Tarde de diversión 2
Después de complacer a mi Amo, él me recompensa.
Volví al sillón, súper contenta por haber complacido tan bien a mi Amo. Me puse a ver la televisión de nuevo, pero estaba tan excitada que no podía concentrarme. Logré entretenerme con una película. Ya había pasado un ratito desde la riquísima mamada que le había dado a mi Amo, cada vez que me acordaba de eso mi tanga se empapaba más y más. Al ir al corte la película, me levanté y fui a la cocina, a tomar un vaso de agua. Cuando volví, no solo había regresado la película, sino que mi Amo me esperaba sentado en el sillón, con una venda en la mano.
Me acerque sigilosa hacia el sillón y me senté junto a él. Comenzó a acariciarme, las piernas, poco a poco iba subiendo cada vez más, pero sin llegar a mi conchita. Curiosee la televisión y justo él lo notó, “¿Así que andas distraída, pequeña?, solucionemos eso”, me puso de espaldas a él y me puso la venda, prohibiéndome ver lo que pasaba. Mis otros sentidos se pusieron alerta, sus manos comenzaron a acariciar todo mi cuerpo. Las tenía en mi cintura acariciando mi panza y luego mis tetas, a las cuales masajeo y estiro, pero el remerón le molestaba, así que me ordeno levantar los brazos, y retiró el remerón.
Una brisa fría hizo que mi piel se erizará y sus manos radiantes de calor comenzaron a tocarme, recorrían todo mi cuerpo, sus besos en mi cuello, de vez en cuando sentía su lengua recorrer por mi cuello, también por el lóbulo de mi oreja. “Como fuiste muy buena y servicial ahora te toca a vos, pequeña” susurro en mi oído. Me dio vuelta y me recostó en el sillón, se subió encima de mí y comenzó a besarme, entrelazando nuestras lenguas, la de él tan solo dos segundos después se encontraba en mis tetas. Mientras su boca castigaba mis preciosas tetas, su mano derecha fue hacia mi conchita donde empezó a acariciar a mi clítoris por encima de la tanga.
Mi respiración comenzaba a ser errática, estaba por de más de excitada. Decidió sacarme la tanga, ahora el contacto era piel a piel, ahora podía sentir lo mojada que estaba por él, se sentía tan bien la mano de mi Amo masturbándome. Sentía sus dedos acariciando arriba y abajo mi concha, empapándolos con mis jugos. Teniéndolos ya muy húmedos se dedicó a metérmelos y mientras lo hacía también jugaba con mi clítoris, dándome cada vez más placer. Sus dedos se movían cada vez más rápidos y yo ya estaba al límite. Suplicante le pedí a mi Amo que me cogiera, necesitaba su verga dentro de mí, “Por favor, Amo, dame duro, te necesito ya, por favor, Amo”. Con una sonrisa en la cara me respondió “Aun no, pequeña”, se sentó en el sillón y me recostó en su regazo, dejando mi precioso culo frente a él.
Comenzó a darme azotes. “Esto es por ser tan ansiosa, pequeña” me dijo dándome nuevamente. Esto me excito muchísimo más, cada azote mojaba un poco más mi concha. Sus azotes eran constantes, no muy fuertes, pero estaba segura, que después del quinto ya mi culo blanco estaría muy rojo. Y de solo pensar eso, mi concha de continuaba mojando. “Ay, Amo. Estoy muy excitada, por favor, necesito que me toques, te lo suplico”, aceptando mi suplica comenzó a alternar con caricias de sus dedos a mi concha empapada.
Así continuaron, sus dedos entrando y saliendo de mi concha, los azotes alternados, provocando que en tan solo unos minutos ya estuviera lista para acabar, ya no aguantaba más. Una nueva suplica salía de mi boca en forma de gemido “Mmm, Amo, por favor, ya no puedo más, ¿me das permiso de acabar? Por favor, Amo”, sus dedos automáticamente se detuvieron. “No, pequeña puta, móntame”. Antes de que me subiera su pantalón de pijama ya había desaparecido, me subí encima de él, mi conchita rozaba con toda su verga dura, mis tetas quedaron frente a su cara. Sin sacarme la venda de los ojos, me metió su verga hasta el fondo “Así, puta, mueve tus caderas bien fuerte”, eso me motivó muchísimo para moverme tan fuerte y rápido como mi cuerpo me lo permitía, para moverme como la puta que era, su puta. Las manos de mi Amo se fueron hacía mis caderas para ayudarme, para cogerme con ansia y rudeza. Así continuamos un rato, sin poder dejar de gemir, comencé a suplicar que me permitiera acabar una vez más, y esta vez me lo concedió “Dámelo todo, pequeña, acaba para mí”.
En ese momento comenzó a besar, lamer y morder mi cuello, eso me extasió más, seguía empapándome aún con su verga dentro de mí. Me echó un poco hacia atrás para poder comerme las tetas, morder y estirar mis pezones, todo esto sin dejar de clavarme la verga hasta el fondo. Esto provocó que mis orgasmos se encadenaran, él continuaba penetrándome, haciéndome acabar por lo menos cuatro veces. “Muchas gracias por permitirme acabar, Amo, muchas gracias”, solo me respondió con un beso y me dijo “Puta, quítate la venda y arrodíllate ante mí, ya voy a acabar”.
Hice lo que me ordenó, me levanté sacándome la verga de mi concha y la venda de mis ojos. Me arrodille a sus pies, mirándolo a los ojos, con la lengua afuera y las manos entre mis piernas, inclinada hacia delante. Se paró frente a mí y comenzó a masturbarse. Él paso su verga por mi lengua, y metió su verga hasta el fondo de mi garganta, permitiéndome saborear mis propios fluidos, hasta que me dijo “Ya, pequeña, ya no aguanto, voy a acabar en tus tetas”. Puse mis manos en la cabeza y abrí mis piernas, aun arrodillada, dándole acceso completo a mis tetas. Explotó de placer, cubriéndome las tetas de leche, al fin obtenía mi premio.
Rendidos caímos al sillón, me abrazó y me beso con mucho cariño y dulzura. Comenzó a acariciarme como a una nena chiquita, como su nena chiquita y me dijo “Lo has hecho muy bien, pequeña”. Le sonreí y le agradecí, “Gracias, muchas gracias, Amo, me encantó”.
Después de un ratito, se levantó, fue hacia la puerta y antes de irse me dijo “Ahora sí voy a terminar el trabajo, tú sigue viendo la tele y no te limpies hasta que acabe tu programa”. Yo quedé sentada en el sillón completamente rendida y con una sonrisa tonta en la cara, orgullosa de haber sido tan buena para mi Amo y que esté me hubiese felicitado y me dejara marcada.