Tarde de sexo y cuernos con el monitor del Gym

Rafa, perdóname pero todo el mundo sabe que eres el cornudo número uno del Gym

Nunca pensé que ofrecería a mi mujer a otro hombre. Ni se me había ocurrido.

Somos lo que se llama una parejita madura, aunque yo prefiero decir experimentada. Me llamo Rafa. Metro ochenta y ochenta kilos bien repartidos, que mí trabajo me cuesta en el gym. Soy rubito y bastante velludo. Mi pareja se llama Sara y es un pibón. Metro setenta y unos sesenta y cinco kilos donde destacan dos tetas bien duras y tiesas con dos pezones siempre a punto de traspasar la tela que los cubre. No son naturales, pero son una obra de arte del cirujano que los operó.

Siempre habíamos tenido muy buen sexo y disfrutado mucho en la cama, tanto que me había dado dos preciosos hijos. Después de la operación de aumento de pecho Sara cambió un poco. Tenía mucha más marcha. ¡Ya sabéis! Nunca tenía suficiente con los polvos que echábamos. Muchas veces, después de haber echado uno o dos, tenía que practicarle sexo oral o darle dedo para que se corriera alguna vez más. Otras tantas, sacaba sus juguetes y acababa dándose placer ella misma, (normalmente con una polla negra realista de goma de más de veinte centímetros, su favorita). Yo lo notaba, necesitaba más marcha. Lo que se dice normalmente, no estaba bien follada, aunque nunca me decía nada.

Fue entonces cuando empezamos a acudir al gym. Como nuestro negocio nos permite tener flexibilidad de horarios, íbamos a hacer nuestras rutinas cuando podíamos y no siempre los dos juntos. Ella siempre iba por las mañanas y yo, la mayor parte de las veces, por la tarde.

Allí fue donde me enteré de que Sara me la estaba pegando con uno de los monitores de fitness: Sergio. No sé qué le había visto, la verdad, porque el tío era la antítesis del macho que le gustaba a Sara. Alto, arrogante y bastante narcisista. Siempre marcando bíceps y mirándose en los espejos. Luego supe que su gran atractivo era el enorme miembro viril del chaval: una verga de unos veinte centímetros, tiesa y dura que volvía locas a todas las "mamis" del gym. Era "vox populi" que Sergio se cepillaba a todas las milfs que se le insinuaban y entre ellas mi mujer, Sara, deseosa de sentir en su vagina una polla más grande que la de su marido. Aunque mí relación con Sara era muy franca, el hecho de que ella no me hubiese dicho nada sobre su relación extramarital hizo que yo tampoco le dijera nada. En ocasiones, mientras le hacía el amor, la miraba pensando si ella estaba conmigo o soñaba con el tal Sergio. En otras ocasiones era yo quien fantaseaba pensando, mientras le comía el coño a mi chica, si estaría babosito de la leche del chaval. Los cuernos de Sara cada vez me ponían más cachondo.

Parece ser que, aunque Sergio tenía un buen polvo, el monitor de gym no la satisfacía plenamente, así que mi Sara se buscó un nuevo macho que la dejara satisfecha. El elegido fue un yogurín que nos traía la compra del super a casa. Kevin, que así se llama el niñato, es el típico chaval de barrio, lo que muchos llaman un cani. Alto, fibrado y rapadete, también lo conoció en el gym, y acabó tirándoselo en uno de los lavabos de los tíos. Luego, prosiguieron las sesiones en nuestra casa. El chico llegaba, dejaba los paquetes y aprovechaba para descargar sus pelotas en el coño de mi mujer. Parece ser que Kevin la tiene muy grande y gorda, pero el tío tiene poco aguante y claro, eso no le gustaba demasiado a la zorra de Sara. Para eyaculadores precoces, piensa ella, ya me quedo con la pichita de mi marido. Todo cambió cuando llegó Mamadou, un chaval africano al que contratamos como jardinero. Fue como meter en casa una máquina sexual. Dotado de un miembro viril de monstruosas proporciones y un aguante de maratoniano del sexo. Con él se destapó mi más que evidente cornamenta: encontré un día a Sara follando en nuestra habitación, corriéndose como una zorra vulgar empalada por el jardinero y con restos de esperma por todo el cuerpo. Ese día también descubrí mi bisexualidad: nada más correrse en el chocho de Sara, cuando el chico la desempaló, la visión del coño abiertísimo de Sara y todo aquel semen saliendo de sus entrañas, me hipnotizaron y acabé amorrándome a la almeja de mi esposa y relamiendo el fruto de la corrida del negrito. Después, ya lanzado, le comí la polla al chico, lubricándosela bien para que continuara dándole nabo a mi querida mujer.

