Tarde de pasión invernal en Santiago (4)
MI sentimiento de ser mujer quería alcanzar la plenitud total del amor, pertenecer a un hombre,tener un macho.
Tarde de pasión invernal en Santiago
Capítulo IV
Cuando los enamorados alcanzan la plenitud del amor.
Con mis ojos cerrados sentí como Alberto me depositaba suavemente en la cama, mi corazón latía fuertemente y sentía el perfume embriagador de Alberto, que me hacía recordar cada momento del día anterior y sentándome lo mire, él estaba contemplándome con ojos de enamorado, me levante totalmente y nos fundimos en un beso de amor, nuestras lenguas jugueteaban pasando de una boca a la otra, su saliva se confundía con la mía, el sabor del amor, era nuestro sabor, sus manos recorrían mi cuerpo debajo de mi capa tocando, palpando cada lugar, me gustaba y me hacía sentirme deseada por él, con mis ojos nuevamente cerrados experimentaba la sensación de su roce y de su tacto, abandonada en el goce placentero.
Con nuestros labios fundidos, mis mano inmóviles tomaron vida y comenzaron a tocar y palpar su espalda vigorosa y luego toque su pecho jugando con los pelos que me hacían sentir la virilidad de mi macho, palpe con suavidad sus tetillas y gimió de placer, sentí como su verga adquiría movilidad propia y la humedad de su cabeza chocaba contra mi desnudo abdomen cerca de mi ombligo, presionando con fuerza placentera, mojando mi piel con ese líquido preseminal viscoso cuyo sabor dulzón tanto me gustaba.
Mis manos bajaron desde sus caderas tocando el firme contorno de sus nalgas sintiendo el roce de su vello que tanto me excitaba, continué palpando la firme dureza de sus piernas, mientras tanto sentía como me tocaban la espalda y con las uñas suavemente me rasguñaba desde el cuello hasta el nacimiento mismo de mi rajita, lo que me hacía arquearme y gemir de placer, este movimiento de placer lo repetía haciéndome retorcer y moverme sintiendo en todas partes de mi abdomen la presión de su verga, sentía como la humedad de mi sexo mojaba mi piel, quería sentirlo, cada vez más deseaba ser la hembra que era poseída por su macho.
Tomando firmemente su cuello salté con mis piernas abiertas sobre sus caderas, sentí como su verga dura, erecta con su cabeza hinchada muy húmeda pasaba entre mis piernas y ahora podía sentir como se apoyaba en la parte posterior de mis glúteos, - loquita, gritó Alberto riendo y besando mi cuello, sus manos tomaron mis glúteos sosteniendo mi cuerpo, yo riendo mientras sus besos recorrían mi cuello, comencé a bajar y subir mis glúteos sintiendo ahora como la verga iba desde mis glúteos hasta mis muslos, mojando viscosamente toda mi piel, pronto Alberto entendió mi juego y hacía deslizarme sabrosamente sobre su verga, manteniendo firmemente sus manos en mis glúteos, le susurré - no me sueltes, y abriendo mis piernas me deje caer suavemente, ayudada por sus manos, sobre su verga deliciosa , poco a poco sentí como su verga entraba entre mis muslos y quedaba aprisionada al chocar contra mi propio sexo, así abrazados nos mantuvimos unos minutos, hasta que lentamente fui desplazándome bajando mis piernas hasta el suelo, sentí como su cabeza húmeda y la verga toda dura pasó sobre mi sexo hundiendo mi piel debajo y sobre las pantaletas, hasta alojarse firmemente en le hueco de mi ombligo, solté mis brazos y seguí descendiendo mi cuerpo, oliendo el viril olor sexual de mi macho hasta comenzar a sentir cerca de mis labios y ver la verga erecta, dura, venosa, húmeda, con su cabeza rosada oscura hinchada y goteante, que quería lamer y mamar, así comencé a hacerlo, me parecía que nunca había dejado de hacerlo, que llevaba estas últimas 24 horas mamando esa verga divina, cada vaso y nervio me parecían estar en el mismo lugar, el sabor era el mismo que había tenido toda la noche en mi boca, esa verga me pertenecía, su sabor era inolvidable, Alberto tomado mi cintura me hizo girar suavemente, me dejaba llevar por su experiencia y su amorosa ternura, sin soltar y sujetando la sabrosa verga con mis labios, mi lengua jugueteaba con su cabeza, mientras que con mis dientes apretaba suavemente el reborde del capullón de piel, sentía como del ojete de su verga salían chorritos de líquido preseminal, lo reconocía por su sabor dulzón, apretaba mis dientes y salía el chorrito que caía sobre mi lengua que lo recogía con vicioso placer, su tamaño fuera de mis labios me parecía enorme y con mis mano recorría toda su longitud, sintiendo la dureza y el latir de las venas que revelaban la excitación de mi amado .
