Tarde de final de verano

Patricia continua con sus aventuras Voyeur - Hetero - Infidelidad

El otoño estaba al caer y las temperaturas eran mas suaves, ese fin de semana Patricia había decidido ir al centro comercial en la mañana de sábado y así desconectar un poco de la monotonía haciendo alguna compra.

Para la ocasión había elegido un vestido de fondo azul marino y lunares blancos, que destacaba su logrado moreno de este año. El vestido era bastante ceñido en el tronco y tenía un bonito escote que sujetaba muy bien sus tetas, que por supuesto iban libres, siguiendo la costumbre que había tomado estos últimos meses. Desde la cintura se iba abriendo y tenía un bonito vuelo muy de vestido de los años 50 en el que su coñito, sin bragas, por supuesto, quedaba cubierto. Acompaño al vestido con unos zapatos de tacón alto que estilizaban sus piernas y hacían que su culo, ya de por sí respingón, destacase mucho más.

En el trayecto hacia el centro comercial pudo ver que debido al suave descenso de las temperaturas se veían mas personas haciendo deporte y por la carretera se encontró con mas de un grupo de ciclistas aprovechando el magnífico día que hacía.

Como no tenía ninguna prisa o plan mas que dar un paseo y ver que cosas le llamaban la atención Patricia fue paseando por el centro comercial sin un rumbo fijo. Al poco tiempo de entrar se dio cuenta de que no pocos hombres y mujeres la miraban de arriba a abajo, la mirada de casi todos los hombres era más de deseo que otra cosa, bastante lujuriosa, mientras que entre las mujeres había de todo un poco. Estaban las mujeres que iban con sus maridos y les pegaban el codazo para que dejasen de mirarla, aunque algunas también tenían la cara de envidia por lucir así de bien su cuerpo.

Subiendo las escaleras mecánicas para acceder a la planta superior del centro comercial mas de uno se la quedó mirando al maravilloso espectáculo que se podía apreciar al no llevar ropa interior y la perspectiva que ofrecía su culo y su coño desde las alturas. Desde un banco que había más abajo un par de hombres de unos 50 años se pegaban un codazo al ver el espectáculo. Patricia siempre había sido discreta, pero cada vez más, disfrutaba de esas miradas lujuriosas que provocaba a su alrededor.

Fue entrando en alguna tienda mirando la ropa de temporada como quien no quiere la cosa, algún que otro dependiente se la acercaba muy acaramelado, pese a que seguro que había clientela con mas decisión por la tienda.

En una de las tiendas cogió varios vestidos que le llamaron mucho la atención y fue al probador a ver como le quedaban. En el pasillo de los probadores había muchos maridos o novios esperando a que sus parejas se pusieran los nuevos modelitos, alguno iba a por otro color o talla a petición que venía del otro lado de las cortinas. A ella siempre le había parecido que esa escena era bastante típica, y que más de uno la usaba para intentar mirar en el interior de algún probador cercano. Se metió en el primer cubículo que estaba libre y corrió la cortina, y para comprobar su teoría no la cerró del todo bien, dejando poco mas de dos dedos de abertura.

Sin más, comenzó a desvestirse, dando la espalda a la cortina, pero controlando por los espejos la situación. No tardó mucho en asomarse, casi como por descuido, un chico de unos 24 o 25 años que estaba esperando por el probador de al lado. Pudo ver que al principio miraba con vergüenza un segundo y luego apartaba la mirada, pero luego ese segundo pasaba a ser cada vez mayor, dos segundos, cinco… Patricia , como si no lo hubiera visto, seguía a lo suyo, cambiándose de vestido o quedándose un rato mirándose al espejo desnuda, su coño se estaba encharcando sólo de la excitación que le provocaba sentirse observada.

En un momento la cortina del probador contiguo se descorrió y su particular voyeur se marchó detrás de su pareja. En unos segundos apareció otra pareja un poco mas mayor que iba discutiendo. Él le decía a ella que ya llevaban un par de horas de compras y que no hacían mas que dar vueltas. Pese a que ella se había metido en el probador seguían con la discusión. Hasta que él se desplazó un poco hacia un lado y pudo ver en plena faena a Patricia cambiándose de vestido. Este mirón era mas descarado que el anterior y no dejaba de mirarla en ningún momento, pero ella hacía como que no lo había visto y se tomaba las cosas con calma.

Primero

se quitó los tirantes de un vestido, luego lo dejaba caer al suelo, para luego agacharse a cogerlo… la verdad es que estaba súper cachonda por sentirse observada.

