando una especie de ataque de ninfomanía.

-Soy una grandísima puta que folla hasta con su hijo –decía completamente embriagada de vicio y placer tras disfrutar del segundo de los orgasmos que tuvo en aquella follada conmigo.

Luego Artur, que no se había corrido con la mamada que le estaba regalando su madre, le dijo a mi madre que se pusiera en el suelo a cuatro patas y la jodió así, proporcionándole otro par de orgasmos antes de que él se corriera dentro de su peludo conejazo.

Tras esta prueba, como ellas estaban más que lanzadas y casi se diría que poseídas por un furor uterino, seguimos jugando y la siguiente vez fue Artur el que en una jugada doble nos comió ficha a su madre y a mí. Con esta jugada las posibilidades de ganar de su madre y mías casi desaparecieron ya que Artur ya contaba con tres fichas en la meta, mi madre y yo con dos pero ahora, con este revés yo tenía que volver a hacer el recorrido entero con una de ellas. Por otro lado, en lo que toca al mandato, a Artur le salió una cierta vena sado y diciendo que después de todo lo que habíamos mamado y jodido teníamos que hacer algo diferente, me ordenó a mí que le diera unos cachetes en el culo a su madre y a ella que se dejara azotar.

Más con risas que de otra manera, mi tía Sofía se tumbó sobre mis muslos con el culo en pompa y yo le empecé a dar unas palmetadas en su orondo trasero. Tanto Artur como mi madre, que también demostró tener cierto gusto por el sado, me instaban a que le diera más fuerte y yo fui arreciando algo en mis cachetes mientras mi tía comenzaba a quejarse entre risas del tratamiento que le estaba aplicando, aunque en ningún momento la cosa llegó a ser un verdadero castigo sino más bien una broma.

-Eso es por puta –le decía Arturo a su madre riendo.

-Dale fuerte a esa guarra, hijo. –Me animaba riendo mi madre mientras la muy cachonda se acariciaba el chocho.

Cuando mi tía tuvo las nalgas ciertamente rojas dimos por concluida la prueba entre las risas de todos y la cachondura de mi madre y de Artur a los que la prueba parecía haberles gustado especialmente.

En la siguiente jugada yo comí la ficha de Artur que aún tenía sin encasillar y le ordené que le chupara el culo a mi madre. Ella sonrió viciosamente con mi orden y se puso a cuatro patas delante de su sobrino diciéndole:

-Venga, sobrinito; repásame el ojete con esa lengua de vicioso que tienes; dale gusto a tu tía en el culo, anda.

Así lo hizo mi primo, desde luego y mi madre disfrutó mucho con esta nueva caricia íntima en su agujero anal. Mientras mi primo le lamía el ano ella no dejaba de darle instrucciones a cada cual más morbosa:

-Más dentro esa lengua, sobrinito. Así, así. Ahora toda la raja, de arriba abajo. Ummmm… Bien, así, así… Ahora otra vez el agujerito, ahí, ahí. Lame, lame bien el ojete, déjamelo bien limpito.

Con semejante escena mi tía y yo también estábamos cada vez más calientes y entre morreo y morreo le empecé a sobar el chocho dándole un enorme gusto mientras contemplábamos la escenita de su hijo y mi madre. Ella a su vez me sobaba con toda la palma de la mano mi húmedo prepucio y el escroto dándome un gusto fabuloso.

Tras un rato en aquel plan dimos la prueba por concluida y nos aprestamos a finalizar aquella partida pues se veía que en pocas tiradas bien mi madre o bien mi primo se iban a alzar con la victoria.

Pero quiso el azar que yo le volviera a comer una ficha a mi madre y entonces, instancias de mi primo, fijé como mandato que se dejara encular por Artur y por mí mismo.

-Con el trabajito anal que le he hecho antes con la lengua –aducía mi primo- esta zorra tiene el culo en perfectas condiciones para que se lo penetremos. Y no me digas que no apetece disfrutar del culazo de la zorra culona de tu madre.

-Ya lo creo –asentí yo completamente excitado una vez más ante la perspectiva de penetrar analmente a mi madre y disfrutar así de su maravilloso y atractivo traserazo.