Alberto gemía de placer, con la cabeza apoyada ahora en mis glúteos, había bajado mi pantaletas acariciando con ternura mis glúteos desnudos, sus manos seguían acariciando mis piernas mientras su lengua comenzaba a internarse en mi rajita, sentía sus rugosidades, su humedad, y como se acercaba a mi hoyito, mi pantaletas contenía aún todo mi sexo, aprisionándolo, sentía la dureza y la humedad de mi sexo excitado, pero mi verdadero deseo era que esa lengua me penetrara y en verdad era que esa verga que tenía en mi boca estuviera dentro de mí. Su lengua me exploraba, mis rodillas se doblaron exponiendo más aún mi hoyito, como que le estaba diciendo sin palabras quiero ser penetrada, el mensaje fue entendido y con sus manos ahora separó mis glúteos y su lengua húmeda, redonda y filuda se apoyaba en mi esfínter y presionaba en una deliciosa y placentera sensación.
Ahora sentía como entraba y salía su lengua, sentía como sus dedos me exploraban, dilatando mi hoyito, abriéndolo para permitir que su lengua entrara y saliera, luego esos dedos se aventuraron en mi interior, haciéndome gemir y apretar mis labios sobre su verga, lo que le hizo escapar un suspiro de placer, sus dedos ahora hacían un semicírculo de placer, lo que provocaba que yo moviera mi colita en círculos, sus dedos ahora se juntaron dándome la sensación de tener su verga en mi interior, como si pudiera escaparse de mi boca yo no lo soltaba, y Alberto sólo levantaba su pubis como si quisiera penetrarme por la boca, esos tres dedos me hacían ver estrellas, ahora presionaban hacia delante y sentía como mi verga se hinchaba con cada presión que me ejercía, ahora mi colita se movía adelante y atrás, los dedos daban vueltas en ciculo y me presionaban hacia delante y atrás, mordiendo mis glúteos y con la otra mano me rasguñaba mi espalda, hasta que exhalé un grito de placer y tuve un orgasmo que hizo abrir mi boca escapando la verga de mi adorado Alberto, sentí como salía mi semen mientras yo agarraba esa verga divina y la pasaba por toda mi cara, llenándome de todo su olor y saboreando su delicioso olor y sabor.
Caí de espaldas, boca abajo, quedando con mi culito al aire, Alberto sin sacar sus dedos de mi hoyito, colocó un almohadón debajo de mi pubis, mi colita se levanto y coloco, comencé entonces a moverla y le dije - amor házmelo, estoy lista, soy tuya...sentí su respiración en mi espalda y me mordisqueó la nuca, sus dedos dentro de mi seguían moviéndose, en círculos, entrando y saliendo, sentía mi hoyito mojado por la saliva de él y mi sexo húmedo por mi semen, con su otra mano, tomo un pomo y haciéndomelo oler, me dijo - es jalea para que no te duela, el olor que tenía me hizo contestarle con una risita - parece que te equivocaste, porque es jalea de frutilla, - no, me dijo él con una risa también, - es de frutillón, pasándome la cabeza de su verga entre mis glúteos, mientras que sin sacarme sus dedos con la otra mano me colocaba la jalea en todo mi esfínter, la sensación que ahora sentía es que sus dedos habían crecido, eran enormes, pero nada me dolía, - guau , grite, -está rico...
Sentí como su verga presionaba sobre mi dilatado esfínter y como entraba su punta, el con sus dedos daba la vuelta en mi hoyito entre mi esfínter y su verga, me gustaba , lo sentía y me gustaba, el empujó y sentí como algo dentro de mi se desgarraba, grite, - me duele, le dije , - espera no te muevas es el reborde del capullo que esta entrando, me dijo, dándome en rico besito en mis labios, su lengua me hizo olvidar el dolor y comencé a moverme despacito y cada vez más rapido, me gustaba y sentía como Alberto se acercaba y se alejaba, sentía mi hoyito relleno con su glande, y sus besos y mordiscos en mi cuello, me hacían gritar, me gustaba, sentía la misma presión calentona que había tenido con sus dedos que me había hecho eyacular, ahora mis manos que las tenía sujetando mis caderas, las hice hacia atrás, tomando con una mano sus bolitas que bailaban y chocaban contra mis glúteos en cada embestida de Alberto y con la otra tomé su verga en lo poco que quedaba fuera de mi culito y la apreté entre mis dedos, Alberto me tenía cogido por las caderas pero cuando sintió que yo tomaba su sexo con mis manos, con una mano me cogió de la cintura, empujándome hacia él, prácticamente me ensartó totalmente, sentía mis piernas dormidas y casi no podía moverme y con la otra mano, tomó mi sexo y lo apretaba, estuvimos más de media hora, con movimientos muy suaves y unidos por su verga y mi colita, no me dolía y Alberto me enseñaba como apretar mis glúteos, para que mi esfínter y todo mi culito apretara su verga. Me daba besitos y me decía que lo hacía muy bien, que era una alumna destacada, que tenía la colita muy rica, que nunca había tenido otra igual, tuve un orgasmo en le momento que sentí como su semen inundaba mi culito, sentía como mi hoyito quedo lleno y como su verga comenzó a deshincharse, me puse de lado, la verga seguía en mi interior cuando me dormí, era la sensación plena de amor.