Mientras, en el probador de al lado la cortina iba abriéndose y cerrándose, pidiendo opiniones y el hombre, dejaba de prestarle atención durante unos segundos y luego seguía a lo suyo. En un intercambio de vestidos, cuando estaba desnuda, el hombre metió la mano, pero no alcanzaba a tocarla, le quedaban unos centímetros para poder tocar su culo, Patricia se puso un poco en pompa y le dio un magreo en el culo, de una forma totalmente descarada luego se inclinó totalmente para hacerse mas accesible. Su voyeur particular acercó la mano a su empapado coño y ella un pequeño grito ahogado, porque no se esperaba este acercamiento, justo cuando iba a introducir sus dedos dentro suya, desde el probador contiguo reclamaron a su mirón para marcharse y se quedó en ascuas totalmente chorreando.

Durante unos momentos estuvo esperando que apareciese un nuevo mirón, pero, al ver que no se producía la situación corrió bien la cortina, terminó de probarse los vestidos, eligió un vestido que tenía un escote recto y hacía que pareciese que sus tetas iban a salirse y salió a pagar. La situación anterior había hecho que sus mejillas estuvieran sonrojadas y necesitaba con urgencia liberar esa tensión. Pagó y se fue al coche para volver a casa.

Por el camino de vuelta iba pensando en lo guarra que se había convertido últimamente y lejos de sentir vergüenza volvió a sentirse excitada, lo cual la ponía más cachonda todavía. Estaba siendo más abierta en muchos sentidos desde que conoció a África y David y eso le había proporcionado auténticos momentos de placer, y estaba más que dispuesta a seguir teniéndolos.

Cuando le quedaban un par de kilómetros para su salida, vio como más a lo lejos una furgoneta no dejaba espacio suficiente al adelantar a un ciclista y con el retrovisor rozaba el hombro del hombre. No fue un golpe directo, pero hizo que se tambalease y acabará saliéndose del arcén, yéndose hacia el terraplén que había continuación. Patricia se quedó atónita al ver como la furgoneta seguía su camino y fue parando su coche cerca de la zona donde se había salido el ciclista.

Al bajarse del coche se puso a buscar y quedó sorprendida al no ver rastro del ciclista por ninguna parte. Retrocedió un poco y al ver unos matorrales un poco más atrás se encaminó con decisión en búsqueda del accidentado.

Los zapatos que llevaba no eran nada propicios para andar por el terraplén, pero no quería ir descalza por riesgo a clavarse algo sin querer. Conforme se acercaba al matorral podía escuchar al ciclista pidiendo ayuda. Pudo ver que estaba incrustado entre las ramas y quedaba enganchado entre ellas.

-¡Ayuda!

-No te preocupes que voy a intentar ayudarte a salir.

-¡Gracias! Menudo cabrón el que me ha dado…

-Ha sido un hijo de puta en toda regla, he visto lo que ha pasado y no ha tocado ni un poco el freno el de la furgoneta.

-Joder, no he visto ni el coche que era…

-¿Puedes coger mi mano a ver si podemos sacarte?

El ciclista le dio la mano pero estaba tan enganchado que las ramas que al tirar de el la ropa se quedaba engarzada y no conseguía que saliese. Lo intentaron retirando Patricia la rama con una mano y tirando de el con la otra. Les costó un poco menos, pero tuvo que dar un tirón de él de forma tan violenta terminó sacándolo del arbusto, pero acabó de culo en el terraplén y con el ciclista encima suyo.

-¡Arrghh!

Por un momento se quedaron los dos mirándose muy pegados hasta que Patricia carraspeó un poco y el se echó a un lado rodando hacia su izquierda. Se quedaron sentados mirando el matorral durante un rato

-Muchas gracias de nuevo

Patricia miró al ciclista y observó que tenía unos buenos arañazos provocados por las ramas, sobre todo por los brazos y piernas

-Nada hombre, que menos… creo que tengo un botiquín en el coche por si quieres limpiar algunas heridas.

En ese momento el ciclista, que iba a levantarse, empezó a ser consciente de que estaba sangrando, por un momento se quedó pálido.

-¿Estás bien? ¿Quieres que llamemos a alguien para que te recoja?

-Eh... si quizá sea lo mejor.

-Quédate aquí sentado, mientras tu llamas a alguien, voy a ver si saco tu bici del matorral.