Mi madre entonces planteó una cierta resistencia ya que dijo que era virgen del culo y que le dolería pero fue más bien de cara a no aceptar rápidamente mi mandato que una resistencia real pues sin demasiada insistencia, y ya riendo, mi madre acabó aceptando pagar prenda con la penetración anal, aunque sí que nos pidió que antes de encularla ambos le comiéramos el culo para dejárselo blandito y apto para la penetración. Nosotros, por supuesto, aceptamos su condición.

-Y bien ensalivado me lo tenéis que dejar, eh? –insistía ella-. Así que venga; antes de meterme la polla a meterme la lengua bien babosa y bien dentro.

Así lo hicimos gozando los tres también enormemente de aquella caricia en el ano de mi madre. Ella por evidentes razones y nosotros porque a los dos nos encantaba lengüetear y comernos el delicioso culo de mi jamona y cachonda madre.

Tras un rato de intenso rechupeteo alterno en el culo de mi madre, mi primo dijo:

-Venga, desvírgale el culo a la puta de tu madre. La ficha se la has comido tú, pero es que además eres su hijo y tuyo tiene que ser el honor de disfrutar el primero de penetrar ese tremendo culazo.

Los tres reímos y mi madre entonces me dio un humedísimo beso con lengua para acto seguido ponerse con el culo en pompa apoyada en el brazo del sofá ofreciéndome todo su flanco trasero para que la penetrara. Me agarré a sus caderazas, me incliné hacia adelante para besarle en el cuello y decirle al oído aunque de forma que todos lo pudieron oír:

-Mamá, voy a disfrutar una barbaridad follándote por el culo, y espero que a ti también te guste.

-Claro que me va a gustar, mi amor. –Respondió ella girando la cabeza y ofreciéndome de nuevo la lengua para darnos un nuevo beso-. Yo disfruto mucho de tu polla me la metas por donde me la metas, cariño.

Apunté mi nabo hacia su ojete y comencé a apretar. No cabía duda de que mi primo y yo habíamos hecho un muy buen trabajo de lengua ensalivando el ojete de mi madre porque lo cierto es que mi polla, aunque es relativamente gruesa, empezó a entrar sin excesiva dificultad y, lo que es más importante, sin dolerle en absoluto a mi madre. Cuando todo el prepucio estuvo alojado en su ojete, mi madre soltó un sonoro suspiro y dijo:

-Muy bien, mi amor, lo estás haciendo muy bien. Sigue, sigue, métesela hasta el fondo en el culo a la guarra de tu madre. Ummmm…

Una vez alojado por completo en el recto de mi madre comencé un muy suave mete saca para que su culo se fuera acoplando a la follada. Su culo apretaba con fuerza mi polla produciéndome un enorme placer acrecentado de manera exponencial por el hecho de tratarse nada más y nada menos de que fuera el culo de mi madre el que estaba penetrando. Fueron unos cuantos minutos de meter y sacar suavemente, disfrutando de todo el recorrido de mi polla en el interior del culo de mi madre.

En un momento dado mi madre dijo:

-La verdad es que hace unas cosquillitas muy ricas. No es como por delante pero tampoco está mal. Y si a vosotros os gusta metérnosla por el culo, no nos vamos nosotras a negar...

Seguí follándola por el culo durante un buen rato aún a ritmo creciente aunque cuidando siempre que a ella no le causara daño. Sus gemidos me indicaban que no era así y que de hecho mi madre estaba disfrutando de la penetración anal. Finalmente, y con enorme placer, me corrí en el recto de mi madre mientras ella gritaba de júbilo y mi tía y mi primo nos aplaudían.

-Así, así; qué bien, con todo el culo lleno de la lechecita de mi hijo –decía mi madre cachonda perdida.

Tras sacarle yo la polla del culo y darme un soberbio morreo con mi madre felicitándonos mutuamente por la enculada que acabábamos de protagonizar, fue el turno para mi primo.

-¿No te importa meterme la polla en el culo aunque lo tenga lleno de la lefa de tu primo, Arturo? –Le preguntó mi madre con un brillo de lujuria en la mirada.

