Tarde de pasión invernal en Santiago (3)
Ya era una mujer, pensaba y sentía como mujer,el amor del hombre que yo amaba era algo esplendoroso
Tarde de pasión invernal en Santiago .
Capítulo III .
Cuando el amor es algo esplendoroso.
Llegue esa noche a mi casa, me bañe y me acosté con el aroma del perfume de Alberto aún en mis narices, mi cuerpo pese al jabón, parecía impregnado del olor masculino de mi hombre, pensaba que en lo sabia que era la naturaleza, ya que al quedar impregnada la hembra del olor de su macho, ese olor que hace que la hembra se sienta protegida y todos los otros seres sepan que ella pertenece a un macho, sentía y pensaba como un a hembra y mi interior se regocijaba pensando en el nacimiento que había tenido en este día, miraba mi ropa masculina tirada a los pies de mi cama, y me parecía que era de otra persona, cerraba mis ojos y veía mi cuerpo envuelto en ese vestido de fiesta que miraba cuando lo conocí a él, y también veía a Alberto sonriente estirando su mano invitándome a caminar junto a él.
Mi boca, también, todavía estaba impregnada del sabor viscoso y dulzón de su líquido preseminal y mis labios sentían aún la espesura, la tibieza y el sabor agridulce de su semen, sentía el olor varonil de sus bolitas, el cosquilleo de sus pelitos en mi cara, me parecía que mi garganta estaba impregnada de semen porque la saliva que tragaba tenía el rico gustito a semen.
Con mis ojos cerrados me parecía aún sentir su presencia, que Alberto estaba a mi lado, que me abrazaba, me protegía, que sus manos tocaban mi cuerpo, con esos lindos pensamientos me dormí y al otro día amanecí abrazado a mi almohada.
Me levante y lo primero que hice fue llamarlo por teléfono, Alberto me contestó y con suavidad me llenaba los oídos de palabras dulces y amorosas, me dijo que el amor que yo sentía por él, lo hacía muy feliz y que quería hacerme su mujercita esa misma tarde, ya que estaría solo porque su madre saldría a ver a su hermana, donde se quedaría dos días. Le contesté que iría a verlo cuando el me dijera y que lo deseaba, Alberto se rió y me dijo que era una amorosita linda y que esa tarde nos veríamos.
Me bañe y luego de la ducha, mientras me secaba se me ocurrió abrir el botiquín y vi la crema de cuerpo de mamá, y pensé que era muy femenino colocarse crema en todo el cuerpo, cosa que hice inmediatamente, quería estar muy suave para Alberto, divisé un rouge y un lápiz delineador de cejas, y mirándome al espejo vi la misma imagen femenina que había visto la tarde anterior y pensé que esa tarde sería aún más femenina si pintaba mis cejas y mis labios..., por lo que los guarde en mis bolsillos
Esperé ansioso que llegará el momento de ir a encontrarme con mi amado, la tarde de ese día en Santiago, sin lluvia era gélida, pero yo no sentía frío, sentía mis mejillas arreboladas, mi cuerpo estaba ardiendo de deseos, y quise de nuevo caminar por el mismo sendero de hojas secas del Parque Forestal, me parecía todo ser parte de un sueño, divise el árbol cómplice de nuestros besos y abrazos sus ramas caídas con algunas hojas amarillas, que habían presenciado numerosos encuentros amorosos, sentí que reconocían mi presencia y se movían con el soplo del viento, como queriendo decir que nuestro encuentro había sido el más tierno.