Dicho esto, al intentar levantarse con los zapatos Patricia vio la situación complicada, y puesto que ya estaba manchada de estar por el suelo, se los quitó y se acercó descalza al matorral que estaba a escasos dos metros y se agachó para tirar de la bici y como pudo fue zarandeando las ramas para ir liberándola en menos que canta un gallo la había liberado y la llevaba de vuelta a su dueño, que estaba con el móvil en la oreja, pero sin hablar con nadie que miraba su escote un poco perplejo.

-Aquí la tienes, ¿cómo van las llamadas?

-Oh, gracias, mierda… la rueda…

Al escuchar esto Patricia se inclinó un poco para ver lo que pasaba y notó dos cosas, la primera es que tras el ajetreo sus tetas estaban a punto de salirse del vestido asomando parte del la aureola izquierda y que la rueda delantera estaba bastante doblada por el golpe. Una punzada de excitación recorrió su cuerpo, el día en el centro comercial la había dejado bastante cachonda y esta situación se lo recordaba.

-Vaya, no creo que puedas ir a ningún lado con la bici así -mientras decía esto se metía una mano en el escote para arreglar la situación mirando fijamente al ciclista, que no perdía puntada de sus movimientos.- ¿Has podido localizar a alguien?

-La verdad es que no, no me cogen el teléfono.

En ese momento Patricia decidió sacar partido de la situación, mientras se agachaba sin doblar las rodillas para coger sus zapatos del suelo, dijo:

-Mira, no se si llevo un botiquín en el coche, pero mi casa está a 2 minutos y ahí podemos limpiar las heridas.

La cara del ciclista fue de sorpresa, no sabía exactamente si por la postura que había puesto o por el ofrecimiento a ir a su casa.

-Pues, no se… bueno, la verdad es que no me vendría bien limpiar un poco esto, pero no quiero abusar de tu generosidad…

-Bah, ya ves que poco me cuesta, además, soy yo la que lo estoy ofreciendo, no hay ningún problema, mira, podemos meter la bici en la parte de atrás y te llevo.

-No sabes cuanto te lo agradezco.

Patricia se puso a abatir los asientos del coche y le importó poco ponerse en pompa y que se pudiese ver que no llevaba ropa interior, mientras el ciclista se puso a quitar la rueda delantera para que cupiese en el maletero. De vez en cuando hacia atrás y veía que el ciclista no le quitaba ojo de encima. Desde luego había ganado su atención. Introdujeron entre los dos la bici en la parte de atrás y ella cogió la rueda delantera y metiéndose descaradamente hacia dentro en el coche a sabiendas de que estaba exponiendo su coñito al accidentado ciclista.

Cuando terminó su pequeña exhibición pudo ver que el culotte no podía hacer nada por esconder la polla empalmada del ciclista. Una sonrisa se dibujó en su rostro viendo la reacción que había provocado en su compañero de aventura. Se acercó a el pegando sus tetas contra su pecho y dándole dos besos se presentó. El ciclista se llamaba Luis y vivía a unos 60 km.

Se montaron en el coche y durante el corto trayecto observó que Luis no quitaba ojo a sus piernas y a sus tetas mientras conducía. Fueron pocos minutos de trayecto y cuando aparcó delante de su casa, con la mano izquierda dio una palmadilla en la pierna de Luis, casi rozando su paquete.

-Bueno, ya estamos aquí.

Sacaron la bicicleta para dejarla en el garaje y entraron en la casa. Patricia volvió a exagerar los movimientos para deleite de su invitado cuya polla iba delatando un estado de excitación acorde a la situación.

-Ponte cómodo en el sofá, voy a por el botiquín.

-No quiero mancharlo, mejor uso una silla.

-Bien visto, voy a por una toalla y la ponemos sobre el sofá que es más cómodo. ¿Te apetece agua o algo de beber?

-Un poco de agua estaría bien, gracias

Del armario del pasillo cogió una toalla grande de piscina y se la echó al hombro, fue a por el botiquín que guardaba en la cocina y cogió un par de vasos y la jarra de agua del frigorífico. Con todo y haciendo un poco de malabarismos entró en el salón. Luis se apresuró a coger la jarra y los vasos. Patricia dejó el botiquín al lado del sofá y se puso a extender ta toalla. Con mucha parsimonia se inclinó para remeter la toalla entre el asiento y el respaldo, sabiendo que con este gesto su culo quedaba casi al descubierto iba contoneándose, ofreciéndole unas buenas vistas de sus piernas a Luis.