-En absoluto, me encanta. Y seguro que así lo tienes más lubricado y a ti te gustará más, zorra. –Y dándose un beso lleno de saliva se dispusieron a la enculada. MI madre se situó de nuevo con todo su culazo en pompa y apoyada en el brazo del sofá y Artur detrás de ella le empezó a meter la polla por el ano con precaución y a la vez disfrutando de la penetración. La polla de mi primo es más larga que la mía aunque algo menos gorda y eso hizo que su penetración fuera aún más sencilla que la mía en el ojete de mi madre. Enseguida los dos estaban follando a buen ritmo y mi madre gemía y gemía como una gata en señal inequívoca de que todo aquello no le molestaba en absoluto. Yo por mi parte me puse delante de ella y le di la lengua a lo que ella respondió sacando su larga y húmeda lengua para morrearnos mientras mi primo la sodomizaba. La follada anal duró un buen rato y finalmente mi primo se corrió en el culo de mi madre mientras ella lo festejaba satisfecha diciendo:

-Ummm… la leche de estos dos cerditos en mi culo. Mi hijo y mi sobrino descargando su lefa en mi ojete. ¡Si es que esto es la hostia, joder! ¡Qué guarra soy y cómo lo disfruto!

No le dejamos seguir hablando porque tanto mi primo como yo nos lanzamos a morrear con ella alternativamente degustando su boca y su lengua de zorra viciosa, besos éstos a los que mi madre respondía con enorme vicio y lascivia, dejando que enormes cantidades de densa saliva resbalaran desde su boca hacia las nuestras y cayendo por entre sus tetas y sobre nuestros pechos. Tras un rato de este morreo descontrolado y baboso en grado sumo ya proseguimos la partida, a la que ya no debían quedar muchas jugadas. Aún así un par de tiradas más adelante mi tía me comió una ficha a mí.  Como prueba me mandó que me masturbase sobre la cara de mi madre; ésta le dijo entonces que de acuerdo y que le encantaría ver cómo su hijo se pajeaba frente a ella pero que no iba a estar de mientras mirando como una pavisosa y que por lo menos sería ella la que me cascase la paja. Mi tía estuvo de acuerdo en que la prenda se pagara así y así lo hizo mi madre, pajeándome con toda la mano bien húmeda y dándome unos frotes de alucinar en el prepucio y en toda la polla, así como en los huevos. Mi madre sabía manejar una polla, de eso no hay duda. Tras una primera fase de manoseo húmedo y baboso por todo el tallo y los huevos, ya se centró en el capullo y me lo estuvo frotando con sus manos llenas de de densa y caliente saliva, pues se escupía continuamente en ellas  hasta que me corrí sin remisión encima de ella dejándole la cara llena de mis ya ciertamente pequeños goterones de semen. Por cierto, que ella recogió con sus dedos aquellas breves gotas, se las llevó a la boca y acto seguido me plantó un morreo tremendo degustando los dos con nuestras lenguas mi semen. Estuvimos así morreando un breve ratito mientras yo le sobaba las tetas.

-Esto es para que veas cómo sabe la boca de una puta, cariño. –Dijo ella riendo cuando finalizábamos el caliente y lefoso morreo.

Cuando continuamos la partida, en la siguiente jugada fue mi madre la que metió una ficha en su casa con lo que dejaba la partida en franquicia para ella o para Artur pues ambos tenían tres fichas en la meta. Al encasillar esta ficha en su casa, le ordenó a Artur que enculara a su madre mientras yo le comía a ella la castaña.

-Así no seré yo la única que ha probado hoy cipote por el culo –decía mi madre divertida.

Así lo hicimos de modo que Artur pudo disfrutar de haberse follado el culo de ambas putonas mientras seguía las indicaciones de mi madre, a la que ahora le apetecía que le comiera la almeja mientras veía cómo Artur le daba por el culo a su madre. La prueba se desarrolló con normalidad; mi tía acabó gozando con la enculada, Artur se corrió por segunda vez en un agujero anal, esta vez el de su viciosa madre. Por su parte mi madre alcanzó un tremendo orgasmazo con mi comida de chocho mientras veía a Artur encular con ganas a la suya.

Cuando la prueba finalizó yo hice una alusión al desvirgamiento anal de mi tía Sofía pero esta me corrigió riendo y revelándonos que aquella no había sido su primera experiencia anal.

-Mi culo ya lo han visitado antes otras pollas…

-Eso nos lo tienes que contar con detalle, tía –Le dije yo.

La utilización del plural además nos llenó de sorpresa y excitación, claro, y su hijo también le demandó una explicación más detallada. Mi tía se rió sonoramente y nos prometió dárnosla aunque dijo que eso sería en otra ocasión, que ahora lo que tocaba era seguir jugando al parchís hasta acabar la partida.