El sentirse tan bien follada por el africano, creo que despertó la libido y la autoestima de Sara, quien no veía tío que no la pusiera cachonda, al menos un poco. También alguna que otra tía: se lo acabó montando con una compañera del gym, como no, una chavalita muy mona, morena, con el pelo largo y ojos claros, que tenía unos melones naturales más grandes que los de mi esposa. Se comieron el coño, se dedearon, hicieron la tijerita y todo lo que os podéis imaginar, me contó después Sara satisfecha.

Aquel día, no sé por qué, Sara no había acudido a su cita matinal en el gym y quien sabe si con el cabrón de su monitor. Después de comer me comentó que vendría conmigo al gimnasio. Yo seguí con mis cosas y cuando llegó la hora, Sara comenzó a meterme prisas. Hice la bolsa como pude y nos fuimos al gym.

Sara ya iba cambiada: mallas cortas blancas y un top azul eléctrico cubriendo sus perfectos melones, sin ropa interior claro, lo que le marcaba todo el potorro. Cuando llegamos yo me fui para el vestuario y ella directa a las máquinas.

Cuando entré en el vestuario me encontré con Vicente, uno de los chicos que trabaja como personal trainning. Es un joven bastante normal. Moreno, más bajo que yo. Físicamente guapo, trabajado, aunque no es como Sergio y destaca por su amabilidad. Siempre está atento a todo el mundo, aunque no seas su pupilo. Supuse que había acabado con algún cliente y se estaba cambiando.

- Joder , dije cabreado. Me he dejado el short .

- Jajaja , se rio el chico. Sal en gayumbos a ver qué te dicen las churris.

- ¿No tendrás un pantalón para prestarme? respondí a sus risas.

- Lo siento Rafa , me dijo, no pretendía reírme de ti. A mí me ha pasado lo mismo y un compañero me ha dejado los suyos. Están un poco currados por él y por mí. Sí no te importa te los dejo.

- ¿No sé disgustará tu compañero?

-¡Que va!. Es un tío súper enrollado. Igual lo conoces. Se llama Sergio y viene siempre de mañana.

- Claro que le conozco. Es el que se folla a mi mujer.

  • Joder Rafa. No lo sabía, dijo con poca convicción. ¿Quién es tu mujer?

- Se llama Sara y viene siempre por la mañana , aunque él lo sabía perfectamente.

- La conozco. La piba de las trencitas. No te ofendas Rafa, pero tu mujer está pero que “mu rica”. No sabes lo mucho que envidio a Sergio por poder cepillársela. Y más sabiendo que la tía es una fiera en la cama.

- Eso va contado tu compañero

- Rafa me caes muy bien y no quiero importunarte, pero por lo que cuenta Sergio tu mujer es una auténtica puta en la cama.

- Vamos, que tú te la tirarías también.

  • Ojalá pudiera tío. Tú chica es un pedazo de hembra y a mí me encantaría darle caña, agarrarle las tetorras mientras le doy polla por el conejo y el summum sería darle toda mi leche en la boquita.

- Vicen, te has empalmado tío, te has puesto cachondo soñando con una guarra, explicando cómo te la gozarías a su marido

- Rafa, perdóname, pero todo el mundo sabe que eres el cornudo número uno del gym .

- Lo sé. Pero no me importa si Sara es feliz .

- Eres increíble Rafa. Tienes un pibón en casa y dejas que se lo monte con un creído como Sergio. Sólo me falta oírte decir que te gustaría ver cómo se la cepilla .

- Tengo una idea mejor. Vicen, ¿Quieres follarte a mi mujer? ¿Te gustaría? Sólo pondré una condición. Quiero ver cómo lo hacéis . Ella seguro que lo está deseando.

- ¡Estás loco Rafa! Claro que me gustaría trincarme a Sara. Me importa un pimiento si tú quieres mirar. Como si quieres comerme la polla tú también, a los cornudos os gusta catar la verga que se folla a vuestra mujer, ¿no?