Cuando ya había terminado con la toalla fue a coger el botiquín, y, en vez de dar unos pasos para acercarse, se apoyó sobre el brazo del sofá y levantando una de las piernas para equilibrarse, con esto su coño quedó bien a la vista. Sus movimientos eran premeditados, queriendo provocar a su invitado, cuando se dio la vuelta pudo comprobar que estaba haciendo el efecto deseado, de nuevo la polla de Luis se marcaba en su indumentaria.

Con un gesto ofreció el sofá a Luis que por un momento no supo si sentarse o tumbarse, pero al ver que la toalla no cubría el respaldo se tumbó boca arriba con los pies asomando fuera del sofá y las manos intentando ocultar su marcada erección.

Mientras, Patricia había cogido alcohol y unas gasas y se inclinó sobre él. Al segundo los ojos de Luis estaban clavados en su escote y la lucha que tenían sus dos tetas por asomarse fuera del vestido. Mientras Patricia iba limpiando las heridas de los brazos, sus pechos, iban bamboleándose sobre su paciente, que por mucho que lo intentase, no podía ocultar el empalme que tenía.

-Luis, si te quitas la parte de arriba será mas fácil limpiar las heridas.

Patricia podría haber limpiado las heridas perfectamente , pero quería comprobar el tamaño de la erección que estaba provocando

Luis se quitó el maillot y lo dejó en el suelo y Patricia siguió con su limpieza. Los rasguños eran superficiales y al limpiar las heridas, lo aparatoso que parecía por la sangre se quedaba en unos ligeros cortes.

Al acabar con el torso Patricia giró su cuerpo para limpiar la parte inferior de sus piernas, con esta posición su coño y culo volvían a estar expuestos hacia Luis, que no le quitaba ojo de encima. De vez en cuando Patricia se giraba para preguntarle si le escocía o le dolía sólo para comprobar lo hipnotizado que estaba mirando debajo de su vestido.

Por ahora el proceso de calentar a Luis había ido bastante bien y no solo él estaba excitado, sino que ella misma podía notar como su coño estaba empapado por la situación.

La ultima herida que le quedaba por limpiar quedaba en la cadera, en el lado del respaldo, apoyó su mano en la pierna contraria para inclinarse sobre la herida, en esa posición pudo ver como la polla de Luis palpitaba. Mientras aplicaba con suavidad la gasa sobre la herida sus dedos iban buscando el miembro de su paciente que por momentos cerraba los ojos, mas por excitación que por el escozor de las heridas al ser limpiadas.

-¿Te molesta mucho?

-No, para nada, eres muy buena enfermera. La verdad es…

El teléfono de Luis comenzó a sonar.

-Oh, es mi mujer, a buenas horas

Al mismo tiempo que descolgaba el teléfono, hizo el gesto de silencio llevándose el dedo índice a la boca.

-Hola cariño, ¿dónde te metes? -se intuía la voz de su mujer de fondo- Mira que haciendo la ruta y he tenido un percance… Si, ha sido mas aparatoso que otra cosa, la bici ha sufrido mas que yo. Me ha recogido una chica y me ha prestado su botiquín. -Puso cara de, si, no estoy contando toda la verdad- Espera que te envío la dirección.

Patricia le dio la dirección mientras seguía limpiando la herida y acariciando su miebro.

-Ok, nos vemos en un rato.

Luis colgó.

-Estaba haciendo la compra y por eso no escuchaba el teléfono, pasa cerca de aquí de camino a casa, le deben quedar quince o veinte minutos.

-Bueno, pues entonces vamos a terminar de “dejarte a punto”.

Patricia introdujo la mano debajo de las mallas buscando el miembro erecto, le costaba encontrar una buena posición, así que optó por pegar un tirón de ellas hasta dejarlas por los tobillos de Luis, la polla reaccionó como un muelle izándose como un mástil. Era una polla normal, pero estaba bien dura.

A Luis se le saltaban los ojos de las órbitas.

-Oye, que mi mujer viene ya…

-Si tenemos 15 o 20 minutos todavía tenemos tiempo, ¿no?

Una sonrisa de pícara permanecía en la cara de Patricia mientras iba pajeando al mismo tiempo. Con un poco de agua de uno de los vasos y una gasa limpio del sudor la polla que tenía entre sus manos y sin esperar a secarse, se la metió en la boca, bien profundo, de repente, la queja de Luis se había quedado en nada, mientras ella iba recorriendo su miembro de arriba a abajo, recorriendo su glande en círculos y afanándose en el frenillo. Cada poco paraba para coger aire y mirar de forma provocativa a Luis mientras seguí pajeándolo. Luis no decía nada, solamente, de vez en cuando se le escapaba un suspiro de placer.