Cuando proseguimos la partida, al de pocas tiradas Artur, que había hecho un recorrido sensacional, metió su cuarta ficha en la meta y con ello ganó el juego. Como ya estábamos cansados y bien satisfechos todos, la última petición del ganador fue que al día siguiente fuéramos a una playa nudista y ellas tendrían que pasar la tarde en la playa en pelotas. Ellas estuvieron de acuerdo y así lo expresaron entre risas. Y con ello dimos la excitante partida de parchís por concluida.

-Me pone caliente que otros hombres vean también desnudas a este par de putas –dijo mi primo mientras les sobaba el culo a las dos.

-A mí también – afirmé yo.

-¿De verdad, chicos? –Intervino mi madre-. ¿No sois celosos, no os importa que nos vean otros hombres las tetas y el coño?

-Todo lo contrario, mamá. Nos excita mucho compartiros con otros hombres.

-¡Uy qué chicos más cerdetes! –contestó riendo y haciendo que todos riéramos.

-Aquí además hay mucha carne para un solo hombre –le seguí diciendo yo a mi madre mientras le sobaba su gordo culazo.

-Eso, hijo, ya lo he pensado yo últimamente muchas veces, no creas, ja, ja, ja… -Fue su cachonda respuesta antes de darme, una vez, un beso lleno de saliva y vicio.

Finalmente, y antes de irnos a casa, todos nos duchamos pues, sobre todo ellas, estaban de semen hasta las orejas. Nos duchamos cada hijo con su madre y la escena de ducha también fue muy divertida entre enjabonamientos y sobeteos de lo más intensos y profundos para dejarle bien limpios todos sus agujeritos y ellas para hacer lo propio con nuestras pollas, todo bien acompañado de morreos intensos mientras el agua caliente resbalaba por nuestros cuerpos. No obstante, en la ducha ya no hubo más sexo porque bien se puede decir que aquella tarde ya estábamos todos con el cupo completamente cubierto en lo que a placer sexual se refiere.

Tras la ducha, mi madre y yo nos vestimos y, tras una tanda de profundos besos a modo de despedida, yo con mi tía y de mi madre con su sobrino, nosotros ya nos fuimos de regreso a nuestra casa.

Sin embargo para mí no acabó ahí la jornada pues al llegar a casa el paseo me había devuelto el vigor sexual. Bueno, el paseo y también la conversación con mi madre, pues durante todo el trayecto, claro, fuimos hablando de la experiencia vivida y de sexo y yo no dejé de decirle lo mucho que había disfrutado y lo mucho que ella me gustaba como hembra. Ella reía divertida y halagada y me iba haciendo preguntas llenas de morbo y provocación. Me preguntaba qué me habían parecido sus tetas cuando se las vi por primera vez tras el correspondiente lance de la partida, qué me parecía su peludo coñito, si me gustaban sus piernas y sus muslos, qué tal pensaba que besaba, qué era lo que más me gustaba de ella, etc. etc. Fue un paseo y una conversación de lo más caliente y claro, llegué a casa calentorro como una antorcha. Entonces, nada más entrar y darnos otro morreo tremendo en el que estuvimos besándonos seguramente 5 minutos o más, ya le planteé a mi madre lo que me gustaría follarla de nuevo por el culo. Entonces ella, volvió a darme su larga y húmeda lengua y por toda respuesta se desnudó completamente, me cogió de la mano para llevarme a su habitación matrimonial y allí se subió a la cama colocándose a cuatro patas, me miró con esos ojos de vicio intenso que esa misma tarde había descubierto en ella, y me ofreció su gordo culazo para que la sodomizara.

-Aquí tienes mi culito, mi amor; que se que te encanta el culo de mamá. Disfruta de él todo lo que quieras, cariño. Goza con mi gordo culazo cuanto quieras, hijo mío. Y hazle sentir a tu madre lo puta y guarra que es.

Tras sus excitantes palabras le di un intenso beso y seguidamente, situándome a su popa, le chupé el ojete un buen rato provocándole con ello un gran placer, pues a la muy guarra le encanta que le coman el culo. Después de la larga comida de culo se la metí en su precioso ano con gran placer, en el culo de la cachonda de mi madre. Más excitante no podía resultar la sodomización que cuando se experimenta con una madre tan viciosa y cachonda como descubrí aquella tarde, gracias al juego del parchís, que era la mía.

Y así acabó aquella maravillosa jornada de calentísimo juego de mesa en familia.

FIN DE LA PARTIDA