- Vamos a buscarla y nos vamos a mi casa

Entré en la sala de fitness y le dije Sara que me había dejado la ropa en casa. Que había contratado a Vicen, para lo que fuera, en casa. Ella accedió fácilmente, haciéndome un gesto pícaro En alguna ocasión ya me había comentado que le gustaba físicamente el chico pues lo conocía de su trabajo con alguna de las mamis del gym. Le gustaban sus ojos verdes y el paquete que marcaba.

Nos subimos los tres en mi todoterreno, sabiendo los tres qué íba a suceder. Ellos se subieron en la parte de atrás y comenzaron a conversar. Yo miraba por el retrovisor y podía ver perfectamente la tienda de campaña en el short de Vicen, hecho que tampoco pasaba desapercibido a mi esposa, quién respondía acariciándose un pecho de tanto en tanto, llevando su mano hacia su zona púbica y posando la mano en la pierna del chico cada vez más cerca de sus atributos. Sara abría cada vez más sus piernas para enseñarme como de mojadas tenía ya las mallas.

Utilice la vieja táctica de dar un buen rodeo para llegar a casa. Una cosa que nunca falla. Así, el ambiente se fue caldeando. Sara aprovechaba para enseñarle a Vicen lo que trabajaba en el gym y de paso mostrarle sus formidables atributos de hembra. Vicen debía tener la polla a reventar pues continuamente se tocaba el aparato intentando disimular el empalme, sin atreverse a meter mano a la zorra de Sara. Al final, Vicen ya requemado me dijo de ir a un rinconcito muy escondido que conocía: una cala que casi nadie conoce y dónde trabajar al aire libre.

Al llegar a la cala, efectivamente, no había nadie. El clima era perfecto, pero yo para animar el cotarro me quité la camiseta fingiendo calor y animé a nuestro monitor a hacer lo mismo.

-¡Qué cuerpazo tan bien currado tiene Vicen!, verdad Sara , dije yo.

- Como el de un Dios griego , rió Sara.

- Tú tampoco estás nada mal Sara. Sí me lo permites, me encantan tus pectorales .

- Tus grandes tetas. Dije yo, mientras le hacía un claro gesto de invitación a meterle mano.

- Eso es , dijo Vicen y alargando una mano empezó a acariciar uno de los pechos de Sara mientras que con la otra hacía ese gesto tan típico de los tíos de sobarse el paquete

Hasta ese momento Sara había permanecido bastante pasiva, aunque estaba claro que deseaba tener sexo con aquel chaval y más si era delante mío.

- Veo que te va la marcha. Vicen . Dijo Sara

- Con una tía buenorra siempre, cariño .

- Hasta dónde te va la marcha, guapo , continuó preguntando mi mujer a la vez que de sus húmedos labios se escapaba el primer suspiro de placer.

- Joder que pezones tiene la piba. Tú pones los límites , contestó el chico.

- No te importa que esté mi marido

-Sara, todo el mundo en el gym sabe lo cornudo que es.

-Es cornudo y obediente, Vicen.

-Sácate ya las tetas nena, soltó Vicen

La mano que amasaba el seno de Sara paró y Sara tiró de los tirantes del top hacia abajo dejando al aire sus perfectos melones, rematados por dos enormes y puntiagudos pezones.

No se lo pensó dos veces el chaval y se tiró como un lobo sobre aquellas tetas deliciosas. Con qué ganas chupaba el tío. Mientras tanto, Sara había pasado a la acción: metiendo la mano por el short del monitor de gym, buscando abarcar con su mano toda la picha que calzaba el chaval.

- Como chupas, tío. Estoy deseando abrirme de piernas y disfrutar de esa lengua en mi chumino.

-Como tengas el coño como las tetas, voy a salir bien alimentado hoy

-Rafa no veas el nardo que tiene el niño, me dijo mi esposa. Lo que me he estado perdiendo. A tí seguro que también te va a encantar .

- La quieres ver bien Sara , dijo Vicen mientras se bajaba el short hasta los tobillos.

- Tienes una polla preciosa nene , le halagó mi mujer mientras se la descapullaba. Rafa, ven a aquí y trabájasela para que esté a punto cuando la necesite en mi coño .

Obedecí la orden de Sara. No podía negarme.