Anuncié mi llegada con el timbre del exterior y cuando salí del ascensor, Alberto me esperaba sonriente, seductor y muy excitante en la puerta del departamento, coquetamente alce el cuello de mi abrigo y lo mire coqueta y mimosamente, lanzando besitos con mis labios, una vez que hube entrado Alberto cerró la puerta y tomándome de los hombros me dio un beso que me dejo sin aliento, sentí el sabor de sus labios y la sabrosa humedad de su lengua, con mucha ternura me saco el abrigo y tomándome de la cintura me levantó, yo me agarré firmemente de su cuello e instintivamente mis piernas abrazaron sus caderas, así unido a mí, Alberto caminó hasta la puerta del baño, mis glúteos sentían la firme dureza de su sexo en cada paso y mil cosas pasaban por mi cabeza, quería entregarme a él, sentía un deseo de sentirme plenamente su hembra sus manos subían y bajaban por mi espalda y antes de dejarme en el suelo Alberto apoyó firmemente sus manos en mis glúteos. Y me dijo en mi oído - te deseo Gae mía, - quiero ser tu amada amante le conteste. Abrió la puerta del baño y me dijo que tenía algo que enseñarme, - que , le contesté, - bueno, continuó, una mujercita amorosa como tú debe preparar su sexo para su hombre, mostrándome el bidet, le conteste - cómo? , - fácil, me dijo, sacándome la ropa de mi cintura para abajo, me sentó con mis piernas bien abiertas y con una manguerilla de agua tibia comenzó a pasarla suavemente por mi rajita, lo que me hacía sentir una sensación muy deliciosa, mi culito se abrió y Alberto me colocó jabón líquido cremoso, que yo me imagine que era semen, lo que me provocó una erección, que Alberto detectó inmediatamente, le conté mi pensamiento por lo que dándome un besito en los labios, me dijo que le gustaba mucho que fuera tan sensual, luego sentí que sus dedos, uno primero y luego el otro dilataban mi hoyito y luego entraban y salían de mi culito, era una sensación tan deliciosa, sentir los dedos de Alberto abriendo mi hoyito y luego sentir como el chorro de agua entraba a presión inundando mi interior, así estuvimos como media hora hasta que mi hoyito estaba tan dilatado que Alberto me metió tres dedos completos, no le creí por lo que Alberto tomo mi mano y me hizo tocar sus nudillos que estaban entre mis glúteos que el movió lo que me hizo sentir sabrosamente sus dedos en mi interior, - estás lista, me dijo y se levantó de mi lado agarrándome son sus manos mis glúteos desnudos, lo que me hizo levantar la colita para apoyarme en la firmeza de sus manos, salió del baño y volvió a entrar con un regalo, diciendo - es para la novia más linda del mundo.
Antes de levantarme me toqué mi orificio sintiéndolo blando, dilatado y muy suave, me saque mi jersey y me puse la toalla coquetamente desde mis pezoncitos hacia abajo, me miré al espejo , tomé el lápiz café que traía delineando mis cejas y pinte mis labios con el rouge que tomaron un lindo tinte rosado brillante que me hacía ver más sensual y tierna como me dijo Alberto, abrí el paquete y salió un hermoso conjunto de noche blanco transparente, un brasier con encajes en sus bordes que coloque resaltando mis pezones que se veían a través de la transparencia, me miré al espejo y me sentí distinta, mi cejas, mis labios, mi brasier me hacían ver muy mujer, me gustaba lo que veía y no entendía porque nunca antes lo había hecho, me parecía que esto era lo que siempre debía haber hecho, las pantaletas eran todas de encaje ,las coloqué y me di vuelta porque sentía mi colita levantada, mis glúteos resaltaban y el encaje hacía que mis glúteos se vieran distinto, excitantes , luego de darme vuelta disfrutando el deleite de ser Gae, la novia más linda del mundo, me coloqué unas zapatillas de noche blancas con un pom-pom arriba y medio taco que me hizo levantar más aún mi colita, al volverme se veía una super mina en el espejo, luego tome una especie de capita transparente con encajes en el cuello y piel en el borde de abajo, que le hacían tener caída sobre mis pantaletas, pero que al caminar hacía que mis pantaletas se vieran y desaparecieran.
Salí del baño y Alberto me esperaba con todo a media luz, con una chaqueta de pijama puesta sin pantalones, sus piernas se veían excitantes, y la prominencia de su sexo en su chaqueta era algo que me llamo de inmediato la atención, extendió sus brazos y me deje caer en ellos levantándome en vilo, acomodé mi cabeza en un lado y mis piernas al otro, el caminó y diciendo - mi amorcito, llevarte en brazos al entrar al dormitorio nos dará suerte en nuestra luna de miel, a lo lejos la música romántica dejaba sentir sus sones, la letra de la canción decía ... quiero que me regales una noche de amor, quiero estar contigo hasta que amanezca..... y Alberto lo cantaba sensualmente cerca de mis oídos.