Tarde de pasión invernal en Santiago (2)

El amor de Alberto hizo nacer a Gae, quien le enseño a amar y a ser la mujercita que siempre quiso ser.

Mi tarde de Pasión Invernal en Santiago (2)...

Después de estar abrazados y fundir nuestros labios, sentía que ese hombre era el amor de mi vida y que el ídilico escenario de hojas secas y luces amarillentas en el Parque Forestal, era perfecto para expresar mis sentimientos de amor, de ser abrazado por un hombre y besar a un hombre, tanto tiempo ocultos dentro de mi. No sentía temor solo felicidad.

Alberto me dijo - vamos a mi departamento, pero no temas no estoy solo... – No tengo miedo, me siento protegida por ti, le conteste, pense que sin quererlo ya había asumido mi personalidad femenina. Subimos a su departamento del tercer piso donde me presento a su madre, como Gonzalo, un estudiante que andaba pasando en vez de estudiar matemáticas y que necesitaba sus clases particulares, su madre le contesto que hacía frío y que se iba a acostar de modo que podíamos estudiar en la sala. En el living habían dos enormes sillones frente a un ventanal, que estando sentados se podía ver el Parque Forestal y el Río Mapocho con su caudal aumentado por la lluvia, Me senté, tenía los pantalones mojados por la lluvia pero sentía mis mejillas arreboladas y tenía un enorme calor, pero no podía sacarme el jersey porque no traía nada puesto debajo, Alberto se cambió su ropa mojada y con su tenida deportiva, se veía más hermoso, se sentó a mi lado con unos libros de matemáticas, tomando mi mano y separando uno de mis dedos, dijo - a ver alumno, diga que número es este dedo, iba a contestar uno, pero al poner mis labios como trompita para decirlo Alberto me beso me deje caer y sentí como me abrazaba y su cuerpo caía sobre el mío, sus manos debajo de mi jersey me acariciaban, sentía como sus manos tocaban mi espalda, me apretaban con fuerza y ternura mis caderas, en un momento me sentí electrizado porque sus dedos tomaron mis pezones y el suave pellizco me hizo gemir de placer, mis manos solo tocaban su cabeza, jugaba con su cabello y tocaba sus orejas, él se abrió su polera y comencé a juguetear con sus pelos del pecho, me besaba y me hacía sentir un placer indescriptible, con su mano tomo mis piernas y me hizo sentarme sobre él, sentí como mis glúteos quedaban sobre su sexo, y comencé a moverme como una gatita llena de placer, sentí su dureza viril y Alberto coloco sus manos entre mis piernas tocando plenamente mi sexo, - te deseo amorcito - me dijo a mi oído, le conteste que no entendía, entonces dijo -quiero ser tu hombre, dejame enseñarte , le conteste -- tu eres mi hombre , dime que hago.

Alberto entonces puso sus dedos en su boca diciendo silencio, tomo mi mano y me encamino a su dormitorio, cerrando la puerta me saco el jersey por mi cabeza y beso mis pezones mientras me desabrochaba los pantalones y los bajaba junto con mi ropa interior hasta los tobillos, dijo - desvistete completo mi amorcito , mientras desabrochaba zapatos y me sacaba todo, Alberto se desvistió, era un ejemplar de hombre hermoso, viril, con pelitos que partían en su pecho , llegaban hasta el pubis, su verga erecta, dura, húmeda, rosada, con su cabezota descubierta y con el ojete brillante y donde aparecían gotitas, y dos enormes bolitas rosadas peludas, colgando hermosamente entre sus piernas, yo no pude dejar de mirarme, sin pelos en el pecho, con escasos pelos en el pubis, mi verga erecta no era ni la mitad de grande que la de Alberto, mi cabeza estaba cubierta, estaba muy mojado, las bolitas no tenían muchos pelos y estaban mojadas. Cualquiera que nos hubiera visto habría reconocido al macho y a su hembra.

Alberto sin dejar de besarme me llevo hasta la cama , me hizo acostar y separando sus labios de los míos, comenzó a darme pequeñas lamidas en mi cuello, en mis orejas donde mordía mis lóbulos, yo cerraba los ojos y sólo tocaba su cabeza, luego bajaron sus labios y besó mi ombligo, mordisqueo mi pubis, pasando su lengua por arriba y debajo de mi verga luego dio lamidas, suaves y luego más fuertes que me hacían gemir, mordisqueaba mis bolitas y mi verga y su legua se movía por todo mi verga chupando ahora mi cabeza que descubrió con los dientes, sus dedos los sentí como presionaban sobre mi culo y cuando me metió un dedo sentí que la eyaculada era inminente, Alberto recibió todo el semen en su boca y luego me beso y lo compartió conmigo, al sabor era rico.