- Esperad , dijo el chico. Vamos a ponernos un poco más cómodos. Sácate las mallas Sara, quiero comerte ya el conejo, te tumbas en la toalla y luego Rafa me la come

Así hicimos. Sara se sacó las mallitas empapadas y se las tiró a la cara a Vicen. El chaval no dudó ni un momento en olisquearlas y sacando la lengua, la pasó por toda la zona mojadísima que correspondía con la parte en contacto con el coñito de Sara. Con la hembra espatarrada en la toalla, Vicen se puso a cuatro patas entre sus piernas y comenzó a pasar su lengua por toda la vulva de mi mujer. ¡Como le comía la rajita! Sara estaba en celo. Con una mano apretaba la cabeza del chico contra su coño y con la otra se acariciaba las tetas, pellizcándose los pezones.

Madre mía!, ¡Como chupa este tío Rafa!.

- Te vas a correr amor , le dije yo.

- Ufff, síii, dios mio, estoy muy cachonda, me viene ya, no aguanto más .

Sara acababa de correrse en la boca de nuestro amigo, sin haberme dado tiempo a catar la polla del chaval. Se regiró en la toalla, haciendo tumbar de espaldas al chico. Tumbado boca arriba, con el pene apuntando al cielo, Sara se tiró como una loba a comérsela y yo hicé lo mismo. Estuvimos un rato alternando en nuestras bocas el cipote de Vicen, que estaba demostrando tener un buen aguante, aunque de vez en cuando la dejábamos para morrearnos entre nosotros.

- Parad los dos, cabrones, vais a hacer que me corra. Ven aquí Sarita , dijo Vicen. Ponte a cuatro patas y cómete la polla tú sola. Tú Rafa, fóllatela, dale bien duro por el coño .

Este chaval sabía lo que hacía. Estaba convencido que no era el primer trio que hacía. Me coloqué tras el culo de Sara. ¡Qué bonita estaba la empapada raja de mi mujer!¡Qué culazo tiene la muy guarra! ¡Qué cachondo me puso! Coloqué la punta del capullo a la entrada del coñito y de un solo golpe de cadera le metí el rabo hasta el fondo de su útero. Ella empezó a menear el culo mientras me miraba con cara lasciva. Vicen le giró la cara para que viera la tranca que le había plantado ante su cara. Con su mano, abrió la boquita de mi mujer y agachándose ligeramente, el monitor, en un gesto muy obsceno, escupió en la boca de Sara y ella pareció disfrutarlo, pues sacó su lengua para enseñarle al chaval su propia saliva. Acto seguido, se introdujo la polla del chaval hasta la campanilla. Vicen estaba muy excitado, agarraba la cabeza de Sara y le follaba la boca con desesperación. Yo estaba en la gloria trabajando el coño de mi mujercita.

- Agggg guarra, me corro en tu boca , gritó Vicen. Traga, trágate toda la lechita que te doy . Qué bien la chupas zorra, me has ordeñado, me has dejado secos los huevos.

- Chicos, me voy a correr yo también, no aguanto más , dije yo

- Alto Rafa, córrete en sus tetas, dale leche a esta putita que tiene hambre .

Saqué el nabo del chocho caliente de Sara y me vacié en sus tetazas mientras ella me enseñaba los mecos de Vicen en su boquita, momento que aprovechó el chico para pinzar la nariz de mi mujer obligándola a tragarse todo el esperma que le quedaba en la boca.

- Ahora tío, ¿me vas a follar o no?

- El chico ya ha cumplido su sueño Sara , dije yo. Ya te ha llenado la boquita con la leche de su corrida, le comenté a mi esposa.

-¡No seas cabrón! dijo Sara. No seas como el cretino de Sergio que siempre me deja empapada cuando me folla. El muy cerdo cuando eyacula una vez ya no se le levanta .

- Jajaja , rió Vicen. Será fantasma. Luego va fanfarroneando de la caña que os da a todas las putas mamis que se folla. Pero no te preocupes cariño. Mi polla ya está preparada otra vez , dijo mientras se la agarraba con una mano y golpeaba la palma de su otra mano con ella. Ven aquí. Ponte a cuatro patitas nena. Dame tu culo, que tu marido vea como se trata a una guarra como tú.

En ese momento, pensé que la iba a sodomizar y me puse nuevamente palote. Vicen empaló a Sara y comenzó a bombearla. ¡Qué caña le daba el chaval!. No voy a decir que le diera la misma caña que Mamadou, pero cada pollazo que le metía la desplazaba de la toalla. Se agarró a sus trenzitas, obligándola a levantar la cabeza y de esta manera podía ver la cara de placer de la zorra de mi mujer. Así con cada golpe la empotraba contra su nardo y ella gozaba como una perra. Sus gemidos se multiplicaban en volumen e intensidad, señal de que se acercaba al orgasmo, y éste no tardó en llegar.