Patricia notaba su coño encharcado debajo del vestido y con la mano que le quedaba libre buscó entre los pliegues hasta acercarse a su clítoris. No hacía falta mucha lubricación porque estaba mas que húmedo de la excitación que llevaba encima. Comenzó a masturbarse mientras se afanaba en chupar. Al poco tubo un orgasmo que ahogó con la polla de Luis en la boca. Le giró las piernas dejándolo sentado en el sofá y se puso de rodillas frente a el, mientras con una mano guiaba la polla hasta su coño. No pudo aguantar un gemido de placer cuando toda la polla estuvo en su interior y con un movimiento rítmico de caderas empezó a follarse a Luis.

Estaba usando a Luis como un mero instrumento para desahogar la excitación que había tenido durante la mañana, pero él no se había quejado en ningún momento, eso también estaba claro.

Sacó sus tetas por el escote y ordenó:

-Apriétalas fuerte.

Luis no lo dudó mucho y se puso a magrearla lo que le hizo aumentar la calentura que tenía, sobre todo cuando se centró en sus pezones. Los iba apretando y retorciendo mientras la miraba fijamente a los ojos.

El ritmo de sube y baja iba en aumento y los suspiros de ambos iban en aumento, intercalándose con gemidos por parte de Patricia.

Al poco le vino otro orgasmo y empezaron a temblarle un poco las piernas, pero al ver que la polla de Luis seguía aguantando el ritmo, se apoyó sobre la parte alta del respaldo y siguió clavándosela a mayor ritmo.

Al cambiar de postura, sus tetas estaban casi en la cara de Luis, así que este decidió soltarlas y empezar a morder sus pezones haciendo que escalofríos recorrieran su cuerpo.

De repente escuchó un coche acercarse en la calle, suponiendo que era la mujer de Luis aumentó el ritmo. Le sorprendió el aguante que estaba teniendo su invitado y comenzó a saltar sobre él, más que a saltar, lo que hacía era subir hasta que el glande quedaba casi fuera y se dejaba caer sobre él. Por su respiración sabía que no le quedaba mucho.

En 20 segundos unas contracciones sacudieron la polla de Luis y notó como una buena corrida inundaba su coño, pararon durante unos segundos, se escuchó la puerta de un coche cerrarse.

-venga, vístete que creo que viene tu mujer.

Luis usó la toalla para limpiarse la polla y se puso la equipación a toda prisa, mientras Patricia metía las tetas en el vestido y se las colocaba. No le dio tiempo a limpiarse la corrida de Luis cuando sonó el timbre de la casa.

Mientras Se iba acercando a la puerta, Luis terminaba de colocarse el maillot. Notaba como la corrida iba resbalándole por la pierna poco a poco, en vez de molestarle, la excitaba mucho mas. Abrió la puerta y se encontró a una mujer de entre 28 y 32 años teñida de pelirroja con un cuerpo bastante voluptuoso.

-Hola, soy Vero, estoy buscando a Luis

-Hola Vero, yo soy Patricia. Aquí lo tienes.

-Espero que no te haya causado mucha molesta, es un poco patoso. Venga Luis, vámonos que ya se nos hace tarde.

La actitud de Vero era la de toda una mandona, la verdad es que Luis parecía un poco sumiso, así que encajaban bien el uno con el otro.

Luis le dio las gracias y bajaron a por la bici. Mientras Luis la metía en el coche, las dos chicas entablaron conversación.

-No se como te lo podremos pagar.

-¿El qué?, ¿por esto? No ha sido nada.

-Seguro que te ha fastidiado el día, seguro que ibas a algún sitio... así arreglada.

-No, para nada, mas bien volvía.

-¿Y ha sido muy pesado? La verdad es que me casé con un trasto…

-Pero que dices, la verdad es que estaba un poco atontado tras el golpe, pero luego se recuperó a las mil maravillas -Patricia dijo esto con una gran sonrisa mientras el semen seguía goteando por su pierna llegando ya casi hasta la rodilla…

-Bueno, pues muchas gracias. Si te apetece, déjanos tu teléfono y cuando podamos te invitamos a algo por las molestias.

-En serio que no ha sido nada molesto, de verdad…

Vero siguió insistiendo y al final le dejó su teléfono. Se despidió de ellos y los vio partir con la corrida bajando por la pierna...


En este relato he querido combinar dos de mis aficciones. Respeta siempre al ciclista!