Ahora se acostó a mi lado y dijo - amorcito esa era la primera lección, lo mire y lo primero que vi fue su verga enorme que estaba chorreando gotitas brillantes de rico olor, bese su cuello, mordisque sus pezones besando cada centímetro de su piel, con miles y millones de besos hasta llegar a su pubis, pase mi cara cerca de la verga quería sentir su humedad en mis mejillas y oler ese líquido que olía a macho, después con pequeñas lamiditas en su cuerpo que arrancaban gritos de placer a Alberto, me fui acercando nuevamente a su verga, se veía tan deliciosa que lo primero que hice fue besas su ojete y tragarme el líquido viscoso, dulzón y sabroso, Alberto dio un respigón en la cama, luego con mis labios tome la base nervuda y venosa de la verga y apreté mientras lamía con mi lengua la piel dentro de mi boca, después hundí mis narices en sus bolitas sintiendo sus pelos, su sudor y olor a macho, olor a macho caliente, que busca a su hembra y yo era esa hembra, con mi lengua la di las lamidas que Alberto me había enseñado y Alberto gritaba de placer y decía que - había aprendido muy rápido , tomó mi cabeza y la dirigió a su verga, traté de chupar su cabeza, pero estaba tan hinchada y grande que apenas cabía en mi boca, así la tome con mis labios y di pequeñas chupaditas a la cabeza sintiendo como salía enormes cantidades de líquido dulzón, espeso que me encantaba sentir, luego aumenté la intensidad de las chupadas jugueteando con mi lengua a toda velocidad, Alberto daba gritos de placer y tomaba mi cabeza y me acariciaba dando vuelta su mano, con mis manos yo tomaba sus bolitas, las sobaba y tiraba sus pelitos, abría mi mano masajeaba su bolitas y al sentir que salía más líquido aumentaba la intensidad de mi chupada, los minutos me parecían una eternidad y mis oídos sentían los gemidos de placer de mi hombre y más amor y cariño ponía yo en chuparlo, sentí como mi boca se agrandaba al correr de los minutos, ayudada por la saliva que inundaba mi boca, mojaba mi cara, la verga y las bolitas de Alberto y también por el abundante líquido que salía a raudales por el ojete de la hermosa, dulce y sabrosa verga comencé a sentir que la cabeza chocaba en mi paladar y el reborde de piel de la deliciosa verga estaba detrás de mis dientes, con mi lengua solo podía envolver la firme y dura verga y hacer chocar al reborde de piel contra mis dientes, lo que provocaba gritos y saltos de placer en Alberto, quien decía frase amorosas y pronunciaba mi nombre Gae....Gae...te amo...te amo...eres mía...eres mía....Yo chupaba y movía la cabeza señalando mi afirmación que Alberto no podía ver pero si sentir con sus manos que tiernamente me acariciaban mi cabeza. Los minutos de placer eran una eternidad , más de veinte minutos me diría después Alberto había durado mi chupada con su verga dentro de mi boca antes de que eyaculara.

Su eyaculación fue algo tan especial, sentí como un temblor, una rigidez de sus piernas y sus dedos me agarraron con firmeza la cabeza, quizás pensando en que lo iba a soltar, cosa que ni pensaba hacer porque estaba tan a gusto y esperando sentir el sabor del semen de mi macho, la verga se endureció más, sentí en mis labios como las venas estaban hinchadas y el chorro espectacular de semen chocó contra mi garganta, que sólo atine a tragar para no ahogarme, luego vinieron un segundo y tercer chorro que ahora sentí como inundaban mi boca y corrían por las comisuras de mis labios y por mi pera hasta mi cuello, sentí con la verga se iba deshinchando manteniendo la dureza, la mantuve en mi boca y la solté sólo cuando Alberto tomó mi cara. Me la levanto hasta darme un beso donde recibió de mi boca su delicioso semen que compartimos jugando con nuestras lenguas durante largos momentos luego Alberto lamió mi cuello llevando su semen hacia los bordes de mis labios, yo saqué mi lengua y me tragué el exquisito semen, y riéndome le dije a Alberto que a lo mejor tu mujercita queda embarazada, él contesto riéndose también, la próxima vez a lo mejor te dejo embarazada.

Eran ya las nueve de la noche y en Santiago hacía un frío invernal, pero nuestro amor y pasión habían incubado a Gae, hija del amor y de la pasión, me vestí con mis ropas y no quería dejar a mi hombre, Alberto me abrazaba y me decía que siempre sería su mujercita, que nos faltaba una segunda lección para que fuera la mujer que yo sentía ser. Que me haría al amor, sentir como mujer y que me seguía deseando, le contesté que ahora si le entendía, que quería ser su mujer y que también lo deseaba, que había aprendido a amar.

Salí a la calle, y las luces amarillentas del parque Forestal y las hojas secas del Parque forestal seguían siendo el escenario de amor de los amantes de invierno.