- Síiii, gritó Sara como poseída. Me corro, chicos. Me corro Rafa, Vaya caña me ha dado este tío . Mi Sara, acababa de correrse con la polla de aquel chaval dentro.

- Vamos piba, sigue moviéndote nena, voy a correrme en tu coño, te lo voy a llenar de crema rica.

Aceleró las embestidas, al tiempo que su cara iba tomando un color más y más encarnado.

- Me corro Sara, toma mi leche, toma en el coño, voy a preñarte putaaaa, vaya culazo tienes so zorra.

No paraba de decirle ordinarieces y palabrotas, aunque sus gestos eran de autentico cariño, pues no paraba de acariciarle la espalda y toquetearle las tetas y el pubis.

- Rafa cariño , dijo Sara tumbándose en la toalla y volviéndose a abrir de piernas para enseñar como de repleto de lefa tenía el coño mi mujer. Ven a limpiar el chumino de tu hembra, que este macho me ha dejado bien satisfecha con el polvo que me ha pegado .

- Eso Rafa , dijo Vicen, quiero ver cómo te comes los mecos directamente del pepe de tu hembra

Y eso hice. Me amorré a la cuca de Sara y degusté con mi lengua la ingente cantidad de esperma que manaba de su interior. Aproveché para darle un poco de lengua a la vulva y al clítoris de mi mujer hasta volver a ponerla cachonda. Pero Vicen tenía otros planes. El tío volvía a tener dura la tranca, debido a la nueva mamada que Sara le había hecho mientras yo me comportaba como un auténtico cornudo limpiando el chumino de mi amada. Volvió a poner en cuatro a Sara e hizo que yo me colocara bajo ella, haciendo un sesenta y nueve. Mientras yo lamía el sexo de mi esposa, el chaval se dedicaba a trabajar el ano de la hembra. Y a fe que lo hizo bien. Entre salivazos y dedazos dentro consiguió dejárselo bien abierto. Entonces se colocó sobre ella y la ensartó por el culo. Sara gritó pero yo creo que era un grito fingido.

- Rafa, este tío es muy bueno, como folla el animal. Quiero tirármelo más veces cariño, incluso cuando tú no estés. Me vuelve loca como me trata el muy bestia .

- Joder puta, me voy a correr otra vez, no puedo más. Me vengo yaaa, aghhhh, siii. Y volvió a vaciarse, esta vez no tanta cantidad de lefa, pero aún así lo suficiente para chorrear desde el culo de Sara, hasta mi boca, pasando por la pipa de mi hembra.

Cuando Vicen sacó su miembro viril del ano de Sara, yo ya me había corrido con la paja que me había cascado y como yo sabía lo que Sara quería, le dí la vuelta y comencé a frotarle el chichi a gran velocidad. Así, conseguí arrancarle su tercer orgasmo de la forma que a ella más le gusta, provocándole tanto placer que se llega a mear de gusto.

Vicen se puso los shorts, aquellos tan currados con los que había empezado todo, y la camiseta.

-¡Que bien te sienta esa ropa Vicen!, me pone super cachonda. Espero que quieras follarme más veces. Ya sabes que las maduritas necesitamos bastante caña.

- Claro que sí guapi , dijo Vicen repitiendo una famosa tonadilla. Cuenta conmigo para dejarte llenita. Espero que ahora sepas quien es el tío que mejor folla del gym, dijo riendo.

- Vamos cariño , dije yo. Toma tu ropa y vístete. Estoy deseando llegar a casa y asearme

-Ey chicos, que tenemos que trabajar, soltó Vicen, mientras sonreía, acercaba su boca a los labios de Sara y la morreaba, sobándole las tetas, nuevamente.

Nos subimos al coche, igual que habíamos venido, yo conduciendo y ellos detrás, pero esta vez no hubo conversación, simplemente morreos, sobeteos y tocamientos. Al llegar a casa, Sara me dijo:

- Rafa, sube a buscarle un short a Vicen. Con el que lleva no puede ir por la calle.

Me quedé mirándolo y el tío llevaba un buen manchurrón en él: había eyaculado en el pantalón, señal de que Sara le había hecho una buena paja durante el camino..

- Vicen tío, el short de tu compi. Sube y cámbiate , dije yo riendo.

Vicen subió a cambiarse, aprovechó para ducharse, cenó y pasó la noche con nosotros. Y ¡qué noche!